30. New York can't wait.

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30. New York can't wait.

A pesar de que pasar las navidades en Los Angeles con Lizzie y su madre no era algo que habia planeado, fue una semanabastante agradable. El clima tropical de California hacia que la temperatura no bajara de los veinticinco grados y en el cielo no hubiera ni una sola nube. Me pasaba el dia tomando el sol con Lizzie en la piscina mientras bebiamos limonada y hablabamos y cotilleabamos. Lizzie no era tan zorra dentro de lo que cabe, ahora que no necesitaba mostrar que era la abeja reina del internado podia relajarse y ser una buena hermana. Además tenia un lado despreocupado y divertido que la convertian en una buena compinche haciendo planes en contra de Helen y Patrick, que seguian pensando que tenian dieciseis años y no cincuenta.

Y después de aquella semana en Los Angeles, tengo que admitir que abandonar Los Angeles y Lizzie me dio más pena de la que esperaba. Echaria tanto de menos los dias de estar tirada bajo el sol al pie de la piscina y tomar limonada mezclada con vodka de la petaca de Lizzie. Y con un abarazo amistoso y la promesa de mantener informada a Lizzie de todo lo que pasara me despedí de California directa a Nueva York.

Lo primero que me acompaño desde que salí de aquel aparato de metal endemoniado que no dejaba de votar desde que había despegado desde LAX fue la eterna nieve new yorkina. Gracias a Dios mi vuelo había podido aterrizar por que cómo estaban anunciando mientras recogía mis tres maletas repletas de ropa de la cinta transportadora, algunos aviones no habían tenido tanta suerte, y ahora se encontraban sobrevolando el aeropuerto o siendo desplazados hacía otros cercanos y enviados a hoteles.

Aquel tiempo si que era navidad, y no aquel asco de tiempo de Los Angeles. ¿En que clase de navidad se puede tomar el sol y ponerse morena en el jardin mientras tomas granizados de limón? Había estado bien, pero no era mi navidad. Aquello era Nueva York, un Nueva York nevado, mi casa. Por fin después de aquel primer trimestre totalmente desconcertante y completo de drama había sobrevivido y había vuelto a casa. Y ahora tocaban unas vacaciones, unas verdaderas vacaciones, lejos de aquel estupido internado, de las conspiraciones de lizzie, que aunque me costrá reconocerlo, tenía que admitir que ahora me estaba empezando a caer bien, aunque la idea de ser hermanas no me hiciera la más minima gracia. Tambén tocaba estar lejos de Jack y de Ian, de quienes necesitaba un merecido descanso al ser sin duda los que más quebraderos de cabeza me producían. Era más facil ser una chica comprometida y con novio que soltera y durmiendo en el territorio del enemigo.

Pero no había tiempo de pensar en ellos. Aquella escasa semana me iba a centrar en mi madre y en mis amigas. Descanso y relajación: desayuno con diamantes,helado de chocolate, champagne y cotilleos variados.

Aunque en el momento en el que la puerta del ascensor se abrió en el duodecimo piso del edificio Greyson, un proyecto de mis bisabuelos, y que ahora era propiedad de la familia situado en la quinta avenida y con vistas a Central Park, supé que la tranquilidad brillaría por su ausencía.

- ¿Qué demonios haces aqui?- Pregunté cruandome de hombros sin poder reprimir una sonrisa. No me gustan las sorpresas, pero aquella me hacía cierta gracia. ¿Qué se suponía que hacía Ian en Nueva York, en mi casa el treinta de diciembre? ¿No había tenido suficiente con agauntarle todo el curso que ahora tamibién tenía que aguantarle en periodo vacacional?

- Pasaba por aqui.- Se limitó a decir mientras esbozaba una sonrisa burlona que siempre adoptaba cuándo hablaba conmigo y que me sacaba de mis casillas.

- ¿Aspen no queda lejos de Nueva York?

- Tú hermano se rompió una pierna mientras esquiabamos fuera de pista, por lo que tuvimos que irnos de Aspen, y tu madre me ofreció asistir a su fiesta de fin de año. He oido maravillas de ella.- Dijó con una sonrisa encantadora.

Jo no es nombre de chico(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora