capitulo tres

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- ¿Entonces lo disfrutaron mucho?- ¿Pequeños niños inmaduros creen que este negocio se trata de dar miedo y amedrentar? Tu vida debe estar hecha una mierda para poder arruinar la de otros.
- Les dije que habría consecuencias, que si no servían para esto no lo intenten - dije mostrando el arma.
Es lo que se obtiene cuando tus trabajadores son unos imbéciles y presumidos.
- No me escucharon - puse su arma en la cabeza, las venas sobresalían de la frente del muchacho, mientras el otro lloraba, no sé cuál es peor lugar para morir, ser el primero o el que sigue.
Apreté el gatillo y su sangre cayó sobre mi rostro, su cabeza quedó inclinada al otro lado y su amigo lloraba.
- Acepta tu destino - lo miro, disparo.
- Eran demasiado jóvenes y también demasiado incompetentes para esto, les hizo un favor a sus madres y sus maestros - saco un pañuelo y limpio la sangre que hay en mi rostro.
- Por chicos como estos creen que todos los futuros criminales son los vándalos que no estudian en clases - murmuro.
- Yo sí era un vándalo - susurra Zack.
- La escuela no define tu inteligencia, Zack, la vida sí - les respondo.
Abotono mi traje y le entrego aquel pañuelo con sangre.
- ¿Qué pasará con el dinero que perdieron? - pregunta Eros.
Caminamos a la salida.
- Pues debemos recuperarlo, enano - le respondo.
- ¿Pero cómo? - Zack quien está a mi derecha.
- Creo que para esto necesitaremos a alguien como yo.
- ¿Psicópata calculador, frío y masoquista? - Zack.
- ¿Galan? - culmina Eros.
- Con un alma muerta y que haya entendido que no hay sentido en la vida, si no se ha suicidado es porque al menos espera que su muerte sea memorable, ya que es lo único que puede mejorar de sí - digo volteando a ver a los muertos mientras los envuelven en la alfombra.
- Necesitamos a alguien ahora, no a tu sucesor - Zack abre la puerta.
Mi teléfono suena, lo saco de mi bolsillo y veo el nombre de aquella llamada.
- Patrick - leo su nombre en voz alta.
- ¿Qué querrá ahora? - supone Eros.
- Daemon.
- ¿Por qué llamas?
- Te acabo de salvar el culo, vine a la comisaría para ver si descubro algo sobre los ladrones que se llevaron nuestro dinero.
- Bien.
- Bueno, tenías razón, son hombres de Kimura, eso no es el punto.
- Estamos trabajando en eso, claro que es el punto.
- ¡No! ¡Escúchame!
- Encontraron el cadáver de una rubia en un parque, en la calle este por el noventa y siete, estaba mutilada, fue penetrada con un palo, tenía semen en su zona íntima...
Me quedé en silencio.
- Mataron a una chica, ¿eso en qué me involucra?
- Es tuyo, no sabía que cogías con cadáveres, es solo una adicta callejera, por suerte pude intervenir a tiempo y darle dinero a estas ratas antes de llegar a algo mayor.
- No practico necrofilia - volteo a ver a Zack.
- Pero sí follé estos días - culmino.
- ¿Crees que alguien te incriminó en un asesinato? ¿Por qué lo haría?
- Fácil, un mafioso puede limpiar sus delitos con dinero y aunque no pudiera, el cargo seguiría siendo mío, porque es lo que se espera de un asesino.
- El que hizo esto fue listo.
- ¿Creo creer quién es?
Corto la llamada.
Mientras cierro mis ojos, vienen a mi mente los movimientos de sus manos, el suave de su cabello, un rostro tierno.
- Pequeña Nina...
- ¿Qué? - habla Zack.
- Una chica lista que me excita - salgo con la puerta, mientras guardo el celular en mi bolsillo.
- ¿Te enamoraste? - cuestiona Eros.
- No, solo me está gustando tenerla cerca.
Bajo las escaleras, junto a mis preciados compañeros.
- ¿Adónde vas? - me grita Eros al verme tomar mi camioneta.
- Son las tres de la tarde, voy a ver a Mariel al colegio.
- ¿Desde cuándo haces eso? - grita Eros desde la distancia.
- ¡Desde ahora! - respondí.

Después de unos minutos las vi juntas caminando, llegué justo antes que su chófer

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Después de unos minutos las vi juntas caminando, llegué justo antes que su chófer.
- Desearía ser tan lista en matemáticas como tú - escucho comentar a Mariel, quien sostenía el abrigo con sus manos.
- ¡Mariel! - la rubia.
Voltea a verme, deja su sonrisa de lado, me mira con sus ojos entre cerrados mientras el sol hace brillar su cabello.
Por supuesto, a su derecha está ella, Nina, quien no muestra ninguna reacción al verme, solo baja la mirada y toma a Mariel del brazo.
- Woo, oportunidad perfecta para conquistarlo - fingo no escuchar aquel consejo de su parte mientras me acerco.
- Las llevo a su casa - invito.
- Yo tengo irme a otro lado... - me evita con una excusa barata.
- Te llevo, eres amiga de mi amiga, te debo pagar de alguna forma, Mariel es muy tímida - doy unas caricias en la cabeza de Mariel.
- No bueno...
- ¡Vamos Nina, por favor! - le insiste.
No la dejará ir, se pondrá tan nerviosa como ayer, por eso le insistirá y Nina tiene que dar una buena actuación.
- Claro... - dijo en un susurro mientras me observa con una falsa sonrisa, la cual parece tan real, no parece una chica que se folló al chico que le gusta a su mejor amiga.
- Suban - abrí la puerta del auto.
Ambas suben, Nina atrás y Mariel a la derecha.
- ¿Quieren comer helado? - propongo.
- Yo... Nina.
- Sí - Mariel.
- Seguro - Nina.

Conduje por dieciocho minutos, encontré una heladería cerca de la casa de Mariel.
Pedí dos banana split, Nina no habla mucho, solo dice:
- Sí, no, sí. Sabe por qué estoy aquí.
Le hacía muchas preguntas a Mariel sobre ella, siempre responde con la mirada inclinada y una sonrisa.
- Tienes sucio - limpio sobre su labio mientras chocamos miradas.

Siempre funciona, su cuerpo se congela, sus palabras se cortan, nos miramos directamente a los ojos, da dos parpadeos.
- Gracias - inclina la mirada.
- Te llevo a tu casa.
- Sí... - Nina solo se queda a observar.

- Déjame ir al baño - dice tímida.
Se levanta de su silla y se pierde en la multitud.
- Seguro fue a recordarlo - Nina murmura.
- Creí que no era tu tipo.
- No lo es - arrastro su silla a su dirección, apego mi rostro a su oído y susurro:
- Tenemos asuntos pendientes - me alejo, observo en el torno, nadie lo vio, perfecto.
- No sé de qué hablas.
- Encontraron semen en un cuerpo muerto, además, yo solo he follado contigo. Vaya conciencia, solo querías un hombre para follar.
Se quedó en silencio, me miró fijamente, encogiendo sus ojos con los brazos cruzados.
- ¿Tuvo un problema?
- No.
- No entiendo qué te afecta.
- Me robaste un favor, quiero que lo devuelvas.
Empujó su silla al notar la presencia de Mariel.
- Nos vamos.
- Sí - asentí.
Conduje hasta la casa de Mariel, por eso acudí a la heladería.
Luego conduje por otro camino.
- ¿No me preguntarás dónde vivo?
- No voy a llevarte a tu casa...
- ¿Vas a secuestrarme?
- ¿Tú qué crees? - pido su celular.
- Típico - culmina.
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