DELÍRIUM

De JorgeMoonRodriguez

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Pepe y sus amigos, viven en la indigencia, limpiando los vidrios de los automóviles e intentando sobrevivir... Mais

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capítulo 28
Capitulo 29
Capítulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capítulo 39
FINAL

Capítulo 3

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De JorgeMoonRodriguez

Doña Evangelina estaba en la sala de su mansión, mientras observaba el retrato de su marido.

—Te odio con todas mis fuerzas, anciano miserable. Voy a rezarle cada noche a Dios, para que te tenga ardiendo en las llamas del infierno por toda la eternidad ¡Maldito!.— La señora lanzó la foto contra la pared, y se escuchó el sonido de los vidrios,  cayendo por todos lados.

—¡Tía, ¿Qué está pasando?.— Llegó Brandon.

—Nada hijo, solamente se me cayó el retrato de tu tío.— Se excusó la mujer.

—Pero se te cayó muy lejos ¿No?.— Cuestionó su sobrino.

—Ay ya, no me atormentes más. Por el momento debemos preocuparnos por dónde vamos a vivir. Tu tío nos dejó en la vil calle.

—Ay tía, yo no quiero vivir debajo de un puente. No mames, que oso si mis amigos me llegan a ver pidiendo limosna.— Se aterró Brandon.

—Tu tía es muy lista, y ya se me ocurrirá algo para no pasar a la indigencia. Dios nos amparará.

De pronto, el teléfono sonó insistentemente.
Doña Evangelina respondió. Era Leonor, su "mejor amiga".

—Hola Eva ¿Cómo estás? Ay no, para que pregunto. Debes estar devastada con la muerte de tu marido.

—Ay si querida, estoy inconsolable.

—Oye, no es por ser imprudente. Pero aquí, ya corre el rumor de que tu marido los dejó en la calle.

—Ay no querida, para nada. Solamente son rumores mal intencionados. Gozamos de toda su fortuna y no tenemos nada de que preocuparnos.

—Ay, pues espero que así sea querida, porque... Bueno, ya sabes lo que pasa cuándo un rico cae en desgracia.

—Claro querida, lo tengo bien presente, pero te repito, no es mi caso. Yo estoy económicamente bien. Nada de que preocuparse.

—Te creo querida, te creo. Pero bueno, no te quito más tu tiempo. Seguro deberes estar muy ocupada gastando la fortuna que te heredaron. Pues espero tu pronta llamada y que me cuentes cómo va todo en tu glamurosa vida. Chao queridita.

Bue cielo, te llamo pronto.

Colgó doña Evangelina después de despedirse.

—¿Por qué le mentiste?.— Preguntó su sobrino.

—¿Eres imbécil? Tu no sabes cómo se las gastan esas urracas. Sí ellas descubren que no tenemos ni en que caernos muertos, seremos el hazmerreír de toda la sociedad ¿No te das cuenta?. Esas desgraciadas quieren verme hundida, para reírse y humillarme, y no les voy a dar el gusto. Tenemos que salir de esto con la ayuda de Dios. Ahora, dile a la sirvienta que me traiga un té.

Brandon hizo una mueca, y sin protestar, salió de la habitación de su tía para cumplir con su pedido.

—Tengo que hacer algo, o me puedo quedar en la ruina.

De pronto, la sirvienta entró sin avisar.

—¿De qué va a querer su té?.— Dijo la chica.

—¡Eres una incompetente gata miserable. Vete de mi casa, no te quiero volver a ver, estás despedida, fuera, mugrosa!.— Gritó doña Evangelina.

—Pero señora yo...

—¡Qué te largues, vagabunda! ¿No entiendes?. — Añadió colérica doña Evangelina.

De pronto, Martina entró a la habitación de su tía.

—¿Qué onda tía? ¿Por qué la sirvienta iba llorando?. — Cuestionó la sobrina.

—Porque la despedí.— Respondió doña Evangelina sin siquiera inmutarse.

—Pero o sea, ¿Por qué?. Guisaba bien rico y limpiaba bien la casa, aunque era algo folclórica, pero o sea, ¿Qué mal hizo?.— Martina insistió en saber.

—No hizo nada malo. Simplemente ya no tengo dinero para pagarle, y no me quiero ver en la necesidad de empeñar mis cosas.— Dijo la señora.

—Pero o sea no. Yo creo que ella lo hubiese entendido a que la corrieras así.

—Ya callate. Solamente me pones más nerviosa de lo que estoy. Y mejor ve a hablarle a la otra sirvienta. También la voy a despedir.

Martina movió la cabeza en desaprobación. Mientras su tía, se mordía las uñas de los nervios.

Mientras tanto...

—¿Que le pasó al chacal?.— Preguntó la pelos al ver que el aludido, no salía del baño después de veinte minutos.

—Le cayó mal la hamburguesa. Al parecer ya estaba echada a perder.— Respondió Pepe.

—Eso le pasa por ambicioso y pendejo. Bien merecido se lo tiene.— Se burló la pelos.

—¡Ya te escuché puta greñuda. Siguele y voy a meter tu cabeza en el retrete!.— Exclamó el chacal desde el otro lado de la puerta.

—Eres un puto vulgar que no sabe tratar a una dama cómo yo.— Le respondió la chica.

—¿Dama tu?.— El chacal soltó una carcajada.— Entre tanta mugre, nadie sabe si quiera si eres mujer.— Se burló su compañero.

—¡Ay, imbécil! Ojalá te mueras cagando.— Soltó la pelos.

—Ya dejen de pelear.— Se quejó Pepe.— Siempre es lo mismo con ustedes dos. Mejor, deberíamos limpiar la casa. Ya está llena de basura otra vez.

—Bueno, pero antes dime ¿Qué onda con el boleto de lotería? ¿En serio crees que vas a ganar el premio?. — Cuestionó la chica.

—Pues... Pues ya ni sé. Pero igual quiero conservarlo, por si acaso. — Pepe parecía inseguro y decepcionado.

—Mira, no te  hagas ilusiones. Eso de la lotería, nada más es para puros ricos, para hacerse más ricos de lo que ya son. Los jodidos cómo nosotros, no tienen ninguna oportunidad. Mejor tira el billete, porque desde que lo tienes, te veo más pensativo y perdido.
Ya te dije que solamente podemos salir de esto si trabajamos juntos. Además, yo sigo teniendo el sueño de que tu y yo seamos marido y mujer.— Se sonrojó.

—Pelos, yo...

—Si, si, si. Ya me dijiste que eres maricón. Pero es porque no me haz probado, no haz probado a una hembra cómo yo. Yo te puedo hacer muchas cosas en la cama Pepe. Te la puedo chupar bien bonito y así, hasta me dejo dar por el culo si eso quieres. Pero dame una oportunidad. — Le rogó la chica.

—Pelos...

—¿Apoco esta golfa está otra vez de arrastrada?.— El chacal preguntó burlonamente.

—Chacal, deja de fastidiarla. En serio me cansa que ustedes anden peleando a cada rato. Mejor voy a la esquina a seguir limpiando vidrios. — Pepe tomó su botella con jabón y su esponja, para luego retirarse de aquella casa abandonada y sucia dónde vivía junto a sus amigos.

—¿Te dan celos de saber que yo me lo follo y a ti ni un pedo te tira?. — Cuestionó el chacal a la pelos.

—Qué te valga verga lo que yo haga o deje de hacer. — Se defendió la joven.

—Si, eso es. Te dan celos porque sabes que a mi me da ese culo. Si supieras cómo le encanta que se la meta toda. Lo hago gemir cómo una perra. Pero ni modo, lastima que no tienes verga.— Se rió el chacal.

—¡Puto de mierda!.— Le gritó la pelos al chacal. Para luego, tomar también su botella con jabón y su esponja.

—Mugrosa, mal follada.— Le regresó el insulto.

La pelos le enseñó el dedo medio, y luego se fue de ahí, a seguir trabajando en las calles, limpiando los vidrios y parabrisas de los autos que pasaban por ahí.

Continuará...






Pepe

El Chacal


Brandon, sobrino de doña Evangelina Saavedra




Hola, muchas gracias por el apoyo. Espero les esté gustando la novela y bueno, cualquier queja, duda o sugerencia, pueden dejarla en los comentarios. Gracias a quienes me han seguido hasta aquí ❤

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