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Parece ser que la palabra 'olvido' no está incluida en el diccionario de Park Jimin.

Pongámoslo así: Es pleno agosto y hay algún tipo de bebida tropical en la mesita plantada en el medio del campo, Jimin se recuesta sobre su brazo y aplasta la mejilla mientras mira deseoso su contenido. Pero la estilista le hace cambiar de opinión con la mirada, el gloss de Jimin está impecable y no va a permitir que arruine su maquillaje por algo tan mundano como quitarse la sed.

El hecho de que Hoseok trate de espantar el bochorno con un mini ventilador portatil no ayuda para nada. Tiene la boca seca y eso le hace recordar que no ha tenido un beso desde anoche.

Digamos que eso bien poco le hubiera importado haría un par de meses. En el abismo de tiempo que podía transcurrir entre un beso y otro daba a tiempo a criar a un niño y se olvidaría de unos labios en cuestión de segundos. Con Jungkook perder la cuenta de los besos era un poco más difícil.

¿Por qué? Bueno, digamos que Jungkook es un romántico empedernido. Cuando dice que El Diario de Noah es su película favorita en las entrevistas americanas, no lo dice por decir. De hecho, cuando vieron juntos la película años atrás en su cine casero improvisado, Jimin nunca pensó que Jungkook se dedicaría a recrear las escenas con él.

Porque cuando uno practica catorce horas al día, rodeado de cámaras, coreógrafos, estilistas y productores en un espacio común, no hay espacio para romanticismos. Sin embargo, Jungkook rompe las reglas. Cuando se asegura de que Keone está demasiado ocupado enseñando un paso a Namjoon, o cuando Yoongi está completamente inmerso buscando algún error en una pista de audio, se acerca por detrás y, sin importar la situación en la que Jimin se encuentre (ya sea cantando la nota alta de una canción, en la mitad de una coreografía o lavándose los dientes) le agarra por la cintura y le hace dar una pirueta en el aire, para terminar besándole en la mejilla, como en el cine romántico de la posguerra.

¿Podría ser más descuidado? Jimin tiene ganas de pegarle un puñetazo cuando lo hace pero: a) Llamaría aún más la atención y b) Está demasiado ocupado tocándose la mejilla como un idiota antes de que Jungkook salga corriendo entre risitas a la próxima habitación.

Suspira. Todo ha cambiado desde Busan.

Jungkook es una bebida energética estimulante durante el día y una manzanilla desintoxicante por la noche.

Hay veces en las que Jimin no necesita más estrés de necesario. Ya son suficientes las clases de piano, las entrevistas de esta semana con Unicef, las letras de la próxima canción, las campañas de Love Yourself y Serendipity... Echar una mano a Hoseok con la Hixtape y las firmas de fans.

No figuraba entre sus planes que el hecho de tener que esconder las muestras de cariño en público se añadiera a la lista de tareas. Sin embargo, Jimin, que tiene una sonrisita de complacencia mientras mira como Jungkook ensaya sus líneas a lo lejos, no puede negar que le encanta.

Cuando le acaricia la pierna inconscientemente bajo la mesa cuando se sienta a su lado en la cena, o cómo Jungkook se queda embobado cuando le ve bailar. Le encanta cuando dice que le esperará despierto hasta que Jimin termine de ensayar a las cinco de la mañana y siempre le deja un huequito en la cama aunque ya se haya quedado dormido.

Últimamente no tienen tiempo ni para respirar y los diez minutitos disponibles para hablar abrazados antes de caer rendidos por el sueño se sienten como oro aunque duren poco. No importa demasiado, Jimin ni siquiera se molesta en cambiarse la ropa de práctica al dormir, porque desde que se acuesta hasta que despierta, la alarma solo tarda una hora en activarse.

Kookmin's ArchWhere stories live. Discover now