9. Confesiones nocturnas.

596K 17.7K 1.3K
                                    

9. Confesiones nocturnas.

¿Había puesto los cuernos a Chuck?

Acababa de abandonar la sala del baile, y mi cabeza estaba llena de preguntas, cada una más compleja que la anterior.

¿En qué demonios estaba pensando para besar a Robert? ¿Había perdido totalmente el juicio? Acababa de estropear mi relación con Chuck, y mi amistad con Robert en solo cinco minutos gracias a una poca recomendable mezcla de alcohol y sed de venganza.

No quería llorar. Llevaba dos escasas semanas en aquel estúpido internado y ya era la segunda vez que me echaba a llorar cómo una niña indefensa. Puede que no fuera mi mejor momento ni físico ni mental, pero no podía dejar ganar al internado de nuevo.

La culpabilidad invadía mi mente haciendo que la culpabilidad invadiera cada milímetro de mi cuerpo cómo una segunda piel.

Había jurado a mi novio que le esperaría hasta el final de curso, y ni siquiera había podido aguantar dos míseras semanas. Aquello decía muy poco de la clase de persona que era. Suspiré tratando de tranquilizarme. Necesitaba una buena ducha fría para expulsar los restos de alcohol que quedaban en mi organismo, y un gran terrón de helado de chocolate.

Mi único consuelo en ese momento era que toda la población estudiantil estaría en el baile, incluidos mis dos compañeros de habitación, y nadie me molestaría.

Pero volvía a equivocarme.

— ¿Qué haces tan pronto aquí?— Preguntó Jack en cuánto abrí la puerta de la habitación haciendo que me estremeciese. Jack seguía sentado en el sofá exactamente como cuando yo había abandonado la habitación hace dos horas, lo único que había cambiado era la rubia que le acompañaba. — ¿Estas bien?

—Yo... Esto... Siento interrumpir —Contesté yo cohibida tratando de encontrar alguna manera de evadirme de aquella situación. Obviamente no estaba bien. Definitivamente las lágrimas habían ganado la batalla y ahora se deslizaban salvajes por mis mejillas arrastrando todo mi maquillaje. —Simplemente necesito estar un rato sola.

— ¿Y dejar que te suicides?—Respondió Jack sarcástico. Posteriormente se dirigió hacia la rubia que se encontraba a su lado. — Miranda, creo que Jo necesita mi ayuda.

— ¿Pero no íbamos a ver la película?— Preguntó ella con indignación frunciendo el ceño y cruzando los brazos sobre su pecho cómo si tuviera cinco años.

— Jack, no seas idiota. Quiero dormir, al menos tienes derecho a ser el único que disfrute esta noche. —Dije limpiándome las lágrimas con las manos. Jack no merecía tener que involucrarse en mi drama diario cuándo tenía una cita con aquella belleza rubia.

—El código de colegas lo deja bien claro, Jo. —Dijo sonriéndome y levantándose del sofá para echar a su acompañante. —Nunca se deja a un colega de lado cuándo este te necesita. Y por tu aspecto es obvio que me necesitas.

Una sonrisa floreció en mi rostro. No quería estropearle la cita a Jack, pero tampoco quería estar sola. Cuándo estas triste, y encima te aisas en tu soledad, una tiende a auto flagelarse demasiado.

— ¿No te importa verdad, Miranda?—Inquirió Jack a la chica rubia. La chica pareció pensárselo un momento, pero después negó con la cabeza y tras recoger su bolso se levantó del sofá directa a la puerta. Por supuesto que le importaba. — ¿Te llamo mañana, vale?

Pero Miranda ya había cerrado de un portazo la puerta.

—Siento haber estropeado tu cita. — Susurré mientras me dejaba caer en el sofá al lado de Jack.

Jo no es nombre de chico(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora