Capítulo 38 ~La historia de Papa Emeritus~

235 26 13
                                    

Una vez se hubieron instalado en el sofá y la puerta estuvo asegurada, todos los presentes calmaron los ánimos y se dispusieron a hablar largo y tendido. Comenzó Ela, jurando a Emeritus que Copia era inocente y asegurando que él no había perpetrado su secuestro ni nada por el estilo. Papa Emeritus la escuchó con atención y después se dispuso a contar su parte de la historia.

-Fui retenido durante 5 meses en una sucia celda. Allí me fui consumiendo. Todo lo que había forjado en Ghost se había esfumado. Me sentía inútil y humillado después de haber sido secuestrado de esa forma. Obviamente el que había planeado todo eso era listo. Sabía que yo no podía mostrar mis poderes demoniacos en público. Sería un uso de la magia del todo inapropiado y, además, peligraba mi identidad. Estaba atado e inmovilizado pero, aunque hubiera podido huir, no sé si lo habría hecho. Sentía que ya no servía y, si no podía regresar con la cabeza bien alta, prefería morir en ese oscuro lugar.

Su voz se llenó de profunda tristeza y Ela no se sorprendió al oír aquello. El orgullo era para él su mayor atributo y lo había demostrado una vez más.

-Sin embargo, un día escuché a uno de mis captores hablar sobre un sacrificio final. Ahí supe que era mi final. Ya no luchaba ni nada, pero mi cabeza comenzó a dar vueltas y de pronto lo comprendí todo. Llevaba semanas sin apenas comer ni beber, lo que creo que afectó en gran medida a mi estado. Estuve desmayado la mayor parte del tiempo. Cuando desperté, me infundí ánimos a mí mismo y entendí que debía huir. No porque quisiera seguir viviendo, sino porque había algo más fuerte que deseaba. La venganza. –dijo esto último con un brillo diabólico en sus ojos y Copia se estremeció. –Era lo que más quería en el mundo, encontrar a aquel que me había hecho esto y matarlo con mis propias manos. Después de salir de la celda y acabar con todos mis captores, me guardé la carta que tenía uno de ellos como prueba. Todavía no sabía quién era el receptor y tal vez me fuera de ayuda.

Ela se sorprendió al acordarse de la carta. ¡Claro! La carta que contenía el día, hora y lugar del concierto. La misma que había encontrado en la habitación de Caín... No, de Emeritus.

-Después todo se vuelve bastante obvio. Me enteré de que Imperator buscaba nuestros miembros, me disfracé y me presenté para ser su ayudante personal, de ese modo podría investigar quién era el traidor desde dentro. Y de aquí para adelante ya conocéis toda la historia, como suele decirse. –dijo con un encogimiento de hombros.

-Yo tenía esa carta. –afirmó Ela.

-Lo sé, hicisteis muy buen trabajo quitándomela. No pude descubrir que se había esfumado hasta que fue demasiado tarde. Muy inteligente dársela a Imperator como prueba, apuesto a que te creyó, ¿a qué sí? –preguntó Emeritus.

-¿Nos escuchaste?

-Estuve afuera de la puerta siguiendo todo vuestro diálogo. Gracias a eso ahora sé que no puedo volver a la banda. Al menos no sin descubrirme.

La chica enarcó una ceja sin comprender.

-¿Qué quieres decir? Ya has sido descubierto.

-Solo por vosotros tres. Aún algo más que debo hacer. Encontrar al que estaba detrás de todo eso. No pararé hasta saberlo.

-Ahora mi pregunta es, ¿por qué sospechabas de Copia? Eso no nos lo has explicado.

Emeritus enarcó una ceja, como si esa pregunta fuera de la más obvia.

-Bueno, Copia apareció casi de la nada, sustituyéndome. Era el candidato perfecto y hasta el público le amaba... -dijo este, mirando al hombre en cuestión. –Solo diré que me pareció sospechoso. Y más al ver que ni siquiera Nihil le apoyaba.

Life AeternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora