Capítulo 48 ~El contrato de sangre~ (Parte 1)

186 21 11
                                    


-Que comience el ritual.

El ambiente de la sala de pronto se sintió intenso. Todos se encontraban petrificados, todos menos Emeritus, que se movió con rapidez hasta Imperator para atacarla. A pesar de su edad la mujer lo esquivó, echándose a un lado, pero, a pesar de su golpe de suerte, no era rival para el oscuro Papa, que la agarró con fuerza tirándola al suelo. Imperator parecía indefensa y Copia no pudo evitar sentir lástima por ella. Emeritus la miró, sus ojos brillaban de ira mientas observaba a la mujer ridiculizada levantarse.

-Imperator, ríndete. Sabes que no puedes enfrentarte a mí.

-Eso ya lo veremos. Portae inferi, aperi mihi. In nomine Satanae.

De pronto las paredes y el suelo del lugar comenzaron a temblar violentamente. Ela se agarró a Omega, intentado mantener el equilibrio sin éxito y haciendo que ambos cayeran al suelo. Los demás corrieron la misma suerte, incluso Emeritus que, sorprendido, se vio lanzado contra la fría roca del lugar subterráneo. La pared del lugar se abrió como si de una puerta de tratase. Y así era. Parecía una puerta que se encontraba oculta detrás de la roca. Un soplo de aire caliente llenó el lugar y el calor abrasador de las llamas apareció tras la negra puerta. Se asomaban como manos amenazantes y ondulantes en el aire. Siseando y esparciendo algo de humo en la enorme sala. Los ghouls no parecieron inmutarse, sin embargo, Ela y el Cardenal tosieron violentamente ante el cambio abrupto de temperatura. La chica miró a Copia, que se encontraba solo a dos o tres metros de ella.

-¿Te encuentras bien?

Copia asintió con una débil sonrisa en sus labios. Parecía lejos de encontrarse bien. Ela se frotó los ojos, que le escocían por el humo y el calor e, incorporándose, leyó la inscripción que quedó a la vista después de que la puerta apareciera. En la parte de arriba podía leerse solo una palabra. Helvetesfönster.

-Ventana al infierno. –leyó Alpha en voz alta ante la mirada atónita de la chica.

-¿Qué significa eso?

-Exactamente lo que oyes. Eso la puerta del infierno. –dijo Omega señalando el umbral que se acababa de levantar ante ellos.

En ese momento se oyeron voces y pasos justo encima de sus cabezas. Ellos no podían darse cuenta debido al ruido, pero el resto de ghouls habían sido alertados por el sonido y el retumbar y acudían en su ayuda. Emeritus fue el único en pensarlo, sin embargo, cayó en la cuenta de que los ghouls ni siquiera conocían esa sala antigua. Estaban solos en esto.

-¡Imperator! –gritó Papa, levantándose con dificultad. Su traje Papal le impedía moverse con soltura.

-Ya te has dado cuenta, ¿no es así? No puedes parar esto. Ya no. Ahora, Copia, comenzaré a leer las palabras.

Papa abrió los ojos con sorpresa. Omega se adelantó y miró a la mujer con un tono de burla.

-Me temo que eso no va a ser posible. –dijo mientras sacaba de su bolsillo el libro de hechizos de Imperator.

-¡Omega! –gritó Ela ante la vista. -¿Cómo es que aún lo tienes?

-Cuando lo robé para entrar en la habitación de Imperator dije que lo devolvería pero no fue así. –dijo el ghoul mientras mostraba una sonrisa burlona.

-Eres impresionante. –lo imitó Emeritus devolviéndole la sonrisa. El ghoul elevó los hombros en un gesto de falsa honestidad mientras sonreía con picardía. Después Papa cogió el libro, mostrándoselo a Imperator.

-Sin esto no puedes usar tu magia.

-Así es. –contestó ella con seriedad. –O así sería si no tuviera esto.

Los ojos de Copia se abrieron al ver que Imperator se acercaba a una mesa, sacando el pesado grimorio de debajo de ella. Era imposible, él mismo y Ela lo habían dejado a buen recaudo en la catedral abandonada y, sin embargo, ahí estaba. La chica le miró asustada. Sus pensamientos parecían coincidir.

-Oh, os veo sorprendidos. –dijo la mujer subiéndose a un palco que presidía la sala, justo delante de la gigantesca puerta. -¿Creéis que no me había dado cuenta de vuestra visita nocturna a la biblioteca? Si fuera otro libro habría pasado desapercibido. Pero este lo reviso cada noche para ver si se encuentra a salvo. Cuando vi que había desaparecido junto con mi llave, la de la biblioteca, sospeché que alguien lo había robado. Aunque no sabía quién. Pero un libro tan poderoso como este no podía guardarse en cualquier sitio, ¿no es así?

-Pero, ¿cómo supiste donde buscarlo? –preguntó Copia.

-Bueno, en la abadía está claro que no, todos los ghouls conocen este libro. Además, tiene una clase de atracción para todos nosotros, los que conocemos la magia negra. Es como un imán por su inmenso poder. Y conocía la catedral, suelo ir allí a veces, siempre me ha gustado, incluso en un tiempo pensé en comprarla y reformarla... Bueno, ante todo debo admitir que sois muy buenos ladrones.

Copia negó con la cabeza y la chica se adelantó mirando a Imperator.

-Nosotros no lo robamos. Bueno... sí, pero no de la biblioteca.

-Fui yo. –les interrumpió Emeritus. –Yo lo robé y lo guardé, justo antes de que Omega y Ela me lo robaran aquel día. Pensé en usarlo contra Copia pero después de haber sufrido tanto no quería que terminara tan pronto. Con el grimorio todo habría sido demasiado fácil. Quería cobrar mi venganza con mis propias manos.

-Emeritus, tú siempre tan retorcido. –escupió Imperator con voz venenosa. –Bueno, da igual quien fuera, como veis ahora es mío.

La risa de Emeritus llenó la sala por el intenso eco. Ela se fijó en que sus caninos parecían más afilados que nunca. Jamás le había visto tan enfadado y tembló ante la odiosa voz que profirió.

-Es inútil. Solo alguien con la sangre del primer Papa puede abrir el libro. Nihil ya no está, así que solo yo, que tengo parte de su sangre, puedo abrir y leer el grimorio y, lo lamento, no está en mis planes hacerlo.

-Siento decir que te equivocas. Para realizar este ritual no es necesario que tú estés muerto, por desgracia. Aunque me ahorría problemas si fuera así. Solo es necesario que nuestro señor oscuro y Copia acepten, además de leer unas palabras. Así que solo me queda algo por hacer. -dijo ella mirando a Copia. –Hijo mío, es tu turno. Acércate.

Todos los presentes se giraron al mismo tiempo para mirar al hombre en cuestión. Copia dio un paso adelante. Sentía que las piernas le flaqueaban y estaba terriblemente mareado. No sabía a qué se debía, pero intento recomponerse con todas sus fuerzas. Respirando con dificultad dio un paso adelante ante la atónita mirada de Emeritus.

-¿Copia?

Este hizo caso omiso de la llamada del Papa y subió al palco donde se encontraba Imperator. Esta le dio una suave sonrisa orgullosa.

-In nomine die nostri Satanas luciferi excelsi potemtum tuo mondi de inferno, et non protest Lucifer Imperaror. Rex maximus. Salve Satanas. Salve.

Después de pronunciar las palabras Imperator fijó su mirada en Copia. Se veía pálido y unas gotas de sudor caían por sus sienes hasta el suelo. Sus ojos estaban dilatados y parecían más oscuros que de costumbre.

-Hijo. Abre el libro para mí, ayúdame a cumplir tú destino.

Life AeternalWhere stories live. Discover now