Capítulo 26 ~Pasado~

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Se deslizó fuera de las suaves sábanas de seda negras, escapando sigilosamente de la lujosa habitación del Cardenal. Después de todo lo que pasó con Copia, pensó en volver a su habitación pero él había insistido en que se quedara a pasar la noche en su cuarto. Le gustaba acurrucarse con ella después del sexo y dormir juntos y, aunque Ela sentía que era un poco rápido e íntimo, al final aceptó.

Regresó a su habitación para coger el libro. Pensándolo bien, había sido estúpido por parte de Alpha llevárselo si ni siquiera podían utilizarlo contra Caín. Sin embargo ya estaba hecho y ahora tenía que encargarse de guardarlo a buen recaudo. Una vez recogió el libro caminó por los largos pasillos de la abadía hasta llegar a la biblioteca, que se encontraba en el ala izquierda de la gran arquitectura. Cuando casi estaba por llegar, un escalofrío le recorrió la columna, haciéndola estremecerse de pronto. Sintió que había alguien en la oscuridad, observándola. Se giró lentamente, vislumbrando la silueta.

-¿Q-quién es? –preguntó nerviosa.

-Tranquila.

Dio un paso adelante y la tenue luz de luna que se filtraba por el gran ventanal hizo aparecer al hombre delante de ella.

-Copia. Dios, me has dado un susto de muerte.

-¿Quién más iba a ser? Te escuché escabullirte de mi habitación y quería ver que tramabas. –dijo con una sonrisa traviesa y la chica negó con la cabeza, abrazando el libro cerca de su pecho.

-No es necesario que me acompañes...

-Oh, pero quiero. Tengo curiosidad.

Ela dio un suspiro de derrota, enseñándole el libro.

-Venía a esconderlo.

-¿A la biblioteca?

-Sí...

-Pero no tienes la llave.

La chica sacó el objeto de su bolsillo y el hombre se sorprendió al ver la pequeña llave en manos de la chica. Se llevó la mano al pecho dramáticamente en un gesto ofendido y ella se quedó cabizbaja, sin atreverse a mirarle a los ojos. La culpabilidad royéndola por dentro.

-Oh, así que eso estabas haciendo en mi habitación... me has engañado.

-L-lo siento. Peo no hice todo eso contigo para conseguirla, que conste...

-Estoy bromeando. –dijo él con una pequeña risa. –Sabes que si me la hubieras pedido te la habría dado.

-Se supone que es un secreto. –dijo ella, dirigiendo su mirada hacia el pesado libro. –Pero supongo que ya que me has pillado...

-Entremos, así podrás explicarme todo.

La chica lo hizo, entrando en la biblioteca y ayudándole a encender unas cuantas velas, dándole al lugar un aspecto lúgubre y, al mismo tiempo, cálido. Ela tomó asiento en el sofá rojo situado en frente de la chimenea y Copia se sentó a su lado, observándola a ella y al libro que con tanto cuidado sostenía. Ela le narró lo sucedido hace dos noches, así como el significado del antiguo grimorio. Copia escuchó en silencio, asintiendo levemente.

-Así que teméis que caiga en manos de Caín, pero según tengo entendido no puede usarlo, ¿no es así?

-No estamos seguros, preferimos no arriesgarnos.

-Pero... él ya lo ha visto aquí. Conozco un lugar mejor para ocultarlo, si me lo permites.

-Pero Imperator...

-No importa. Ella no lo buscará por el momento. Como me has dicho no puede hacer uso de él. Puedo ayudarte a esconderlo por unos días, al menos hasta que se resuelva lo de ese ghoul y pongáis fin a todo. Después se lo devolveremos a Imperator y nos disculpáremos por ello. Creo que ella lo entenderá.

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