capitulo ocho

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Escucho el sonido de la puerta abrirse, es él volviendo a entrar.

- Eres muy desorganizado - le hablo, ya que tenía muchas cosas fuera de su lugar. Si estuviera con mis manos desatadas, lo hubiera organizado. Me desespera el desorden.

- ¿Ya lo decidiste? - habla enseguida sobre aquella propuesta, que no es mala según mi gusto, pero dudo en poder confiar en él. Aunque no creo que negarme sea una solución. Tal vez sea una buena idea estar de su lado ahora, para matarlo en el momento indicado.

- Sí, acepto. Además, no tengo oportunidad de decir no, así que sí - le respondo caminando hasta él.

- ¿Entonces qué haremos, ahora que somos compañeros de trabajo? - pregunto.

- No soy "tu compañero", soy tu jefe - camina hacia su escritorio.

- Lo primero que debemos hacer es entrenarte - se sienta en su silla.

- ¿Entrenar? - pregunto.

- Sí, Nina Dove, entrenar. ¿Crees que es suficiente con tu deseo de asesinar?

- Y ¿qué se supone que debo aprender? - me quejo.

- A usar armas, ocultar cadáveres, pelear... - responde.

- ¿Y cuánto tiempo me tomará? - me quejo.

- A mí me tomó mucho, unos tres años - responde.

- Mmm...

- Bueno, ya que acepto el proceso.

- Bueno, entonces ya puedes soltarme y llevarme a casa. Mi mamá no tarda en llegar y tal vez mis hermanos estén preocupados - extiendo mis brazos hacia él.

- Bien - empieza a desatar las cuerdas. Concentrado, pregunta:
- Oye, Nina Dove... ¿Cuál es tu historia? ¿Que te hizo querer asesinar y porque te ves como una especie de liberara ? -

interrumpe con varias preguntas en un instante, todas relacionadas con cómo descubrí mi deseo de matar, por qué creo ser una especie de ángel de la muerte y qué me llevó a eso. Estas preguntas me dejan en silencio, dejando de lado mi sonrisa, para sentir aquellos vientos de mi mente que solo me dejan ver imágenes borrosas, una tras otra.

...

- Reza...

- Vamos, recemos - un hombre con un crucifijo camina a mi lado y posa su mano en mi hombro, mientras escucho los coros de los demás. Todos vestidos de ropas blancas, pero sucias. - Eso es - veo unos pies sucios enfrente, mientras el hombre sigue alentando a las personas.

...

- Serás mi esposa...

- Sabes que eso es un honor - sus manos velludas acarician mi cabello y descienden hasta mis hombros y mi falda.

...

- Solo deben obedecer. Ustedes deben permanecer cerca de su esposo y seguir sus reglas como buenas mujeres.

...

- Esta es una perversa ramera. Escupan en su rostro - una mujer, frente a una multitud de hombres frente a una fogata.

- Ahora arderás en el infierno...

...

- Comamos todos de este hombre que ha sido enviado - mis manos están con sangre y mi vestido también.

...

- No lo recuerdo - digo en un suspiro, con la mirada puesta en la nada. Elevo mi rostro y miro alrededor. Me siento aliviada al ver que las paredes son de color marrón y no blancas. - ¿Tienes mi mochila? - pregunto.

Entonces él abre uno de sus cajones, me da mi mochila. Apresurada, solo busco la libreta con hojas de colores y una pluma, y empiezo a escribir enseguida.

- Bueno, entonces... ¿Cuándo nos veremos por segunda vez? - pregunto.

- Mañana.

- Tenía planeado ir a casa de Mariel.

- Está bien, pasado mañana también tengo cosas que hacer.

...

- ¡Dónde estabas! - grita Freya desde que me ve entrar enojada

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- ¡Dónde estabas! - grita Freya desde que me ve entrar enojada.

- ¡Qué te importa! - fue mi respuesta para ir a mi cuarto.

- Nina - me grita antes de que suba las escaleras. Son pocas las veces que alza su voz cuando está enojada.

- Sabes que no me gusta estar mucho tiempo en casa, no lo soporto - digo en un susurro.

- Lo sé, pero no puedes irte sin decirle a nadie.

- Lo siento, intentaré hacerlo la próxima vez. Siempre digo eso,nunca lo hago.

- ¿Cuándo visitarás a la psicóloga? - pregunta Freya mientras se sienta en el sofá con los brazos cruzados.

No respondo, Freya sabe que no quiero ir y no soporto que la mujer me haga preguntas para hacerme cuestionar y tratar de convencerme de que me entiende.

- Nina - continúa Freya.

- No quiero, sabes que no lo soporto - susurro.

- Hermana, lo sé, pero puedes seguir con los sueros y pastillas para olvidar - mi método, al que decidí recurrir para tener mi mente en orden.

- Sí, puedo - subo a mi cuarto, entro al baño y tomo aquel tarro de pastillas pequeñas y redondas en forma de óvalo, de color blanco, esperando que hagan efecto.

Salgo del baño, tomo esa hoja cuadrada de color verde y la pongo en el espejo de mi armario, poniendo otra del mismo color sobre ella.

- Ahora sí puedo dormir - dejo caer mi cuerpo sobre la cama, abro mi cajón y escribo en mi diario todo lo que hice hoy para no olvidarlo después.

- Ahora sí puedo dormir - dejo caer mi cuerpo sobre la cama, abro mi cajón y escribo en mi diario todo lo que hice hoy para no olvidarlo después

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- Ya es el día siguiente - digo al despertar, veo las notas de colores sobre el espejo.

Día de amigas con Mariel.

Revisa tu diario.

Obedezco a esa nota y abro el cajón.

- Wow, ya veo...

Ahora trabajas con Daemon Reynolds, es un secreto.

los Demonios también Tienen Almas Gemelas Where stories live. Discover now