capitulo seis

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—Podrías llevarme a otro lugar, no me gustan los lugares cerrados – confieso, no tengo ninguna razón para confiar en el,
Nada me asegura que me escuchará,
Pero esta pequeña conversación solo me ayudó a tomar impulso para pedir un pequeño favor.

—¿ Otro lugar, los secuestradores no obedecen a las víctimas – se mantiene con esa sonrisa.
Por favor, puedes torturarme como quieras, te dejaré hacerlo. Llévame a tu recámara si quieres, con los animales donde hay mucho ruido, pero no me dejes aquí
– ahora que sabe que lucharía contra él por no obedecerme, creo que al menos lo está pensando. ¿Y si no lo hago? - cuestiona.
Haré un escándalo y aunque el precio sea morir, no importa. Solo por un cuarto? ¿Qué tiene el sótano?
- sigue interrogando. No sé, solo desde que estoy aquí, la cabeza no deja de dolerme y el aire me falta, además las manos me sudan. Por favor – entonces se levantó, tomó mi mano y me empujó hacia la salida de este sótano. Antes de seguir el camino de esta casa, me llevó a lo que parece su oficina, abrió uno de los cajones y sacó unas sogas.

— ¿Por qué tienes sogas ahí? —

—Las puse ahí porque me dio pereza buscar un lugar donde ponerlas – responde mientras ata mis manos.
—¡Ay! —Amarra demasiado fuerte, el dolor hizo que retroceder mi cintura golpea su miembro, se sabe que es grande.

( no sé ustedes pero ví la canción después de escribir está capítulo y sentí que la letra y la narración está como anillo al dedo 💍)

( no sé ustedes pero ví la canción después de escribir está capítulo y sentí que la letra y la narración está como anillo al dedo 💍)

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— Mmmm, qué cómodo – le digo en doble sentido con una mordida en la parte inferior de mis labios y una sonrisa.

— También es como – susurra a mi oído

, acariciando mi cintura con uno de sus dedos, roza por voluntad propia su gran bulto sobre mi trasero.

— Jajaja – suelta una pequeña carcajada.

Mi cabeza reposa en su hombro sin dejar de reír, todavía me impresiona cómo un momento puede cambiar a otro, cuando encuentras a la persona ideal.

¿La persona ideal? ¿De qué estoy hablando? Un momento puede cambiar a otro cuando están presentes las cosas que te gustan, como el sexo.

— ¿Se supone que debes estar asustada? – reniega, con sus labios cerca de mi cabello, su cálido aliento en mi cuello mientras sus manos hacen presión en mi cintura con un abrazo.

— No puedo estar asustada cuando estoy con alguien a quien le tengo ganas – confieso, sí, soy descarada.

Muy descarada. Daemon folla muy bien, creo que es uno de los mejores con los que me he acostado hasta ahora, él lo sabe. ¿Por qué voy a fingir que me gusta su sádica y masoquista táctica de follar? También soy masoquista.

— También te tengo muchas ganas, Nina Dove —

— ¿Se te antoja ponerla en este momento, Daemon Reynolds? –

— ¿Por qué negarme a esa petición? – su mano sube hasta mi trasero, por debajo de mi falda.

Aprieto mi labio con su contacto, las caricias de sus dedos sobre mi interior provocan que mis manos aprieten su bulto.
— Ah, eres traviesa, Nina Dove – dice después de aquel quejido.

— No..., soy una chica incontrolable – esto hace que él se ría a carcajadas tras de mí.
Después empecé a seguir, no reímos porque fuera un chiste. Yo rio porque es verdad, Daemon porque no se lo cree.

— Yo también – afirma mi predicción con un jalón, me arrima al escritorio donde nuestras miradas no solo se conectan al encontrarse, se sienten reflejadas.
Si puedo verme a través de sus ojos, también puedo notar que tenemos la misma mirada.

Mirada de cazadores, sobrevivientes animales peligrosos, demonios con un demonio interno que nos quitaron la cordura y nos hicieron lunáticos, también demonios.

— Basta de miradas – eleva mis manos, me recuesta sobre el escritorio junto con un beso, no un simple beso donde tus lenguas luchan entre sí, si no sumerge su lengua. Pero lo que quiero decir es que ese beso es más como el de una bestia, estamos peleando sí, pero queremos devorar nuestras bocas, sentir un poco de la piel del otro, saborear su sangre. Es lo que yo consigo al partir su saliva.

— También soy una fiera, Nina Dove – revela con una sonrisa, sin muecas de dolor.
Eso me impresionó. Parpadeo dos veces porque no puede ser verdad.

— Jun... – suelto pequeñas risas mientras él se incorpora para quitarse la camisa.
Mis ojos descienden a sus manos al ver cómo la velocidad hace que su cinturón suene. Es molesto. Logra quitarse el cinturón, desabrochar su pantalón y exponer aquella parte de su cuerpo que provoca en mí placer. Deslizo mi lengua por la parte superior de mis labios para mirarlo con una sonrisa de lado.

— No lo noté la primera vez, estuve de espaldas. Ahora entiendo... por qué me costó caminar – le doy un cumplido.

Se ríe mientras se pone sobre mí, mientras su miembro rosa con mi interior y choca con mi pierna. Daemon está desabrochando mi blusa.
— Secuestrarme más seguido, Daemon Reynolds. Ah... – digo entre suspiros. Mis palabras son cortadas por sus agresivas succiones sobre mis senos.

— Son muy grandes... ¿Cuánto miden? – dice entre succiones. Entonces dejo que su cabeza pase bajo mis manos para poder aferrarme a su cuello.

— Soy de talla noventa, y esa es la palabra correcta, Daemon. "Talla", porque no creo que te refieras al largo o alto... sino a que sí pueden caber en tu boca – le explico.

— Es cierto – sus manos recorren mis piernas.

— Pero no quiero que me muestres tu inteligencia ahora – uno de sus dedos separa la tela del interior de mi piel, mientras que en un parpadeo siento cómo el interior desciende hasta mis rodillas, mis zapatos. Ahora solo siento su brisa al caer, después ya nada.

— Jajaja – rio.

— Tu risa es igual a una de las villanas de Disney.

— Lo soy, Daemon Reynolds. Lo soy. ¿No ves? Soy amiga de Mariel –

— Entonces soy un príncipe –

— Tal vez eres la bestia –

En el transcurso de esas palabras, frota su pene sobre mi clítoris. Cuando estas se fueron con un beso, metió aquel amigo dentro de mí con la misma violencia. Suelto una risa mientras me aferró a él.

— ¡Hoo! – gimo mientras él interfiere entre mis paredes. Mis piernas abrazan su cadera, un reposo mientras tenemos una serie de descargas de excitación.

Daemon no es cuidadoso, no hay necesidad de que lo sea conmigo. Tampoco espero que lo sea.

— Puedes ser tan rudo como quieras – le doy el permiso de ser tan bestia conmigo aquí, porque me gusta.

— Tenlo por seguro – afirma que tendrá compasión con mi cuerpo.

— Eso... es majestuoso, Daemon Reynolds —

— Claro que sí, Nina Dove –

los Demonios también Tienen Almas Gemelas Where stories live. Discover now