12. "Kyle."

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Dos semanas pasaron desde aquel desafortunado día. Mentiría si dijera que Harry y yo mantuvimos el contacto durante el día que le siguió a "la revelación" (como Julie lo había apodado), o los días que le siguieron a ese. Francamente, no había querido ver su cara, rechazando olímpica y exitosamente todas las invitaciones de mis amigos que lo incluyeran a él o a su mera mención. Y es que todavía no puedo superar la forma en la que cortó todas mis ilusiones de raíz, negando cualquier vestigio de sus sentimientos por mí que podría haber quedado dentro de su corazón.

Una vez que salgo del baño y me dispongo a cambiarme, escucho mi celular sonar indicándome que tengo un whatsapp. Tomo el aparato y deslizo mi dedo por la pantalla, desbloqueándolo. Abro la aplicación, encontrándome con un mensaje de Harry.

"¿Puedo pasar por ti? Ya sabes, para ponernos al día."

Sin embargo, y no sé cómo, Harry tiene conocimiento de la descompostura de mi automóvil, lo que me hace una persona completamente dependiente de Zayn o él mismo, quien recientemente ha conseguido un nuevo auto, igual al que él tenía pero algo más avejentado y despintado, pero nada que no se pueda arreglar con una buena mano de pintura. Así que aquí me encuentro, sin poder darme el lujo de negar su propuesta, porque simplemente necesito de él.

"Bien."


Pasan diez minutos antes de que oiga la ya conocida bocina del Mustang. Bajo las escaleras, en el proceso tomando mi mochila que he dejado junto a la puerta de entrada. Salgo de la casa después de despedirme de mi mamá, encontrándome con Harry apoyado contra el coche rojo. Me acerco a él, tratando de fabricar la mejor de mis sonrisas, sintiendo cómo fracaso en el intento. Él, en cambio, me dedica una de sus irresistibles sonrisas con hoyuelos que hace mis rodillas temblar.

Me sorprende su cambio de ánimo. Dos semanas atrás me había tirado al suelo para después pisotearme, sacarme el corazón y tirarlo por la ventana, y hoy ya está sonriéndome como si yo fuera lo único que vale la pena en este mundo. Cabe decir que su trato conmigo fue cambiando en el transcurso de los catorce días. La primera semana seguía algo reacio conmigo, pero por Julie me había enterado que no dejaba de preguntarles por mí. Sin embargo, las cosas cambiaron cuando él y mi mejor amiga mantuvieron una charla en la que ella le hizo sentar cabeza y le explicó cómo habían sido las cosas con todo lujo de detalle; tanto mis verdaderas razones por las cuales le oculté nuestra relación como también cuánto nos queríamos antes de todo este desastre. Y al parecer, él había terminado de comprenderme.

Respiro hondo antes de pronunciar un pobrísimo "Hola" que deja mucho que desear. Él me da un beso en la mejilla antes de abrir la puerta de copiloto, dejándome refugiar en el interior del auto previniendo cualquier acotación al margen. El rizado de ojos esmeralda rodea el coche y se introduce en el mismo, dejándose caer sobre el asiento de piloto. En poco tiempo nos encontramos en la avenida principal, rumbo a la LSE.

–Así que... ¿Cómo te encuentras? –él inquiere con cuidado.

Me encojo de hombros. –No tiene sentido que me preguntes a mi si ya has acosado a Julie toda la semana.

Me golpeo mentalmente deseando retractarme. Quizás soné mucho más grosera de lo que quería sonar y él no merece eso. O tal vez sí.

–Será porque me importas.

Una risa sarcástica se escapa de mis labios. –Si te hubieras acordado dos semanas atrás, quizás me hubieras solucionado un par de días de llanto y dolor de cabeza.

«Quizás no te habría dejado ir.»

Me muerdo el labio consciente de que no quiero decir más nada porque luego me arrepentiré. Observo su semblante caído y giro la mirada, suspirando.

Over Again. | h.sWhere stories live. Discover now