El Chico de las 6:30pm

By MinoKaze

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¿Han vivido la experiencia de enamorarse de un chico cualquiera, que ven en uno de los muchos viajes que real... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capitulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capitulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Nota

Capítulo 99

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By MinoKaze

Un baño, cabello cepillado, mi mejor camisa, y un pequeño intento de subir mi autoestima frente al espejo.

—Cuando el alemán quiera, podemos salir en la noche.

Si el latino dejara de estar tan desesperado, no me hubiese importado verme mejor que cualquier otra noche. Suspiro, dejando de lado el mechón de mi cabello, por completo incontrolable que cae sobre mi frente, e intento no sonrojarme antes de salir. Ha sido un lindo primer día, terminarle con una salida nocturna le hará aún mejor, solo... estoy algo nervioso, es una de nuestras típicas no citas, pero quiero que sea la más perfecta de todas. Me observo por última vez, de pies a cabeza, satisfecho por cómo me veo, pues no podré hacerlo mejor que ahora, y salgo del baño.

Lanzo un quejido, sorprendido de verle apoyado en la pared, pero termino riendo al sentir que me toma de la cintura, para atraerme a él, un pésimo intento de alejarle, que termina en mi barbilla apoyada en su pecho, sus ojos encontrándose con los míos, y sonríe.

—Supongo que la espera valió la pena — sus dedos acarician mi rostro, dejando el mechón tras mi oreja —. Qué guapo.

En seguida me sonrojo, sintiendo sus labios en mi frente, un suave beso. Diría que él también se ve demasiado guapo, qué bien le queda el rojo, y su cabello por fin está cepillado, pero no es algo que quiera decirle en este particular momento. Sonrío, tomándole por una de sus manos, parece satisfecho al salir de la habitación, caminamos directo al ascensor. Vamos, no nos quedaremos toda la noche en la habitación del hotel, al menos, una vez, la ciudad de noche es realmente bella. Le miro de reojo, sosteniendo más fuerte su mano, solo puedo sonrojarme cuando sus ojos se cruzan con los míos, y levanta una ceja.

—Como fuiste tan bueno conmigo — no se quejó ni una sola vez, en especial con lo enojado que estuve en la tarde —. Te daré algo.

—De haber sabido que me recompensarías, habría hecho muchas más cosas lindas.

Ruedo los ojos, porque por más que intente salga sin darle demasiada importancia, parece intrigado, y aunque ante mi silencio pregunta qué es, espera paciente a que salgamos del hotel, comienza a buscar en nuestra guía qué línea he marcado para ir a un nuevo destino desconocido. Suspiro, bajando el libro con una de mis manos, seguro de que esto es una pésima idea, pero, lejos de lo que mi cabeza y voluntad dicen está mal, me dejo llevar por la cálida sensación de su mano sobre la mía, y la impresión en su mirada al reconocer las llaves de su maldito auto soñado.

—Puedes conducir, aunque sea totalmente ilegal — por un segundo, la emoción más pura recorre su semblante, pero termina por suspirar.

—¿Estás seguro? — no parecía importarle cuando llegamos. Alzo una ceja.

—No me hagas arrepentir tan rápido.

Ladea una sonrisa, sin una pequeña contradicción más se aferra a las llaves, con la satisfacción que antes no tenía me hala hacia el estacionamiento. Diría que es una pésima idea el haberlo pensando mientras esperaba a que él terminara de bañarse, pero supongo que es una de las desventajas del querer verle sonreír, y más si es por algo que yo hago.

Ugh, qué problema, no lo había sentido tan fuerte, comenzó en cuanto llegamos, tal vez porque he pasado demasiado tiempo solo con él, me hace falta la interacción de cualquier otro ser humano. Lanzo una exhalación, de derrota, en el instante en que me encuentro a mí mismo sonrojándome, por la estúpida acción de Darrell de abrirme la puerta del auto, como si yo no pudiera hacerlo, y aunque intento burlarme de la forma caballerosa en que lo hace, solo se inclina hacia mí, de repente una sensación de nerviosismo, junto a la de calidez, baja por mi pecho al sentir ambas de sus manos tomarme por el rostro, su respiración golpeando contra mis labios, y sonríe, pues sabe en verdad me avergüenza que haga ese tipo de cosas.

—Tú me amas, más de lo que crees.

¡Claro que no! Es solo un maldito simple amor... que le tengo a una única persona, porque nadie más se lo merece, pues me hace feliz sentirlo, y es el mejor sentimiento que he tenido en mi vida.

Frunzo el ceño, apenas logra apartarse al cerrar con fuerza la puerta. Un maldito simple amor, que podría ganarse cualquier otra persona, que sea como él. Trago saliva, golpeando mi rostro con mis manos, reprimiendo el innecesario pensamiento de que no hay alguien más como él, no era así como quería terminar diciéndome a mí mismo que no puedo ni identificar cuánto lo amo, y que sea tan obvio. Levanto la mirada, sonriéndole al verle admirando el auto, pero me siento aún más aliviado al asegurarme que solo pasará, por poco, el límite de velocidad. Me extiende su celular, en donde, sin pensar, pongo la dirección en el GPS, no pasa mucho antes de que comencemos a avanzar por una avenida, y decido bajar la ventana, respirando el aire frío golpeando mi rostro, todas las luces de los autos y la ciudad, hacen del lugar un poco más bello.

—Hey, Max — giro a verle, al instante sostiene mi mano, una leve curvatura de sus labios —. ¿Te alegra estar aquí, junto a mí?

Oh, por favor, no lo digas con esa mirada de que soy lo mejor que te ha pasado en la vida, y con ese tono de voz tan romántico. En seguida suspiro, arrepentido de no ser capaz de lanzarme a sus brazos, porque nos mataríamos en un accidente vial, y abrazarle hasta que se harte de tenerme colgando de su cuello. Este momento, no podría pensar en un mejor escenario para este viaje.

—Sí, Darrell, ya te lo he dicho varias veces — no sé si le gusta escucharlo, o ninguno de nosotros termina de creérselo. Sonrío —. ¿Tú lo estás conmigo?

Levanta una ceja, como si acabase de decir algo estúpido. No realmente, solo quiero volverlo a escuchar. Ladeo un poco mi cabeza, sonriendo ante la sensación de su mano en mi rostro, sus dedos acariciando mi mejilla.

—No quisiera estar aquí con ninguna otra persona.

En seguida escapa un sonido, que me avergüenza, pues se nota por lejos que es un quejido, del querer besarle, y no poder hacerlo por la patética pelea que tuvimos en la tarde. Niego, apartando su mano, comienza a reír al escucharle decir que vamos a terminar por tener un accidente si solo me mira a mí. Y aunque yo quisiera esa mirada de un hermoso café solo en mí, por el resto de la noche, ya tendría suficiente tiempo para que fuera así.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Creo que Darrell está más impresionado por todas las personas que hay, que por el mismo lugar en que nos encontramos. Ladeo un poco mi cabeza, tomándole del brazo, para llamar su atención, porque su mirada está perdida en el gran establecimiento blanco, de un bello estilo sacado de la región de Baviera, y no hace falta entrar para ver que a todas las personas les agrada este lugar, es suficiente con verlos sentados en el exterior, que, en lo personal, me parece mejor que solo entrar.

—Max — giro a verle, y levanto ambas cejas al notar que está por completo asustado —. ¿Qué es este lugar?

Pensé que sería una buena idea intentarlo, por lo menos una vez, además, no es un mal lugar, es el más famoso de todo el país.

—No puedes decir que viniste a Múnich, y no tomaste cerveza en el hofbräuhaus.

Suspiro, pues ni con mucha emoción en mi semblante, y señalando el lugar, logro convencerle, así que solo le tomo de la muñeca, para intentar arrastrarle a la entrada. No se mueve ni un centímetro.

—No puedes — sonríe, parece encontrar la motivación de algún lugar —. ¿Cuántos días llevas sin comer?

—Eh... alrededor de dos, quizás — ¿Desde cuándo importa si me voy a morir por eso? Ruedo los ojos, de repente soy yo quien es arrastrado, de nuevo, al estacionamiento.

—Oh, por Dios, todos sabemos que no puedes beber cerveza en ese estado.

—También podemos comer aquí, no es problema — halo mi brazo, seguro de que no es esa la intención que tiene, no está preocupado por eso —. Si no quieres estar aquí, solo dímelo, podría escoger un nuevo lugar en la guía.

Se detiene, solo por un momento, y suelta mi muñeca. Al menos, hasta para arrastrarme, tiene la consideración de no tomarme por la que tiene una marca de su mano. Trago saliva, encogiéndome un poco, una extraña sensación incómoda se forma entre los dos cuando gira a verme, y parece dudar de lo que acabo de decir. Está bien, no me molesta escoger otro lugar, debe haber mil cosas más para hacer en una ciudad como esta. Suspira, de la nada se hace presente su gesto de envolver un mechón de cabello en uno de sus dedos, y tras halarle un poco, solo lanza un quejido de completa derrota.

—Muy bien, vamos a comer.

Entrecierro los ojos, sin poder creer lo que acaba de decir, cosa que, de inmediato, hace aparecer un leve sonrojo en sus mejillas, deja en claro que preferiría una mesa en la parte exterior. Qué cambio tan extremo.

—Cerveza — rueda los ojos, y tomándome de ambos hombros comienza a caminar.

—Sí, comer, eso dije.

Siento que, por alguna razón, este preciso instante volverá para echarme en cara un te lo dije. Suspiro, casi en seguida una chica aparece frente a nosotros, primero nos mira, como preguntándose la razón por la que estoy siendo arrastrado contra mi voluntad por un hermoso castaño, pero sonríe, sin siquiera darle importancia me saluda por mi apellido, y nos señala una mesa que está vacía, casi tan lejos de todas las demás, pero algo intencional cerca del establecimiento, parece... como si hubiese sido planeado para ser una cita, y agradezco con toda mi alma que el idiota no note lo mismo que yo, porque hubiese sido más vergonzoso, o romántico, y no sé cuál es peor.

Darrell me mira, impresionado, y alzo ambos hombros, diciendo por lo bajo que mi padre suele venir a este lugar con algunos de sus amigos. Sí, bueno, de algo tenía que servir esa herencia genética.

—¿En verdad, estoy con alguien importante, eh?

Preferiría que siguiera actuando como si creyese que soy imbécil, así suelo ser la mayoría del tiempo. Sonríe, con un rodar de ojos solo le tomo por el costado de su chaqueta, no pasa mucho antes de que uno de sus brazos me rodee por los hombros, y sienta un beso en mi mejilla. No desearía parecer apresurado, pero se siente casi tan especial como todo el viaje, el sentimiento se encarga de pasar por cada fibra de mi cuerpo una sensación algo extraña, pero gratificante. Darrell extiende una de sus manos, y por más que parezco odiar su acción de todo un caballero apartando el asiento para mí, es claro mi sonrojo, mi gran sonrisa al verle sentarse frente a mí, y agradece la carta del menú antes de que la chica se vaya.

—Oh... — apenas susurra, por lo que levanto la mirada, tiene una leve sonrisa.

—¿Qué sucede? — se sonroja, un poco, y suspira.

—Solo el nombre está en alemán — en seguida sonrío, inclinándome hacia él —. El resto está en inglés.

—Si te sentaras junto a mí, podría decirte qué te gustaría.

Me mira, como si pudiera intuir la clara segunda intención de que esté cerca de mí, pero solo lo ignora, con una leve risa de completa burla se levanta, y arrastra el asiento hasta quedar junto a mí, la perfecta distancia para que no terminemos uno sobre el otro, para que su pierna se enrede con la mía, y me sonría.

De la nada, el sentimiento sin nombre invade todo mi cuerpo, tan rápido y fuerte, que intento reprimirlo, pues se nota que no puedo dejar de sonreír, porque no todos los días Darrell está junto a mí, mirándome con completa intriga, o algo de admiración, mientras soy yo quien le explica algo que no entiende, tan sencillo para comer. Me hizo sentir como si todo este tiempo, en el que él fue mucho, mucho más superior que yo, de repente se equilibraba, y podía sentir que era alguien digo de estar a su lado.

—Bueno... creo que este — Dios, qué horror, no puedo creer que acabe de pensar eso —. ¿Max, qué sucede?

La preocupación escapa de su voz, y sonrío aún más al hundir mi rostro en su brazo. No es que quiera estar con él toda mi vida, pero se escucha como una bella idea, una que el sentimiento acepta con toda la emoción posible, sin ansiedad de por medio. Levanto la mirada, sintiendo mis pómulos ser recorridos por una sombra de sonrojo, y ahogo el suspiro al ver la preocupación marcada en el café de sus ojos.

—Nada, es solo que esto es lindo.

Y creo que no dejaré de repetir, durante todo el viaje, lo feliz que estoy de haber decidido esto. Rueda los ojos, y aunque se ve una leve curvatura en la comisura de sus labios, susurra que no ha hecho nada especial desde que llegamos. No es que lo necesite hacer para tenerme amándolo de esta forma.

—Así es como me siento, cada día, contigo — oh, no puede ser, eso se escucha tan romántico.

—¿Podríamos pasar una bella cena, de la forma más normal posible?

Asiente, al menos, así evitaré los sonrojos algunos minutos. De nuevo dejar caer su atención en el menú, para señalarme qué desea comer, para variar parece querer pollo, con tomates, y papas gratinadas. No sé si preocuparme porque no ha pedido solamente un gran pedazo de carne. Suspiro, pasando directo a la parte vegetariana, pese a que no hay muchas opciones, me alivia recordar el käsespätzle, mucha rica pasta, con aun más queso de lo que cualquier comida debería tener, y cerveza, como sea, deberá probarla, esa fue la principal razón de venir.

—Mañana, entonces, dormiremos un poco más — apenas susurra, con clara suplica de ruego. Levanto una ceja.

—¡No, para nada! Seguiremos perdiendo medio día — fue suficiente con haberlo hecho hoy. Hace un puchero —. Bien, veremos cómo termina esta cena.

Rueda los ojos sin poder evitarlo, aunque le empujo el pecho con mis manos, en medio de una descontrolada risa termina por besarme la frente, junto a un susurro acerca de lo paranoico que me pongo por cumplir todo a la perfección. Oh, por favor, mira quién lo dice. La chica aparece, de nuevo, y detiene sus palabras al levantar mi mirada, con los brazos de Darrell halándome hacia él, y no se sabe quién de los tres está más rojo.

Genial, acabamos de llegar, y ya estamos protagonizando toda una escena. Agacho mi cabeza, esperando a que Darrell sea quien termine de romper el ambiente incómodo que deja la chica tras marcharse con la orden de lo que queremos.

—Así que... — oh, gracias, en verdad, sentía que yo no podía hacerlo —. ¿Qué día destinaremos para comprar algún recuerdo?

—¿Quieres algo, además de las semillas que solo te dieron por una sonrisa? — levanta una ceja, con algo de burla. Es cierto, solo tuvo que sonreír para que le dieran un paquete entero de semillas en el jardín botánico.

—No, solo algo para Isaac — perfecto, aquí vamos otra vez —. Sé que, gracias a él, tú estás aquí.

—¿Quién te lo dijo? — es algo cierto, pero no quiero que se lleve el crédito.

—Laura.

Por mucho que odie sentir celos cada vez que lo mencione, es cierto, supongo que me encontraría en otro lugar si el artista no hubiese tenido el valor de hacerme entender con quién, realmente, comparto mi felicidad. Me encojo un poco más en el asiento, inclinándome hacia Darrell, para dejarme caer en su brazo, detesto morder mi labio como si no supiera qué hacer, pese a que sí lo sé, y siento un leve sonrojo en el puente de mi nariz cuando su mirada cae en la mía.

—Pinceles, muchos — asiente, satisfecho con mi propuesta —. Vamos al distrito del arte.

—Suena bien — me hace sonreír, y en seguida siento que, esta vez, fueron menos celos —. Quizás haya algún lugar cercano en la guía.

—Puedo revisarlo, si quieres.

En seguida ladea una sonrisa, y ruedo mis ojos al ver, de nuevo, su acción de tomar interminables fotografías para el recuerdo del lugar, demasiadas solo de mí, mientras estoy por completo avergonzado, pero, a diferencia de la tarde, está decidido a que quiere mucho más que un solo recuerdo conmigo, no puedo dejar de sentirme nervioso cada vez que presiona el botón, y queda plasmada una fotografía junto a mí. Varios minutos después, de burlas, sonrojos, y recuerdos, la chica vuelve con lo que hemos pedido, y se ve increíble.

—¿Es lo que querías? — el castaño levanta ambas cejas, y muerde un poco de su labio inferior. Oh, duda, eso es extraño.

—Quizás yo debería decirte algo — levanto ambas cejas, sin disimular, ni un poco, mi asombro, pues es la primera vez que Darrell parece querer decir algo.

Asiento, tomando una de sus manos, tratando de no sonreír por el lindo, y brillante, sonrojo esparcido por todos sus pómulos, porque no es común que él sea quien se sienta tan indeciso al decir algo. Carraspea, con un leve temblor en su brazo, señala el vaso de cerveza frente a él.

—¿Preferirías algo más? — traga saliva, con fuerza, y me aferro más a él —. ¿Otro tipo?

—¿Alguna vez me has visto beber alcohol?

¡Claro! Recuerdo ese día de... no, espera, quizás... tal vez fue aquel día en que... oh. Levanto la mirada, y su sonrojo se vuelve aún más intenso al notar la confusión en mis ojos. Y tuvo sentido el que se viera tan reacio al querer conocer este lugar.

—¿Nunca lo has hecho?

—Sí, he bebido, y como lo hice, sé muy bien que soy pésimo para eso — oh, por favor, tal vez está exagerando —. Aún más pésimo que tú.

—No puede ser tan malo — levanta una ceja. ¡Bueno, yo no necesito más de dos para perder la consciencia! —. Inténtalo, solo una.

—Ugh, cuánto te odio — me amas, lo has dicho demasiadas veces.

Sonrío, besando su mejilla, solo una caricia en su rostro, y ya está quejándose, con el vaso entre sus manos, junto a un sonido irónico. Ya se sintió obligado, tendrá que hacerlo, no es como si yo no pudiera conducir para llevarnos de vuelta al hotel, no es tan lejos. Suspira, diciendo algo por lo bajo, que no alcanzo a entender, y el borde del cristal toca sus labios, un gran sorbo.

Al instante su semblante cambia, a uno de terror, y termina por comer, con desesperación, lo que ha pedido, como si así pudiera pasar el sabor de la cerveza que ha dejado en su boca. Ruedo los ojos, suspirando al comer käsespätzle, recordando todas las veces que lo hice, y se sintió increíble.

—Qué... fuerte, y amarga — por Dios, Darrell nunca se queja tanto —. No puedo creer que te guste esto.

—¿Preferirías un vino dulce? — levanta una ceja, y sonríe.

—Preferiría que me tuvieras un gran envase de café, en la mañana.

Considéralo como hecho, porque acabas de renunciar a una de tus convicciones por mí. Ruedo los ojos, sonrojándome al notar que no he soltado su mano, y aunque lo intento solo siento como se entrelazan sus dedos con los míos. Al menos, lo hace por debajo de la mesa. Agacho mi cabeza, pero, aunque quiero, no puedo evitar sentirme tan nervioso, es un sentimiento cálido un poco más diferente, no sabría decir si el sentimiento sin nombre puede entenderlo.

—Eh... no sé si...

—¿No es lindo? — sí, demasiado, pero... —. ¿Debería cambiar mi forma de actuar?

Qué horror, en verdad, comienza a sonar como si hubiese bebido toda la noche, fue más rápido de lo que me esperaba. Niego, apenas diciendo por lo bajo que debo ir al baño, me levanto de la mesa, sin siquiera esperar a que me responda, camino hasta dentro del establecimiento, aún más lleno de personas, y un ambiente mucho más festivo, por completo diferente al que hay fuera, todo bello, y romántico. Aparto a varias personas, y me encierro en el lugar.

¿Por qué hui así? Ugh, mi rostro está tan rojo, así se ve en el espejo, y estoy avergonzado de todos los extraños sentimientos que invaden mi pecho, de los cuales ni el sentimiento sin nombre es capaz de decirme de que se tratan, solo... es como si siempre hubiesen estado ahí, pero ahora son notorios. Lo odio, no se supone que debería sentirme así por él, pero tenía que darme cuenta en el momento en que podemos disfrutar de un viaje, estamos solos, y no hay una persona que nos detenga de hacer... lo que sea sucede.

Trago saliva, limpiando mi rostro con una toalla de papel, creyendo que así apartaré el sonrojo, y salgo del baño. Mejor no dejarle tanto tiempo sin supervisión. Al pasar junto a la chica le pregunto si pueden llevarme un envase de café a la mesa, no duda en decir que lo hará. Suspiro en el umbral de la puerta, apartando mis estúpidos pensamientos, de nada sirve reflexionar en eso ahora, por lo pronto volveré a la mesa, como si no hubiese necesitado un tiempo para calmar mi ansiedad. Aparto el asiento, no tardo mucho en notar todos los pedazos de tomate de su plato en el mío, por lo que levanto la mirada, y ahogo una exhalación por su mirada, sus ojos en mí, por primera vez, un pequeño hoyuelo se forma en su mejilla.

—¿Qué te hiciste? Te ves más lindo.

No, suficiente, es imposible que la vergüenza abandone mi cuerpo. Tomo su vaso con cerveza, que ahora va en la mitad, y antes de que diga cualquier otra estupidez, pincho su pedazo de pollo con el tenedor, para meterlo en su boca. Más comida, menos frases idiotas. Suspiro, como puedo termino comiendo mi propia pasta con mi otra mano, se siente como un pésimo giro de la situación, si no supiera que es con mucha convicción que Darrell ha decidido que es mejor si soy yo quien le ayuda a comer.

—Esto acaba de ser una pésima idea — pensándolo mejor, me gustaba no saber que entre nosotros dos, el alcohol es un mal tercio.

—Tú siempre haciendo todo tan especial — ruedo los ojos, preferiría no reírme ante sus frases de chico perfecto ebrio.

—¿Soy especial? — sonríe, dejando caer su cabeza en mi pecho.

—Como esa lámpara de noche con forma de estrella que me dio mi mamá.

—¿Le tenías miedo a la oscuridad? — oh, eso es patético en él. Se queja, y niega varias veces.

—Era para no sentirme tan solo en la habitación.

No sé si decir que eso se escucha jodidamente adorable. Ladeo mi cabeza, tomándole con ambos hombros, para levantarle, y agradezco a la chica al traer el envase de café, en seguida pago con mi tarjeta de crédito. La próxima vez que salgamos en la noche, porque esto no duró ni dos horas, será para ver una película, o una maldita obra de teatro.

Paso su brazo por encima de mi hombro, ahogando un quejido al sentir todo el peso de su cuerpo sobre el mío, por lo que solo le digo que tome del envase de café, y no nos ayuda a avanzar con sus pasos tan erráticos, junto a las miradas y risillas de todos los demás. Sí, claro, hagan lo que quieran, pero más de uno de ellos quiere tomar ventaja de su ebriedad para costarse con él.

—Volveremos al hotel, mañana hablaremos de esto.

—¿Hice algo mal? — ¡Maldición, es tan tierno! —. Lo siento.

—No hiciste nada mal, solo no debí obligarte a...

Oh, por favor, ha dejado esparcido todo el envase de café por donde caminamos. Suspiro, deteniéndome, solo un segundo, frente al auto, dejándole caer sobre él, para tomar el envase de sus manos, apenas un sonido amorfo al sostenerle por la mandíbula, y abre levemente sus labios al sentir mi índice rozar contra estos, apenas logro sonrojarme con la punta de su lengua enredándose en este, antes de meter, lo más avergonzado que puedo, el envase en su boca, para que le beba.

Suficiente, es obvio que yo tendré que hacerme cargo de esto. Un quejido, por lo caliente del café, pero solo empujo a Darrell dentro del auto, siento algunos besos y sonrisas en mi mejilla, mientras aferro el cinturón de seguridad a él, para que no termine por lanzarse por la ventana.

—Creo que vas a dormir mucho después de esto — si es que no termina inconsciente todo un día —. ¿Cuándo fue la última vez que tomaste alcohol?

—Oh, en la fiesta, tú estabas conmigo.

Tal vez es algo que yo no recuerde, pero juraría que no estuve en alguna fiesta con él. Suspiro, conduciendo hasta la avenida en dirección al hotel, la parte positiva, es que a esta hora no hay mucho tráfico, y que Darrell parece estúpido mirando las luces de los edificios, como si nunca hubiese visto en una ciudad de noche.

—¿Max, esto era una cita? — ¿¡Eh!?

En seguida ahogo una exclamación, si no fuera porque nos mataríamos, le golpearía lo más fuerte que puedo, y le dejaría abandonado en la calle, porque eso me hace descontrolar el sentimiento sin nombre, y no era esa la reacción que yo quería.

—¡No, esto...! — responde con un bajo sonido, además de algo desilusión, por lo que giro a verle, inclinándome hacia él, mira, con un puchero, a un chico y una chica, caminando tomados de las manos.

—¿Y por qué no me diste flores? — oh, qué horror, suena como si se estuviera quejando.

—¿Qué? — alza ambos hombros, y me mira, hala con suavidad una de las mangas de mi camisa.

—Yo también quisiera un regalo cada vez que voy a una cita — ¡Por Dios, que esto ni es...! —. A mí también podrían darme flores.

Oh, eso... es lo que siempre hace cuando quiere marcar algo especial. Lanzo una exhalación, hundiéndome un poco más en el asiento, y tomo una de sus manos entre las mías.

—Está bien, no te preocupes por eso en este viaje — me sonríe, y desvío la mirada cuando deja caer su cabeza en mi hombro.

—Siento que quiero quedarme en este lugar — bueno, eso... no será así —. Por eso me gusta este viaje, tú estás haciendo todo.

Es que... él siempre es el que planea cada cosa que hacemos, generalmente, los demás solo esperamos. Suspiro, pasando mi mano por mi rostro al escuchar como su respiración se vuelve más pesada, y muevo mi hombro.

—¡No te duermas! — ¡No me gusta conducir solo, y aun tan tarde!

—Yo estoy... pensando — creo que eso es lo que menos hace —. ¿Cuándo fue...?

—¿Qué? —en seguida le tomo del cuello de la camisa al verle caer hacia la ventana, y me apresuro a llegar más rápido, no es fácil conducir cuando tu mejor amigo está ebrio.

—Qué vendrá.

Es oficial, estoy confundido. Niego, deteniéndome en el estacionamiento, comienzo una odisea para intentar aferrarme a Darrell, que apenas puede caminar en línea recta, y presiona, al menos, tres botones del ascensor antes de nuestro piso. Lanzo un quejido, empujándole con mi cuerpo contra la pared metálica, enredando sus brazos sobre mis hombros, sosteniendo su chaqueta para que pueda seguirme, y su cabeza cae, con todo su cabello revuelto, sobre mi hombro, varios quejidos sin sentido que no puedo entender.

Perfecto, así de desastroso debo verme en cada una de las veces en que termino ebrio, y él debe salvarme, la diferencia en que Darrell puede llevarme en la espalda, yo solo puedo intentar arrastrarle.

—Yo pensaba... — y sigue con el supuesto pensamiento —. Que quizás no te guste mi sorpresa.

—No me vayas a decir que es, o te mato.

—Pero es verde.

Oh, vamos, eso era algo que no quería saber. Levanto la mirada, deteniendo con una de mis piernas que la puerta se cierre, entre pasos tambaleantes, y mi acelerado intento de buscar la tarjeta de la habitación en un bolsillo de su chaqueta, me veo acorralado entre la puerta, y el cuerpo del castaño.

Ugh.

Levanto la mirada, lanzando un gruñido por el fuerte golpe contra el suelo, pero aún más porque me deja sin aire el que el idiota haya caído sobre mí, y en lugar de apartarse, solo comienza a reír, como si fuera la primera vez en su vida que escucha algo chistoso. Es oficial, nunca más, en mi maldita vida, le daré una gota de alcohol a Darrell.

—¿Por qué ríes? — a mí no me parece tan divertido. Apoyo mis manos en el suelo, intentado levantarme —. Eso fue doloroso.

—Te dije que no fuéramos a la fiesta, pero esto me recuerda más a París.

No, yo no he estado ahí, pero creo que él sí. Niego, dejando caer mi existencia en el frío de las baldosas, seguro de que no me importaría quedarme sufriendo en este lugar, y desvío mi cabeza, de la nada me encuentro con la mirada de Darrell, el destello de sus ojos por la luz que entra por el ventanal, y su mirada, como si estuviera viendo una maravillosa obra de arte, la sensación de su mano enredándose en mi cabello.

—¿Quieres besarme? — vuelve a reír, sin ninguna de intención de moverse. No me importaría, si no me estuviera ahogando.

—No, seguro tomaste alcohol, y me gusta cundo tus labios saben a chocolate — en seguida me sonrojo por la bella estupidez que me avergüenza, y solo suspiro, intentando apartarle con mis brazos.

—Ni siquiera así quieres besarme — lanza un quejido.

—A él tampoco pude besarlo — sí, claro, seguro fue un... ¿¡Besar a quién!?

—¿Fue a mí? — trago saliva, de repente me pone algo nervioso sentir sus dedos bajar por mi cuello, hasta el borde de mi camisa.

—No, creo que es alguien más — me mira, confundido. Pero, él... —. Creo que fue una chica, le halé un poco el cabello, y se quejó.

Tal vez es porque está ebrio, pero no puedo dejar de notar que se refiere a un hombre, y luego, una mujer. Me quejo, golpeando varias veces mi cabeza con el suelo de la habitación, empujándole lo más fuerte que puedo con todo mi cuerpo, y por fin le hago a un lado. No sé qué me molesta más, el claro hecho de que no podré levantarle, o que me siento... tan extraño del solo escuchar que ha querido estar con alguien más, se supone que él solo esté conmigo.

Bueno, no explícitamente conmigo, pero... ¡Dios, como sea! Max, no necesitas engañarte, sabes que te sientes celoso, de cualquier estupidez inventada por el alcohol, puede que todas las cosas que ha dicho, solo fueran mentira.

Suspiro, tomando una almohada de la cama, lanzándole junto a él, solo para encontrarme que ya está inconsciente en el suelo. Suspiro, intentando quitarle la chaqueta, para que no se sienta tan mal cuando se levante en la mañana, dejo caer mi mirada en él, tocando uno de sus labios con mi índice, y niego, apartando sus brazos, para poder acostarme junto a él, y hundirme en su pecho.

Pero, aun así, no puedo dejar de sentir que el sentimiento sin nombre me está diciendo algo. ¿Qué rayos me está pasando?

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