FINAL

129 13 17
                                    

Doña Evangelina suspiró mientras veía su habitación.
Parecía estar resignada con el futuro que le esperaba.

—Entonces... ¿Así termina todo?.— Se dijo para si misma.— Esos malditos deben estar felices sabiendo que me vencieron. — La mujer con todas sus fuerzas, se arrancó el collar provocando que  todas las perlas cayeran al suelo.
— De nada sirve luchar ahora mismo.

La viuda fue hasta su closet, y comenzó a sacar sus vestidos lanzándolos al suelo.

—¡Doña Evangelina, le quedan 6 minutos!.— Dijo el oficial desde el otro lado de la puerta.

—¡Enseguida salgo!.— Exclamó la viuda, quien prefirió ir hasta el pequeño bar de su cuarto y servirse una copa de vino.

Ahora su habitación era un desastre. Todos sus vestidos estaban regados en el suelo y ella seguía sin vestirse, con una copa en la mano.

—Aunque es cierto lo que le dije al mugroso de Pepe, no me arrepiento de haber asesinado a tanta gente. Al final, todos esos malditos merecían morir. Pero ya no importa más, lo único importante ahora, es que este es el final...
Y cumpliré la promesa que le hice al maldito licenciado, yo no voy a pisar la cárcel nunca. Nadie en este mundo es digno de juzgar a una dama, a una señora como yo.
La única que me puede juzgar, soy yo misma. Y como yo misma cometí mis crímenes, yo misma me castigaré...

La viuda sacó un pequeño frasco con el que envenenó al chacal y vacío aquel líquido en su copa de vino, mientras la agitaba para que se mezclara bien todo.

—¿Sigue ahí doña Evangelina?. — Preguntó el policía.

—Si, aquí sigo. En un momento podrá entrar.

—Le quedan 3 minutos para salir.

—No se preocupe... Es tiempo suficiente para que pueda abrir la puerta.

—Ok, no demore mucho.

La mujer miró la copa de vino y cerró los ojos.

—Brindo por mi... Por la buena vida que conseguí tener a base de engaños, crímenes y asesinatos. Brindo por haber salido de la maldita miseria y haberme vuelto una señora de sociedad. Brindo porque no me arrepiento de nada y me voy, me voy feliz de haber hecho sufrir a tantos... Me voy feliz de haberle causado sufrimiento al maldito de Pepenatas... Brindo porque espero que Pepe nunca encuentre la felicidad y siga sufriendo cómo la miserable rata que es.— La mujer se tomó la copa de un trago y luego la lanzó contra la pared.

Doña Evangelina comenzó a reír como loca mientras se tiró al suelo y miraba hacía el techo.

—Doña Evangelina, salga por favor... Ya pasó el tiempo que nos pidió... ¡Doña Evangelina!.

La viuda se llevó las manos al estomago, comenzaba a sentir un fuerte dolor a causa del veneno.

—¡Recibeme padre celestial, permiteme entrar a tu reino y ver tu gloria altísimo todopoderoso!. — Exclamó la mujer abriendo los brazos al cielo.
De pronto, la mujer comenzó a convulsionar y expiró. Quedó ahí tendida en el suelo con los ojos abiertos.

—¡Doña Evangelina, abra!.— Gritó el policía. — ¡Traigan refuerzos, vengan pronto!.

Pepe y el licenciado estaba en la sala cuándo escucharon gritar al jefe de la policía.

—¡Se los dije, esa maldita se iba a escapar!.— Exclamó Pepe.

—En caso de que así sea, no puede estar muy lejos.— Aseguró el licenciado.

—Voy con algunos de mis hombres a buscar por la zona.— Dijo el jardinero.

—¡Vengan, vamos a abrir la puerta!.— Exclamó el oficial.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 23, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DELÍRIUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora