30. "Final."

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Harry

Dos días después de mi visita a Lola en American Apparel, finalmente logro hacerme un hueco entre mis tareas, la universidad y las terapias para hablar con Angie mañana por la noche antes de la fiesta de Halloween. Todo está decidido, correctamente calculado y sé que es el momento; sé lo que quiero y sé que no me voy a echar atrás. No ahora. No cuando estamos a punto de lograrlo, a punto de conseguir lo que verdaderamente deseamos.

Cuando me pongo a pensar en el accidente, en cómo transformó completamente nuestras vidas, es un hecho que la cara de Lola aparece en mi mente. Y no sólo su cara, sino los pocos recuerdos que recuperé; como nuestra "boda" en el muelle, a la orilla del mar. Esas son las pequeñas grandes cosas que me hacen odiarme por haberme metido en ese terrible y fatídico accidente. Sé que Lola piensa lo mismo a veces; sé que ella se echa la culpa, por más que nunca me lo dice de frente. Lo sé porque puedo verlo en su mirada cuando hablamos de eso, o simplemente porque ella una vez me contó cómo fueron las cosas y pude ver el dolor en su mirada transparente.

Esa es una de las grandes virtudes (o dificultades, depende de quién lo vea) de Lola; es sumamente transparente con sus emociones. Si está contenta, podrás verlo en el aura que irradia. Y si está triste, podrás darte cuenta por la forma en la que toda su alma se expresa a través de sus poros; el dolor, la nostalgia, la amargura... Para ser sincero, antes de saber realmente lo que Lola y yo éramos antes del accidente, me daba lástima estar a su alrededor porque prácticamente no tenía vida. No sonreía... sus ojos no se iluminaban como lo hacen ahora cada vez que me ve. Supongo que es eso lo que me demuestra sus sentimientos, lo que me hizo creerle aquella tarde en la que me confesó nuestra relación: el brillo de sus ojos. Cuando habla de nosotros, cuando ve una foto vieja, cuando estamos juntos, sus pupilas se iluminan como si de dos estrellas se trataran. Y eso me encanta.

¿Y saben qué otra cosa me encanta? Que no puedo parar de pensar y hablar de ella.

(...)

–Joder, Harry, te necesito.

La voz de Lola me llega a los oídos, nítida, clara, calentándome el cuerpo. Le estoy besando el cuello y ella me está quitando la camisa con una lentitud desesperante. Me está tocando, puedo verlo, puedo vernos... estamos en el medio de la playa, sobre una puta roca.

–¿Qué pasa si nos ven?

Mi voz está ronca, teñida por el deseo. –Lola... ya deberías saber que eso me importa una mierda. Te necesito aquí y ahora.

Está gimiendo en mi oído y mi cuerpo vibra. Le beso el cuello, se lo muerdo y ella se deshace de mis pantalones y de mis bóxers en un mismo movimiento. Estoy tan desesperado por sentirla que le rompo las bragas y le sonrío mientras ella me mira con una mezcla de reproche y confusión, pero no se queja. Somos como animales, cegados por la pasión.

Me estoy acostando. Ella se coloca a horcajadas sobre mí y, puta mierda, me abro paso dentro de ella, la penetro. Se muerde el labio; tiene los cabellos pegados por el sudor, la respiración acelerada... es una jodida diosa sobre mí.

–Joder, Lola, me encanta cuando me montas.

Se mueve como una experta; me hace perder la cabeza. Le quito el corpiño y me pierdo en ella una vez más, en su belleza, en su perfección, en su piel blanca, sudada y brillante, en los jodidos movimientos circulares que está ejerciendo sobre mi pelvis. Me arrodillo con Lola sobre mí, la rodeo con mis brazos. Está gimiendo en mi oído y, demonios, esta es la perdición. Lo sé porque puedo verlo en mi rostro, en el de ella.

Y entonces me despierto, agitado, completamente empapado en sudor y con una jodida erección. La parte trasera de la cabeza me duele como la mierda y sé que no ha sido un sueño común... ha sido un recuerdo. Me vuelvo a acostar sobre la cama, sintiendo el cabello húmedo en la nuca, y me cubro los ojos con el antebrazo. Finalmente, cuando dejo de pensar en ese sueño, me levanto y me tomo una aspirina para deshacerme del dolor de cabeza. Reúno el valor necesario para tomar una ducha helada y quitarme todo el sudor... y algo más. Cuando salgo del cuarto de baño, tomo mi móvil y le mando un mensaje a Lola.

Over Again. | h.sWhere stories live. Discover now