Capitulo 10

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Pepe llegaba a su casa. Estaba cansado, pero lleno de sueños e ilusiones. Se imaginaba junto a Brandon, en aquella enorme mansión y comenzó a confeccionar pensamientos de amor. Incluso aunque recién conoció al susodicho.

—Miren quién llegó, la cenicienta de barrio.— Se mofó el chacal, mientras estaba acostado en su colchón, semidesnudo.

—Creí que ya te habías dormido.—  Dijo Pepe.

—Pues bueno, ya llegaste, ahora sí, a descansar. Ven Pepe, al menos podemos follar esta noche.— Respondió el chacal mientras se bajaba el pantalón, quedando completamente desnudo, y con una erección bastante dura.

—No chacal, tengo mucho  sueño y estoy cansado... La cena fue algo tensa para mi y solo quiero pegar los ojos.— Pepe se despojó de su camisa.

—Pues yo estoy caliente, y no quiero quedarme así. Así que ven aquí y se una perrita obediente. Quiero someterte y hacerte mío, romperte el culo cómo la zorra que eres.— El chacal se levantó y abrazó a Pepe.

—Dije que no chacal. En serio, no tengo ganas.—Dijo Pepe intentando soltarse.

—Claro que quieres, pero solamente falta convencerte.— El chacal intentaba bajarle el pantalón a Pepe, pero este se resistía.

—¡Dejame chacal!.— Gritaba Pepe.

—Nada más te meto la punta. Siente cómo estoy bien caliente. Además, no me masturbé para tener más leche para ti.— Aseguró el chacal mientras se pegaba al trasero de Pepe.

—¡No quiero, Chacal, no por favor!. — Suplicaba Pepe.

—Pues yo no me quedo caliente, te estuve esperando mucho para que te pongas digno... Así que levanta el culo y...

De pronto, se escuchó el sonido de una botella rompiéndose.

El chacal soltó a Pepe y cayó al suelo.

—¿Qué pasó? ¿Chacal?.— Preguntó Pepe al ver a su amigo en el suelo.

—¿Qué va a pasar? Te salvé de que te dieran la violada de tu vida.— Dijo la Pelos, quién sostenía la mitad de una botella.
Evidentemente ella fue la que le tronó el objeto de cristal al chacal en la cabeza.

—¡Pero lo mataste!.— Gritó Pepe.

—No digas idioteces. Este pendejo solamente está inconsciente, en un rato despierta. Y ahora, mejor subele el pantalón. Está bien que la tiene grande, pero tampoco le quiero estar viendo la verga todo el tiempo.

—Espero que en verdad no lo hayas matado. Igual cuándo despierte, se va a encabronar.— Advirtió Pepe mientras subía el pantalón de su compañero y le cerraba la brageta.

—Me vale verga, igual no me importa lo que  diga. No le tengo miedo.— Soltó con indiferencia la chica.

—Bueno, espero que no quiera hacerte nada cuándo despierte.— Añadió Pepe.

—Me gustas así, preocupándote por mi. Sabes, tu y yo haríamos una pareja bien bonita. Con dos o tres hijos viviendo en una casa bonita, así con cocina y todo. Si tan sólo me dieras una oportunidad, si tan sólo me dejaras ser tuya y entregarme a ti Pepe, te amo, te amo mucho.— Confesó la pelos.

—Ya hemos hablado mucho de esto. Eres mi amiga y eso nunca cambiará. Te veo casi cómo mi hermana y bueno, ya sabes que soy gay, no me gustan las mujeres pues.

—Eso es el demonio Pepe. Dejame curarte. Yo puedo hacer que vuelvas a ser hombre.

—Soy un hombre.— Aseguró Pepe.

DELÍRIUMWhere stories live. Discover now