¡𝓝𝓾𝓮𝓿𝓸 𝓪𝓻𝓬𝓸! ¡𝓛𝓸𝓼 𝓮𝔁𝓪𝓶𝓮𝓷𝓮𝓼 𝓒𝓱𝓾𝓷𝓲𝓷!

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Unas semanas de duro entrenamiento después, Nozomi se despertaba en su habitación gracias al molesto sol que le daba directo en los ojos. Quería seguir durmiendo, pero recordó que ese día tenía misiones por cumplir. Con mucho sueño, se sentó en su cama y estiró los brazos, dando un gran bostezo para desperezarse.

Salió de su cuarto y se dirigió al comedor, donde sentía la firma de chakra de su padre.

-Buenos días~ -dijo, con los ojos entrecerrados.

-Buenos días~ -respondió el rubio, luchando también por no quedarse dormido. El día anterior se había quedado trabajando hasta tarde, batallando contra el peor enemigo que puede tener un Kage o alguien de los altos mandos.

El papeleo.

Ambos desayunaron sus tostadas con mantequilla en calma, hablando de cosas triviales, hasta que terminaron de comer y se dirigieron a sus cuartos para arreglarse. La menor tenía una fuerte sospecha de que algo pasaría, similar a aquella que sintió cuando regresó a la aldea, y esta vez, decidió hacerle caso.

-Otō-san, ¿Hoy habrá algún evento especial o algo por el estilo? -preguntó al salir, completamente lista.

-Hmm, algo así -dijo Minato, sin querer revelar detalles.

-¿Qué es?

-Te enterarás en unos días -dijo despeinándola divertido- Ahora ve o llegaremos tarde.

La Uzumaki hizo un puchero, inconforme, pero aún así se apresuró a ponerse sus sandalias ninja y salió, ignorando las miradas impresionadas de las personas que la veían. Supuso que no tardarían en sumar dos más dos y descubrir su segundo apellido.

-¡Itekimasu!

-¡Iterashai!

Corrió en dirección al lugar de encuentro indicado por su sensei. No llegaba especialmente tarde, mucho menos si se trataba de Kakashi, pero estaba ansiosa por descubrir su presentimiento. Necesitaba descargar su emoción en algo.

Cuando llegó al puente, Kiba y Sasuke ya estaban ahí. El castaño movía su pie frenéticamente, pues esperaba a su compañera para que deshiciera el lío en que se habían convertido sus pensamientos. No había tenido oportunidad de abordarla antes, pero este día, apenas la viera, preguntaría.

-Buenos días Kiba -saludó.

-¡Nozomi-chan! -sonrió el Inuzuka.- ¿Entonces, me dirás?

-¿Vas a pagar la apuesta? -respondió, acariciando al ninken en la cabeza de su amigo.

-¡Sí! -afirmó.

-Bien, pero te diré en un lugar libre de T-E-M-E-S M-E-T-I-C-H-E-S -dijo, fulminando a su otro compañero con la mirada, pues lo había pillado concentrando chakra en sus oídos para escuchar.

Ambos hacían una atmósfera muy, muy tensa, no dejaban de mirarse el uno al otro. Repentinamente, desviaron las miradas, con la barbilla bien en alto, en símbolo de orgullo.

-*Otra vez... -pensó el mayor de todos, con un aura azul- Desde que volvimos del País de las Olas, estos dos han estado muy raros. Es tan incómodo... ¡Kakashi-sensei, apúrese a llegar!*

Como siempre, el Jōnin a cargo del equipo 7 tardaba bastante tiempo en llegar. Los pobres adolescentes estaban muriendo de aburrimiento en la espera de su sensei, hasta que, de repente, Nozomi sintió un tirón en la boca del estómago y al momento siguiente, estaba frente a la jaula de Kurāma, en su espacio mental.

-¿Kurāma-san? -preguntó, confundida de estar ahí.

-Escucha cachorra, ese presentimiento que tenías en la mañana no es algo con poca importancia -dijo el zorro apresuradamente, sin dejarla hablar- Ninjas extranjeros están llegando, tienes que tener cuidado.

𝙐𝙯𝙪𝙢𝙖𝙠𝙞: 𝙚𝙡 𝙘𝙡𝙖𝙣 𝙚𝙭𝙩𝙞𝙣𝙩𝙤Onde as histórias ganham vida. Descobre agora