Capítulo 25 ~Tomar el té~

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El resto de la tarde la dedicaron a ensayar las dos últimas canciones que habían compuesto y a pulir todos los aspectos del tema. Omega parecía mucho más entusiasmado, tocando los dos nuevos solos que había compuesto junto a Alpha. El Cardenal también parecía de muy buen humor, cantando con más pasión y energía que los últimos días. Tal vez se debía a la ausencia de Imperator en la abadía, pero todo se encontraba más relajado y animado. Al terminar, la chica se acercó a él, añorando su compañía.

-Hemos estado mejor que nunca, ¿eh?

Dijo intentando romper el hielo y Copia asintió con una gran sonrisa pintada en su rostro.

-Certo, ya nos queda poco para terminar el nuevo álbum, con suerte.

-Oye... me preguntaba si querrías que tomáramos el té juntos.

-Por supuesto, nada me complacería más.

Ela se sonrojó levemente al darse cuenta de que él la miraba con intensidad. Después le siguió a su habitación. El silencio incómodo se instaló con ellos y Copia se disculpó unos momentos para ir a preparar el té. Ela se apresuró a mirar encima de la mesa, entre todos los libros que tenía y en los cajones de su escritorio, buscando la llave de Imperator. Solo tenía unos minutos y le agobiaba el hecho de pensar que podía ser pillada por el hombre husmeando en sus cosas.

La chica pensó que el cuarto, si es que podía llamarse así, era absurdamente grande en comparación al del resto de ghouls e incluso hasta al suyo propio. El cuarto se dividía en dos zonas, la sala principal con la mesa, el sofá, varias estanterías inundadas de libros y el exuberante escritorio de madera. Y la zona del dormitorio, adornado lujosamente y con una cama matrimonial y baño incluido. Imperator había sido generosa al darle todo aquello. Por suerte, encontró la llave después de un par de minutos en el cajón de su mesita de noche, al lado de la enorme cama del hombre. Suspiró con una sonrisa y se guardó la llave en el sostén. El sonido de la puerta le avisó de que había llegado y maldijo para sus adentros.

-¿Ela?

Copia posó la bandeja con las tazas y la tetera en la mesita que se encontraba delante del sofá y se extrañó de no ver a la chica en la salita principal de la que disponía su habitación. Ela carraspeó nerviosa antes de hablar.

-Estoy aquí.

Oyó unos pasos acercándose a otro lado de la habitación y la chica se tensó sin quererlo, pensando una excusa para estar allí.

-¿Qué haces aquí? –preguntó al ver a Ela sentada en su cama. Un ligero sonrojo cubría su piel ahora y toda clase de pensamientos comenzaron a rodar por la mente del hombre.

-Bueno, pensé... en comer algo antes de tomar el té. –dijo ella avergonzada de sus propias palabras y Copia la miró confundido.

-P-pero, deberías habérmelo dicho antes. Aquí no tengo nada para...

-Me refiero a ti.

-Oh.

Ambos se miraron en silencio, abrumados por el cambio en el ambiente. La chica cambió su postura, quitándose los zapatos y poniéndose de rodillas en la cama mientras miraba cada pequeña acción por parte de él. Parecía haberse acercado al borde de la cama disimuladamente y el rojo se hacía prominente en su cara, así como el verde y blanco de sus ojos. Le escuchó tragar saliva.

-Si no te acercas no podrá darte lo que anhelas. –murmuró la chica mientras se mordía el labio, ahora un poco menos tensa pero igual de emocionada.

Copia asintió y se subió encima de la cama, moviéndose a gatas hasta acercarse a ella. Miró sus labios y decidió probar las aguas. Se inclinó pero ella se burló de él, inclinándose a la vez para evitar sus labios y poder morder su oreja juguetonamente. El hombre suspiró frustrado, pero pronto el aliento se atascó en su boca al sentir que la chica le lamía el lóbulo dejando escapar un pequeño gemido. No pudo evitar gemir a la vez.

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