Capitulo 12

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—¿Ves lo rápido que fue?. — Dijo doña Evangelina.

Habían tramitado los papeles oficiales de Pepe. Y con ayuda e influencia de la viuda, los tramites fueron más rápido.

—Si, aunque... Me hubiera gustado llevar el apellido de ustedes. — Sonrió el chico.

—Ay querido, ya te explicamos que no se puede... Porque... Si tu y Brandon se atraen y no sé... En el futuro quieren casarse, pues, habría dificultades con los apellidos. Es por eso que no puedes llevar el mismo que nosotros.— Se excusó la mujer.

—Tía, ya sonrojaste a Pepe, no digas esas cosas.— Añadió Brandon.

—No... Yo... A mi... No me molesta para nada.— Sonrió nervioso Pepe.— Y... Yo... Creo que es muy pronto para eso. Además, doña Evangelina... Me hubiese gustado que guardara el secreto.

—Ay hijo, no seas modesto. Mi Brandon jamás se molestaría por eso. Además, él también es gay ¿Verdad mi amor?.

—¡¿Qué?! Pero sí yo no soy... Digo... Ah... Sí, yo so... Eso.— Aseguró Brandon.

—Bueno, ahora vamos al banco para abrirte una cuenta, y luego iremos a reclamar el premio para ti, mi querido Pepe.— Sonrió doña Evangelina.

—Vaya, vaya, miren a quien tenemos aquí.

—¿Chucky?.— Se sorprendió Pepe al ver al horrible hombre. Mientras doña Evangelina y Brandon se miraban confundidos.

—Pepe ¿Quién es este hombre?.— Se asustó la viuda.

—Nadie doña Evangelina... Simplemente un conocido.

—Uy, no puedo creer que me niegues. A mi, al mismo Chucky. Yo que soy tu amigo fiel. Pero claro, cómo ya te juntas con gente fina, ya lo desconoces a uno.— El Chucky se hizo el ofendido.— Yo solamente venía a felicitarte por haber ganado la lotería. Me da mucho gusto que ya dejas de ser uno de los nuestros; un pobre.

—Lo mejor será que se adelanten al auto.— Ordenó doña Evangelina. — Yo hablaré con este señor.

—Doña Evangelina no por favor. Él es muy...

—¡Obedece Pepe!.— Doña Evangelina habló con rigor, y Pepe no tuvo otro remedio que acatar las órdenes de la viuda.

Una vez sólos, doña Evangelina se dirigió al Chucky.

—Yo sé lo que quieres muerto de hambre. Pero de una vez te digo, que no lo vas a conseguir. — Amenazó la mujer.

—¿En serio? ¿Y que sabe usted lo que quiero?.— Preguntó el Chucky.

—Dejate de juegos piojoso. Eres tan básico, que no hay necesidad de adivinarlo. Pero ya te lo dije, de ese dinero, no verás ni un centavo.

—Mire anciana...

—¡Anciana la más vieja de su casa, pelado insolente, apestoso muerto de hambre! No quiero que te acerques a Pepe, no tienes nada que hacer con él.

—Uy, salió brava la vieja. Pero bueno, yo solamente quiero que Pepe me dé un dinero que me debe. Claro, con sus respectivos intereses. Y sí no me lo da por las buenas, tendré que cobrarmela por las malas.— Amenazó el Chucky.

—¿Así que quieres hacerle daño a Pepe?.— Preguntó la viuda.

—Si no me paga, pues sí, le voy a hacer mucho daño.— Advirtió el hombre.

—Mmmm creo que después de todo, usted y yo nos vamos a entender.

—¿Qué quiere decir?.— Preguntó el Chucky.

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