Over Again. | h.s

46. "Verdad."

Algo me dice que no vaya.

Pero de todas formas iré, porque quiero verlo y porque estoy jodidamente preocupada por él. La última vez que lo vi (en Año Nuevo) actuó súper raro y, debo aclarar, que no me dejó para nada tranquila. Incluso lloró, y no es algo que Harry haga demasiado seguido, si vamos a ser sinceros. Verlo tan débil, frágil y vulnerable me hace pensar que hay algo realmente malo en su vida, algo tóxico que no lo deja vivir en paz consigo mismo. ¿Será que se siente culpable por no recordar? ¿Será que desea su antigua vida de nuevo? ¿Será que no es feliz ahora, tal como están las cosas? No lo sé. No lo sé y eso me pone de los nervios. Como la persona controladora que soy, tener las respuestas a todo lo que sucede en mi vida es la prioridad número uno en mi lista de prioridades número uno y en este momento no tengo las respuestas a todas mis preguntas. Y eso no está bien.

Respiro hondo una, dos, tres veces preguntándome otra vez si lo que quiere en realidad es dejarme. No parecía demasiado convencido de eso, porque me pidió que no lo dejara y me dijo que me amaba tantas veces que no podría ser capaz de contarlas si quisiese, todo en la misma noche. El problema aquí está en que, si bien estuvo conmigo todo el tiempo y me demostró cuánto me quería, no lo sentí de verdad. Estaba distante, como si la esencia del Harry que estaba al lado mío hubiese sido sustraída de su propio cuerpo y lanzada a la estratósfera, dejándome el envase vacío y programado para decir todas las cosas que yo quería oír.

La verdad es que nada de eso es cierto. Harry es Harry y su alma no ha sido lanzada a la estratósfera. Simplemente está... raro. Eso es todo. Y, además, me prometió que todo estaría bien. ¿Por qué no habría de creerle?

De nuevo una pregunta sin respuesta.

Voy a volverme loca.

Si no es que ya lo estoy.

Cosa que creo que es muy probable.

(...)

No estoy loca.

O por lo menos eso es lo que me digo mientras recorro las calles de la ciudad de Londres dentro de la seguridad de mi coche, calentita y protegida del gélido frío invernal que había logrado colarse en cada célula de mi cuerpo y calarme los huesos. Sigo tiritando, incluso después de que llevo casi diez minutos frente a la calefacción del auto. No sé si tirito por el frío o por los nervios, pero me inclinaré por la segunda opción.

He decidido, finalmente, lo que voy a hacer. No sé qué carajo le pasa a Harry, pero le voy a decir lo del atraso. No puedo posponerlo más y siento que las mentiras van a acabar destruyéndonos. Las mentiras y las verdades que ocultamos. Las verdades que pueden ser tan buenas como una bendición o mortíferas como una maldición. Pero, al final del día, somos nosotros los que decidimos. Somos nosotros los que plantamos cara a la vida y decidimos bendecirnos o maldecirnos. Al final del día, somos nosotros los que debemos ser sinceros con nosotros mismos para salvarnos. Pero no hemos sido sinceros. No yo, por lo menos. Tal vez el sí, ¿quién sabe?

Así que he decidido darle solución a, por lo menos, una de las preguntas sin respuesta: ¿Por qué no le he dicho todavía que probablemente esté embarazada?

Sé que debería haberme hecho una prueba antes de decirle, mierda, lo sé. De hecho, ése era mi plan inicial. Pero sé que está ocultándome algo y si quiero que sea sincero conmigo, tendré que serlo yo primero. No puedo pretender que me confíe algo cuando yo no estoy haciéndolo. «Hazte hombre.» dijo mi cerebro. «¿Y si reacciona mal?» respondió mi corazón.

«A la mierda. Que se la aguante.» dije yo. Básicamente, así tome la decisión. De la forma más madura posible.

No le dije que he venido. Planeo darle una sorpresa, como irrumpir en su habitación gritando "¡Estoy embarazada!" y darle un infarto o algo parecido. La verdad es que no sé que quiero hacer o cómo espero que reaccione cuando Gemma me abre la puerta, pero sé que no quiero matarlo, así que trato de ordenar mis ideas mientras entro a la casa.