Capítulo 7

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Doña Evangelina se apresuró a entrar a su casa. Venía cómo si tuviese un ratón encima.

—¡Por Dios, que horror acabo de vivir!. — Gritó la mujer al entrar.

—¿Qué tienes tía? ¿Qué te pasó?. — Preguntó Brandon al verla tan alterada.

—Jamás había caído tan bajo. Cometí una de las por es locuras en vida. Pero Dios misericordioso sabe porque. — Dijo Persignadose.

—No te entiendo tía... Bueno, en todo caso, tengo que ir al gym. Mi girlfriend me espera para entrenar. — Dijo Brandon acomodándose su bolsa de deporte y saliendo de ahí.

—Tía, hasta allá se escuchan los gritos ¿Por qué vienes tan alterada?.— Martina bajaba las escaleras rápidamente. Necesitaba saber que había sucedido.

—Fue un horror, una abominación, no te imaginas. Viven entre la mugre ¡Entre la basura cómo animales!. Ay hija, ¿Ves lo que tiene uno que hacer por dinero?.

—¿Tan mal está ese lugar?. — Cuestionó Martina.

—Ni te imaginas. Viven cómo unas miserables ratas. Todavía tengo impregnado ese olor a suciedad y pobreza... Pero pronto... Preparame el baño, y ponle muchas esencias y sales. Y luego, traeme una bolsa de basura para tirar mi ropa. No pienso volver a ponerme este traje, que estuvo en medio de la inmundicia. — Doña Evangelina apretó los dientes solamente pensar en la casa de Pepe y sus amigos.

—Bueno, o sea, viven en situación de calle y pues es obvio que no iba a haber mucha higiene.

—Pero esto es un horror. Son unos marginales inmundos, muertos de hambre. Definitivamente no merecen el dinero de ese premio. Pero tranquila, que sí seguimos con el plan, los vamos a dejar tal y como están... Cómo unos recogedores de basura muertos de hambre.— Doña Evangelina sacó de su bolsa, un bikini pequeño y blanco. — Invité a comer a la rata asquerosa que se ganó la lotería. Así que vas a usar esto para lo que acordamos. Tienes que usar todo tu armamento. Eres hermosa y lo sabes, vas a poder seducir a ese pusilánime, callejero y pulgoso.

—Tía, en serio creo que esto es demasiado. O sea, tengo novio y lo amo... Yo no quiero al tipo ese... Tu sabes que yo...

—Si no lo haces, habrá muchas consecuencias. Piensa un poco, usa el poco cerebro que tienes mosquita. Solamente será temporal. Te casas con ese piojoso traga basura y después te divorcias, lo vamos a dejar sin nada. Es tan estúpido, que no sabe sobre casarse por bienes mancomunados, ni sobre algún contrato prenupcial. En cuánto se dé cuenta, sera demasiado tarde, porque ya estaremos en Londres o Berlín.— Sonrió maliciosamente la mujer.

—Me da miedo tu plan tía... No está nada cool.— Martina no estaba de acuerdo con el plan de su tía, pero sabía que esta, nunca se detendría hasta obligarla.

—¡Mejor no me rompas la cabeza y ve a hacerme mi baño!.— Le gritó su tía.

—Ay, desde que se fueron los sirvientes, la sirvienta ahora soy yo.— Se quejó la chica, volviendo a subir las escaleras.

—Piojoso maldito, te voy a quitar hasta la ropa mugrosa que llevas puesta.— Doña Evangelina lanzó su bolso al sofá y subió también las escaleras.

Mientras tanto...

Pepe, la pelos y el chacal, se preparaban para dormir. Ya estaba anocheciendo y solían dormir temprano. No tenían un reloj que los pudiese orientar, y menos un teléfono celular para saber en que momento estaban.

Pepe y el chacal dormían junto, mientras que la pelos, dormía en el cuarto contiguo. Si bien la casa no tenía ventanas y apenas la entrada tenía puerta. Ellos gustaban de mantener su privacidad.

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