El Chico de las 6:30pm

By MinoKaze

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¿Han vivido la experiencia de enamorarse de un chico cualquiera, que ven en uno de los muchos viajes que real... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capitulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capitulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Nota

Capítulo 103

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By MinoKaze

La mayoría de las veces, Darrell despierta mucho antes que yo, no es algo extraño, si pienso que al levantarme siempre tengo un mensaje de buenos días, y un te amo, por eso, cuando soy quien despierta primero, se siente como algo especial.

Porque solo cuando está dormido, es que puedo observarle, sin la vergüenza que me daría nuestras miradas encontrándose, y que él lo notara, solo en este momento mis dedos pueden recorrer con lentitud su cabello, lo suave que es al tacto, y lo hermoso que está impregnado de manzanilla, solo en este momento mi pulgar puede acariciar su mejilla, sonriendo con el áspero comienzo de su barba, su lenta respiración pasa por mi piel, y eso, esta simple imagen, hace de mi mañana algo mucho más agradable.

—Oye, Darrell, despierta.

Ni siquiera se queja, como suele hacer si solo finge dormir, y le creo, porque ayer después de pasar toda la tarde solo mirando televisión, dijo que haría algo para nuestro último día en Alemania, volvió a la habitación unas cuantas horas después. Levanto la mirada, sonriendo ante la ligera sensación de sus pestañas pasando por mi índice, el perfecto puente de su nariz, y no puedo controlar el sonrojarme por el ligero toque en su labio inferior, la risa que escapa al apoyar mi frente contra la suya, mis dedos enredándose en los pequeños cabellos tras su nuca, y puedo sentir el rítmico latir de su corazón en mi pulgar.

Hoy decidí, y gracias a la persona en la que estoy cambiando, poco a poco, que olvidaré todo aquello lejos de nosotros, todo aquello que podría interferir con mi forma de pensar, y solo iré con el día que haya preparado este castaño, porque estoy por completo decidido a que hoy entenderé mis sentimientos, no negaré, me enojaré, trataré de justificarlos, ni lloraré, porque, si es amor lo que estoy sintiendo, y si me he enamorado de esta persona, quiero entenderlo, no quiero dejar pasar ni un instante de este bello sentimiento, por muy mal que todo esto pueda terminar.

Pero está bien, porque yo no pensaré en lo que sucederá después de entender este sentimiento, solo es ahora lo que importa, ya tendré el viaje de vuelta a mi departamento para angustiarme de los resultados de hoy. Sonrío, enredando algunos de mis cabellos en mi mano, el borde de la almohada, mis dedos bajan por la línea que marca la cadena, y siento el anillo por debajo de la tela de su camiseta. Si tuviera que acostumbrarme a una sola cosa en mi vida, desearía que fuera su apellido después de mi nombre, detesto lo avergonzado que me hace sentir ese pensamiento, el recordar que todo este tiempo he dicho que es mi esposo sin siquiera dudarlo un segundo.

—Darrell, ya no hay estrellas en el cielo.

Vamos, está tan dormido, aún más inconsciente de lo que pude presenciar del poco alcohol de nuestro viaje. Adoro lo tranquilo de su semblante, y ese pequeño mechón de cabello que cae sobre su mejilla, todo es tan atrayente en él, por desgracia no es algo que pueda negar, yo... supongo que soy como todos los demás, me gusta demasiado su físico, pero me gusta, aún más, ser la única persona que puede despertar entre sus brazos, y eso es mucho más de lo que puede decir la mayoría.

—Increíble amor de mi vida, no me hagas pedir por tercera vez que despiertes.

Me aferro un poco más al anillo, sin dejar de sonreír al sentir sus manos presionar mi escapula, tiene la pésima costumbre de abrirse paso entre mi camiseta, pero sé, cuando escucho el quejido, e intenta ocultar su rostro entre mi hombro, que he conseguido hacerle saber que ya no es de noche.

—Cinco minutos — bueno, cuando lo dice así, es difícil negarse.

Es lindo verle actuar tan infantil, en especial cuando recién despierta. Asiento, hundiendo mi rostro en su cabello, intentando controlar el cosquilleo que me produce su lenta respiración pasando por mi cuello, lo avergonzando que me hace sentir su pierna enredándose en una de las mías, como si fuese una almohada a la que abraza para dormir. Levanto la mirada, apenas puedo ver entre su cabello la imagen de la ciudad por el ventanal, el cielo un poco azul, algunas pequeñas nubes grises hacia la montaña, y solo me dejo caer en la almohada, sonriendo al rozar el borde de su camisa, las puntas de mis dedos entrando por su cuello, dando suaves caricias en su espalda, en seguida se siente la calidez.

—Es nuestro último día en Alemania.

Y quisiera, solo por un segundo, tener el valor de decirle que no termine con este viaje, con lo libre que ambos nos hemos sentido, pero sé que esto no puede ser eterno, así como estoy enfrentando el querer entender mis sentimientos, así debo enfrentar que volveremos a nuestra realidad, esa es mi motivación para aprovechar todo el tiempo para entender mis sentimientos por mí mismo, antes de que todos los demás comiencen a querer opinar, y a confundirme, más de lo que ya estoy.

—¿Piensas levantarte? — unos cuantos quejidos más, y las puntas de sus dedos presionan mi escapula. Qué horror, tengo un problema, porque si la mañana acaba de comenzar, y ya me encuentro más feliz de lo que normalmente estoy, no quiero saber qué planeó para este día.

—Mmm... no, aún es temprano — depende de tu definición de temprano. Cierro los ojos, comienzo a hacer pequeños círculos en su espalda —. Max Knight...

—¿Qué? — cuando dice mi nombre completo, estoy seguro de que es algo que me avergonzará.

—Te amo — yo... creo que comienzo a sentirme mucho más feliz cada vez que lo escucho, me avergüenza, por supuesto, pero es aún más grande la emoción que siento al escucharlo.

—No, creo que esta vez, yo lo hago aún más — porque es solo para mí, y no puedo estar más confundido por eso —. ¿A cuántas personas se lo has dicho?

—Solo a ti, a quien amo, es a ti — se siente la leve exhalación, junto a una sonrisa —. Y acabo de despertar, soy consciente de lo que he dicho.

Lo que has hecho, es admitir, sin ningún tipo de duda, gracias a lo profundo que sueles dormir, que soy la primera y única persona a la que has amado, no tiene idea de lo feliz que me hace escucharlo, en especial porque, al separarse, la reacción que tiene es apartar un poco de su cabello, pero por más sonrojado que esté, ni siquiera intenta reparar sus palabras, solo se sienten las leves caricias de sus dedos en mi mejilla, me mira, como si fuese lo mejor que puede tener al despertar.

—Yo también, Darrell.

—¿También acabas de despertar?

—¡No, idiota, yo...! — oh, genial, de nuevo, el te amo ha quedado en medio de mi garganta. Lanzo un quejido —. También eres el único al que siento he amado.

Entiendo, desde hace un buen tiempo, que en verdad lo amo, este sentimiento es amor. Cierro mis ojos, lo más fuerte que puedo, porque es suficiente con mi estúpida risa saliendo sin control, con cada pequeño beso cubriendo mi rostro, su pierna, que ha sido reemplazada por ambas de sus manos, sosteniéndome por la cintura, y yo solo puedo aferrarme a su camiseta. Bien, lo acepto, me gustaría que cada mañana comenzara con esta linda imagen. Esta parte, se siente bien.

—¿Desde cuándo te alegra estar vivo?

—Lo hiciste sonar como si quisieras verme muriendo.

—¡De amor por mí! — en este momento, ni siquiera sé si me estoy riendo por su estupidez, o porque aún sigo en este infierno de vida —. ¿Vamos a disfrutar de nuestro último día aquí?

—Eso dependerá de lo que hayas hecho para mí.

—Oh, apuesto a que te gustará, es algo que decidimos hacer el primer día.

—No lo sé, hay muchas cosas que quiero hacer desde el primer día.

—¡Por Dios, Max Knight está coqueteando conmigo!

—¡Yo no estoy...! — ¿Lo estoy...? ¡No, ese tipo de cosas no van conmigo!

En seguida le aparto, y aunque intenta burlarse de mi exagerada reacción, nada le detiene de tomar el borde de la almohada, tratando de impedir nuestra improvisada guerra de almohadas, que termina en un gran grito, y él cayendo de la cama. ¡No estaba coqueteando! ¿Qué sé yo de eso? A mí... me daría mucha vergüenza hacerlo con él, es... mi mejor amigo, y yo...

—¡Oh, acabas de cometer un error!

¡Estoy deseando ganar esta guerra! Te levantaste con la persona que más te ama, y no puede estar más confundida por ti. Ni siquiera alcanza a ponerse de pie, vuelve a quejarse al golpearle con la almohada, y rio aún más fuerte al ver su cabello tan desordenado.

—¿Qué decías? — gira a verme, con terror, y niega varias veces.

—Preferiría ahorrarme el comentario en este país — ¡Oye, sé a qué te refieres! —. ¡Oh ven aquí!

¡Espera, agh!

Darrell... te odio, esa maldita almohada se sintió como golpear una pared. Levanto la mirada, ni siquiera puedo reponerme del golpe, y termino gritando cuando me toma de la cintura, me lleva sobre su hombro, como si no fuera mayor esfuerzo para él levantarme. Y lo peor de todo es que encuentro divertido esto, lo sé porque, al sostener su camiseta, para no caer, además de que estoy aterrado, comienzo a reír, es tan fácil reír si es algo que hace Darrell.

—¡Suéltame! — doy un par de golpes, que solo se vuelven un agarre más fuerte en mi cintura.

—¡Fue tu culpa despertarme! — es que no quería desperdiciar ni un solo segundo de nuestro último día.

—¡Hubieses dormido sin remordimiento!

Le conozco, pero la verdadera razón, es que no podía sentirme más desesperado por saber qué había preparado. Levanto la mirada al sentirle pasar el ventanal del balcón, en seguida se siente el frío atravesar todo mi cuerpo, por el viento de una lluvia que quizás pueda llegar más tarde, y no me importa, en lo más mínimo, porque al tocar el suelo con la punta de mis pies Darrell apoya su frente contra la mía, la calidez de su cuerpo es suficiente para olvidar el frío, y aún más, porque al dejarme caer contra la pared, sus manos se apoyan a mis costados, una sonrisa cruza sus labios al sentir mis dedos dar sutiles caricias en su clavícula.

Esta imagen, de la persona que más amo, frente al increíble panorama de la ciudad tras de él, además de encantarme hace que el estúpido amor se apodere de todo mi pecho, con la burla de que soy un idiota por apenas notarlo, y haberle llamado sentimiento sin nombre durante todo este tiempo. Sí, ahora que me encuentro más calmado, me siento engañado por mí mismo al no entenderlo, pero también agradezco el estar lo suficiente tranquilo para no comenzar una nueva pelea.

—Es una lástima que debamos irnos — créeme, es lo único que estuve pensando desde que desperté, y no estoy seguro de cómo sentirme —. Haremos algunas cosas antes de tomar nuestro vuelo, y lo haremos con tiempo.

—¡Hey, pude atravesarlo en veinte minutos! — debí romper algún record. Suspiro, y, ladeando una sonrisa, por fin dejo que nuestras miradas se encuentren —. Gracias.

—Sé que hice muchas cosas — ¡Y vaya forma petulante en que lo has dicho! Ruedo los ojos, parece dejar pasar un segundo, en medio de la intriga —. ¿Puedes ser más específico?

—Agradezco... que siempre haces lo que quieres, si no fueras tan decidido no habríamos tenido este maravilloso viaje — hago una pequeña línea con mi índice hasta el anillo, y sonrío —. Un buen recuerdo de Alemania era lo que necesitaba.

Aún faltan unas cuantas horas para que termine, pero con lo que hemos vivido es mucho más que suficiente, si cada vez que mencionen este lugar mi primer recuerdo es aquella noche en que entendí el sentimiento, creo que todo este viaje valió la pena. Muerdo mi labio inferior, agachando un poco mi cabeza cuando siento el sutil sonrojo en mis pómulos, aun es algo nuevo ser tan sincero con él, en especial cuando se siente natural el que aquellas palabras salgan de mis pensamientos, solo sé que me hace parecer como un idiota cuando levanta mi mirada con su índice en mi barbilla. Sí, el mejor sentido que se puede tener de ser el idiota más feliz de todo el planeta.

—De nada.

Ah, esa es una cosa que amo de él, presumido solo cuando necesita serlo. Niego, y ambos comenzamos a reír cuando sostengo su mano, para alejarle, es una agobiante sensación el nerviosismo que me provoca el amarle tanto, porque si esto hubiese pasado mucho antes de ayer, no me importaría los suaves toques de su cabello en mi mejilla, o que su respiración golpea mi rostro, porque sus labios están mucho más cerca de lo que pasa nuestro límite, y eso me agobia, pero también me gusta la mezcla de agradables sentimientos que tengo.

—Sera difícil acostumbrarme a no dormir contigo.

En seguida detengo mi risa, y muerdo mi labio inferior al darme cuenta que lo he dicho en voz alta, si es posible eso me avergüenza aún más, no se supone que todas las verdades fluyan tan fácil, ni siquiera deseo imaginar qué pasaría si sale por error lo confundido que estoy con mi sentimiento. Lanzo una exhalación, para poder observarle, por lo callado que está, solo me encuentro con su atención en el ventanal del balcón, y sonrío al ver las almohadas desordenadas, la mitad de cobija en el suelo.

Es lindo recordar nuestras estúpidas risas, e interminables conversaciones antes de dormir, el solo recordar lo idiota que se veía dándome toda la cobija, aunque él muriera de frío, me hace sentir la persona más amada del universo, podría decir que para mí es suficiente solo estar junto a él, porque sé que no pasará ni la duda por su cabeza al rodearme con sus brazos, un buenas noches susurrado en mi oído, un beso en mi mejilla. Tal vez quiera seguir durmiendo con él.

—Quédate en mi departamento — ah, bueno, eso...

—¿Qué?

Trago saliva, dejando caer mi mirada en él, impresionado por lo serio que parece al decirlo, y... porque es la primera vez que lo dice sin la connotación de solo pasar una noche, lo hace parecer como si quisiéramos vivir juntos. El café de sus ojos cae en mí, por lo notorio que tiemblan mis manos sobre su clavícula, y al instante agacho mi cabeza. Ah, no lo sé, es... claro que pasamos varios días juntos en el hotel, pero es muy diferente si decido pasar más de un día con él, Darrell lo ha hecho varias veces, el máximo ha sido tres días, no es más de lo que hemos estado aquí.

—¡Ah, lo que quiero decir...! — para hacerlo más vergonzoso entre ambos, ahora es quien tiene el sonrojo más intenso de los dos —. Al menos, hasta que Sophie decida volver a su casa.

Aunque intente corregirlo, ya se percibe un poco incómoda la situación. Asiento, pues no es como si me moleste su invitación, de vez en cuando me gustaría ser yo quien pase la noche en su lugar, solo... tendré que tener un poco más de valor cuando decida que será así, un pijama y mi cepillo de dientes será suficiente. Pero ahora, prefiero concentrarme en lo que realmente me importa, porque el vuelo de doce horas, se pasará entre la música de mi reproductor, su mano sosteniendo la mía, con nuestros dedos entrelazados, y una ocasional inclinación hacia él, para abrazarle cuando se sienta mareado.

—Bueno, no he hablado con ella, quizás ya lo hizo — no puedo olvidar que tengo dos seres femeninos dependiendo de mi existencia, por extraño que parezca —. Y no me gustaría dejar a Laura sola.

—Ya lo sabes, si te cansas de estar con ambas chicas, tienes las llaves de mi departamento.

Las llaves de su departamento tienen un lugar especial en mi bolsillo, colgando de la cadena que tiene una estrella. Se aleja, solo un poco, y se ve por completo hermoso con sus brazos cruzados sobre su pecho, esa sonrisa de superioridad en sus labios, junto al estúpido movimiento que tiene con su cabello cuando cae sobre sus ojos. Está bien, quizás... me guste demasiado esta imagen, y aún más la forma divertida en que levanta una de sus cejas al notar la leve mordida a mi labio inferior. Ojalá todo esto fuera una insinuación a algo más.

—¿Pasa algo? — ah, joder, la forma en que lo hice no se sintió para nada normal.

—No, solo necesitamos organizar algunas cosas — comenzaré a preguntarme si Darrell me ignora, o, en verdad, ni siquiera nota mis deslices —. Y podremos irnos del hotel.

¿Estará en mi cabeza el intento de coqueteo? No, debo estarlo imaginando, yo no suelo hacerlo, no es como que haya tenido muchas oportunidades de hacerlo.

—Vale, guardaré mi ropa en la mochila.

—¿Estás bien? De la nada, pareces haberte desanimado — ladeo una sonrisa. Ansioso, y un poco asustado, pero nunca decaído de estar junto a él.

—Lo estoy. ¡No sigamos perdiendo el tiempo!

Ni siquiera duda en reír cuando corro dentro de la habitación, mi emoción se nota a la distancia al tomar la almohada sobre la cama, que termina por ser lo que también toma él, no con la intención de continuar con la guerra, sino para aferrarse al otro extremo, se siente la sonrisa de burla sobre mi frente al intentar sostenerme de su camiseta, para no caer sobre él, y un intenso sonrojo marca mi rostro por sus manos dando leves caricias en mi mejilla, antes de verle guiñar un ojo, desaparece por la puerta del baño. Y solo en ese momento ahogo el grito, presionando lo más fuerte que puedo mi cabeza contra la almohada, con una estúpida sonrisa que no puedo borrar por más que lo intento, un vergonzoso salto, el abrazar la almohada al levantar mi mirada, lo ridículo que debió notarse el brillo en mis ojos.

Darrell, realmente te amo, demasiado.

Me da la impresión de que hoy será un buen día. Suspiro, lanzando la almohada sobre la cama, más emocionado de lo que me gustaría, para poder tomar mi mochila, busco entre esta algo de ropa limpia, no me gustaría que Darrell salga mucho antes de lo que yo tardo cambiándome, y es estúpido esperar a que él salga, de todos modos, ya me siento lo suficientemente ansioso como para esperar. Me quejo al golpear el costado de la cama, buscando mis zapatillas, atando las agujetas en un pésimo nudo, ni siquiera me importa si estoy metiendo a la fuerza el pijama en mi mochila, o si parezco alguien que huye con desesperación de una escena del crimen, no es como que Darrell tenga más equipaje que yo, sé que solo debe tener la guía, algo de ropa, y su pasaporte. ¡Ah, es cierto, mi celular! Al final no fue tan importante como yo lo creía, ya después le pediré que me envié las fotografías y videos.

—Eh... ¿Max? — ¡Ugh!

¿Estoy actuando tan raro? Levanto la mirada, apenas revolviendo algo de mi cabello al sentir el leve rozar de su chaqueta, para llamar mi atención, y no puedo evitar reír al notar que estoy arrodillando en el suelo, por completo hecho desastre al querer vestirme deprisa, mi mochila cuelga de uno de mis hombros. Bien sé que debo estar avergonzarme yo solo.

—¿Qué sucede? — y no puedo evitar amarlo mucho más al ver la pequeña sonrisa en sus labios, que intenta ocultar con la manga de la chaqueta.

—¿Tanto quieres mi atención?

—¡Tú no puedes ser más idiota! — y cuando pensaba que este día iba a ser maravilloso.

Ruedo los ojos, y por más que intente demostrar lo molesto que estoy por su estúpida oración, la seriedad que intento transmitir no puede verse más falsa por la leve sonrisa, lo fácil que ha late mi corazón al verle inclinarse hacia mí, me extiende una de sus manos, como todo el caballero que es. Algo egocéntrico, demasiado narcisista, y aunque se quiera convencer a si mismo de que no es perfecto, está bien, porque lo único que a mí me importa, es que él es todo lo que yo más amo.

—Tú eres la única persona, en todo el universo, que nunca tendrá que rogar por mi atención.

Y no puedo estar más feliz de escucharlo, porque, al tomarle de la mano, sin dudar un segundo mi cuerpo se levanta más rápido de lo que mi cerebro puede reaccionar, solo termino por sonrojarme, de la forma más humillante, al encontrarme de puntillas, un pequeño espacio de la estúpida decisión de querer besarle, y de que todo mi cuerpo comience a temblar, pero, lo que más me avergüenza, es la sutil caricia en mi mano antes de entrelazar nuestros dedos, el pequeño sobresalto al cerrar la distancia, con un golpe de su frente contra la mía, como si con una sola mirada fuera capaz de preguntarme qué rayos acaba de suceder, y, al mismo tiempo, solo puedo notar toda la burla que trata de contener.

—Lo siento, creo que casi caigo — la excusa más patética que puedo pensar en el momento. En seguida aparto mi mano, no puedo disimular lo aterrorizado que estoy —. ¿Ya organizaste tus cosas?

—No es como si tuviera demasiadas — lo sé. Me sonríe, y tomando su propia mochila, señala la puerta —. Es suficiente, podemos irnos.

Ni siquiera espera a que me tranquilice, porque es lo que necesito, comienza a caminar hacia la puerta de la habitación, para salir. Solo en ese momento, y aunque mis manos temblaban demasiado, puedo organizar los botones de mi camisa, que están por completo desordenados. Si comienzo a preocuparme por todo aquello que diga y haga, estaré demasiado nervioso todo el día, y no es lo que quiero, entender mis sentimientos es lo que espero tener el valor para hacer.

Suspiro, tomando con fuerza las correas de mi mochila, y no puedo evitar sonreír al salir de la habitación, porque, como siempre, Darrell detiene la puerta del ascensor para esperarme. Y como si fuese algo que no puedo controlar, solo termino por correr hacia él, no duda ni un segundo en sostenerme entre sus brazos, parece un poco impresionado por mi risa, y porque soy yo quien dejo caer mi frente contra la suya, sin importarme qué tan notorio fuera la felicidad reflejada en mis ojos.

Y por un momento, solo por un pequeño instante, no se sintió como un error el querer pensar que podría estar enamorado de él.

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Dejo mi mochila en el asiento trasero del auto, y me deshago del cinturón de seguridad en cuanto se detiene. La primera parada que ha decidido Darrell, por extraño que parezca, es la oficina de correo de la ciudad, algo tan simple y que me emociona, se ve tan bello cargando todo lo que hemos comprado, pues es claro que no podremos llevarle en el avión, pero lo que me hace sonreír es todas las cosas que compramos, que sin saber cómo, terminamos recolectando en nuestro viaje. Ahora no puedo esperar a saber qué tiene planeado para todo esto cuando lleguemos.

Darrell me sonríe, esa que es especialmente bella, sin necesidad de una palabra más, me tomo la responsabilidad de ser quien consiga algo de información, mientras él busca un lugar para sentarnos, me acerco a la chica del mostrador, tras una pequeña fila de tres personas me extiende una tarjeta con nuestro número de envío, una caja de cartón, y los datos que debemos llenar para enviarle a nuestro país. Le agradezco, y me sorprendo a mí mismo de haberlo hecho con una sonrisa, supongo que la amabilidad del castaño es contagiosa.

Observo el lugar, sosteniendo con un poco de nerviosismo la tarjeta autoadhesiva, no es una actividad fuera de lo normal, pero me hace sentir único, no puedo controlar los destellos de calidez que se acumulan en mi pecho, y... esta parte que incluye el amarle, es algo que puedo aceptar, no me siento incómodo, ni mucho menos traicionado por mí mismo, es agradable reconocer algo de lo que me sucede, no tener que armar un conflicto interno.

Solo suspiro, encontrándole casi en seguida, como acostumbramos un poco más alejado que el resto de las personas, es algo que me causa tranquilidad, y lo es aún más al sentarme junto a él, tan cerca como mis traumas me lo permiten, escapa una leve risilla al sentir el beso en mi mejilla, las puntas de sus dedos rozando las mías al tomar la caja.

—Gracias — está bien, me gusta hacer cosas por ti. Me encojo aún más en el asiento, espero que no note mi sonrisa —. ¿Podrías llenar la tarjeta?

—No hay problema — tomo el marcador que hay sobre la mesa, por lo menos esta vez no me tiemblan los brazos.

—Recuerda poner la dirección de mi departamento.

—¿Y por qué no el mío? — por un momento me mira, sorprendido, pero luego solo sonríe, un sutil empujón en mi costado.

—Porque sé que todos van al tuyo, y no me sorprendería que cualquiera de nuestros amigos le abriera, sin siquiera preguntar.

Tiene razón, y no quisiera que esto termine siendo criticado por alguno de ellos, yo no necesito que los pensamientos de alguien más me hagan cambiar de opinión, este viaje, sin importar cómo termine, fue perfecto y así es como le quiero recordar.

Lanzo un quejido, por todo el amor que he sentido con esa frase, y el primer espacio que lleno de la tarjeta es la dirección y número de su departamento, como si después de dos años no estuviera marcado en mi memoria. Darrell solo sonríe, como si no pudiera controlar el burlarse al verme haciéndolo, y yo no me puedo sentir más manipulado mentalmente.

—¿Esa caja está bien? Le dije a la chica que no llevábamos muchas cosas — asiente, abriendo la parte de arriba.

—Lo es, estaré tan ansioso hasta el día que llegue.

Oh, créeme, yo también, estoy desesperado por saber qué haremos con todo esto. Me inclino hacia él, sonriendo al ver nuestra caja de madera, que ocupa casi la mitad del envío, la pintura para Isaac, que seguro amará, la nuestra, y en seguida recuerdo el corazón que Darrell llevó consigo todo un día, las semillas del jardín botánico, no me es muy difícil saber que tendremos nuestra primera planta juntos, y eso me hace sonreír, como el gran idiota que soy, en especial por todos estos sentimientos cálidos que tengo hacia él.

—Hey, parece que hice una buena elección de caja — fue espacio suficiente. Ladeo una sonrisa al verle orgulloso de que, cada día, y poco a poco, parece que tomo mejores decisiones.

—Espera, falta algo.

Quizás pensé demasiado rápido. Comienza a buscar algo en su mochila, y al dejar caer mi mirada por encima de sus hombros, creo que mi sonrojo, junto al sonido de exclamación, salen involuntarios al ver los tres narcisos que le regalé, envueltos suavemente en un pedazo de papel. Y por más impresionado que estoy, no puedo evitar sonreír, o la estúpida sensación en mi garganta de querer llorar, de felicidad.

—¿Las guardaste? Pensé que las habías botado — me mira, como si acabara de decir una idiotez.

—No lo haría, son las primeras flores que me has regalado, las guardaré por toda mi vida.

Estoy... tan seguro de que amo a esta persona, porque no se siente igual a nada de lo que haya sentido antes, es tan diferente, mucho más fuerte, comienzo a creer que aquello por lo que he estado asustado desde ayer... podría ser cierto. Suspiro, aferrándome a las mangas de mi camisa, la felicidad invade mi cuerpo al verle guardarles en la caja, de la forma más cuidadosa posible.

Creo que nadie, nunca, ha amado tanto algo que yo haya hecho, y fue algo tan simple como regalar flores, cualquier persona pudo hacerlo, pero voy a terminar por convencerme de que es más especial de lo que yo lo quiero creer. Darrell me observa, solo por un momento, y termina por sonreír cuando desvío la mirada, mi mano se aferra a su muñeca.

Bueno, es claro que no voy a dejar de sentirme tan ansioso por todo esto, así es como me he sentido durante un tiempo.

—¿Qué sucede? — es solo... que me pregunto desde cuándo me siento así.

Él siempre ha sido la mejor persona de toda mi vida. ¿Por qué ahora me siento diferente?

—¿Tú crees que algo ha cambiado en mí — ¿Tal vez soy yo quien cree en este amor, y por eso estoy confundido?

Por Dios, si estoy confundido ese realmente es un problema más grande del que creía. Mi mano comienza a temblar al sentir la de Darrell caer en la mía, un estúpido cosquilleo sube por mi brazo por lo lento que sus dedos acarician el dorso de mi mano, me hace sentir nervioso la sutil curvatura en la comisura de sus labios. Y no me sentiría así si no hubiese hecho del momento uno más de lo que no entiendo.

—Por supuesto que has cambiado, y no me refiero a que pasaste de querer matarme con unas tijeras, a pensar que soy un príncipe — pero, si lo dice con una voz tan tierna, es claro que me avergonzaré, en especial porque si habla con tanto cuidado, no dudaré de lo que dice —. Cambiaste porque todo lo que estaba a tu alrededor, también lo hizo. ¿No te gusta?

Yo... no lo sé. Es extraño pensar que ahora me siento atraído por él, solo porque estoy en un momento de mi vida que me agrada, porque estoy lejos de sentirme solo, de nuevo.

—Sí, está bien — pero creo que eso, no tiene nada que ver con mis sentimientos.

—¿No era lo que querías escuchar? — no, para nada, pero no le puedo culpar, porque él no sabe de lo que estoy hablando.

—Creo que hoy no necesitamos tener una conversación tan profunda.

Ya podré entender mis sentimientos, no quiero que él lo deduzca de algún desliz en la conversación. Levanta una ceja, parece confundido por mi última respuesta, pero antes de que si quiera una palabra salga de su boca, le interrumpo preguntándole si necesitamos guardar algo más en la caja. No creo que sea el momento, ni el lugar, para alguna conversación, ya tengo suficiente con las miradas ocasionales que algunas personas nos están dando.

Sonrío, extendiéndole el marcador, para poder poner en el costado de la caja la tarjeta adhesiva, Darrell solo necesita que deje de observarle por unos segundos para comenzar a dibujar una estrella en la caja.

—No deberías hacer eso — lanza un quejido, pero, maldición, no hay quien se resista a esos bellos ojos.

—Nadie lo sabrá — literalmente, está en la parte más visible de la caja. Suspiro, cuando comienza a ser obstinado, no hay quien le detenga —. Es nuestra caja, y quiero que sea diferente a las demás.

—¿Me puedes recordar por qué siempre dejo que hagas lo que quieres?

—La principal, es porque me amas — me gustaría poder negar eso, pero creo que todo el universo ya lo sabe. Ruedo los ojos, sintiendo el sonrojo al verle inclinarse hacia mí, la hermosa forma en que se curvean sus labios —. La segunda, es que tú no resistes mi sonrisa.

—Por favor, yo no... — ¿Estoy desesperado por esos labios? Ni siquiera soy capaz de creerme mis palabras.

—Y tal vez mi cuerpo, pero haré de cuenta que nunca lo he notado — Dios. ¿Soy tan fácil de leer? Esto es humillante. Levanto mi cabeza en el preciso instante en que él también lo hace, pues termina de dibujar la estrella, estoy seguro de que mi rostro es un caos con mi sonrojo —. Yo también me siento igual.

—¿Acerca de mi cuerpo? — y el marcador cae de sus manos con un leve golpe en la mesa, un sonrojo mucho más intenso que el mío.

—¡No, yo hablo...! — oh, conozco esa reacción, también las tengo. Ladeo un poco mi sonrisa, pero él solo rueda los ojos —. ¡De que también te amo! Qué fácil eres, Max, no deberías dar tu cuerpo así.

¡Oye, no le doy la oportunidad a cualquiera, podrías ser mi tercero!

Oh, Dios, eso se sintió tan mal en mi cabeza. Lanzo un quejido, empujándole por el costado, sin importar que tan sonrojados estemos ambos, o que hemos pensado al instante que queremos tomar la mano del otro, es más agradable cuando reímos al mismo tiempo. Sí, puede que dibujar la estrella sea algo infantil, pero me gusta la forma en que todo lo hace ver especial, al menos, así lo siento para mí, además... como sea, si quiero ser positivo, la tercera es la vencida, y sí que quiero estar vencido en esa tercera.

—¿Estás pensando en algo que no deberías hacer conmigo? — no sería la primera vez que lo hago. Me levanto del asiento, halándole de la mano.

—Podría ser sincero — más no idiota, si lo digo, me molestará el resto de mi vida —. También sería mejor si nos vamos. ¿Quieres pasar lo poco de día en este lugar?

Parece que ni siquiera se convence de lo que digo, pero lo que más le importa es que tengamos la pequeña experiencia que ha planeado con tan poco tiempo. Toma la caja, con una gran sonrisa se dirige a la chica, que por un segundo le observa como preguntándose de dónde salió la estrella, no es nada que el castaño no pueda arreglar con un sutil movimiento de cabello, y su hermosa voz pidiendo que le ignore. Y solo eso es suficiente para que le den el número de envío.

Estoy tan acostumbrado a ver esto, que ya ni me quejo. Darrell me sonríe, y tras guardar el pedazo de papel entre las hojas de la guía turística me extiende su mano, que no dudo en tomar. Esta pequeña distracción sí que me ha gustado. Al salir del lugar lo primero que hago es levantar la mirada, porque el cielo ahora está un poco más oscuro de lo que estuvo en la mañana, las nubes grises parecen haberse movido un poco desde la montaña.

—Espero que eso no arruine nuestros planes... — bueno, generalmente, eso significa que lloverá.

—No lo harán, cuando suceda, tal vez ya estemos en el avión — me sonríe, porque, por extraño que parezca, soy yo quien le hace sentir mejor.

Solo espero que lo que haya dicho, sea cierto, porque de que llueve en Alemania, llueve. Y que eso en verdad no arruine sus planes. Muerdo mi labio inferior, observando una vez más el cielo, no se ve tan oscuro, puede que tengamos algo de tiempo. Solo termino por halarle de la mano, para seguir nuestro camino, sé que así dejará de preocuparse, pero le encuentro con su atención muy lejos de mí.

—Max, puedes decir que estoy algo loco — esa no sería una palabra que utilizaría para describirle. Levanto una ceja al señalar su costado —. Pero creo que deberíamos llevarle algo a los demás, aunque sea pequeño.

En seguida mi mirada se ilumina. Oh, eso se ve como algo perfecto. Sonrío, es notoria la emoción que me produce, por lo que, y burlándose de mí, peleamos un poco por entrar, solo porque se quiere reír aún más de mí, pero con una caricia en mi mejilla y un beso en mi frente, termina cediendo, y entramos en el establecimiento junto a la oficina de correo, aunque haya varios regalos de recuerdo, porque es un lugar turístico, camino directo a todas las postales en el exhibidor. Se ven hermosas, esto es algo que definitivamente le gustaría a Sophie y a Laura.

—Hey, el primer lugar que visitamos — Darrell toma la postal, y sonríe al ver la bella imagen del palacio de Nymphenburg.

—¿Ese fue un buen día, eh? — ladea un poco su cabeza, parece totalmente decepcionado al suspirar.

—Nunca pensé que dejar ir a un hijo fuera tan doloroso — por favor, era un pato, y ni siquiera era nuestro, pero... sí, supongo que fue un poco triste —. Espero que Noah siempre nos recuerde.

—Mientras duró, fuimos buenos padres — aparta una lágrima imaginaria, y no sé si reír, pero sé que se gana el empujón en su hombro.

—Mira, hay tantos lugares a los que no fuimos — apenas susurra al ver todas las postales.

—Podemos volver, Múnich no desaparecerá mañana — asiente, y no me sorprendería que ya esté pensando en esta supuesta próxima vez.

—Bien, elige unas cuantas, y... — al instante me sobresalta el fuerte golpe de su mano en el exhibidor, el leve sonrojo en sus pómulos —. ¡No mires esa, ahí es donde iremos!

—¡Déjame verla!

Rueda los ojos, y sin siquiera esperarme toma la última, por más que intento detenerle de la chaqueta siempre me gana en fuerza, y se dirige al chico del mostrador, para poder pagarle. Sonrío, por lo asustado que se ve, y dejo caer mi mirada en las demás postales, por alguna razón me hace sentir feliz el escoger algunas para mis... amigos, sí, eso es lo que son, y gracias a esas personas es que todo ahora se ve un poco mejor de lo que creía mi vida era hace un par de años.

Me alegra demasiado tener a esas personas, aunque la mayoría del tiempo siempre cuestionen mis decisiones, las situaciones sean un drama entre todos, pero... se preocupan por mí, y eso, es mejor que cualquier otra cosa, porque son las pocas personas que realmente han encontrado en mi más que un desastre.

—¡Darrell, amo a nuestros malditos amigos!

—¡Al único que amas a es a mí, a los demás solo los quieres! — pensándolo mejor, ellos me hacen sentir mejor que el castaño.

Y con todo el enredo de no entender mis sentimientos, le van ganando con buena ventaja.

Levanto un poco la mirada, una suave sonrisa se marca en mis labios al verle hablar con el chico, se nota por lo bajo que le está hablando de mi al preguntarle quien soy, y no puede dejar de sonreír mientras lo hace. Bueno, en primera, me gusta que hable de mi de esa forma, sus ojos realmente parecen brillar, en segunda, cómo no sentirse tan confundido cuando la mejor persona del universo se expresa como si yo fuese una estúpida maravilla del mundo, y soy un asco.

Qué problema, así solo me confundiré aún más.

Detiene sus palabras al dejar las postales en el mostrador, solo me sonríe, dejando en claro que todas las que elegí son hermosas. Bueno, Darrell, si alguien se atreviera a pensar un poco más qué sucede entre los dos, estoy seguro de que estaría mucho más confundido que yo. Porque, en lo que respecta a mí, el amor comienza a darme una pequeña pista de lo que me sucede.

—Graham — toma entre sus maños el sobre con las postales, y me sonríe.

—¿Qué? — y... tiene razón, yo realmente, amo esa sonrisa.

—Ese será mi apellido en unos años — con un poco de suerte, y si logro que me ame lo suficiente. Levanta una ceja —. Y después, no podrás quejarte.

—No lo haré, lo prometo, mientras alguien lo diga en un altar — y en seguida me sonrojo. Bueno, no debería hacerlo, así tendré su apellido —. ¿Entonces, seré alemán?

—¡Lo único que quieres es la maldita nacionalidad!

De alemán, tienes muy poco. Ruedo los ojos, pero eso no impide que termine por rodear mis hombros en un abrazo, que nada tiene de cuidadoso, es una mezcla de risas y unos cuantos besos sobre mi mejilla, el pésimo intento de salir del lugar sin llamar la atención, o sentirme tan feliz.

Una vez, poco después de conocerle, Darrell me preguntó qué tipo de persona me gustaría en un novio, sin pensarlo mucho le dije que me gustaría alguien más alto que yo, de hermosos ojos cafés, alguien gentil, pero, sobre todo, que pudiera hacerme sentir que mi vida no había sido tan solitaria, que algo llegaría, y que podría hacerle valer la pena.

En ese momento, no tenía idea de que estaba describiendo a alguien como él.

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—¿Me prometes que no estás espiando? — en seguida sonrío, además de que estoy algo avergonzado.

—Sí, hasta tengo los ojos cerrados.

Claro que él no lo puede ver, porque también me hace cubrir mi rosto con mis manos. Dudo un poco, pero sigo caminando, no solo porque hemos llegado al lugar que Darrell estuvo pensando en la noche, mientras veía algunas páginas de la guía, sino porque me aterroriza caer, aunque en mi cintura estén aferradas sus manos, y guía, con cuidado, cada paso que doy.

Factor sorpresa, y eso, al mismo tiempo, me emociona. De lo único que estoy seguro es que no se escuchan personas muy cerca de nosotros, podemos caminar con facilidad, además, hay una fuerte brisa fría, tal vez debido a que lloverá en un rato, y eso me suena a un lugar en el exterior, también que es claro que estoy caminando por un camino de césped, sería fácil reconocer el piso si estuviésemos en algún edificio de la ciudad. Muerdo mi labio inferior, me siento por completo ansioso, más aún porque se siente su cálido cuerpo contra el mío, su sonrisa en una de mis mejillas.

Bueno, tampoco me molestaría quedarme en este lugar.

—Espera... un segundo — se aparta, no sin antes asegurarse de que no me mataré con mi estupidez. Ugh, Darrell, lo que sea que estés haciendo, hazlo rápido —. Bien, puedes abrir tus ojos.

Los froto un poco, pues ha pasado varios minutos guiándome por el lugar, y no puedo evitar soltar un sonido de emoción al ver el gran jardín verde frente a nosotros, todos los grandes árboles, y el camino histórico. Dios, lo detesto, nunca llegará el día en que Darrell tome una mala decisión. Giro a verle, sonriendo aún más al notarle sosteniendo una cesta, y sé a qué se estaba refiriendo cuando dijo que era algo que pudimos haber hecho el primer día.

—¡Englishcher garten! — ladea un poco su cabeza, una bella sonrisa se forma en sus labios. Un día de campo en el jardín ingles de Múnich.

Y, por si fuera poco, esa bella imagen de su emoción y la tierna forma en que sostiene la cesta, me hace amarlo aún más. Joder, realmente detesto cuando lo hace, en especial porque hoy ha sido el día que destiné para entender qué clase de amor siento por él.

—Pensé que te gustaría una calmada caminata, antes de pasar doce horas sentados en un avión.

Yo pensaba pasar doce horas abrazándote en un avión, pero esto sí que es mucho más hermoso de lo que había imaginado. Una pequeña sombra de sonrojo carmesí atraviesa sus pómulos, pero no deja de sonreír, ni siquiera al sentir mis manos en sus mejillas, las suaves caricias de las puntas de mis dedos en la comisura de sus labios. Pudimos habernos quedado sentados lo que nos quedaba de día en el balcón del hotel, comiendo, o solo viendo la ciudad, y para mi hubiese sido perfecto.

—Me gustan tus sonrojos — particularmente, si es uno que he provocado yo. Suspira, en seguida se nota el destello en su mirada.

—¿Son lindos, cierto? — aunque, a veces, tratar con un narcisista es complicado. Ruedo los ojos —. ¿Qué deseas hacer primero?

—Podríamos caminar un poco, hasta encontrar nuestro lugar ideal para el día de campo.

Asiente, al instante toma mi mano, y comenzamos a caminar por el recorrido marcado a la orilla del rio. Darrell ha sabido escoger cada uno de los lugares que hemos visitado, este, en particular, es uno que siempre quise conocer, recuerdo haberle visto en algunas revistas de jardinería que había en casa cuando era niño, siempre pensé que estar en un lugar tan grande, que se veía como un poco de felicidad contenida en un jardín, debía sentirse como libertad.

Ahora parece que será recordado como un lugar hermoso, en compañía de la persona que más amo en mi vida. Sonrío, dejando caer mi cabeza en su hombro, una parte agradable que trae consigo el hecho de que lloverá es que algunas personas no desean mojarse, eso hace que no esté tan repleto, se siente como si todo este lugar fuese solo para ambos.

—¡Darrell, adoro este lugar, me sorprende que tú...! — ¡Estés tomando fotografías cuando apenas acabamos de llegar, y sin darme cuenta! Le observo, impresionado, pero él solo parece detenerse, por un segundo, antes de tomar una fotografía a mi rostro indignado.

—¿Qué sucede? Saliste súper guapo, sin embargo.

—¡Es porque...! — espera, acaba de decir que soy súper guapo, y me acabo sonrojo por tal estupidez —. Eso no es cierto.

—Sé que algún día superarás tu complejo de...

—Una palabra más, y tomarás ese vuelo solo — su oración queda a la mitad, porque sabe que puedo hacerlo —. Muy bien, qué precavido.

—Me siento amenazado — no, te sientes advertido, y eso no me hace traidor —. Complejo de inferioridad.

—¡Darrell! — le empujo por el costado, lo más fuerte que puedo. Al instante se queja —. ¡Solo tómale fotografías al maldito paisaje!

—¡Pero qué encantador rubio, aunque todos aquí lo sean! — ¡Eso no es cierto! Tengo que llevarle a partes más variadas de Alemania la próxima vez que vengamos —. Oh, vamos, eres lo más importante que tengo aquí, y así quiero recordarlo.

Y yo no quiero sentir que con algo tan... tierno, me ha conquistado. Me aferro al borde de mi camisa, sonrojándome cuando se inclina hacia mí, un estúpido pestañeo, que me hace suspirar. Bien, él puede ser todo un idiota, pero sí que sabe cómo ganarse el aprecio de los demás. Le aparto con un sutil golpe en su pecho, que forma una sonrisa en mis labios, es tan notorio que logra quitarme el enojo con unas simples palabras, pero está bien, estaría más ansioso si no fuese de esta manera.

—Soy lo más importante en toda tu vida.

Por un segundo ladea su cabeza, confundido. Claro, él puede responder una cosa totalmente egoísta, pero si yo lo hago, no lo entiende. Desvío la mirada, me siento por completo avergonzado al sentir sus manos acariciando mis mejillas, el amor, como siempre, provocando todo un caos cálido en mi pecho con el leve toque de su frente contra la mía, su melodiosa risa.

—Sí, lo eres — era un comentario en burla, pero se lo ha tomado personal. Levanto un poco la mirada, en seguida se encuentra con la mía —. Quizás no el primero, pero el segundo pensamiento que tuve, fue que quería protegerte, y creo que hago un buen trabajo.

Es un príncipe, y el universo no tiene idea de cuánto quiero luchar para que sea el mío.

—¡Dios, cuánto odio que digas esas cosas! — bueno, comienzo a sentirme ridículo con todo esto.

—Puedo intentar sacarte un te amo de los labios — ¡No, gracias!

Cuando esté preparado, saldrá sin provocaciones, y sin duda. Trago saliva, sin poder reaccionar termino empujándole por el pecho, está demasiado cerca, eso me pone nervioso, en especial porque quiero llevar con calma y entender el sentimiento. Lanzo un quejido, tomándole de la mano, con un susurro me disculpo, pero termina en una sonrisa después de tantos besos en mi mejilla, la respuesta de que no debo preocuparme, y... bueno, detesto saber que esto, no es un sentimiento normal.

—¿No tomarás más fotografías?

Su rostro cambia a la felicidad, y más tardo en rodar los ojos que él en volverlas a tomar, y un suave sonrojo aparece en sus mejillas al verme sonreír, solo porque quiero demostrarle cuanto agradezco tener tantos buenos recuerdos, todos con él. Todo esto lo recordaré el resto de mi vida, y espero que en cada una de las fotografías que ha tomado, se pueda ver.

Continuo por el camino, Darrell en seguida extiende una de sus manos al ver mis intenciones de subir a un pequeño muro que rodea el camino, y aunque mi equilibrio no sea el mejor me sostiene tan fuerte, que es imposible que me caiga.

—¿Qué te parece si hacemos una banal conversación? — mientras encontramos nuestro lugar indicado, me parece perfecto —. ¿Quisieras maní en el vuelo?

—¿De qué película sacaste eso? — creo que hemos subido estándares desde entonces. Levanto una ceja —. A mí me gustan más las almendras.

—No hay quien te quite esos malditos gustos de niño rico.

—Como si tú tampoco hubieses nacido con una cuchara de plata en la boca.

—Apuesto a que la tuya era de oro.

—Y con esmeraldas, los diamantes son muy comunes — rueda los ojos, ambas de sus manos me ayudan a cruzar un espacio en el muro —. ¿Podemos tener una nutria mascota?

—No creo que sea buena idea sacarlas de su hábitat natural — y lo dice como todo un biólogo marino, pero parecía que no sabía nada en el acuario.

—¿Y por qué los japoneses si pueden tenerlas?

—Porque tú eres alemán — yo no puedo contradecir ese argumento. Entrecierro los ojos, pero suspiro, creo que esa no será nuestra futura mascota —. Vamos juntos a cine.

—¿Nunca hemos ido? — no, por supuesto que no, apostaría a que nos pasaríamos toda la película besándonos —. ¡Oh, no, tengo una mejor idea, siempre he querido hacer patinaje sobre hielo!

—Por favor, te caerías sin haber avanzado un centímetro — ¡Eso no es cierto! Se queja al golpearle un costado con mi pierna.

—Con los pésimos reflejos que estás teniendo, no me sorprendería encontrarme en el suelo.

—¿Sabes? Ese comentario fue hiriente, es cierto lo que dicen los demás — no digas eso, nunca nos ha importado... lo que siempre critican de mí, es demasiado doloroso de escuchar —. Una vez hice discutí con una chica por decir algo así.

—¿Qué? — pero solo sonríe, de la nada, me abraza, su sonrisa es por completo... maliciosa.

—Habló mal de ti — oh, muy bien, necesitas ir a psicólogo, solo por esa razón nos quedaríamos sin personas en todo el edificio —. No me agradaba del todo.

—Si yo me deshiciera de todas las personas que solo hablan de lo guapo que eres, no existiría la raza humana, porque hasta tú dices que eres guapo.

—Moriríamos por una buena causa — tristemente, creo que sería la mejor de todas —. Yo moriría por ti, Max.

—¿Por qué lo haces sonar tan mal? — cierra sus ojos, y por increíble que parezca eso significa que quiere un beso en su frente.

Termino por suspirar, pero una sonrisa se forma en mis labios al besarle. Como sea, las conversaciones sin sentido son las que mejor se nos dan. Levanto la mirada, no solo porque él también lo hace, sino porque hemos llegado a una parte en que hay varias personas, en seguida reconozco el lugar, aunque Darrell solo toma más fuerte mi mano, para ayudarme a bajar del muro, la curiosidad se marca en su mirada. Paso entre algunas personas, sentadas a la orilla del rio junto a la intersección del camino, me alegra ver el semblante confundido del castaño, eso significa que aún hay cosas que no sabe del lugar que escogió.

—Eisbach.

—¿Sabes qué me sorprende de este lugar?

Solo por un momento deja la cesta junto a un árbol cerca del rio, me sostiene de la cintura para que yo también este lo más cerca que pueda de él. Un pequeño descanso, o lo que es mejor, una sonrisa se forma en sus labios cuando me mira de reojo, un suave chasquido con su lengua, como si lo que estuviera viendo fuera por completo extraño.

—Los alemanes son los únicos que hacen surf en un rio en medio de la ciudad — ¡Oh, Darrell, para eso sirve Eisbach! La costa está en más cerca de Hamburgo.

Ruedo los ojos, y luego dejo caer mi atención en el hermoso chico intentando mantener el equilibrio en la tabla de surf, mientras parece divertirse con un grupo de amigos. Se ve lindo, creo que podría quedarme aquí admirándole un rato, y tiene lindas piernas.

—Oh, no es tan horrible — al instante lanza una risa de burla.

—Yo también podría hacerlo — ni siquiera dudo en tomarle de la camisa, aterrorizado.

—No, lo tuyo solo es lucir hermoso.

—¡Hey, hubo un tiempo en que hacia tiro con arco! — eso fue hace más de cuatro años, y no me gustaría tener la desgracia de una flecha atravesando mi cabeza —. ¿No me crees?

—Yo te creo, es solo que... — entrecierra los ojos al sentir la caricia en su pecho —. Los deportes no son lo tuyo.

—¡Eso no es cierto! — oh, chico hermoso, no puedes ser perfecto en todo, pasamos varios días en el hotel, te escuché cantar en la ducha, y llegué a creer que no todos los príncipes pueden cantar —. Cuando volvamos a casa, te lo demostraré.

Hace un puchero, que solo dura unos cuantos segundos antes de tomar la cesta, y comienza a alejarse del lugar. Oh... y justo cuando el chico más lindo intentaría surfear, pero su orgullo es más fuerte que el viaje. Suspiro, corriendo un poco para alcanzarle, pero además de un puchero parece que solo no le gusta escuchar las cosas en las que es claro no es del todo perfecto, pero no es nada que no se pueda arreglar con mi mano tomando la suya, un beso en su mejilla.

—Darrell, hay muchas otras cosas en las que eres bueno — me mira de reojo, como esperando una respuesta —. Eres bueno amándome en seis idiomas.

Al instante comienza a reír. ¿Qué? Por favor, como si no lo hiciera. Ladeo un poco mi cabeza al sentir como se aferra más fuerte a mi mano, da un pequeño giro en una esquina del camino, lejos del rio, pues parece que en esta dirección hay menos personas.

—Quizás sean siete — no puedo evitar mirarle impresionado.

—¿Estuviste aprendiendo otro idioma, y no me lo dijiste? — Espera. ¿Cuándo lo hizo? Si la mayoría del tiempo siempre está en mi departamento.

—Bueno, no quería hacerlo, hasta que estuviera seguro de que puedo hablarle — qué gracioso, como si todos supiéramos hablar seis idiomas, no me sorprendería escuchar que también puede hablar con los animales.

—¿Y cuál es? — parece no querer responderme, o, mejor dicho, lo está dudando —. ¿Es ruso?

—Dios, no — bueno, es que... no se me ocurrió otro, y vivimos en un planeta muy variado —. ¿Debería aprender a hablarlo?

—¡Darrell!

Bien, como quieras, llega cualquier día hablando en tu nuevo idioma, pero espero que tu primera oración sea que me amas. Ladeo un poco mi cabeza, ahora dándole un poco más de atención al paisaje, un gran jardín abierto, al horizonte algunas edificaciones, estoy seguro de que aquel ángel que veo a lo lejos es el Friedensengel, pero lo que más me ha gustado es el movimiento de las hojas, de los arboles cercanos a los que caminamos, y si hay más personas, estoy seguro de que no las encontraremos en un lugar muy cercano.

—Creo que llegamos a nuestro lugar indicado.

Se detiene, girando a verme, y con una sonrisa deja la cesta a sus pies. Ni siquiera cruza por su cabeza la idea de negármelo. Tomo el extremo de la manta para el día de campo, extendiéndola en el césped, una sonrisa se marca en mi rostro al sentarme en esta, pero, también porque Darrell no puede dejar de mirarme mientras lo hago.

—¿Qué sucede? — levanta ambos de sus hombros, de nuevo ese brillo en sus ojos.

—¿Será un pequeño almuerzo, está bien?

—Sí, cualquier cosa que hayas preparado me gustará.

Una sonrisa mucho más amplia, y con un asentimiento de cabeza comienza a sacar varios pequeños envases plásticos, no puedo evitar reír al ver todos los ingredientes que yo le pondría, particularmente, a un sándwich, lo termino de comprobar al verle sacar varios pedazos de pan.

—No tuve tiempo de organizar algo más digno.

—Pero si es perfecto — sonríe, tan sutilmente, es una de esas pocas que yo puedo sacarle sin proponérmelo —. Tú no necesitas llevarme al mejor restaurante de la ciudad.

—No, porque el mejor restaurante, vino a ti — de la nada me hace reír aún más su mala imitación de chef —. Y, por alguna razón, descubrí que te gusta la salsa de ajo.

—¿A ti no? — sin siquiera disimular su indignación termina por esparcir una buena cantidad sobre el pan.

—No quiero pelear antes de pasar doce horas en un avión — imagínate, doce horas sentados uno junto a otro, pero sin hablarnos —. Y tu pésimo mal antojo de aguacate.

¡Hey, si te vas a quejar, podrías no prepararlo! Ladeo un poco mi cabeza, tomando un nuevo pedazo de pan, pero, aunque Darrell me pregunta qué estoy haciendo, no encuentro algún tipo de proteína en la cesta, por lo que hasta este pequeño almuerzo fue pensando solo para mí. Sonrío, poniendo una hoja de lechuga en el pan, sé que a Darrell le gusta el queso, demasiado, y como ha traído parmesano, fue un toque sensible a su fibra italiana.

—¿Tú quieres aguacate? — rueda los ojos, apenas lanzando un pedazo de tomate al que él está haciendo.

—Entre más cosas le pongas, me quejaré menos de tener hambre después — oh, por favor, una cosa eterna en Darrell, es el hambre.

—Déjame adivinar — porque todo este viaje se las ha querido dar de que puede ser tan vegetariano como yo —. Lo primero que harás al llegar, será pedir un gran costillar.

—Pensaba en una siesta de un día entero, pero eso también suena bien.

Bien, le pondré muchas más hojas de lechuga, todo el tomate que sobró después de ponerle unos cuantos cortes al mío, y, por qué no, dos rodajas de aguacate, para que no se queje, junto a mucho más parmesano. Oh, esto es lindo, es como si estuviera haciendo alguna receta. Pongo un nuevo pedazo de pan sobre el relleno, y le envuelvo con una servilleta, para que no se vaya destrozar.

—Ten, mi creación, para ti — apenas levanta la mirada, y no puede evitar sonreír. Bueno... si él estaba haciendo el mío, pensé que estaba bien hacer el suyo.

—Muchas gracias, Max — me extiende el que estuvo haciendo, y un leve sonrojo aparece en mis mejillas al sentir sus dedos rozar con los míos —. Este es el sándwich que te hice con amor.

Idiota, pero estoy seguro de que es cierto. Le tomo, apenas sonriendo ante las pequeñas semillas de sésamo que esparce para hacerle parecer más lindo, pero lo que realmente me hace sentir un deje de felicidad es ver mi sándwich tan pequeño, comparado al suyo, que podría ser tres veces el que yo tengo entre mis manos.

Está bien, tal vez eso hace sentir cálido mi pecho, y quizás sea una estupidez seguir negando que este bello sentimiento podría provocarle cualquier otra persona, eso no es cierto. Levanto un poco la mirada, apenas mordiendo un pedazo de mi sándwich, Darrell parece tan feliz con el suyo que no ha podido escapar de ser enmarcado en una fotografía.

Max, piénsalo con un poco de calma. La primera cosa que acepté es que sentía algo físico por Darrell, la pelea que tuve con él en mi cumpleaños. Es estúpido pensarlo en este momento, eso lo sé, por supuesto que me gusta cada aspecto físico de él, y eso ha ido creciendo, mucho más rápido de lo que me gustaría, en aquel instante solo pensé que quería besarlo, ahora algo tan simple como tomarme de la mano, se siente mucho más satisfactorio. Ya no es solo un inmaduro sentimiento de querer besarle, y creer que yo soy la única persona que debería hacerlo, ahora se ha convertido en querer expresarle, con cada mínima muestra de afecto, cuando lo amo, quiero poder trasmitírselo. Y si soy capaz de hacerlo, sé perfectamente que él se sentirá de la misma manera.

—¿Te gusta? Pasé un par de horas decidiendo qué debería traer — y él no es egoísta, para nada, no hay una sola cosa en esa cesta que trajera porque así lo quiso para él.

—Tú me conoces muy bien.

Y supongo que esa es otra cosa que realmente me gusta de él, porque todas las personas deciden alejarse ante mi indiferencia, pero él me insistió, preguntó todo lo que quiso saber de mí, y sin darme cuenta terminó por conocerme mucho más de lo que yo hago conmigo mismo. Él realmente... deseó poder ser mi amigo, y lo logró.

—¿Qué sucede? Pareciera que vas a llorar.

En seguida llevo una de mis manos a mi mejilla, pero no está húmeda, solo siento el ardor en mis ojos. No, no es que quiera llorar, es que estoy demasiado impresionado, porque yo entiendo esta parte, entiendo que ame todo lo que conlleva su existencia, y todo lo que hace para que mi vida se vea un poco más brillante, pero es preciso eso, lo que me hace sentir más desesperado.

—No es nada, solo... no quiero que se termine este viaje, han sido los mejores cinco días de mi vida.

De nuevo le he mentido acerca de todo lo que estoy sintiendo en este momento. Esto no es cierto, esto no es cierto, no es posible que lo esté entendiendo.

—Oh, Max, yo tampoco quiero regresar, pero no es como si no nos fuéramos a seguir viendo.

Y esa es la parte que más me aterroriza, porque, si yo acepto lo que me está pasado, voy a tener que seguirle viendo, y me aterraría tener que esconder todo esto. Ahogo un sollozo al sentir sus brazos rodeándome, el cálido abrazo que quiere darme, para que así pueda calmar un poco lo que quiero pensar, lo que comienzo a entender, y mis manos no pueden temblar más fuerte al intentar que el sándwich no caiga.

—Estoy bien, se me pasará en un rato.

Me mira, con algo de preocupación, que se vuelve una pequeña sonrisa al morder lo poco que queda del sándwich. Solo dame un momento más, no creo necesitar mucho para poder entenderlo, pero... no quiero que él sepa lo que me está sucediendo, no al menos hasta que lo entienda por completo.

—¿Quieres que te prepare otro? — niego, la punta sobrante pronto desaparece de la servilleta, y le dejo en la cesta.

Darrell terminó el suyo un poco antes que yo, y desde entonces ha comido el parmesano que quedó en el envase. Bien, Max, puedes estar tranquilo unos minutos, ya después volverás a pensarlo.

—El que debería preguntarse eso, eres tú — apenas sonríe, comienza a guardar en la cesta todo lo demás.

—Hey, podré sobrevivir con el gran sándwich que me hiciste — lo preparé con más de la mitad de todo lo que tenía la cesta, no quería desperdiciar nada —. Pensé en algo dulce al terminar.

—¿Siempre piensas en todo, eh? — ladeo un poco mi cabeza al ver la impresión en su mirada, y me señala.

—Cierra los ojos.

—Vamos, es el postre, no puede tener tanto misterio — levanta una ceja.

—Bien, no lo tendrás.

Ruedo los ojos, pero sin dudarlo un segundo más termino por cerrarlos. No es como que tenga muchas opciones cuando no quiero obedecerle, me gustan más sus sorpresas. Suspiro, aferrándome a las mangas de mi camisa, me pone algo ansioso escuchar como busca algo entre la cesta, el papel que parece estar rasgando, lo mucho que parece acercase a mí. Estoy lo suficiente paranoico como para tener miedo.

Trago saliva, y mis brazos comienzan a temblar al sentir el rozar de sus dedos tomando mi barbilla, para levantarle un poco, el olor dulce de lo que sea que piensa darme, pero es un más agónico, y estúpido, lo lento que separa mis labios, la primera sensación eléctrica bajando por mi espalda al sentir el derretir del chocolate contra la punta de mi lengua, y por si fuera poco, una estúpida sonrisa se forma en mis labios, que sé él puede sentir con el leve toque de sus dedos en mi labio inferior.

—Mont Blanc — abro mis ojos, en seguida se ve su sonrisa, de completa superioridad —. Joder, adoro cuando traen esto desde Francia.

—Me alegra, porque no fue fácil de conseguir — ladeo un poco mi cabeza, si no supiera que hizo todo esto con tan poco tiempo, diría que hubiese sido capaz de ir hasta allá.

—Hiciste de un maldito chocolate todo un evento erótico — me observa, indignado.

—No, tú te lo estabas imaginando — en seguida me sonrojo, mucho más que antes. ¡Darrell! —. ¿Otro pedazo?

—Ugh, bien, solo porque me gusta mucho el chocolate — en seguida la burla se marca en su mirada. Oh, por favor, es imposible que... esto...

Mis pensamientos quedan en blanco. En seguida dejo caer mi mirada, solo para notar lo fuerte que mis brazos vuelven a temblar, una sensación incómoda comienza a bajar por todo mi pecho, y una corriente eléctrica, esta vez mucho más intensa, al sentir su mano dar sutiles caricias en mi cuello, sus dedos enredándose en algunos de mis cabellos. Si no tuviese esa mirada tan decidida, no se notaría lo mucho que esta situación no es nada parecida a la anterior.

Y siento como dejo de respirar al ver el cuadro de chocolate ser puesto entre sus labios, lo poco que puedo moverme con el fuerte agarre en mi cabeza, la estúpida intención de querer dármelo en medio de un beso. Pero yo no quiero esto, si me besa, terminaré por confundirme mucho más, aun no entiendo este estúpido sentimiento. El pánico se apodera de mi cuerpo al sentir el golpe del chocolate en mi labio inferior, el reflejo de cerrar mis ojos.

—¡Darrell!

Y es cuando siento la fuerte lluvia cayendo del cielo gris, pero no me puede importar menos si termino hecho un desastre por todo lo que llueve, o si debemos tomar un vuelo en solo unas horas, me duele aún más sentir el temblor de mis brazos al apartarle. Yo no quería hacerlo, así no quería entenderlo. Tomo lo más fuerte que puedo mi camisa, sin poder evitar retroceder un poco cuando levanta la mirada, sin expresión alguna, pero se ve la marca roja en su mejilla, el pedazo de chocolate en la manta.

Lo siento, no quería empujarte, me asusté, yo nunca te lastimaría. Ahogo un sollozo por el agarre en mi muñeca, aun adolorida por haberme arrastrado unos pocos días antes por la estación del tranvía, y por lo rojas que al instante se forman las marcas de sus dedos. Y por más que quiero levantarme, para correr, me asusta aún más lo enojada que se ve su mirada, saliendo con odio a través de los mechones de cabello mojados que caen en su rostro.

—Sé que no quieres tener una conversación tan profunda, pero necesitamos hablar.

Y siento el querer desmayarme por lo áspera que sale salido su voz. Ni siquiera dudo en halar mi brazo, para poder soltarme, si fuera poco el querer llorar, no poder respirar, y ser odiado por una estúpida reacción, tengo suficiente con el inútil amor entrando en pánico, porque solo un segundo antes, Darrell parecía la persona más feliz del universo.

—No quiero.

Mi voz, por el contrario, casi no puede salir, y lo poco que lo logra es claro que demuestra lo mucho que en cualquier segundo comenzaré a llorar. ¿Por qué esto terminó así? No debía ser hoy, lo único que yo quería, y había estado tratando de controlarme a mí mismo, era entender el sentimiento, pero ahora lo que menos me puede importar, es eso.

—¿Por qué me besaste?

Niego, varias veces, por más que trato de soltarme, solo me sostiene más fuerte. Fue muy ingenuo de mi parte creer que el beso en casa de mis padres pasaría sin problemas, tuvimos una pelea muy complicada por eso, y él dijo que no quería hablarlo en ese momento, pero parece que no puede aguantar más, si lo veo de esa forma, es claro que también es mi culpa.

—Lo siento.

—¡Deja de disculparte! — por favor, no me grites más, yo también estoy demasiado desesperado —. Se supone que para esto te pregunté si podía besarte, se supone que no volveríamos a pelear por esto.

En cuanto siento la indecisión marcarse en su voz, y el temblor en su mano, supe que yo le había llevado a sentirse así, pero en lugar de calmarlo, porque sabía que lo necesitaba más que yo, o calmarme a mí mismo, mi primera reacción es apartar su mano, y aunque me duele la desesperación marcada en su mirada es mucho más el miedo que le tengo. No puedo evitar mirarle como si la persona que está frente a mí, no es la misma que veía todos los días.

—Max...

—Creo que debemos... alejarnos un momento — y retrocedo aún más al verle acercarse, de nuevo esa intención de querer tomarme.

—No te voy a dejar solo, no en este instante.

—¡No quiero que te comportes así! — es tan extraño, y doloroso. Esto es mi culpa, en verdad lo es.

—¡Espera...! — ah

Cierro mis ojos, apenas puedo aferrarme al borde de mi camisa al sentir la manta enredándose en uno de mis zapatos, la resbalosa sensación de la tierra humedecida por la lluvia. Está bien, ya no me importa cuántas veces tenga que caer. Levanto la mirada, por las suaves gotas de agua cayendo sobre mi rostro, y mi labio inferior tiembla, esta vez en un verdadero sollozo al sentir los brazos de Darrell aferrándose a mi cintura, lo lejos que estoy de caer al suelo. Por fin... me ha salvado. Mis ojos se llenan de lágrimas por la cálida sensación de su respiración golpeando contra mi rostro, lo sonrojadas que están sus mejillas, el hermoso color café, el que siempre me ha gustado ver.

—Lo hiciste — todo rastro de enojo y odio, había desaparecido entre la preocupación, entre lo mucho que se marcaba cuanto quería gritarme que sentía lo idiota que se había comportado.

—Soy tu príncipe, no te dejaría caer una tercera vez.

Dios, lo eres, y no puedo creer que me haya costado tanto tiempo darme cuenta. Las lágrimas comienzan a bajar de mis mejillas, y supongo que, si no estuviese lloviendo tan fuerte, no dudaría en quitarles con suaves caricias, pero debo agradecer que esta vez se pueden esconder, porque al sentir de nuevo mis pies en la manta no puedo evitar sentirme como la persona más amada del universo al cubrirme con su chaqueta.

Algo estúpido, ambos estamos por completo empapados por la lluvia, y me siguen conquistando estos desinteresados gestos. Mi cabeza termina por acomodarse en su clavícula el sentir sus brazos aferrados a mi cintura, el ritmo acelerado de su corazón se marca en mis manos sobre su pecho.

—Lo siento si has pensando mucho en esa noche en mi casa — realmente, lo supo esconder muy bien. A veces olvido que no soy la única persona que termina pensando en todo esto, a él también le afecta —. Solo sentí que era el momento indicado para besarte, pero aún estoy confundido.

Levanta un poco su mirada, y algo de su cabello, cayendo sin control sobre su rostro, termina adhiriéndose al leve golpe de su frente contra la mía, sus manos se vuelven un gentil agarre en mi cintura. Esta es la bella persona que siempre le ha dado algo de valor a mi vida.

—Te ayudaré a tomar una decisión.

Y, como si tuviese algo de miedo, apenas se siente la leve caricia de su mano en mi mejilla, como si quisiera sostenerme, se sienten sus dedos temblar mientras bajan por mi cuello, y supe que me perdía de amor ante esa escena por el latir de su corazón, pero más aún por la forma suave, y algo avergonzada, con que cerraba sus ojos, con suavidad, y se marcaban algunas gotas en sus pestañas. Y antes de que me diera cuenta me estaba poniendo de puntillas, aferrando mis manos a su camisa al sentir el leve, y casi ingenuo rozar de sus labios con los míos.

Varias cosas comenzaron a tener sentido en mi cabeza. La razón por la que ahora veo a Darrell diferente, es por esto, porque él nunca ha sido capaz de abandonarme, como lo han hecho todos los demás, porque él me entiende, y sabe lo doloroso que es sentirse en soledad.

—Max, ese beso...

Oh, por favor, ven aquí, estoy en medio de un descubrimiento. Sus palabras quedan a la mitad al atraerle por el cuello de la camisa, se siente el sonido de impresión vibrar en mis manos, el frío de la lluvia deshacerse ante la calidez de su cuerpo. Al instante se siente rodear por completo su brazo mi cintura, una exhalación escapa de mi boca por lo mucho que me gusta la presión en mi labio inferior, el sabor que ha dejado el chocolate del breve instante en que fue empujado con la punta de su lengua.

—Prometo pensar en la propuesta.

—¿Podrías callarte, y besarme como si no hubiese un maldito mañana?

Ugh, joder, realmente adoro cuando se desespera con un beso. Apenas logro enredar mis brazos alrededor de sus hombros, sentir sus músculos al aferrarme de la camisa, mi gemido de impresión se mezcla con el suyo, como si no fuese suficiente lo áspero que se escucha eso comienzo a sonrojarme por lo intenso del beso, por ambas de sus manos subiendo por mi abdomen.

Bien, te diré una cosa, creo que no solo te besé en casa de mis padres porque estuviera confundido, fue por algo totalmente diferente, porque estuve seguro, solo por un instante, qué me estaba sucediendo. Utilizar tantas veces la palabra gustar no fue una coincidencia, estoy seguro de lo que pensé esa noche mientras le besaba, fue todo cierto, y que todos se han dado cuenta, mucho antes que yo, también debería darme una pista.

Comienzo a darme cuenta que todo esto de querer entenderlo, no fue realmente eso. Porque negarlo quizás fue mi primera reacción natural, enojarme porque tiene razón al decir que así es nuestra amistad, y querer esconderlo con la excusa de hacerlo pasar como si solo somos amigos no puede ser una mentira más grande, deprimirme por creer que fue un error, sí, quizás lo sea.

Pero yo lo entiendo, y lo que entendí, es que todo esto ya lo sabía, solo necesitaba aceptarlo. Necesito aceptar que este príncipe llegó para volver mi vida un caos, pero un hermoso caos, del que yo estoy haciendo surgir un bello sentimiento de amor.

¿De qué sirve seguir ocultándolo? Estoy tan enamorado de él.

Yo, Max Knight, solo soy otra persona que se ha enamorado de lo perfecto que es Darrell Graham.

Y entre beso y beso, lo cálido de su cuerpo en medio de la lluvia, entre lo mucho que me hacía feliz estar enamorado de una persona tan maravillosa como él, nuestro viaje a Alemania terminó.

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