- ¡Estoy harta de todo esto!- grito exasperada y furiosa- ¡¿Cuándo me dirás la máldita verdad que quiero escuchar?!. - ¿Verdad?- dice incrédulo- La única aquí que se ha estado mintiendo eres tú, eres muy ilusa por dejarte utilizar de esa forma- se levanta de la cama y se acerca a mí, pasa por mí lado pero lo detengo. - ¿Me estas tomando como una cualquiera?- respondo a la defensiva y sintiendo ganas de llorar- ¡Yo no soy una cualquiera entiende eso!- sin pensarlo las lágrimas empiezan a brotar sin deseos de ser controladas o paradas por nadie, se zafa bruscamente. - Deja de actuar como una niña, ambos sabemos que te estás mintiendo a tí misma- dice distante a lo que yo aprieto los puños. - ¡Uy!- grito frustrada- ¡Eres imposible!. - Ya dejate de niñerias- gruñe irritado y molesto- Cuando madures y aceptes tus propias mentiras quizás hable contigo- se da la vuelta y camina. - ¡No!, ¡No te vayas por favor!- le ruego con dolor y tristeza.