Capítulo 29 ~Lascivia (parte 2)~

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Después la levantó entre sus brazos y la sentó en la mesa de madera cubierta por un mantel con hermosos bordados. Asqueada apartó al trapo sucio tirándolo al suelo y estremeciéndose al sentir la fría y dura madera. Pero no le importó. Tenía una vista mucho más atractiva delante de ella. Vio al hombre deslizando sus manos hacia los botones de su sotana roja, desatando unos cuantos, los suficientes para liberar su duro miembro. Era tan pecaminosamente sexy verle así y saber que era ella la que había provocado ese efecto.

-¿Te gustaría lamerlo? ¿O quieres sentirlo profundamente dentro de ti?

-Dentro, por favor... no puedo soportarlo más.-dijo ella suplicante.

El hombre se acercó y sacó el lubricante que guardaba dentro de su ropa. Ela se quedó sorprendida al verlo. Cuando decía que venía preparado lo decía en serio. Al mismo tiempo sacó un preservativo. El hombre jadeaba mientras se aplicaba el líquido resbaladizo sobre sí mismo, suspirando por la sensación refrescante sobre su piel. Ela separó las piernas descaradamente, mostrándose ante él y Copia casi soltó un gemido ante la vista. Impaciente, frotó la cabeza contra su húmeda intimidad. Ela gimió sonoramente y se inclinó hacia delante, apoyando sus manos desnudas en la parte de atrás del altar, intentando acelerar las cosas. Copia la sostuvo de los muslos para que se quedara quieta y le dio un ligero azote.

-Quédate quieta o no podrá darte lo que deseas.

-Mierda, por favor.

Le dio otro azote en el muslo contrario y la chica gimió más fuerte.

-¿Qué tienes que decir?

-S-sí, cardenal, lo que usted diga.

Apenas podía pensar, se sentía tan acalorada que estaba perdiendo los nervios. Nunca le había visto actuar así, se veía tan dominante y sexy que sentía ganas de suplicarle que fuera más rápido, pero Copia se tomó el tiempo suficiente para torturarla. Finalmente se sumergió en su interior, dolorosamente lento y la chica dejó escapar un gemido indecente. Había olvidado lo grueso que era, tocaba todos los puntos correctos para hacerla retorcerse de placer.

-Tan apretada y caliente. Joder. –murmuró él.

Estaba empezando a sudar y se dio cuenta de que su maquillaje no duraría mucho intacto. Una vez que entró por completo, se fijó en sí había alguna incomodidad en el rostro de Ela, pero la chica solo asintió, indicándole que fuera más rápido. Comenzó a follarla más bruscamente, golpeándola una y otra vez contra él. Ela no pareció quejarse, al contrario, se agarró a sus hombros y enlazó sus piernas alrededor de su cintura, pegándose lo más posible a él. Copia la levantó ligeramente agarrando sus muslos con fuerza y dejándola caer una y otra vez. Sus gemidos entremezclados y los golpes de su piel resonando en todo el lugar, le excitaron más de lo que estaría dispuesto a admitir.

-Copia, más. Por favor. –susurró ella entre gemidos.

-¿Quieres más?

Después salió de ella lentamente y suspiró ante la pérdida de su calor. Ella pareció pensar lo mismo. Levantó su vestido y lo dejó a un lado, quedando completamente desnuda y él aún con su sotana puesta. La chica pensó que su maquillaje se veía hecho un desastre y, aún así, se las arreglaba para verse guapo. Copia se mordió el labio ante la vista y se inclinó para besar y chupar sus tetas con pasión.

-Copia, por favor, date prisa.

-De acuerdo. Eres tan impaciente. –se quejó él, queriendo que durará un poco más y suplicándose a sí mismo no venir demasiado pronto.

Ela se dio la vuelta bajo su comando y Copia posó su mano sobre su espalda, inclinándola servicialmente sobre el altar. La chica gimió al sentir la fría madera contra sus pechos. Tenía la piel sobrecalentada de la excitación. Copia pasó sus dedos desde su coño hasta su trasero y la chica gimió sonoramente. El Cardenal la miró sorprendido, volviendo a repetir la acción.

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