capitulo treinta y siete

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El desayuno es de su agrado, no tiene muchos modales en la mesa, pero es aceptable cuando son personas de una clase baja.

— ¿Te gustan los huevos?— le preguntó mientras ella comía sin parar.

— sí...— con la boca llena y sus mejillas infladas, deja de ser sexy, así, sus modales en la mesa irritan.

—¿Y entonces voy a matar a alguien?— Después de tragar, saca la servilleta y la pasa sobre sus labios.

— ¿Cómo sabes que matarás a alguien? Te dije que es una entrega de mercancía, es necesario que vallan los sicarios, nunca sabes qué puede pasar — rompe un claro de huevo, Nina observa cómo esta se esparce por todo el plato.
—Me hubiera gustado al menos para guardar la mercancía—, no es nada divertido eso. 

— ¿Por qué te llamaría la atención?— levantó la mirada con los brazos cruzados.

—Tienes razón — sonríe.

Entonces el teléfono suena por tercera vez, si es que estoy en el número exacto, no, no es la cuenta exacta de las llamadas de mi teléfono.

Han llamado mucha vez, a pesar de que negué toda posibilidad de que Nina Dove esté aquí

—Debería planear mi muerte — la nombrada comenta, aun mirando con desprecio, a esas llamadas.

—Sería el primer sospechoso — digo en broma, a lo que ella continúa, pero no da una gran sonrisa, por lo menos no ahora.

—¿Te pasó algo, hice algo mal anoche? — hace una sonrisa cortante para decir después.

— no es eso, ... — aprieta su labio.

— Es que, anoche, alguien me habló como si me conociera y ... Menciono a alguien llamado Elois. 

—¿Elois? — bebo un poco del jugo de naranja.

—Mi mente se sintió vacía y mi corazón incompleto, sentía ganas de tener a esa persona cerca de mí, pero no tengo idea de quién es — no es algo importante, todos alguna vez sentimos ese sentimiento extraño, claro, bebe pastillas. 

— toma — saque el frasco de mi bolsillo, 

— ¿Qué es eso?—pregunta.

— Metanfetamina, no son las pastillas, pero son mejores, es lo que te prometí —. Se queda mirando el frasco naranja unos segundos.

¿Por qué necesita pensar? al final sigue siendo droga.

— bien — lo abre y mete una de las tabletas dentro de su boca.

—La bebiste ahora, te diré cuando sea hora de irnos, estarás descontrolada por unos momentos —ríe instantáneamente—. Parece que tardó demasiado en hablar, se levantó de la mesa y empezó a caminar al sofá.

—Oh, ¡por alguna razón quiero saltar!— brinca sobre los sillones, patea las almudadas.

Con mis brazos cruzados, orgulloso de que este experimento esté avanzando, me puse de pie, arrimado a la pared. Me la quedé viendo cómo bailaba una horrible bailarina, pero aun así intentaba seguir el ritmo de una canción que tarareaba.

— firuriii... Firura.    — Es muy graciosa, sus pies niv siquiera siguen sus órdenes, pero ella lucha con gobernarlos.

— no llevas nada más que mi camisa — salta

— es demasiado fresca — los movimientos hacen que los filos de la camisa se eleven, y muestran con más claridad los pequeños puntos de sus senos.

—Estás babeando — tira una de las almohadas.

—Es por eso que nombré a mi camisa, se ve muy sexy en ti — Nina Dove es un alma libre, pero domesticada, seguro está sedienta de querer saber todo.

 
Está provocándome, pienso que debió esperar un poco más antes de consumir las pastillas.

Se escucha el timbre sonar, seguramente es uno de los chicos para informarme sobre los preparativos para el viaje. 

— ya vete a vestir, tenemos hasta las siete — ordenó a Nina.

— mmm, tenía planeado jugar contigo antes — 
Camina con poca agilidad, parecido a un cuerpo pesado cuando te vas a levantar.

 Pasa ser de mi justo a tiempo eh cuando abro la puerta

—¿Cómo?— Sus ojos no apuntan a mí, sino a Nina.

No como una amiga, o un perfecto bocadillo, sino como una persona que destila mierda.

— ¿Ya se fue?— avisó con dos palmadas atrás. 
De su hombro, esperando que así dejara de actuar tan infantil.   

— no es su culpa — le doy la espalda y camino a la cocina.
—Es cierto, no es su culpa. ¡Es tuya!

 Me quedé quieto justo atrás de su espalda, oí el sonido de la hebilla de su cinturón, se dio la vuelta.

— Somos mejores amigos desde la casa hogar, nos fugamos juntos desde que fuimos contratados por Hades, Daemon, tú más que nadie sabes que odió a los asesinos — nada profesional y demasiado exagerado.

— no es mi deber preocuparme por tus traumas, no soy psicólogo — 

— Daemon — el tono de su voz de apaciguá, entonces me giré y vi cómo su puño dejó de ser endurecido.

— Parece que no entendiste las palabras de Hades, traumas o no traumas, nadie se sentará a llorar contigo por tu trauma, así que sigue, porque no se trata de lo tan dolido que estés, sino de lo que estés dispuesto a hacer.

—Solo parafraseas, mierda ya dicha por enfermo... 

—¿Qué insinúas? —. 

—Vamos, acaso también se la mamaste...— me está poniendo en el lugar que no quiero, suelta palabra demasiado precisa.

Es mi mejor amigo, pero me está provocando. 

Mi puño está endurecido, y lo único que quiero es que se calle. Las palabras ya fueron dichas, pero mi pecho arde.

—No debiste hacer eso — le planteé un golpe directo en la nariz.

El golpe hizo que callera sentado, la sangre de su nariz corre como cataratas. 

—Sal de aquí Koa — me estoy conteniendo, así que lo mejor es que se  retire.

los Demonios también Tienen Almas Gemelas Where stories live. Discover now