Capítulo 3

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Doña Evangelina estaba en la sala de su mansión, mientras observaba el retrato de su marido.

—Te odio con todas mis fuerzas, anciano miserable. Voy a rezarle cada noche a Dios, para que te tenga ardiendo en las llamas del infierno por toda la eternidad ¡Maldito!.— La señora lanzó la foto contra la pared, y se escuchó el sonido de los vidrios,  cayendo por todos lados.

—¡Tía, ¿Qué está pasando?.— Llegó Brandon.

—Nada hijo, solamente se me cayó el retrato de tu tío.— Se excusó la mujer.

—Pero se te cayó muy lejos ¿No?.— Cuestionó su sobrino.

—Ay ya, no me atormentes más. Por el momento debemos preocuparnos por dónde vamos a vivir. Tu tío nos dejó en la vil calle.

—Ay tía, yo no quiero vivir debajo de un puente. No mames, que oso si mis amigos me llegan a ver pidiendo limosna.— Se aterró Brandon.

—Tu tía es muy lista, y ya se me ocurrirá algo para no pasar a la indigencia. Dios nos amparará.

De pronto, el teléfono sonó insistentemente.
Doña Evangelina respondió. Era Leonor, su "mejor amiga".

—Hola Eva ¿Cómo estás? Ay no, para que pregunto. Debes estar devastada con la muerte de tu marido.

—Ay si querida, estoy inconsolable.

—Oye, no es por ser imprudente. Pero aquí, ya corre el rumor de que tu marido los dejó en la calle.

—Ay no querida, para nada. Solamente son rumores mal intencionados. Gozamos de toda su fortuna y no tenemos nada de que preocuparnos.

—Ay, pues espero que así sea querida, porque... Bueno, ya sabes lo que pasa cuándo un rico cae en desgracia.

—Claro querida, lo tengo bien presente, pero te repito, no es mi caso. Yo estoy económicamente bien. Nada de que preocuparse.

—Te creo querida, te creo. Pero bueno, no te quito más tu tiempo. Seguro deberes estar muy ocupada gastando la fortuna que te heredaron. Pues espero tu pronta llamada y que me cuentes cómo va todo en tu glamurosa vida. Chao queridita.

Bue cielo, te llamo pronto.

Colgó doña Evangelina después de despedirse.

—¿Por qué le mentiste?.— Preguntó su sobrino.

—¿Eres imbécil? Tu no sabes cómo se las gastan esas urracas. Sí ellas descubren que no tenemos ni en que caernos muertos, seremos el hazmerreír de toda la sociedad ¿No te das cuenta?. Esas desgraciadas quieren verme hundida, para reírse y humillarme, y no les voy a dar el gusto. Tenemos que salir de esto con la ayuda de Dios. Ahora, dile a la sirvienta que me traiga un té.

Brandon hizo una mueca, y sin protestar, salió de la habitación de su tía para cumplir con su pedido.

—Tengo que hacer algo, o me puedo quedar en la ruina.

De pronto, la sirvienta entró sin avisar.

—¿De qué va a querer su té?.— Dijo la chica.

—¡Eres una incompetente gata miserable. Vete de mi casa, no te quiero volver a ver, estás despedida, fuera, mugrosa!.— Gritó doña Evangelina.

—Pero señora yo...

—¡Qué te largues, vagabunda! ¿No entiendes?. — Añadió colérica doña Evangelina.

De pronto, Martina entró a la habitación de su tía.

—¿Qué onda tía? ¿Por qué la sirvienta iba llorando?. — Cuestionó la sobrina.

DELÍRIUMWhere stories live. Discover now