Junto a ti

By MyPerfectGuys

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Segunda temporada de 'Te Necesito' More

Sinopsis
01.
02.
03.
04.
05.
06.
07.
08.
09.
10.
11.
12.
13.
15.
16. «1ª parte»
16. «2ª parte»
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27. «1ª parte»
27. «2ª parte»
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
*Explicaciones*
35.
36. «1ª parte»
36. «2ª parte»
37.
38. (último)
Epílogo
*Nota final*

14.

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By MyPerfectGuys

Una vez que mis padres supieron acerca de la charla que quería tener Antonio conmigo, tomaron la decisión de marcharse a casa, pues, al igual que yo, pensaban que la cosa se terminaría alargando hasta altas horas de la madrugada. Eran demasiados los puntos que debía aclararle a él para que llegara a comprender mi situación y me dejará volver a acercarme a su hija sin prejuicios.

Caminé de vuelta hacia el despacho de Antonio, de cuya existencia nunca antes había sido consciente, puesto que cuando yo me marché ésta era una habitación que sólo utilizaban para meter trastos viejos. Pasé a la habitación cerrando la puerta detrás de mí y avancé hasta el escritorio donde él se encontraba sentado y escribiendo algo en una libreta. Cuando terminó, levantó la vista y me hizo un gesto ofreciéndome asiento frente a él.

—Siéntate Liam, no tardaremos mucho —me indicó, bastante seguro de lo que decía. Yo sin embargo, discrepaba en ese aspecto. Él se echó hacia adelante en su asiento, juntó sus manos sobre la superficie de la mesa y entrecerró sus ojos mirándome con atención—. ¿Recuerdas una conversación que mantuvimos hace un tiempo en la que te comenté la situación de mi hija?

—Claro que la recuerdo —afirmé sintiéndome culpable por ciertas cosas que le había asegurado que no haría y, sin quererlo ni pretenderlo, hice.

Su mirada inquisitiva estaba consiguiendo ponerme cada vez más nervioso. Era como si me estuviera recordando una y otra vez lo mal que lo había hecho con _____, y lo tonto que había sido creyéndome a Danielle. Pero, ¿qué hubiera podido hacer yo en aquel momento? Si me hubiera desentendido de ella y era verdad que llevaba a mi hijo dentro, la sensación aún más fuerte de culpabilidad me perseguiría por el resto de mis días. No podía permitirlo, por eso hice lo que hice.

—Jamás fue mi intención dejarla... jamás —repetí, haciendo evidente la necesidad que tenía de que cambiara los ojos con los que me miraba—. Es cierto que todo el mundo pensó en lo irresponsable que había sido cuando mi ex novia se presentó en mi casa anunciándome su embarazo, y todo porque supuestamente no habíamos tomado precauciones. Pero, ¿sabe una cosa? Me alegro de que con el tiempo todos hayáis podido comprobar que yo, al igual que _____, he sido una victima en todo esto. Tomé la decisión que creí correcta, pues me parece totalmente injusto que un niño crezca sin el cariño de sus dos padres, y más cuando ninguno tiene impedimentos para criarlo. Y le digo más, fue su hija la que, al ver lo indeciso que estaba en un principio, me empujó y me convenció para irme y adoptar el papel que en ese momento me tocaba...

—Liam, Liam... —me interrumpió al ver que cada vez tomaba más valentía para continuar hablando en mi defensa. Antonio curvó sus labios hacia arriba mostrando una expresión divertida y me tendió un vaso que había llenado de agua para que recuperara el aliento después de aquel discurso.

Tomé el vaso con rapidez y de un trago me lo bebí entero. Realmente me había quedado sin saliva.

Tras dejar el vaso de nuevo en su lugar, levanté la vista hacia él y lo encontré con una expresión más relajada, echado sobre el respaldo de su silla y cruzando los brazos en su pecho. Eso sí, la mirada que me hacía inquietar no la cambiaba.

—No tienes porqué darme explicaciones de nada. Más bien se las tendrías que dar a mi hija, si es que no lo has hecho ya, claro —rió. Suspiró y se incorporó levemente—. Por tus padres he sabido más o menos lo que te ha pasado, y yo, como hombre, te doy mi enhorabuena por haber sabido controlarte y llevar las cosas como mejor has podido. Sé que nada de lo que ha pasado ha sido fácil para ti.

Mi impresión fue enorme al escucharlo decir aquello. En ningún momento pensé que nuestro encuentro fuera para hablar sobre cosas que no nos provocaran tensión, y menos que me felicitaría con tanta sinceridad como parecía que hacía.

—Pero quiero ser totalmente sincero contigo, por lo que te diré que desde el día en que te fuiste, yo aún no sabía los motivos por los que lo hiciste, pensé que nos habías jugado una mala pasada tanto a _____ como a mí.

Sí, ya decía yo que no podía ser todo tan bonito después de lo que había ocurrido. Esta dirección de la conversación ya empezaba a recobrar más sentido y comenzaba a coincidir con mis espectativas.

—Aparentemente siempre fuiste un chico humilde, buena persona, honrado, responsable... nada que ver con la mayoría de chicos de tu edad. Siempre tuve esa imagen de ti, hasta el día en que encontré a mi hija tirada en su cama llorando desconsolada porque te habías marchado junto con tu ex novia embarazada de vuelta a Londres. La inquietud por saber lo que había pasado me perseguía a todas horas, pero no encontré modo alguno de enterarme sin que nadie saliera perjudicado. Tus padres no hablaban nunca de ello, comprendía que debía de ser un tema muy doloroso y por eso evitaba mencionarlo en su presencia, y _____... —él se encogió de hombros mirando a un punto fijo en la habitación—, a mi hija era mejor ni hablarle, ya que si lo hacías lo único que conseguías era presenciar una llantina interminable que era capaz de durar días y noches seguidas. Por ese entonces, mi imagen de ti ya había dado un giro completo de 360ºC. Hasta que hace un par de semanas, cuando tu padre notó mi molestia acumulada hacia a ti por haberle roto el corazón a _____ de esa manera, él tuvo la valentía de hablarme de lo sucedido. En ese instante lo comprendí todo. Cuando fui consciente de que el epicentro de tu mundo durante meses había sido una completa farsa, fui capaz de ponerme en tu piel y de comprender lo mal que lo debiste pasar.

Escucharlo de la boca de otra persona era realmente impresionante. Era muy consciente de los ajetreos y altibajos que había sufrido en los últimos meses, pero nunca había sido tan consciente de ello como ahora. Estaba tranquilo, y tenía tiempo para analizarlo con calma, así que eso haría para sentirme reconfortado.

—Ha sido un infierno, se lo aseguro —solté de pronto, como si un gran saco de piedras sobre mi espalda hubiera caído al suelo de golpe, liberándome de la carga—. He echado de menos tantas cosas...

—No sé si quizá sea una pregunta muy personal pero, ¿te hiciste ilusiones alguna vez con el bebé que venía en camino?

Mi boca se abrió por inercia, sorprendido de que me formulara esa pregunta. Pero de inmediato la cerré pensando en que la respuesta que le iba a dar no era la más sincera. Quería hacer las cosas bien desde el principio, incluso con Antonio, así que no mentiría. Me daba igual que nuestras opiniones no fueran las mismas, yo debía sincerarme, quería de verdad hacerlo.

—Sí, sinceramente llegué a ilusionarme, y quizá demasiado —le respondí con una sonrisa que no pude evitar mostrar. Él no parecía estar sorprendido por mi respuesta, es más, asentía conforme. Eso tenía que ser bueno—. Obviamente el haber podido tener un hijo con mi ex no era el motivo de mi ilusión, sino el hecho de poder tener un hijo en sí. Algunas noches cuando llegaba agotado del trabajo, me tumbaba, cerraba los ojos e imaginaba como sería hacer lo mismo pero con un 'mini yo' a mi lado. No sé... —negué mientras seguía sonriendo, sintiendo un sentimiento en mi interior de nostalgia incomprensible. Echaba en falta algo que jamás había tenido—, es algo que me pone muy sentimental.

Sin poder creerlo, noté como mis ojos poco a poco iban cediendo y dejaban que las lágrimas los inundaran. Por ridículo que pareciera, me había emocionado por un ser humano que ni siquiera existía.

—Liam, eres muy joven aún. Tienes toda tu vida por delante...

—Lo sé, lo sé, pero... verdaderamente quería con toda mi alma ver nacer a mi primer hijo ahora. No quería esperar más para ser padre.

Me daba algo de vergüenza admitirlo frente a él, puesto que sabía que ambos estaríamos pensando en ese momento en _____ como madre, a pesar de tener dieciséis años. Pero me obligué a dejar de visualizarlo en mi mente de inmediato. Era demasiado cruel quitarle su juventud por eso. Eso que siempre me repetía una y otra vez a mí mismo para convencerme de la realidad y darme cuenta de ella, me vino de pronto a la cabeza. ¡Ella era todavía una niña!

—Pero ahora sé que podré esperar todo lo que haga falta. No me importa el tiempo con tal de hacer a su hija feliz... —me sinceré con una mano en el pecho. Mi corazón iba a estallar.

—Como ya supongo que debes de saber, no quiero que _____ vuelva a pasar por lo que ha pasado —comenzó Antonio de nuevo a hablar, dejando estar el tema de la paternidad—, no quiero volver a verla llorar por ti ni por lo que hayas podido hacerle. Por eso Liam, te pido y te suplico si hace falta, que no la vuelvas a decepcionar si lo que de verdad quieres es estar con ella —me dijo pretendiendo que me echara hacia atrás en todo este asunto si no estaba seguro al cien por cien de lo que quería en mi vida.

Pero no había vuelta a atrás, mis sentimientos eran los que eran desde que, día a día, ella me fue enamorando tanto en las clases, como en los ensayos y en los entrenamientos. Estaba loco por ella, y nada, absolutamente nada, sabía que me haría cambiar de opinión con respecto a eso.

—No soy el mejor ejemplo de hombre entregado a su pareja —continuó él—, puesto que mi mujer me dejó por otro, pero sé que tú si lo eres. Se nota que necesitas a alguien a tu lado, incluso yo notó que te falta algo cuando _____ no está a tu alrededor... Y si yo he sido capaz de darme cuenta de eso, entonces, te vuelvo a felicitar Liam. Porque, después de todo con lo que has tenido que lidiar, estás aquí ahora, exactamente a las tres de la mañana de un domingo, hablando conmigo como si nada importante pasara apesar de que tienes un sueño que ni queriendo puedes ocultar... —dijo en el mismo instante en que me frotaba los ojos tratando de obviar que llevaba muchísimas horas sin dormir, lo que me hizo paralizarme sorprendido de que se hubiera dado cuenta de eso—. Así que lo único que puedo hacer ahora Liam es tenderte mi mano, aceptarte de nuevo como otro más en mi familia y darte el mejor consejo que, creo, puedes recibir en estos momentos de tu vida: No dejes pasar esta valiosísima segunda oportunidad.

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