40. "Feliz."

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Diecinueve horas y tres jarras de café después, finalmente me encuentro ocupando uno de los asientos en el salón de Economía. Es uno de los exámenes más duros del año, pero me encuentro en condiciones de aprobarlo. No diré que con la nota más alta, porque, vamos a ser realistas, es demasiado, pero sí que aprobaré. Los minutos pasan como horas y, finalmente, estoy poniendo el punto final a la hoja en el momento en el que el profesor se pone de pie. Prácticamente corro derribando a unas cuantas personas en el camino hasta llegar a él y entregarle mi maltrecho examen. Afuera me encuentro con Jay, quien, como es costumbre, ha entregado primero.

–Hola, Lola –saluda enérgicamente y me da un beso en la mejilla–. ¿Cómo te fue con Harry?

Me guiña el ojo en el más sugestivo de los gestos y no puedo evitar echarme a reír.

–De maravillas. Creo que me la pasé durmiendo.

–Sí, seguro que sí –se ríe negando con la cabeza–. Por cierto, estábamos planeando ir a almorzar con los chicos, ¿te apuntas?

Me encojo de hombros y asiento con la cabeza.

–Claro. Creo que puedo hacerme un hueco antes de ir al trabajo.

–Vale, ahora me tengo que ir al médico porque tengo que hacerme algunos estudios, pero nos vemos en el Grill.

Asiento con la cabeza y le doy un beso en la mejilla antes de verlo marcharse y disponerme a continuar con mi largo día.

(...)

Pasado el mediodía me encuentro entrando al Grill, un lugar en el que solemos juntarnos a comer con nuestros amigos los días de semana, un punto medio entre la LSE y la UCL. En la mesa ya se encuentran Zayn y Julie, que, por cierto, está transitando ya el quinto mes de embarazo. Con un suspiro logro admitir que parece que hubiera sido ayer cuando ella, a principios de septiembre, nos contó que estaba embarazada de dos meses, y ahora ya estamos a punto de terminar el año. El tiempo vuela, y lo peor de todo es que nosotros somos apenas conscientes de ello y no aprovechamos los pequeños momentos que nos da para vivirlo.

Niall y Jay se nos unen al cabo de unos momentos, pero Camille brilla por su ausencia en el almuerzo y, media hora después, ya me encuentro lo suficientemente preocupada por Harry como para tomar el teléfono y mandarle un mensaje. No he tenido noticias suyas en todo el día y esta sorpresiva ausencia me tiene casi desesperada por saber su paradero, sobre todo porque lo conozco y sé que si él hubiera tenido planeado faltar al almuerzo ya habría avisado con anticipación. Los chicos deciden ordenar y, como no puedo contradecirlos, elijo un sándwich simple de queso grillado. No tengo demasiado apetito y creo que la ausencia de Harry me lo ha quitado por completo. Justo después de ordenar la comida, mi celular comienza a vibrar sobre la mesa y me levanto, excusándome para ir afuera a atenderlo. El nombre y la foto de Harry aparecen en la pantalla y el alivio me invade el cuerpo sólo por unos segundos mientras deslizo el dedo por la pantalla.

Hola, amor –contesto de la forma más casual, sin dejar de ver entre líneas las ganas de matarlo que tengo por no avisar antes.

Lola... soy yo, Anne.

Puedo sentir, literalmente, cómo el mundo se cae a mis pies, haciéndose añicos en lo que son un par de nanosegundos. Las llamadas de Anne nunca, en la vida, trajeron cosas buenas. Nunca. Espero que esta sea la excepción.

Anne... hola... ¿pasó algo?

Cariño, estamos en el hospital...

Antes de que pueda seguir hablando me apoyo contra la pared exterior del local y me deslizo hasta quedar sentada en el suelo. Otra vez no, por favor, otra vez no...

Over Again. | h.sWhere stories live. Discover now