46

4K 427 561
                                    

Jimin se ha mal acostumbrado a leer una historia cada noche.

Seamos francos, no son las mejores historias del mundo; se nota a la legua que su autor está a punto de quedarse dormido mientras escribe e interfiere las palabras pareciendo analfabeto, pero la intención es lo que cuenta.

Y Jimin valora los one-shots de @NoSoyJungkook al final del día, porque reinventa su rutina. Jungkook coge una parte de su día, un día de papeleo, un día en el aeropuerto o una fansign, y lo reinventa.

Ejemplo:

El día que Jungkook literalmente huyó desenfrenado del rodaje de Neverland para decirle a Jimin que esa mierda de los compañeros ya no funcionaba y acorrararle contra la pared, Jin hizo acto de presencia, oportuno como siempre.

Usó su día libre para llevar a Jungkook y Jimin (sus víctimas más cercanas) a una conferencia de inversiones que su padre daba en Seúl.

-¿Y a mí que me importa La Bolsa, Jin?- protestaba el maknae mientras Seokjin le arrastraba por los pasillos de la enorme empresa como si Jungkook y Jimin fueran sus hijos fugitivos- Nosotros ya no necesitamos invertir. Tengo dinero jubilarme a los veinte y pedir que me congelen como a Walt Disney para resucitar en cincuenta años.

-¿Por qué cincuenta, mocoso?

-Porque la saga de Márvel ya estará completa y yo no tendré que haber esperado a los estrenos- Jungkook comía emparedados que ofrecían en la oficina- Además, en cincuenta años seguiréis vivos y eso es imprescindible porque tendría que ver esas pelis con vosotros. Lo mejor de todo sería haceros sentir viejos porque yo seguiría teniendo veinte, y vosotros ya iréis en cachaba.

Jimin se reía, llevaba un traje de oficinista que les habían mandado ponerse a la entrada para poder acceder a la conferencia. El traje no le quedaba completamente ceñido, las mangas un poco largas, pero desde luego Jimin no tenía pinta de ser el chico del café.

Jungkook no pudo evitar morderse el labio pensando cómo habría sido la vida de Jimin si hubiera acabado siendo broker. Si él fuera su jefe en esa vida alternativa, esnifaría coca de la línea de su espalda cada vez que los valores subieran. ¿Eso hacen los brokers, no?

Y precisamente un broker con cara de esnifar mucha coca había aparecido:

-Aquí aprendemos a ordenar las prioridades, y parece que tu necesitas una mano con eso- el tío tenía cara de haber trabajado tres días seguidos y había escuchado las aspiraciones de Jungkook sobre Márvel. Menudo friki.

Luego se dio cuenta de que era Jeon Jungkook. El ojeroso americano había expresado un sentimiento intermedio entre el odio y la sopresa.

-Será...- se tocaba la barba, alucinando, puto chino, se decía- Mi mujer.... Mi puta mujer me dejó por un póster tuyo a tamaño real. Mira, yo no...

Los niños bonitos de Seúl habían llegado a la oficina y todos parecían embobados mirándoles, en especial al apuesto hijo del jefe, por supuesto. Todos, menos Malcolm.

-Malcom- una perfecta hilera de dientes blancos, traje de Armani impecable y hombros anchos- ¿Es que no deberías estar besándoles los pies?

-Claro, Señor- carraspeaba Malcom, mientras tanto las tres J's se daban aires de grandeza y Seokin se sentía el hijo de papá.

-¿Recuerdas el pico bursátil que llevó los ingresos a las nubes el mes pasado y te permitió pagar el alquiler?

-Por supuesto, Señor Kim, pagué la ortodoncia a mi hija Gretel con la nómina, en realidad.

-Bien. ¿Recuerdas cuál fue la fuente de la subida descomunal de la demanda?

-B-BigHit Entertainment, Señor.

Kookmin's ArchWhere stories live. Discover now