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-Felices veinte, Jungkook.

Jimin enrolla su pequeña mano alrededor de su cintura y trata de aproximárle más hacia sí, la espalda de Jungkook está fría y la temperatura se ve compensada con la mejilla de Jimin aplastada contra ella. Si escucha detenidamente, aprecia el acelerado ritmo del corazón del maknae.

Parsiminioso, cuando Jimin se limita abrazarle, galopante si sus deditos se aventuran a acariciarle las costillas; desbocado, si se disculpa en susurros y su aliento roza su espina dorsal.

Y Jimin se disculpa porque lo siente de verdad. Siente haberle dejado solo y no poder estar en dos sitios a la vez; Japón o sus brazos. ¿Escuchar a Taehyung o emplear toda su concentración en besar al maknae? ¿Madrugar para entrenar o esperar a que se le haga tarde hablando con él en la cama?

Con Jungkook, uno no puede decantarse por hacerlo todo a la vez; ser multifuncional queda completamente olvidado.

En el transcurso del día que Jimin ha pasado en Japón junto a Taehyung, ha tratado de ser el Jimin de antes. Sí, ya sabes, el Jimin que es un ángel y escucha a todos, que hace favores sin interés a cambio, que es una bolita de achuchabilidad y adora a los cahorritos.

Pero ni siquiera el tiempo libre con Taehyung ni la bolita de pelo más adorable que Jimin ha conocido en su vida (Yeontan) han sido capaces de sacar lo mejor de sí.

Había llegado a la conclusión de que estaba volviéndose loco cuando se encontraba a sí mismo pensando en Jungkook mientras el hermano de Lee Ui Soo pretendía verterle cloro sobre la cabeza, cuando cruzaba la carretera con un semáforo en rojo, cuando Taehyung y él tuvieron que esconderse en una tienda de Gucci debido a una horda de fans...

Cuando fueron al privado de un restaurante delicatessen, Jimin había respondido al camarero que tomaría Jungkook con patatas y Jeon con hielo.

-Lo... Lo consultaré con la cocina, Señor Park.

Taehyung había escupido su refresco y Jimin se hundió en su propia vergüenza. ¿En qué momento Jimin se ha convertido en una yandere?

Llegar a Seúl ha hecho que su percepción pesimista se equilibre un poco al descubrir que no ha sido el único de la pareja en hacer y decir locuras. Jungkook se ha llevado, y con creces, el premio gordo.

Y si Jimin no había podido dejar de pensar en Jungkook, en su seguridad, en su brusca despedida y en su regalo, descubrir al llegar que en su ausencia Jungkook se ha fugado y no ha dormido en BigHit ha acabado por romperle los nervios y el corazón.

Namjoon había acabado por contárselo todo al entrar por la puerta, justo después de montar en cólera porque la 95 Line haya adoptado a Yeontan y después morir de amor porque es demasiado mono.

Si Jimin lo hubiera sabido en Japón, no hubiera soportado el vuelo.

<<No seas duro con él>>, había dicho el líder, ¿Y cómo podría Jimin ser capaz? ¿Capaz de recriminarle algo?

Sigue abrazando a Jungkookie, ya le da igual si el chico decide seguir ignorando y obviando su presencia (sabe de sobra que está despierto). Tampoco le molesta que le de la espalda, porque le encanta su espalda. Y además, le echaba de menos, mucho.

-Jiminnie... - Jungkook susurra con la voz ronca.

-¿Mhm-mm?- Jimin le acaricia el pelo, trata de actuar naturalmente, pero la voz de Jungkook le ha puesto alerta y no está siquiera mínimamente preparado para tenerle cara a cara.

Él se gira sobre las sábanas lentamente, su torso recolocándose de manera delicada para no deshacerse del tacto de Jimin. Al menos quiere conservar sus caricias lo máximo posible, antes de que Jimin descubra la verdad de una forma inminente y decida no volver a poner un dedo sobre el maknae.

Kookmin's ArchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora