11. BFF

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11. Best Friends forever.

Después de pasar el resto de la mañana entre aburridos problemas de química, por fin Robert decidió que era la hora de parar para comer.

Robert era muy buen profesor de química, explicaba muy bien, y tenía paciencia, algo necesario para darme clases, pero era demasiado estricto, no aceptaba ninguna broma durante las tutorías e imponía horarios bastante duros, sin ningún descanso. Pero al menos tenía asegurado el sobresaliente en química.

-Me muero de hambre. Ni siquiera he desayunado por venir a verte. - Le dije sonriendo en tono pelota en cuento abandonamos la biblioteca. Robert parecía haberme perdonado, pero yo aún me sentía mal por haberle puesto ayer en aquella situación tan incómoda.

-Seguro que era por mí y no por tu necesidad de ponerte al día con química. - Robert me devolvió la broma con naturalidad mientras esbozaba una sonrisa.

-Me has pillado. - Respondí soltando una carcajada.

Estaba contenta de que a pesar de lo que hubiera pasado el día anterior, seguíamos siendo amigos, y podíamos seguir teniendo nuestras bromas y nuestros momentos de siempre. Hasta esa mañana no me había dado cuenta del cariño que puedes cogerle a alguien a pesar de haber estado apenas tres semanas con él. Robert parecía el candidato perfecto para convertirse en mi mejor amigo en aquel estúpido internado elitista.

- ¿Estas segura de que te apetece comer?- murmuró Robert en tono burlón en cuánto entramos en la cafetería.

El hambre se había esfumado de pronto en cuanto los dos entramos juntos en el comedor. Las míticas conversaciones de siempre que inundaban el comedor y lo convertían en un lugar agradable y familiar, se transformaron en un susurro molesto y evidente. Todos habían vuelto la cabeza en nuestra dirección, mientras soltaban ristías y se pasaban el celular de unos a otros.

Éramos el cotilleo del día.

Para sumar a la desgracia mi hermano estaba con sus amigotes descerebrados de lacrosse, (Jack e Ian incluidos) en la mesa del fondo del comedor, y para mi sorpresa los chicos parecían tan nerviosos y revolucionados por la noticia como la mesa de Lizzie, quién parecía la única que no estaba tan contenta con las noticias. Mientras todas sus descerebradas e idénticas amigas se pasaban el móvil y hablaban sin cesar sobre el baile, ella se limitaba a revolver su ensalada con desgana. La falta de atención la estaba devorando por dentro.

-Creo que han conseguido quitarme el hambre. -Murmure sintiéndome culpable. A pesar de que Robert y yo tratábamos de ignorar el baile, parecía que ninguno de los demás estudiantes apoyaba nuestra política.

- ¿Damos un paseo?-Propuso Robert señalando hacía fuera.

Era incluso más apetecible pasear por las zonas verdes del instituto que quedarse a aguantar a aquellas sanguijuelas chupa cotilleos.

Los dos nos movimos hacía los jardines, dejando atrás los murmullos hostiles, y el calor del internado.

-Creo que te debo una explicación, Jo. - Murmuró Robert después de unos minutos de silencio tenso.

- No tienes que preocuparte, Robert. No me debes nada. No tienes ninguna explicación que darme. En todo caso, yo te debo una disculpa. No puedo ir por ahí besando a gente solo porque mi hermano sea un subnormal profundo...

-Eres mi amiga, y quiero contártelo. - Hizo una pausa, como si lo que tenía planeado hacer le estuviera costando mucho. -Hasta que viniste tú estaba completamente solo, pero ahora es diferente. Tengo una amiga, y aunque se trate de alguien tan caótico cómo tú, te he cogido demasiado cariño últimamente.

Jo no es nombre de chico(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora