Capitulo 8

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El día de la cena, Pepe estaba demasiado nervioso. Estaba intentando escoger la mejor ropa que tenía, pero toda estaba rota o sucia.

—¿Estás seguro que quieres ir?.— Le preguntó la pelos.

—Pues... Ya no sé. Es que allá seguro todo es bien fino y pues yo no tengo ropa bonita.— Respondió Pepe mientras buscaba en aquella bolsa donde guardaba sus prendas.

—¿Amas al chacal?.— Preguntó la pelos de repente.

—¿Otra vez con eso?.— Cuestionó fastidiado.

—Es que Pepe, sí tan solo me dieras una oportunidad... Te demostraría que soy suficiente mujer para ti. Así ya no tendrías que acostarte con el chacal. ¿No te gustaría formar una familia?.— Preguntó la pelos con desespero.

—Pelos... Ya hemos hablado mucho sobre esto y pues... A mi me gustan los hombres y eso no va a cambiar.— Explicó Pepe.

La pelos no soportó el rechazo y se lanzó sobre Pepe, haciéndolo caer en el colchón.

—¡Te voy a enseñar lo que hace una mujer cómo yo!.— La pelos intentaba besar a Pepe.

—¡Pelos, quitate de encima, entiende!.— Pepe buscaba quitarse a la pelos, pero ella siguió tocándolo, poniendo la mano sobre su pene e intentando acariciarlo.

—¡Ámame Pepe, ámame por favor!. — La pelos levantó la camisa de Pepe y comenzó a besarle el abdomen, pero Pepe se la quitó de encima y la lanzó al suelo. Inmediatamente la chica se echó a llorar.

—Disculpame pelos, pero sabes bien que yo no te quiero así. Tu eres mi amiga, casi mi hermana, y eso no cambiará. — Pepe acomodó su camisa, y salió de ahí.

—¡¿Por qué Pepe?! ¡¿Por qué no puedes amarme?!. — Se preguntaba la pelos atormentada por el llanto.

Mientras tanto...

Doña Evangelina y sus sobrinos arreglaban la cena para la visita de Pepe.
La idea era clara; deslumbrarlo con las riquezas y la ostentocidad. Además de convencerlo de comprar la mansión.

—Esta cena con el mugroso muerto de hambre, es esencial. Necesito que compre la mansión, antes de que la pongan en venta los de bienes raíces. Sufriríamos la vergüenza de que nuestras amistades se enteren.— Dijo la mujer mientras se sentaba en su lugar.

—Ay tía ¿No crees que es demasiado? Y este vestido escotado... O sea, casi se podría decir que me vas a vender.— Se quejó Martina mientras ponía los platos en la extensa mesa.

—Si tía ¿Qué onda?.— Preguntó Brandon, mientras ayudaba con las copas y los cubiertos.— Estamos haciendo todo por ese indigente y...

—Ese indigente, nos va a salvar de convertirnos en eso... En indigentes. Así que ambos van a cooperar y harán lo que yo les diga. Dios nos perdone, pero hija.— Se dirigió a Martina.— Tienes que mostrar ese escote. El maldito muerto de hambre, tiene que caer rendido a tus pies. Ningún hombre podría resistirse a esos dos encantos que tienes.— Dijo la mujer, haciendo referencia a los pechos de su sobrina.— Pero bueno, quiero que los dos se comporten con ese mugroso lleno de pulgas. Recuerden que de él, depende nuestro futuro.

—Si tía.— Respondieron al mismo tiempo, mientras ocupaban sus lugares en la mesa.

Mientras tanto...

La pelos estaba junto con el chacal
Ambos se planteaban sobre lo que harían, ahora que Pepe iba a ser millonario.
Evidentemente las cosas cambiarían.

—¿Y que podemos hacer?.— Preguntó la pelos.

—Pues lo mismo que hemos hecho por años; sobrevivir. — Aseveró el chacal.—No podemos depender del dinero de Pepe. Al fin u al cabo, toda esa plata es de él, no de nosotros.

DELÍRIUMWhere stories live. Discover now