Rotas en la irrealidad - Julie Dash

4.5K 296 603
                                    


Cuando entré a la mansión, la señora Dolores fue la que se dedicó a mostrarme el lugar, pero no avanzamos más de la sala principal. Justo en ese instante, Liana, la mentora de Ksenya, se fue directo hacia nosotras.

—¿No dejé claro que ella no entraba a esta casa? —preguntó hacia Dolores, y su actitud fue tan agresiva que tuve miedo de que la despidiera en ese instante.

—Como usted siempre ha dicho, mi señora, yo tengo problemas de entendimiento, soy como brutica —le respondió y yo hice un gran esfuerzo por no sonreír.

—Tu brutalidad te ha costado tu puesto. Prepara tus escuetas pertenecías y lárguense las dos.

Dolores se quedó petrificada, como si no se esperara aquello, y Liana le gritó no una sino varias veces que saliera de la casa. Que estaba despedida.

—Dolores, te pedí que fueras a la piscina. Los niños salen en veinte minutos —interrumpió Ksenya, que acababa de llegar y estaba enrojecida de todo el trayecto que hizo en remo.

—Ya no trabaja para ti —interrumpí—. Al parecer terceros tienen más autoridad que tú en tu propia vida.

Ksenya lucía confundida. No estaba entendiendo la situación, hasta que Liana se encargó de aclararlo:

—Ya no es necesaria. No acata instrucciones, no tiene capacidad motora, no funciona para lo que se le ha requerido. Su tiempo con nosotras ha terminado. Es lo correcto.

—Tú no tienes la potestad para decidirlo.

—Soy tu entrenadora y debes entenderlo. No podemos mantenernos cerca de personas que nos retrasen, Khokryaeva. Estuvo contigo en la clínica, pero ese tiempo pasó. Debemos soltar lo que no sirve, recuerda tu entrenamiento.

—Ella se queda.

—Estás mostrando debilidad. Es una simple señora que no aporta nada.

—He dicho que me quedo con la simple señora, ¿debo repetirlo una segunda vez?

—Te apegaste a ella, pero...

—Dolores se queda y no lo repetiré una tercera.

—Como entrenadora yo...

—Tú dejarás de entrometerte en mis asuntos —la interrumpió—: No eres nadie, Liana. Compré tu tiempo porque sin mí tu vida no vale nada. Ahora acata mis órdenes y entiende: en esta casa mando yo.

—Las dos sabemos que sin mí estarías destruida, pero me gusta la frialdad. Me gusta cuando sacas tu verdadero ser. Sigue, conéctate con tu crueldad y nadie podrá hacerte daño —la incitó.

—No vuelvas a tratar de superar tus asignaciones o la despedida serás tú. Ya no soy esa niña manipulable.

—¿En serio? —dije por lo bajo, pensando en voz alta y sentí los ojos de Ksenya clavarse en los míos.

Me había escuchado, pero justo en ese instante tocaron al timbre.

—Ya llegó tu pupila. —Sonrió Dolores y luego habló hacia mí—: Es una muchacha bien bonita, y pelirroja. Cuando ella viene, se van a la cancha de tenis y juegan todo el día. La señora Ksenya la está entrenando y ha logrado que sea campeona, pero si te soy sincera, creo que no juega ni la mitad de bien que la patrona. Aunque dejó de jugar, algo pasó, pero ese chisme no te lo tengo. ¿Quién dejaría de jugar siendo la mejor? Pero cuando averigüe las razones, te comparto la información.

—¿Dolores está interesante eso que estás secreteando con Dash? —preguntó Ksenya.

Y no hubo tiempo de que la regañara, Liana había abierto la puerta y abandonado la sala dejando entrar a la chica, que sin pensarlo avanzó hacia nosotras. No sé si fueron los recuerdos de ella compitiendo con Sophia, o de Sophia celosa, pero... me molestó que abrazara a Ksenya con tal cercanía. ¿Por qué la dejaba estar cerca? Había abandonado a su madre, a su hermanita, a Leo y a Jesús, pero... ¿sí era capaz de verla a ella?

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now