Capítulo 30 ~La catedral abandonada~

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Una vez que bajaron de la nube ambos se miraron como si hubieran sido cómplices de un crimen y se rieron un poco. Había sido tan jodidamente intenso que aún estaban algo mareados. Copia se frotó la sien, le dolía la cabeza.

-Mañana tendré agujetas. –dijo este y Ela asintió.

-Dímelo a mí. Me duele el culo.

Ambos se rieron escandalosamente y Ela recordó súbitamente porque se suponía que estaban allí. Recogió el libro y se plantó delante de Copia.

-Bueno, este ritual ha estado muy bien, pero deberíamos esconder esto e irnos a casa, hace frío aquí.

-¿No quieres una segunda ronda?

Ela le dio un ligero golpe con el libro y Copia soltó una carcajada.

-De acuerdo, de acuerdo. Vamos.

Copia la llevó hasta una pequeña habitación que se encontraba en el ala derecha de la catedral. Allí se encontraba, lo que parecía que había sido, la habitación de uno de los clérigos. Aún se conservaba un escritorio viejo junto a una pequeña biblioteca personal compuesta solo por dos estanterías, cuya madera estaba tan carcomida que parecía que se iba a echar abajo de un momento a otro.

-Imperator no conoce esto, ¿no?

-Solo la ha visto de pasada, no creo que haya entrado aquí nunca. Ni siquiera Caín pensaría en buscar aquí.

Copia observó a Ela colocar el antiguo Grimorio en la parte más alta de la estantería, siendo este el último libro de la fila, para dificultar su visibilidad.

-Ese libro es realmente importante, ¿no? –preguntó este enarcando una ceja.

-Si lo era para Emeritus e Imperator... Sí, lo es–dijo esta. Se levantó una capa de polvo y no pudo evitar toser con violencia. –Aunque lo que más me preocupa es que caiga en manos de Caín y pueda utilizarlo.

-Ya veo.

-Bueno, aquí estará a salvo. Vámonos.

Estaban saliendo del lugar cuando Copia se paró abruptamente, justo en la entrada de la catedral. La chica se dio la vuelta para mirarle, confundida.

-¿Pasa algo?

-Yo... no te he dicho toda la verdad. –dijo él al mismo tiempo que dejaba caer su cabeza hacia delante, fijando su mirada en los pies de la joven. –Lo he leído. Una parte al menos.

Dijo esto último levantando su vista, mirando profundamente los ojos de ella. Ela frunció el ceño, sin entender realmente o sin querer hacerlo.

-¿Cómo es posible? –preguntó.

-Después de todo lo que me has contado, yo tampoco lo entiendo. –dijo este.

Ella dudo momentáneamente de sus palabras, pero a pesar de todo, su rostro reflejaba sinceridad. Además, si quisiera ocultarlo no hubiera tenido problema en hacerlo.

-Hay algo que se nos escapa.

-Siento no habértelo dicho antes. Pensé que tal vez sospecharías de mí o algo. Aunque supongo que ahora sospechas más todavía, por no habértelo contado.

-No, no, no. No te preocupes. Confío en ti. –dijo esta, negando con la cabeza repetidamente, lo cual tranquilizó al Cardenal, al menos momentáneamente. –Averiguaremos el significado de esto.

-Oye, ¿y no podríamos utilizar el libro para averiguarlo?

-No. Por lo que me han dicho Alpha y Omega ese libro es muy peligroso. Aún sabiendo utilizarlo podríamos causar un desastre, imagínate sin tener ni idea. La única capaz de interpretarlo sería Imperator. O incluso Nihil, a pesar de su edad. –dijo haciendo una pequeña pausa, pensativa. –Creo que debo hacer lo que me dijo Alpha. Resolverlo por nuestros propios medios. Cuando Imperator y Caín regresen de su viaje destaparé a este y sus planes. Tenemos pruebas de sus crímenes, así que no te preocupes.

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