El capricho de amarte

By nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos
Sophia Pierce - Capítulo final (libro 2).

Duerme conmigo

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By nacaridportal

Al ingresar a la carpa utilicé las toallas húmedas para limpiarme la cara, me puse el pijama y tomé un vaso de agua para salir a cepillarme.

Las ganas de hacer pipí iban en aumento. Ya no podía retrasarlo más.
Tenía que hacer en el piso.

Después de lavarme la boca, me alejé un poco del campamento para buscar un sitio donde nadie me escuchara, pero estaba tan oscuro que no me aparté demasiado.

Estaba cortada por muchas cosas. Primero, dormir con Belén después del beso de Sophia era incómodo. Segundo, no me gustaba acampar, ni la oscuridad, ni estar tan lejos, ni los mosquitos. No era mi pasión, aunque muy bonito todo, de no ser por las atenciones de Sophia me hubiesen llevado en ambulancia de retorno en las primeras horas de viaje cuando me sentía fatal.. Tercero, odiaba tener que bajarme los pantalones y hacer así, en la nada.

Me agaché con todo el esfuerzo de mi vida y traté de concentrarme, pero no salía. No podía hacer. Todo estaba muy solo y me daba vergüenza que mi chorro de pipí se oyera en cada carpa. Dejé de pensar en eso para cerrar los ojos e intentar hacer.

«Julie, concéntrate, vamos».
Comencé a pelear con mi mente y nada que salía. Absurdo. Estaba prácticamente rindiéndome cuando sentí que alguien llegó por detrás. Ni siquiera pude gritar porque me tapó la boca casi de inmediato, ahogando lo que sería el gripo del siglo. ¡Caí en pánico! Pensé cualquier cosa. El asesino de la sabana, la inseguridad, Venezuela. Estaba en shock y en estado de paranoia hasta que escuché la risa de Sophia.

Quise matarla.

-¿Pero estás tonta o qué te pasa? -le di un golpe en el estómago, ignorando por completo que seguía con el pijama abajo.

-Eres la niña más tierna que existe y vine al rescate -sonrió, mirándome de arriba a abajo. Inmediatamente me subí el mono.

-¿Matándome de un infarto? No fue gracioso -la miré mal, pero su sonrisa no se borró.

-Pero, Julie, llevas un montón de tiempo sentada y nada que sale el pipí.

-¿Ahora me espías?

-Te estoy cuidando, amor. Claudia me pidió estrictamente que te cuidara y yo soy obediente -puso cara de niña angelical.

-De verdad estas MUY loca y no me mires así que no te va a funcionar

-¡Loca de celos! Estoy enloqueciendo de pensar que vas a dormir con ella. ¿No te puedes escapar? ¿No le puedes decir que eres mía? -me atrajo por la cintura y se veía tan linda que me costaba concentrarme.

-¿No le puedes decir a Noah que se te acabó eso del amor en libertad? Y que después de no retener ni celar, ahora me quieres solamente para ti -me armé de valor.

-Creo que ya lo sabe. Soy muy obvia. Me quedo mirándote y se me cae la baba -Me dio un besito en la mejilla-. Nunca me gustó que me abrazaran o estuvieran encima. Me daba fastidio tanto contacto, pero contigo no quiero despegarme. Nunca había hecho una carta en mi vida, cuando los niños le hacían tarjetas a sus padres yo hacía dibujos. "Sophia escribe algo bonito a tu mamá". Y lo máximo que hacía era poner: Para: mamá. Julie, contigo soy demasiado cursi aunque nada me resulta suficiente. Quiero sorprenderte más y más cada día. ¿Crees que Noah no se da cuenta? Porque creo que cualquier persona se daría cuenta que te amo -soltó de pronto mirándome a los ojos.

Desde el inicio fue así. Lo que más me gustaba era que conmigo fuera distinta. Como si a mi lado no tuviera caretas y su necesidad de cuidarme la sobrepasara. Fue así desde el primer momento y sus palabras me lo confirmaron.

-Julie, eres lo mejor que me ha pasado en la vida y lamento ser así a veces.

-¿Así cómo?

-Complicada. ¡Muy complicada! -bromeó, dedicándome una sonrisa-: Me estuvieron expulsando de cada instituto, pero de las guarderías era peor. No duraba ni dos semanas. Siempre trataba de escaparme. ¡Escapista profesional! Cuando tenía seis años, pedí ir al baño y me salí lentamente del prescolar. Ni siquiera sé cómo lo logré, pero la mamá de Erick me consiguió en plena calle. Quería volver a mi casa no me gustaban los demás niños. Contigo ya no quiero escapar. Siempre regreso, no tengo la necesidad de huir ni de vivir corriendo.

-¿Qué ha cambiado?

-Que deje de odiar el futuro, desde que comencé a visualizarte en él -contestó y no tuve nada más que pensar, la besé aunque no debía.

Fue un beso lento y cuando nos separamos para tomar aire la oí decir:

-Duerme conmigo -me miró, pero mi mirada se alejó de sus ojos para irse hacia su escote.

Usaba una camiseta negra y ni siquiera tenía sujetador. Se le marcaban por completo los pezones y tenía un mono de esos anchos. Mis ojos, por supuesto, no estaban en el mono, sino en sus senos. Que eran los más perfectos que había visto y no... (no necesitaba ver otros para estar segura de eso).

-Me miras como una pervertida, pero me gusta -murmuró Sophia sujetando mi mano para llevarla justo al sitio que llamaba mi atención-: son tuyos, así que puedes tocar.

Sabía cómo volverme loca.

-Yo... es q -y allí estaba de nuevo, complemente nerviosa y embobada cayendo en el efecto Pierce.

-Te ayudaré -dijo, regalándome uno de sus besos furtivos en la mejilla, para rápidamente, bajarme el pijama hasta las rodillas y antes de poder quejarme, agregó-: ¡La primera vez que hagas pipí en medio de la nada, también será conmigo! Intenta concentrarte -se cruzó de brazos.

-Ah, no, de eso nada, te aseguro que contigo mirándome no va a salir ni una gota. ¡Es vergonzoso! Voltéate.

-¡Hagamos la prueba! -la vi sacar su móvil y a los pocos segundos puso a reproducir el sonido de una jarra vertiendo agua-: Vine preparada para que esto sucediera. Te dije que te iba a cuidar siempre y eso hago, cuidarte como una niña consentida que por primera vez sale del castillo. Claro, que no eres cualquier niña, eres una que es solo mía, aunque haya que dejárselo claro a la profe -otro beso en mi mejilla y acto seguido, Sophia volteándose para dame privacidad-: concéntrate en el sonido del agua,. Inténtalo por mí -repitió y ok, tuvo razón.

Todo el pipí que había aguantado durante el día, estaba saliendo y me sentí aliviada. Uff. Por fin. Me sequé y me aseé con las toallas húmedas para luego meterlas en la bolsa que había traído, pensando en el «romántico» momento que estábamos teniendo. Qué pena, de verdad.

Sentía mucha vergüenza, pero también amor. Amor por esa fastidiosa que cada día quería más.

-Ahora que te he salvado de una infección urinaria por retener la ganas, ¿podríamos liberar las ganas que tengo de ti? -la vi voltearse para quedar frente a mí-. ¡Duerme conmigo! Princesa -habló tan cerca de mis labios que sentí que las piernas me temblaban. ¿Era normal?

¿Era normal amar y desear sexualmente a una persona hasta el punto en que solo pienses en eso? Todavía no lo sé, pero desde que lo hicimos solamente pensaba en ella y en nosotras haciéndolo y suena más pervertido cuando lo escribo.

El calor recorrió mi cuerpo imposibilitando mi concentración, pero luego estaba Noah. Ellos, juntos, su aniversario y lo que pasó en el aeropuerto. Fue un día extremadamente largo. MUCHO. Y que fuera tan linda, no cambiaba las cosas.

-Si quieres dormir y estar conmigo no será en medio de un triángulo amoroso. -Ok. Fuerza de voluntad (parte dos)-: A ti no te puedo exigir, pero a mí sí. Por eso no puedo dormir contigo, aunque sea lo que quiero -Casi inconsciente me mordí los labios y mi vista volvió a irse a sus senos. No sé qué me pasaba. Yo no era así-. Descansa, Sophi y gracias por la ayuda y por tus sen... -Cállate Julie. Me dije a mí misma que no podía agradecerle tener los senos más hermosos del mundo-: Hasta en pijama te ves sexy -¿Por qué lo dije en voz alta?

Allí estaba yo, con las hormonas a mil y la necesidad de salir corriendo, pero de la pena. Ya no podía estar más cerca con ella. La confianza se estaba superando y ella vestida así, no ayudaba.

Intenté salir corriendo, pero Sophia me cogió de la muñeca para atraparme en sus brazos. Sentirme en ellos era lo mejor del mundo. Era como si en un abrazo pudiera mostrarme que más allá de sus miedos, yo era su prioridad.

-¡Estás hirviendo! -solté, apartándola suavemente para poner mi mano en su frente-: ¿Te sientes bien? -solamente al reposar en su cuello, pude salir de la nube en la que estaba para darme cuenta de que tenía fiebre.

-Jéssica me dio una pastilla, solamente es malestar, creo que por meterme en el río me resfrié, o algo. Pero nada grave.

Estaba prendida en fiebre y, además, sudada. Ella no era de enfermarse y no confiaba tampoco en las habilidades de Jéssica. Era tan irresponsable que lo más probable era que le hubiese dado una pastilla anticonceptiva, en vez del antibiótico.

-Estás consciente de que voy a ser doctora, pero en vez de decirme que te sientes mal, vas y le aceptas pastillas a la persona menos indicada. ¿Hace cuánto te la dio? -Creo que estaba celosa.

-Antes de ir a ayudarte a hacer pis, no es para tanto. ¡Además es tu culpa!

-¿Mi culpa?

-Sí y habla más bajo -respondió Sophia, antes de añadir-: estoy enferma de celos. Celopatía aguda, le dicen. ¡Fiebre de pensar que la pervertida va a tocarte mientras duermes! ¿No lo ves? ¿Si puedes dormir conmigo, por qué prefieres dormir con ella? Yo nunca preferiría dormir con Noah antes que contigo. Tengo fiebre por tu culpa -de nuevo con su cara de niña consentida-: ¡Te fuiste con otra y me enfermé! -completó utilizando su voz más teatral y cruzándose de brazos.

-Tienes cero en manipulación. Necesito saber qué te dio Jéssica. ¿Cuál es su carpa?

-Está en la nuestra -contestó, encogiéndose de hombros-: Dijo que prefería dormir conmigo en vez de con Carla y Vanessa. Que me conoce más, ya sabes -si su misión era ponerme celosa, lo estaba logrando.

-A Paula no le cae bien y a mí tampoco, pero bueno, no es el punto -la cogí de la mano viendo cómo sonreía.

Avanzamos hasta llegar a su carpa y vi a Jessica acostada hacia la esquina. Mientras mi amiga jugaba con su celular, de espalda a ella, ignorándola. MUY bien, Paula. Nada personal, ya la disculpé pero eso no significa que me guste cerca de Sophi.

-¿Te sientes mejor, preciosa? ¿Te hizo efecto la pastilla?

¿Preciosa?
¿Desde cuándo era tan cariñosa?

-Está peor -me animé a contestar-. ¿Qué pastilla le diste? Porque está claro que no le hizo efecto.

-Un tramadol.

-¡¿Tramadol?! Eso es para los dolores intensos. ¡Necesita es antibiótico! Si tiene fiebre tiene infección, ¿en qué estabas pensando?

-Si tan mal lo hice, cuídala tú, al menos yo hice algo -Jéssica sonó molesta, pero me dio igual.

-Precisamente es lo que haré y dormiré aquí, así que vete a tu carpa -Creo que era la primera vez que trataba mal a mi acosadora. Se sentía bien, era hasta terapéutico.

No esperé respuesta, pero vi cómo Jessica se quejaba hasta que Sophia tuvo que insistirle en que se fuera. Me reí internamente teniendo una actitud sumamente infantil, pero estaba feliz de verla retirándose.

Sophia me acompañó a buscar mi bolso y mis cosas en la carpa de Belén. Desperté con delicadeza a la profesora, explicándole que debía tener como 39 de temperatura, que era peligroso y que no podía pasarse como normal.

-Creo que lo hace para llamar tu atención -respondió ella, sin notar la presencia de Sophi-. Acuéstate, vamos a dormir ya se le pasará, solamente está celosa -Belén me extendió el brazo.

-No necesito fingir una enfermedad para llamar la atención de Julie, a diferencia de ti que te aprovechas cuando está vulnerable -la atacó, pero Belén no cayó en su juego ni debatió con ella. Se levantó con mucho fastidio para tomarle la temperatura y comprobar que efectivamente estaba hirviendo.

-Llamaré a la doctora.

-No es necesario. Voy a bajarle la fiebre y a darle el antibiótico, si veo que no baja, yo misma la despierto -me apresuré a decir.

-Las ventajas de tener una novia doctora -volvió Sophi con la actitud más engreída que encontró en ella.

-¿Novia?

-Sí, eso somos, profe, aunque Julie todavía no lo sabe -sin esperar respuesta, se apresuró a ayudarme a cargar el bolso, mientras yo llevaba la cobija y el agua.

Quería salir corriendo de esa carpa. No me lo estaba poniendo fácil y podía sentir el rubor en mis mejillas.

Antes de que pudiera irme, Belén me cogió de la mano para hablarme con esa madurez y dulzura que la hacían inalterable a los arranques de Sophia.

-Si necesitas algo despiértame, no importa la hora que sea y si quieres venir a dormir conmigo, te estaré esperando. Ah y no aceptes ser su novia hasta que te dé la siguiente lección, la +18 -habló muy bajo y en mi oído, dejándome pálida. Creo que por un momento caí en shock. Una energía eléctrica atravesó mi columna, fue como... ¿What? Repítelo de nuevo.

Salí de la carpa para alcanzar a Sophia, todavía sin dejar de pensar en las palabras de Belén. ¿Estaba insinuándome tener relaciones? Ya no era mi profesora, luego del viaje venía la graduación y listo, oficialmente no nos veríamos más como alumna y maestra. Belén era muy joven. Podía pasar fácilmente como una amiga. Si nos vieran en la calle nadie diría, «oh, estás con alguien mayor». Sin embargo, por alguna razón fue muy directa y lo peor, en vez de molestarme me había gustado.

Saqué de mi mente a la profesora y su insinuación para entrar en la carpa. Paula estaba sentada esperándonos con las manos rodeando sus rodillas, las cejas arriba y una mueca indescifrable en los labios.

-Por mí pueden tener sexo -fue lo primero que dijo-: yo me pongo los audífonos y una vez que me duerma, ¡Soldado caído! En serio, muerta total. M u e r t i c a -prosiguió.

-Vine a cuidarla porque está enferma. Solamente por eso -traté de sonar lo más convincente posible.

-¿Viniste por eso, o es una excusa para dormir donde de verdad quieres dormir? -mi mejor amiga no me lo ponía fácil y la carita sonriente de Sophia tampoco ayudaba.

-Vine porque la última vez que me enfermé y me dejaron contigo, te quedaste jugando fortnite mientras yo alucinaba de la fiebre.

-En mi defensa, pensé que las doctoras sabían cuidarse solas -Paula me sacó la lengua, al tiempo en que le di el antibiótico a Sophia y mojé una toalla con agua para pasársela por la frente y el cuello.

Necesitaba bajarle la fiebre, pero ella me miraba con una intensidad que desequilibraba mis piernas. No apartaba su mirada de mí, pero si tenía tiempo de entreabrir los labios como pidiéndome que se los comiera y yo me moría por hacerlo. Pero me controlé como pude, para seguir pasándole el trapo por el cuello, los hombros y de nuevo por la frente. Intentando recordar cómo respirar.

-¡Julie! ¿La estás cuidando? ¿O le haces el amor en tu mente? Porque siento que estoy viendo un porno de lesbianas. El sudor por el cuello de Sophia, sus pezones parados de la excitación y mierda, amiga, ¡hasta aquí me llega su tensión sexual! ¿dónde quedó tu discurso de que el sexo era asqueroso y podías vivir sin el? -preguntó Paula, y antes de que siguiera hablando cubrí a Sophia con el edredón intentando que su camiseta dejara de desconcentrarme.

Sophia tuvo un ataque de risa, que se mezcló con un ataque de tos.

-No sé cuál de las dos es peor -solté, organizando el espacio para acostarme-. Ven, tienes que descansar -le dije, invitándola a que se recostara y saqué del bolso el jarabe para la tos-. ¿Cómo te sientes? -volví a tocarle la frente y Sophia sonrió.

-Nunca me había sentido mejor. Estoy justo donde quiero estar... contigo. -Por un momento me perdí en su mirada, pero nada es perfecto. Compartíamos carpa con Paula.

-Sophia se está robando mi heterosexualidad, ¡por Dios! Julie, si no te casas tú, me caso yo -bromeó, pero no le contesté. Al contrario, me dejé llevar por el deseo que tenía y dejé un pequeño beso en los labios de Sophi.

-No quiero contagiarte.

-No recuerdo haberte preguntado lo que quieres -pasé mis brazos por su cuello, para volver a besarla y esta vez sí que me lo permitió.

Podría decirles que mi pasatiempo favorito eran sus besos, pero era un conjunto de todo lo que representaba. Como cuando miras a alguien y sientes que lo entiendes. Que lo que sea que haya que entender de la vida, está completamente claro mientras la estés mirando.

La besé queriéndole decir que también estaba donde quería estar. La acaricié con mi lengua y sabía que no quería contagiarme, pero también la sentía aferrarse más a mí, entrelazando sus piernas con las mías, como quien ya no puede contenerse más.

Quería decirle a Paula que se fuera con Benjamin y nos dejara solas, pero tampoco podía echarla de esa forma. ¿O si podía?

-Paula...

-Olvídalo, Julie -me leyó el pensamiento-. ¡Yo ni las veo! Hagan lo que quieran. No me puedes botar en medio de la noche como un animal indefenso -refunfuñó.

-Me encanta cuando te pones así toda ninfómana y ya no eres tan tímida -susurró Sophia, ignorando a mi amiga, mientras me mordía la oreja con suavidad.

Era como si conociera qué tocar, o cómo tocarme. No había pasado tanto desde que lo hicimos por primera vez y mi límite de placer nunca llegaba a saciarse.

-No tendremos sexo porque estoy cuidándote, pero esa camiseta no me ayuda a ser profesional -esa era yo, intentando hallar la cordura. Me separé de su boca, para recostarla en mi hombro-. Voy a cuidarte toda la noche hasta que te cures -le expliqué, sobándole la mejilla.

-¿Puedo dormirme haciéndote cosquillas? -Sexy, tierna, sexy, tierna, sexy, tierna. Así era Sophia Pierce y por supuesto, asentí con cara de idiota sin saber a qué cosquillitas se refería. Lo supe cuando sentí su mano introducirse en mi ropa interior, para hacerla a un lado y comenzar con sus caricias-. ¡Estás muy mojada! -enfatizó y tuve que taparle la boca, para que se callara que Paula estaba al lado.

-¡Sophi! ¡Hoy no! Estás prendida en fiebre, no va a pasar. ¡Eres terrible! Saca tu mano -la atraje a mí, pero por alguna razón aunque mis palabras le decían que parara, no la detuve.

Quedamos frente a frente, arropadas por el edredón y con un espacio como de una persona, entre mi amiga y nosotras.

-Quiero sentirte -dijo con voz ronca, pegándose a mis labios y cerré los ojos casi por inercia, cuando sus dedos comenzaron a jugar en mi clítoris.

Mordí la almohada intentando contenerme.

-Paula está al lado -murmuré en su oído, pero al mismo tiempo, le apreté la espalda alentándola a más.

-Es más rico cuando es prohibido -murmuró, y verla mordiéndose el labio solo sirvió para que abriera un poco más las piernas.

Sin poder controlar mi cuerpo, fui otorgándole el acceso que requería.

Había perdido el juicio.

Era su mirada, la manera en la que me estaba tocando, el olor de su cuerpo, y esa camiseta... por favor, debía ser un crimen contra la salud mental. Era la persona mas sexy del mundo. Llegó para acabar con mi heterosexualidad y si me seguía tocando así... también acabaría con mi lesbianismo. Sería solamente de ella, de nadie más.

-Soppphhii -quería pedirle que parara por Paula, pero sus labios jugando con mi cuello y sus dedos haciendo magia en mi entrepierna, lo hacían todo muy difícil.

Mi voz sonó entrecortada y sentir su respiración tan cerca de mi oído, sumado a sus dedos haciendo lo que sea que hacían, complicaba mi razón.

-¿Qué quieres que te haga? -Su lengua jugó con mi oído y ya no podía más.

Tenía la boca entre abierta y con sus dedos no sé exactamente qué hacía, pero por favor que no se detuviera.

-¡Hazme lo que quieras! ¡Quiero que me lo hagas todo, Sophia! -mi voz sonó más duro de lo que pensé. Ella, sin esperar mi respuesta ya había entrado en mí, haciéndome morderle el hombro para contener un gemido, que de igual forma sonó.

-¡Maldita pasivaaaa, Julie! ¡¿Qué carajo?! No me defraudes, usa el consolador -gritó Paula, cortando el momento por completo-: ¡Me avisan cuando terminen! El consolador, ¡para algo lo compré! -repitió, saliendo de la carpa.

Sophia comenzó a reírse de las ocurrencias de mi mejor amiga y su risa fue tan contagiosa que yo también comencé a reír, aunque era difícil con su mano entre mis piernas.

Volvimos a hacerlo sin pararnos en su fiebre. Actúe como una pésima doctora y sin importarme que estuviera enferma, dejé que me hiciera literalmente todo lo que quiso.

-¿Dónde está el consolador? -la escuché preguntar y no sabía si iba en serio, o en broma, hasta que registró en mi bolso y luego de encontrarlo, se montó sobre mí mostrándome su cara más sexy y cínica.

Amaba su arito en la nariz. Sí, es un detalle absurdo, pero lo amaba tanto como el piercing de su ceja y la forma en la que rodeaba sus labios con la lengua. Tenía algo en la mirada, entre picardía y una dosis infantil que le daban ese toque de rebelde niña bonita. Era un equilibrio perfecto y me gustaba que por ese instante, fuera solamente mía.

-Lo siento, Sophi. Ya escuchaste a Paula, no puedo ser una "pasiva" -le arranqué el juguete de las manos, y cambié de posición con ella.

-Muy bien, princesa. A mí también puedes hacerme todo lo que quieras -no tuvo que decir más, pero lo dijo-: ¿Vas a convertirte en príncipe? -la callé tapándole la boca, mientras me ayudaba a ponérmelo.

No parábamos de reír, era gracioso, pero no sabía que también sería excitante. Comencé a besarla y no bastó mucho, para que ella misma, sin poder aguantar la excitación, se introdujera el juguete, enseñándome.

-Tienes que ir metiéndolo de a poco, hasta que esté todo. No como algunos hombres que lo hacen de golpe y te lastiman. Si quieres ser un príncipe, poco a poco -me enseñó y seguí sus instrucciones hasta que se cambiaron por gemidos y no tuve que saber qué hacer, verla así, completamente dada y para mí, hizo que actuara por inercia.

Comencé a moverme adentro de ella, no sabía qué sentido tenía usar un pene de plástico, pensé que no sentiría nada, pero cada vez que Sophi gemía, me iba excitando más.

Se montó sobre mí y fue subiendo y bajando, mientras mi boca jugaba con sus senos. El no gritar era una tarea difícil con ella encima pidiéndome que fuera más rápido. Le hice caso y aumenté el ritmo de las embestidas sintiendo su respiración cada vez más fuerte.

Sophia gemía en mi oído y decirles que había sentido algo parecido, sería mentir. Nunca había sentido tanto placer, por darle placer a alguien. Hasta que, cuando estaba a punto de llegar, sacó ella misma el juguete y cogió mi mano. «Ningún orgasmo es mejor que el que siento cuando acabo en tus dedos». No hubo más que decir. Comencé a moverme, sintiendo su respiración entre cortada y sus manos en mi espalda.

Me apretaba cada vez más aferrándose a mis hombros. Sentía la presión que ejercía en mí, intentando controlarse hasta que se le escapó un gemido y le tapé la boca con la mano, sin saber que comenzaría a succionar mis dedos, haciéndome desvariar. Comenzó a jugar con ellos sacándolos y metiéndolos en su boca. Era lo más sexy que había visto y sentido.

Me encantaba como se movía, y esa expresión que tenían sus ojos, al tiempo que su lengua jugaba con mis dedos como si hubiese nacido para volverme loca. Sentía que iba a acabar y era imposible, ni siquiera me estaba tocando.

«Quiero que lo hagamos juntas», fueron sus palabras cuando sacó mis dedos de su boca, y los suyos los metió en mí. Estaba completamente mojada y a punto del colapso, cuando Sophi con toda la experiencia y sensualidad del planeta, comenzó a moverse haciendo que sus dedos entraran y salieran al ritmo de nuestros cuerpos.

-No quiero estar con nadie que no sea contigo. Quiero ser tu relación sana y voy a luchar por ti. Porque tú siempre has creído que incluso con mis problemas, valgo la pena -me dijo en el oído y no podía ser de otra forma.

La declaración de Sophia fue mientras follábamos, con el deseo imparable que empezó a crecer desde que nos vimos.

¿Qué podía responderle? Le di la respuesta que necesitaba con un gemido. Me tapó la boca y utilicé mis dedos con más ritmo, aumentando el nivel de mis embestidas, sabiendo por sus ojos y la manera en la que me apretaba.... que estaba funcionando.

Sentí como mis dedos se sintieron oprimidos, hasta que acabó en mí. Yo todavía necesitaba más tiempo y enseguida de recomponerse, cogió el juguete.

Estaba nerviosa. Jamás lo había hecho con un hombre y era grande. Pero, sin poderle negar nada, sentí como iba pasando. Al principio dolió, pero luego, a medida que la escuchaba hablarme en el oído fui dejándome llevar. «Me muero por ti», sentí su cuerpo presionar el mío y ya estaba. «Muévete a tu ritmo, solamente siente», fueron sus consejos y para que no doliera iba lento. Yo me dejé. Me dejé hacer y fui disfrutando de sus besos, ahora lentos y cautos.

Sophia me acariciaba la espalda a medida que se movía, suavemente.

Estaba sobre mí y con mis piernas rodeé su cintura. Mis manos se enredaron en su cabello, mi lengua jugó con intensidad con la suya y mis caderas aumentaron el ritmo, haciéndole saber que querían más. «Sophi, lento no, quiero más rápido. ¡Me gusta!», mi boca tampoco parecía mía. Era como si me transformara en otra persona, pero Sophia lo estaba disfrutando. «Me estás volviendo loca», fueron sus palabras, antes de comerme los senos.

Me tomó con determinación y me sentó sobre ella, cambiando de posición. Volvió a meterme el juguete que entró sin problema. Estaba completamente lubricada, y ella me cogía de la cintura para moverme de arriba abajo. Tuve que morderme el brazo para no gritar. No podía. Era demasiado lo que estaba sintiendo, y ella se movía muchísimo más rápido embistiéndome con la fuerza que le exigí. No podía más. Sentir las manos de Sophi recorrerme la espalda, al tiempo en que su lengua iba dejando mordiscos por mis senos, era alucinante.

Comencé a moverme aferrándome a su cabello. Las ganas de gritar eran insoportables, me moví más rápido. Sintiendo y ambas hacíamos un gran esfuerzo para no hacer ruido. Era excitante sentirme suya y que me lo hiciera de esa forma, de todas las formas. Siempre iba a decirle que sí y no sé cómo supo cuando estaba apunto de venirme, pero suavemente me quitó el juguete, para irse hasta mis piernas y utilizar su lengua para darme el mejor sexo oral de toda mi vida. «Quiero que acabes en mí», apenas sentí su lengua dentro tuve que morder la almohada para no despertar a todo el campamento. Iba a explotar y literalmente eso hice, en uno de los orgasmos más intensos de mi vida.

Agradecí que Paula no volvió a entrar en la carpa. Era la mejor amiga que tenía, no sólo por su regalo, también por darnos ese espacio que nos hacía tanta falta e irse con Benjamin aunque pudieran expulsarla.

Sophi y yo dormimos abrazadas y desnudas, sintiendo esa felicidad de estar con la persona que amas.

Y aunque no me crean, la cuidé toda la noche. La fiebre le bajó y fui una buena doctora (no profesional, pero sí muy buena). O al menos eso me lo dijeron sus sonrisas.

Sobre las 4:00 am le tocaba el medicamento, y cuando la desperté comenzó a moverse provocándome. Era insaciable. Tuve que darle varios besitos y convencerla de dormir, para escucharla decirme en mi oído que conmigo ya no se sentía sola. Hablaba de otro tipo de soledad, una que la aislaba (no con el resto), sino con sus pensamientos.

Ella se sentía perdida adentro de sus problemas. Sin conseguirle el sentido a nada, pero también esa noche llegó a decirme que de nuevo tenía muchas ganas de vivir. Me la comí a besos por lo tierna que era para terminar diciéndole que la amaba. Era cierto. No podía compararse. No escoges a quién amas, o cómo te sientes con alguien. Sabía que no era una persona normal, que tal vez Belén era «perfecta» pero nadie conocía a Sophia como yo. Ella era mi persona y cuando Noah dijo que no amaba lo peor de ella, estuvo en lo cierto. Yo no siento que nada con Sophia Pierce esté mal.

Si tuviera que comparar, siempre tendría el primer puesto. Porque no consigues a alguien así de la nada. Es como un milagro en un mundo contaminado. Y los que dicen «es tóxica», no ven lo que yo veo. Simplemente no la entienden.

La complejidad de su existencia va por encima de lo que la gente puede apreciar. ¿Cómo puede ser tóxico alguien que va curando el mundo? Ella curó el mío. Alegró mi existencia y me dio vida, cuando ni siquiera sabía que era posible.

Quería llevármela a Estados Unidos, me estaba apegando tanto que no quería desprenderme. De pronto, me dio igual Harvard, mis sueños, todo. Quería estar con ella y me imaginaba el vacío que sentiría si estábamos lejos. Todavía no habíamos hablado de eso, pero quería proponerle vivir conmigo. Quería inscribirla en la federación de tenis, en clases de pintura, en todo lo que la hacía feliz. Sin embargo, Sophia odiaba el futuro. No hablaba de eso ni de sus planes con el grupo musical, pero tenía que lograr que se expresara. Nuestra leyenda no podía tener un pésimo final.

Nota de autor: Faltan aproximadamente 3 o 4 capítulos para que termine esta historia. Lo que se viene es intenso. Mucho. La verdad es que va fluyendo solo, pero ya tengo una idea de lo que sucederá.

Pónganle nombre al ship. La que tenga más votos esa es.

Los próximos dos capítulos son Muy fuertes. Advierto.

Ahora les comento que los quiero. Estoy un poquito enferma, llevo ayer y hoy de reposo. Ya mañana espero mejorarme. Los quiero mucho. Y gracias a todos los que ya se leyeron "Mil razones para quedarme" y me han escrito por directo en Instagram contándome qué les pareció.

A los que no me siguen: @nacaridportal

Descansen 💋♥️

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