Sophia Pierce - Mi vida sin ella

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Me desperté temprano con la noticia de que volvíamos a Boston. La rusa no preguntó nada, como si de algún modo supiera que algo salió mal y prefiriera la prudencia. Cuando llegamos a la ciudad nos despedimos de los niños y de su madre, aunque ellos insistían en que siguiéramos celebrando, que mi cumpleaños aún no se había acabado. Le agradecí sin palabras porque de inmediato se excusó diciendo que teníamos unos torneos, que debíamos entrenar. Lo importante es que salió del paso y retornamos solas a su apartamento.

Quería encerrarme a pintar, necesitaba hacerlo, pero Ksenya tenía otros planes. Ese mismo día llamó al abogado de Demian y fuimos a visitar la galería que había comprado para mí. La arquitectura y el diseño eran diferentes. Dignos de ser un obsequio del líder de Renacer. Me froté los ojos para quitarme el sueño y para comprobarlo, era mío. Por fuera se veía como un planeta, la forma, su estructura, y el color en blanco, solo me decían una cosa y la rusa se apresuró robándome el pensamiento:

-Está hecho así para que seas la que lo pintes, a tu estilo -soltó, para luego de quedarse observando los detalles, añadir-: Fascinante. Debo admitir que este regalo es mejor que todos los que yo te he hecho, pero no será el más impresionante que te darán en tu vida por mucho tiempo, así que disfrútalo. Ya sabes que me gusta ser la mejor.

Me toqué el collar que me había regalado Julie, cuando la rusa no estaba viéndome, sin duda no había competencias, pero jamás se trataría de la grandeza de algo, sino del significado. Y mi regalo favorito era el que tenía puesto, y no me quitaría ni para dormir. De algún modo, ese collar me hacía sentirla cerca.

Ambas entramos al interior luego de que el abogado me hizo firmar unos papeles y de que Ksenya se asegurara de que estaba todo bien. Cuando avanzamos al interior, las paredes eran como arcillas, era un gran lienzo, y quise saber quién hizo su diseño. Que maravilloso artista había sido capaz de crear para mí un sueño. Imagínense estar en el interior de un planeta, con sus capas, con tres pisos y repleto de todo tipo de pinturas, de lienzos, de blogs de dibujos, e incluso de sprays.

-Aquí dejaron una hoja -informó Ksenya subiendo al piso dos y señalando un papel que estaba pegado de forma ordinaria sobre una pared en blanco.

Eres mejor con spray que con lienzos, y mi sueño sería que al menos en tu próxima exposición hagas de esta pared tu mayor obra de arte. Espero que te guste, trabajé con 4 arquitectos y 83 ayudantes para replicar lo que pintaste aquella noche.

Al principio fue odioso conocerte, me molestaba que no dijeras ni una palabra y pensaba que eras una exagerada con complejo de víctima, pero luego pude mirar dentro de ti a través de tus obras, pude sentir un poco de tu alma y me identifiqué contigo.

Compartimos un escape, una puerta trasera, una salida de emergencia y por eso me esforcé tanto por replicar lo que pintaste la noche del concierto en Perú.

Siempre vas a ser mi amiga y no necesito que hablemos todos los días, o que hables para buscar entenderte. No quiero hacerlo. Solo quiero que me prometas que nunca dejarás de expresarte a través de tu arte.

Y no, no pagué tu estudio, ese fue Demian, yo solo compartí mi talento para ayudarlo a que fuera exacto a como lo querías.

¿Te gusta? Obvio, serías ciega si no te gustara, pero la única forma en la que puedes agradecerme es trabajar en tu próxima exposición y titularla: "Una reverencia al maestro Aaron Cevallos, el más crack, el genio, el verdadero, el épico. xD".

P.D.: Te quiero mucho, y siempre serás mi muda favorita, aunque insisto, nadie debería tener el poder de hacer que pierdas tu voz.

Quien te quiere,

El capricho de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora