capitulo treinta y cuatro

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Todo parece oscuro en la Mansión de Daemon, oculta en el bosque como en las películas de terror, incluso podría ser Drácula o algún personaje de ficción.

-; bajá - detiene el auto, Daemon no es un caballero, pues no es como Mariel lo ve, él es Frío, brusco y un patán.

Bajé de su auto con las manos en los bolsillos, abrió la gran puerta y me dio un empujón dentro de su sala,

- oye...- intento quejarme, pero antes de decirle que es un gran imbécil, me beso, me arrimó a la pared mientras sus manos acariciaban, bajó mi espalda, con el sonido de nuestros besos me acorraló asta la pared sin dejar de besarme y tocarme en la sona más íntima de mi cuerpo.

Asta que el aire no fue suficiente y tuvimos que parar, me miró a los ojos mientras yo me ponía de puntillas para estar a su altura, preguntó

-¿me amas?- porque hace esa pregunta, porque ahora, quizás ama el sonido de mi voz o es parte de un juego erótico.

- te amo Daemon Reynolds, te amo- repetí abrazando su cuello y riendo intentando besarlo por segunda vez, solo que algo cambia.

- pruébalo - me empuja.

¿Probar?, está otra vez ese juego dé palabras, ¿quiere que también se la mame ahora?

- pídeme lo que quieras - sonrió, entonces saca de su cintura un arma y me la entrega.

- apunta a tu cabeza, -su mano está agarrada a la mía y aprieta fuerte a la pistola.

- viví con una mujer que decía amarme siempre Nina y fue capaz de hacerme daño, necesito que pruebes que tú no harías eso - dice acomodando mis dedos en gatillo.

Entiendo su pequeña duda y preocupación, las personas hablando mucho y dicen que te aman, pero nunca sabes que pueden lastimarte.

Pero aun así..., ¿esta prueba es solo una prueba? El arma está cargada,

- es cierto que amas Nina, en serio me amas, te di motivos para amarme, asesine al chico que robó un premio muy importante para ti, tenemos un mundo traumático tan parecido, Nina...- puse el arma sobre mi cabeza y apreté el gatillo con los ojos abiertos mirándole.

Necesitaba recordármelo antes de Daemon Reynolds, yo me sentía como una incomprendida, la pistola no disparó

- no dudaste, ni lo pensaste - tomó mis mejillas entre sus manos y dijo.

- puedo confiar en ti - con sus ojos puestos en mí, volvió a besarme, a apegar a mi cuerpo al suyo.

- como no Demon, de algún modo te apoderaste de mí - besa mi cuello y me arroja al sofá,

- mira esto - se levanta y se dirige a tras del televisor y saca una funda transparente con lo que parece un polvo blanco.

- ya no necesitas las pastillas, solo un poco de esto y estarás bien -

- ¿Drogas?- me siento

- es lo mejor Nina, solo debes dominarla - sonríe poniendo la bolsa cerca de su cara.

Daemon Reynolds no es un príncipe azul, no va en un caballo blanco rescatando princesas.

Es un Demonio, y me gusta, me gusta como cambia mi vida.

Me hace sentir tan bien, libre y también es la única persona que me entiende

Daemon se sienta a mi derecha, acaricia mi cabello y susurra, pegando su frente con la mía rodando nuestras narices.

- créeme, cuando te digo que nadie te amará como Yo Nina Dove, tú eres la única que está tan loca como Yo y te necesito.

Esas palabras, nunca supe que esa combinación de palabras podrían hacer sentir cosquillas en mi interior,

- no te imaginas lo que siento - acarició su cuello.

- te amo Daemon Reynolds -

¿Esto es amor?

¿Esto es amor?

De alguna forma, para mi punto de vista esto es lo mejor que me puede pasar en la vida y quiero estar con él para siempre.

Deimon quitó mi blusa mientras Yo desabrochaba los botones de su camisa, pasó mi mano por su pecho con cuadros bien formados que he visto sobre mí muchas veces mientras él sonríe, desabrochó mi sostén y me pongo sobre sus piernas mientras beso sus labios él tira de mi falda y mi interior, está apretando las mejillas de mi trasero mientras beso su cuello.

Puede este ser mi infierno,

- eres excitante - susurra entre suspiros sobre mis hombros, mojo mis labios con mi lengua y respondo a ese hermoso comentario.
- y solo tuya -

- conviértete en mi sumisa -

- sí -

los Demonios también Tienen Almas Gemelas Where stories live. Discover now