Epílogo

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Ella está completamente rota.
Yo tengo la manía de querer
repararlo todo.
Ella es un perfecto desastre.
Yo trato de estar planificada.
Mi manía es el orden
pero con ella,
empecé a amar el caos.

Sophia Pierce habla del espacio,
de otros mundos, de planetas.
Y yo, no soy tan divertida.
Quiero salvar vidas
y me limito a la ciencia.
Aunque mi reto principal,
siempre fue salvarla a ella.

Nunca pensé que mi último año de la preparatoria, sería el más emocionante. Me enamoré, agoté mi cordura, me equivoqué, subí hasta la cima de una montaña, para después de haber llegado darme cuenta que el viaje acababa de empezar.

Les regalé esta historia, pero un final no es un final si no estamos preparados para un nuevo comienzo. Por eso... les regalo el cierre de mi último año y el preámbulo a un viaje sin retorno.

A partir de hoy ya no solamente forman parte de la tierra. Autorizo que vengan a visitarnos a nuestros universos, pero les aconsejo que a pesar de vivir en el presente, tengan la capacidad de crear sus mundos y de vivir en distintas realidades.

Sophia Pierce me hizo creer en lo improbable y ahora es mi turno de hacerlos creer a ustedes.

Me llamo Julie Dash y mi secreto es que aunque pude no quise renunciar a ella.

-

Cuando leí su carta mis ojos se volvieron lágrimas y mi pecho dejó de funcionar. Mis pulmones se detuvieron. El clima del mundo perdido fue más intenso. El dolor se sentía hasta en mi ritmo cardiaco y tuve una sola respuesta: no la dejaría ir. No aceptaría que su voz se apagara. Porque fue su voz la que le dio sentido a mi vida. Con su mano descubrí que los días no se recuperan, que nuestra historia puede ser en blanco o puede ser un lienzo llenos de colores. Puede ser en la tierra o en una estrella. Depende de mí, depende de ella. Depende de todos nosotros perdonar hasta el punto de saber que nos merecemos nuestra verdad.

Sophia Pierce se equivocó en algo.
También perdemos cuando solamente pensamos en los demás y dejamos de ocuparnos de nuestros sentimientos. De tanto creer que no merecía la felicidad, se fue huyendo. La inseguridad de pensar que no la amaba sumada al hecho de "haberle fallado" a Noah, a sus hermanos, a Erick y a su madre hizo que quisiera ser un ser de luz apagado, en un universo que necesitaba y necesita de su energía. Yo no iba a permitirlo. ¿Quién carajo, y perdón por la expresión, pero quién carajo consigue a alguien como ella para dejar que se vaya? Yo no.

Me equivoqué pensando que tenía que sanar sola. Todos merecemos a alguien que nos acompañe. Está bien reconocernos en soledad, pero si podemos mostrarle las bellezas de la vida a una persona que ha dejado de ver, ¿quién te impide hacerlo?

Me propuse hacerle saber que la vida tiene matices hermosos. Que ella es más de lo que se imagina. Que no es la chica rara. Que no es la desquiciada que supuestamente no me merece. Podría decir que yo no la merezco a ella, pero me gusta pensar que nos merecemos mutuamente y que podemos ser felices.

Sophia esperó que el hilo rojo nos mantuviera unidas. Yo, preferí unirnos en la realidad. Porque por más hermosa que fuera la leyenda, no iba a dejar nuestro amor en sus manos. Iba a conseguir demostrarle que no todo es culpa de las estrellas. Que algunas acciones en cuerpos mortales, con experiencias simples y grandes sentimientos, también son responsables de las ausencias dolorosas o de las buenas aventuras que se proponen no tener fin.

Siempre quise mostrarle que era grandiosa y aunque a veces no la entendía, sus sentimientos terminaron mostrándome el camino. Creía y creo tanto en nuestro amor, que no voy a esperar a otra vida para que lo vivamos.

El capricho de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora