1. Triple.

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1. Triple.

Después de aquella ''agradable'' charla con la directora, por fin pude ir a mi habitación a ponerme cómoda.

Decir por fin, era bastante contradictorio.

Por una parte estaba ansiosa por tirarme en la cama, y descansar después del intenso viaje. Y no puedo mentir que tenía curiosidad por conocer a los dos chicos con los que compartiría habitación durante el resto del curso.

Pero lo de compartir habitación, y además con dos chicos desconocidos me aterraba. Yo no era una persona fácil, tenía un carácter algo difícil y amargo, y si la convivencia con mujeres ya se me antojaba algo catastrófico con dos tíos, me parecía algo imposible.

Finalmente después de perderme un par de veces, y preguntar a un par de chicas bastante simpáticas, encontré la residencia de los chicos, un edificio de aspecto antiguo al este del campus.

Notaba todas las miradas en mi nuca mientras iba avanzando hacía mi habitación. Mis pantalones pitillos vaqueros, y mi camiseta de tirantes blanca delataban que era nueva por allí. Además era una chica en el pabellón de los chicos. Seguramente todos estarían preguntándose qué hacía allí, o cuánto tardaría en darme cuenta de que estaba totalmente perdida.

Pero a pesar de ser el blanco de atención de todos los chicos con los que me cruzaba, a ninguno se le encendió su única neurona para cogerme la maleta y ayudarme con mis cosas. Podía estar en la residencia de los chicos, pero estaba claro que no había ningún caballero a la vista.

Y aún peor, cuándo pensé que ya había llegado al piso donde se encontraba mi habitación, descubrí que de hecho en aquel edificio había un ascensor al servicio de los alumnos.

Las cosas apuntan maneras, me dije mentalmente.

Busque la llave dentro del bolsillo de mis pantalones. Pero al momento me detuve. ¿Debía llamar a la puerta antes de entrar? Era verdad que aquella era mi habitación tanto cómo la de ellos, pero teniendo en cuenta la situación no sabía que podía esperarme. Así que hice caso a mi sentido común y antes de irrumpir en la habitación di un pal de golpes con mis nudillos en la puerta para avisar de mi llegada.

La habitación, se componía en una simple sala común, con un pequeño sofá tapizado con cuero marrón que parecía recién sacado del despacho de mi padre y una mesita de té de madera. En el centro de la habitación se erguía majestuosa, una mesa de madera gigantesca destinada al estudio, donde sin duda podían caber tres personas sin problemas.

Lo único bueno era que en la pared del fondo había tres puertas diferentes, una tenía que ser por fuerza el cuarto de baño, y las otras dos debían de ser de habitaciones. Al menos tendría algo de intimidad, puesto que la habitación individual tenía que ser para mí. La directora no lo había dicho con esas palabras, ni tan explícitamente, pero soy una chica, necesito algo intimidad, incluso viviendo en territorio enemigo.

— ¿Quién eres tú? — preguntó con un marcado acento sureño un chico desconocido que acaba de levantarse del sofá y que me miraba con una mueca entre la diversión, y el asombro. La verdad es que era un sobresaliente. Quizá esto de compartir habitación no fuera tan mala idea. Sus ojos verdes me miraban juguetonamente haciendo que se ruborizara levemente.

— Soy Jo. — contesté secamente. No me gustaban los juegos, a menos que fuera yo la que los dirigiera. Además no podía dejarme engatusar por el enemigo a la primera de cambio.

—Tú no puedes ser Jo. —Contestó el otro chico haciendo que reparara en él y en sus ojos azules. — Tú eres una chica.

— Muy observador. —Comenté con frialdad. No me iba a dejar intimidar por nadie, y menos entrar en su juego. Ellos eran dos, pero yo era más inteligente que ellos dos juntos, eso saltaba a la vista. —Ha habido un fallo en la administración, y ahora soy vuestra nueva compañera. Jo Goligth.

Jo no es nombre de chico(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora