Capítulo 46 ~La hermana Imperator~

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Los días pasaron, el fin de la nueva era se acercaba y todos era conscientes de ello. Por fin llegó el gran día, 10 de noviembre, la fecha límite que se habían impuesto los cinco conspiradores. El disco ya estaba casi terminado, solo les quedaba una canción. Un último soneto. Un punto y final a la historia. Todos sabían que ese sería Copia. Al final él tendría que decidir el final que querría darle, pero aún no era el momento. Había otras cosas más importantes primero.

A lo largo de la semana, Copia se había ganado la confianza de Imperator, hablando en reuniones secretas a espaldas de todos y preparando el que sería el acto principal. El momento en que comenzaría la nueva era. En estos momentos ambos estaban en el despacho de la temible mujer conversando.

-¿Quiere una copa, Cardenal? –preguntó ella con una sonrisa satisfecha.

-Encantado. –aceptó la bebida con una reverencia mientras tomaba asiento en la gran butaca.

-Debo decir, que estoy muy sorprendida con usted, Cardenal. Ha dado un cambio drástico y ahora se comporta como un verdadero líder. Le felicito.

Copia le dedicó una falsa sonrisa y asintió mientras recibía la copa. Olfateó el contenido. Vino tinto.

-Propongo un brindis. Por nuestro éxito y el de Ghost.

Las copas tintinearon suavemente al chocar y ambos dieron un trago. Copia se relamió el labio superior apreciando su sabor. Fuerte y levemente afrutado. Posó el vaso con delicadeza en la mesa.

-Muchas gracias. Tengo que decir que al principio tuve dudas, me sentí algo mal con lo que hacía, pero ahora entiendo que es por el bien de Ghost.

-Y... ¿Qué hay de la chica? –le dirigió una mirada de soslayo.

Copia borró su sonrisa inmediatamente y agachó la cabeza.

-Ha sido duro para ambos. Pero tenía razón, era solo una distracción, ahora puedo concentrarme enteramente en mi banda y en el futuro de ella.

Imperator dudó unos instantes pero finalmente asintió con seriedad. Copia sudaba debajo de las muchas capas de ropa. Se sentía nervioso por causar buena impresión en ella y temía pasarse con su interpretación. ¿Se había dado cuenta de que había estado fingiendo y mintiendo todo el tiempo? Esperaba que no, pero debía andar con pies de plomo, esa mujer era inteligente y no se dejaría engañar fácilmente.

-Cardenal, me gustaría que me acompañase a un lugar.

-¿Eh?

Copia se sorprendió ante el cambio de tono de la mujer. Después se levantó, quizás demasiado rápido.

-Si no le importa claro...

-Sí, no hay problema. –corrigió este.

Miró el reloj de la mesita. Las 11:00, ya había anochecido en la abadía. El hombre siguió a la mujer por el largo pasillo blanco. Hacía frío y un silencio profano cortaba como una cuchilla el ambiente entre ellos. El tiempo parecía moverse cada vez más lento, casi daba la sensación de estar detenido. El resto de Ghouls ya debían de haberse retirado a sus habitaciones, aunque Copia sabía la verdad. Sabía que solo le quedaba media hora para llevar a Imperator hasta el lugar de su encuentro. Hasta ahora se había encargado muy bien de entretenerla y darle conversación. De hecho, pensó que iba a ser mucho más difícil. La mujer se había mostrado colaborativa, agradeciendo su compañía. Parecía casi nostálgica mientras la miraba. Le dio a Copia una sensación de incertidumbre.

Un giro particularmente familiar trajo a Copia de vuelta a la realidad. Conocía este lugar. Llegaron hasta la pared en blanco y ambos se detuvieron. El hombre se mantuvo detrás de Imperator, casi conteniendo la respiración al ver hacia donde le llevaba.

-Lo que quiero enseñarle es un secreto, ¿de acuerdo, Cardenal? –dijo ella sin siquiera girarse para mirarle. Copia asintió y vio como la mujer abría la puerta secreta hacia la sala de torturas. Tragó saliva. La mujer cogió una de las velas que se encontraba al lado de la escalera y, al observar que ya estaba encendida, esbozó una temible sonrisa.

Comenzaron a bajar la escalinata, ella delante y Copia siguiendo sus pasos con cuidado. Esperaba que los demás ya estuvieran ahí esperándolos puesto que la sala se hallada iluminada por el resto de velas, pero se sorprendió al ver que se había equivocado. Decir que estaba nervioso era poco. Imperator posó la vela en la mesa.

-¿Le ocurre algo, Cardenal? Parece alterado. –Preguntó ella, sarcástica, al mismo tiempo que esbozaba una sonrisita nada tranquilizadora. –Pensé que sus amigos ya estarían esperándonos.

Copia se quedó paralizado unos segundos sin saber bien cómo reaccionar. La tensión de sus hombros cayó y dejó escapar el aliento que estaba conteniendo.

-Supongo que ya no tengo nada que ocultar. –dijo. –No se preocupe, en seguida llegarán. Solo se están retrasando un poco.

La sonrisa de Imperator solo se ensanchó más.

-Perfecto. Entonces tenemos un momento más a solas para conversar.

-Así es.

Imperator tarareó apreciativamente. Tomó asiento y Copia hizo lo mismo. Ambos se miraron, esperando para ver quien rompería el silencio primero.

-¿Cómo lo supiste?

-¿Saber qué?

-Que estaba fingiendo. ¿Por qué me trajiste aquí?

-Esas son varias preguntas. Primero te traje aquí para completar tu entrenamiento. Desde que entraste a Ghost has estado trabajando duro para llegar hasta aquí, ahora podrás completar el ritual y convertirte en el nuevo líder. Pero eso tú ya lo sabes, ¿no es así? –dijo ella, condescendiente.

-¿Y en cuanto a lo otro? ¿Cómo supiste que solo estaba fingiendo?

-¿Es eso en verdad así?

Copia frunció el ceño, desorientado.

-Puede que hayas estado fingiendo, al menos en algunos aspectos, pero te has convertido en un buen líder, fuerte y capaz. Así pues, no todo ha sido fingido. –dijo ella con un tono de superioridad. –Si te ha servido para mejorar, ¿qué importa?

Copia se puso de pie, arrastrando la silla con fuerza detrás de él.

-He hecho daño a mis amigos... Les he mentido ¿Acaso eso no importa?

Imperator apartó su mirada de él.

-A veces hacemos daño a otros por nuestro propio bien... o el suyo. Creo que, si el final es gratificante, los sacrificios creados para ello están justificados. -su voz adquirió un tono meloso y la mujer asintió mientras le miraba a los ojos. – Has hecho un buen trabajo.

Copia no supo cómo responder a eso. La mirada cariñosa de la mujer le desconcertó. Imperator hizo el amago de querer hablar de nuevo pero se contuvo, sopesando su próximo movimiento.

-Copia. Te conozco mejor de lo que piensas. Siempre... quiero decir, he seguido tus pasos a lo largo de mucho tiempo y desde el principio supe que tenías lo que había que tener para estar aquí. Tuve dudas, claro, como todos. Pero en el fondo sabía que podrías con todo lo que te propusieras.

-¿De qué demonios me estás hablando? –Copia la miró con los ojos muy abiertos.

La mujer delante de él se levantó y dudó unos momentos, pero después se acercó a él y lo abrazó. Esto tomó por sorpresa al Cardenal y, sin saber qué hacer, se quedó ahí quieto, recibiendo el extraño gesto de la mujer.

-Lamento haberte mentido todo este tiempo, quiero que sepas que todo lo que hice fue para protegerte. Sé que probablemente me odies cuando te diga esto...

Copia se separó de ella y la miró con desconfianza. Sus ojos acuosos no dejaban ninguna mentira a la luz ahora. Solo la verdad. La mujer dejó que sus sentimientos la desbordaran. Era la primera vez en mucho tiempo que podía permitirse sentirse así.

-Por favor, acepta el puesto como líder de Ghost y quédate aquí conmigo, hijo mío.


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