Capítulo 32 ~El secreto de Belial~

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-Bueno... ¿y cómo te sientes?

-¿De verdad tenemos que hacer esto?

-Es imprescindible.

El ghoul de fuego suspiró, dando otro largo trago a su bebida. Le quemaba por dentro, pero también le reconfortaba, después de todo. A este paso acabaría como Omega. El ghoul estaba ahí sentado, en la butaca que se encontraba delante del escritorio de su habitación, mirando a Alpha y bebiendo el alcohol como si de agua se tratase. Respiró hondo de nuevo.

-Me siento bien.

Omega le dirigió una mirada de sospecha.

-¡Lo digo en serio! A ver, la verdad es que me siento algo mejor que cuando rompimos. Fueron unos meses terribles.

-¿Y cómo te sienta lo de Copia?

Alpha se encogió de hombros.

-Al principio me sentí.... Bueno, celoso, lo admito... pero después hemos hablado y arreglado las cosas. Aún la echo de menos... pero creo que puedo seguir adelante. Al menos como amigos.

-¿Lo dices en serio?

-Sí.

-Bueno, además el Cardenal es un buen tipo.

-Sí... un poco rarito. Pero buen tío.

Omega se sirvió un poco más en su vaso. Alpha sonrió para sus adentros. Su amigo había organizado todo eso para tener una charla con él, algo rollo psicológico. Parecía que hablar con Omega todavía le ayudaba a desahogarse. El ghoul le quería sacar de la abadía y llevarle de fiesta, pero Alpha se había negado. Estaba algo cansado y prefería algo más íntimo y relajante.

-Gracias.

-¿Eh?

-Ya me has oído. Me has aguantado todos estos meses llorando por Ela y aún tienes ganas de reconfortarme.

-¡Ah, vamos! No digas tonterías. Para eso están los amigos, para ayudarse y coger buenas cogorzas juntos.

De hecho tenía razón. Después de todo parecía que el alcohol empezaba a hacerle efecto.

-Eres un gran amigo Omega.

-No me jodas, ¿ya estás borracho? –preguntó acercándose a su cara y Alpha le dio un manotazo en la máscara.

-No, imbécil. Solo estoy algo sentimental.

-Oh.

Un silencio incómodo se instaló entre ellos. Omega tosió un poco, pensando que decir.

-¿Un abrazo?

Alpha soltó una carcajada y después se puso de pie.

-Vamos a comer algo. Me muero de hambre.

                                                                                             *                   *                 *

Mientras Alpha y Omega se divertían bebiendo y charlando, el Cardenal Copia se dedicaba a pasear por el jardín de la abadía acompañado de su fiel mascota, que descansaba en su hombro. Copia caminaba, ensimismado en sus propios pensamientos. A pesar de sus esfuerzos por trabajar, esa noche se sentía distraído y fue totalmente incapaz de concentrarse en su tarea. Sabía que Ela era la culpable de ello. Había estado pensando en la naturaleza de su relación y dónde se encontraban actualmente. No estaba seguro de si la chica sentía lo mismo que él o si solo le veía como una herramienta para su satisfacción o una distracción. No era de extrañar, ya le había ocurrido antes. Después de Cirice no se permitió amar y aferrarse a alguien, al menos no como lo había hecho con ella. Se sintió mal desconfiar de Ela, ella cuidaba de él y parecía preocuparse y quererle. Pero no podía evitar preguntarse si ella le veía del mismo modo que él a ella... Él no era tan guapo como Papa, ni era tan carismático como él. No era bueno expresándose con palabras, por no hablar de su timidez en público. Era un desastre y, a pesar de todo, ella seguía visitándole, en busca de su calor y compañía. Era reconfortante.

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