El capricho de amarte

By nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos
Sophia Pierce - Capítulo final (libro 2).

La leyenda de las estrellas

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By nacaridportal

Belén hizo que se me olvidara lo que ocurrió con Sophia. La actividad consistía en abordar un aspecto de nosotros que no toleráramos y luego, conseguir en la otra persona (aquella que nos molesta), el por qué nos afectaba.

Yo estaba enfadada porque Sophia no dejaba a Noah, ¿para qué voy a mentirles? Era confuso que sin buscarlo ni ser alguien así, había terminado ofuscada porque la persona con la que quería estar no luchaba por estar conmigo. Estaba enojada con Noah porque no la dejaba libre y con ella porque no buscaba su libertad.

Me molestaban ambos porque no podía odiarlos. Eran seres humanos extraordinarios y se complementaban.

—¿Qué te molesta? Busca lo que te está molestando y trabájalo —la profesora no esperaba una respuesta, al contrario.

Me cogió de la mano para alejarnos del campamento. Cruzamos el río y estábamos lo suficientemente lejos como para poder decir cualquier cosa, pero ninguna quiso hablar.

Ese día descubrí que lo que me molestaba era ser yo la que estaba sobrando. Ser la que se iba, la que después de sentir el amor más lindo, tenía que abandonarlo.

—Respira y no intentes controlar los sentimientos ni las acciones de otra persona. No asumas el peso de las debilidades de otros, ni trates de controlarlo todo o al final del camino estarás exhausta —la observé hablarme sin eliminar la sonrisa, tenía las manos suaves y su olor era a rosas.

Belén no apartaba la mirada de mi rostro y por alguna extraña razón, tampoco yo dejé de mirarla.

Consiguió sacarme una sonrisa cuando tratando de matar a un zancudo, terminó golpeándose en la cara.

Parecía nerviosa, sacudía la cabeza buscando despertarse y me pregunté si la razón de que sus mejillas estuvieran rojas, era mi presencia. Me reí de la ternura que me produjo, porque por primera vez no estaba buscando ser la profesora que lo tenía todo controlado. Estaba siendo, simplemente una chica.

—¿Por qué renunciaste al instituto? —me atreví a preguntar.

—Es mi tiempo, Julie. —Sonrió con delicadeza para olvidarse de la actividad y me tendió la mano para sentarnos en una de las piedras—: Me alejé de mi familia y de mis amigos cuando la perdí. Me quemaba estar en cualquier lugar que me recordara a ella y por eso volví a Venezuela. Dar clases era una terapia y trataba de ayudar a otros, pero cada día me hundía más. Un perro solitario ahuyentando a cualquier que quisiera darle afecto. Luego, llegaste a mi vida y me vi en tu reflejo. Te pedía que intervinieras y era hipócrita, porque ni siquiera participaba en mi propia vida —su mirada se volvió triste y sin pensarlo, sin poder actuar distinto, pasé mis dedos por su mejilla, acariciándola y logrando sacarle una sonrisa.

—¿Qué te hizo cambiar de idea?

—He aprendido mucho de ti y cada vez que ibas mejorando, de cierto modo, también yo lo hacía, pero ya eso no importa. Sigo siendo tu profe por lo menos por este último viaje y tengo que quitar la cara de tonta que tengo cada vez que te miro y regresar con el resto -comentó, levantándose—. ¿Vienes? -me extendió la mano y al dársela me haló hasta ella dejándome lo suficientemente cerca para sentir su aliento—. ¿Cuántas horas faltan para que seas mayor de edad? —no sé si fue su pregunta acompañada de una mirada altiva, o su cuerpo tan cerca del mío, o quizás fue su mano sosteniendo mi espalda para pegarme a ella, pero lejos de estar nerviosa... sentí seguridad.

—¿Qué tiene de divertido si no asumes el riesgo?

Ok, Julie, cálmate. (pensé).
Pero ya estaba hecho y Belén sonrío de una manera un poco intimidante. Estábamos en la gran sabana, mi vida había cambiado por completo y en ese instante comencé a descubrir que me gustaban las mujeres. Estaba enamorada de Sophia, pero al parecer, era lesbiana.

Belén me pegó más a ella y el corazón no me latía desbocado, pero tenía unas ganas desbordantes por saber cómo era su sabor.

—Siempre he sido a la antigua y preferiría esperar —la escuché susurrar y el rubor en sus mejillas se extendió.

Era un poco más alta que yo, su cabello castaño por primera vez estaba suelto y le caía a ambos lados de los hombros. Sus facciones eran perfectas e incluso, debajo de sus lentes de ver, podía sentir la chispa en sus ojos, esa misma chispa que reconocí como deseo.

—Me gustaría ser tu excepción —me acerqué más a sus labios, poniéndome de puntillas para llegar a la altura. No sabía qué estaba haciendo, ni por qué tenía la necesidad de estar con ella, pero una parte de mí necesitaba esa segunda oportunidad.

No quería privarme de vivir algo que estaba deseando, por una persona que a pesar de quererme, me compartía con su novio.

Estaba cansada de ser la que esperaba y teniendo a Belén frente a mí, sabía que iba a arrepentirme toda la vida si no seguía mi impulso.

La vi cerrar los ojos y pude sentir su respiración. Estaba acelerada, temblando como si fuera yo la adulta responsable y ella la estudiante a punto de cumplir 18 años.

Cuando alguien te gusta no importa la edad, los comportamientos te delatan, te vuelves más lento, asustado por cualquier cosa que pueda salir mal.

Me dio acceso a su boca y cambió drásticamente de actitud. Algo ocurrió cuando sintió mis labios en los suyos. Cuando nuestras lenguas se juntaron, me llevó lejos. Arrastrada por las ganas de apartarme. Y Belén volvió a ser la profesora.

Tomó el control que había cedido y comenzó a demostrarme que ya no tenía miedo. Por mi parte, necesitaba oxígeno, besaba bien, pero era tan intenso que ni siquiera podía frenarme para coger aire.

Me tenía agarrada de la nuca y a medida que mordía mis labios, sentía que iban a explotar, pero no me interesaba. Lo único importante es que no se detuviera.

Me dejé guiar por una experiencia que no tenía precedentes, pero no habían mariposas en el estómago. ¿Por qué lo sencillo no me provocaba espasmos? ¿Dónde estaba esa sensación de vacío y el corazón reventándose?

Conseguí la tranquilidad de no correr ni tampoco tuve que esperar para ser «querida», pero era distinto.

Estuvimos por varios minutos besándonos, apartadas del resto.

A Belén le dio lo mismo que un grupo de personas la esperaran. Escuchábamos que estaban buscándonos, pero ella solamente se reía mientras me comía la boca.

La dejé morderme lo que quiso y aunque la revolución en mi estómago no se manifestó, estaba ... estaba tan caliente que se notaba.

Mis mejillas ardían y escucharla en mi oído diciéndome: «Señorita Dash, ¿te está gustando la clase? Son lecciones privadas solamente para ti», era alucinante.

Belén recorrió mi cuello haciéndome perder la cordura y ni siquiera extrañé a las mariposas. Por mí podían quedarse muertas. Me gustaba la sensación o al menos... me estaba gustando hasta que sentí que mis manos buscaban introducirse debajo de su ropa, y ella me quitaba explicándome con paciencia y dulzura: «La siguiente clase es para mayores de 18, por ahora tenemos que esperar». «No quiero esperar», le respondí volviendo a besarla hasta que....

«¡¿Es en serio?! ¡Joder! ¡Eres una pervertida!» la voz de Sophia retumbó en mis oídos.

Me aparté de Belén como pude y sentí su mirada echar fuego. Estaba acompañada de Noah y de Jéssica. Mi mente empezó a pensar en los posibles desenlaces y en mis padres asumiendo mi expulsión y enterándose de que me metí con la profesora.

Imaginé la cara de Claudia pidiéndome explicaciones y a todo el instituto hablando de mí. El problema es que cualquier expulsión perdió el valor cuando me encontré con los ojos decepcionados de Sophia.

—El curso terminó, técnicamente ya no soy su profesora —Belén no parecía nerviosa.

—¡Es tu alumna, maldita sea! ¿Acaso no tienes ningún tipo de ética?

—Cálmate, no es nuestro problema, no somos nadie para juzgar —allí estaba Noah, intentando que Sophia no hiciera un escándalo.

—¡No me lo esperaba! Te tomaste muy en serio eso del trato que hicimos —comentó Jéssica mirándome con sorna—. ¡Vaya que estás recuperando el tiempo perdido Dash! —me guiñó el ojo y quería que la tierra me tragara, nunca había sentido tanta vergüenza.

—Asumo cualquier responsabilidad y si quieres, o quieren, comentarlo a los demás profesores, están en su derecho —dijo Belén, que no sé cómo lograba mantenerse tan tranquila.

—Me ayudaste durante todo el curso, por mí, ¡muero callada! —fueron las palabras de Jéssica, pero para mí, era difícil creerle.

—¡No te mereces dar clases nunca! —Sophia dio un paso hacia ella—. ¡Si digo hablo con la junta ni aquí ni en China te dejarían enseñar! ¿Entiendes la gravedad? Porque pienso que te crees que soy estúpida y que no diré nada para protegerte.

—Al contrario, Sophia. Soy consciente de la gravedad —respondió Belén—: ¿Qué quieres que te diga? El beso ha valido la pena, y ha valido tanto que incluso si significa que no volveré a dar clases en toda mi vida, ¡no me arrepiento! —y no sé si lo hizo para molestarla o si lo decía en serio, pero me rodeó por la cintura y le aseguró—: Tengo la edad suficiente para ser consecuente con mis acciones, lo que escojas por mí está bien —dio por culminada su conversación y sin ápice de temor o inseguridad, me susurró—: la culpa es mía y no va a repercutir en ti, eso te lo aseguro. Así que no te preocupes.

—¿Puedes soltarla de una vez? ¿O te quedaste enganchada a su cuerpo?

—¿Me lo dices por experiencia, linda? Porque lo que parece es que estás teniendo un descarado ataque de celos, teniendo en cuenta que tienes a tu novio frente a ti —Belén se soltó de mi cintura y me dijo que me esperaba con el resto.

Caminó sin perder la autoridad, pasando al lado de Sophia y negando con la cabeza, le dedicó una sonrisa.

Noah estaba tan perdido como yo. Jéssica, en cambio, parecía muy divertida con la situación. Yo, bueno, estaba pensando de qué manera huir. Sentía que Sophia iba a explotar en cualquier momento, estaba enfurecida. Tenía los ojos enrojecidos y por la manera en la que apretaba la mandíbula supuse que no le estaba resultando fácil controlarse.

—¿Desde cuándo eres celosa? —mala pregunta Noah, todos saben que cuando está así de molesta es mejor estar calladitos—. ¿No te parece que está exagerando? —reiteró su novio.

—¡NO ESTOY CELOSA! ¡Y no estoy exagerando! ¿Ok? —gritó y enseguida dio un paso a mí—. ¿Sabes qué, Julie? ¡Olvídalo! Olvídalo TODO —dijo con rabia.

—Sophi vamos a hablar. Antes de que le digas a alguien déjame explicarte.

—¿Crees que voy a hacer algo que te perjudique? No tenemos nada de que hablar. De hecho... ¡No vuelvas a hablarme! Y tranquila puedes seguir cogiendo en la intemperie. ¡No vuelvo a interrumpir!

—¡Fue un beso! Y no entiendo por qué no quieres que te hable. ¿Qué pasa? ¡Somos amigas!

—No puedo ser amiga de una zorra —habló con fuerza, sintiendo cada palabra. Sus ojos me decían que no mentía, justo eso era lo que estaba pensando de mí.

Segunda bofetada del día y a la misma persona. Esta vez no me importó.

—¡La próxima vez que vuelvas a pegarme no respondo! —Me miró con un odio que no reconocía y con un dolor diferente al que acostumbraban sus ojos.

—La próxima vez que te vuelvas a meter en mi vida o a insultarme soy yo quien no responde. Déjalo así, ¿vale? Habla con los profesores, dile al resto, ¡haz lo que te dé la gana! Pero no te metas en mi vida. No eres nadie, ¡absolutamente nadie para opinar sobre lo que hago y dejo de hacer! Y coincido con Belén, el beso valió la pena, incluso si amerita mi expulsión —salí disparada, cuando Sophia derramó la primera lágrima.

A medida en que corría se me iba olvidando cómo respirar. Sentía una tristeza invadirme todo el cuerpo, el pecho estaba tan oprimido que pensé que iba a desmayarme.

Sophia me exigía amarla en libertad, pero no soportaba compartirme con nadie.

Era excesivamente celosa y tenía dos relaciones simultáneas. En donde asumía que ambos lo aceptábamos. Era una egoísta y por un segundo quise pensar primero en mí y luego en ella, pero la imagen de esa lágrima se reproducía. Cayó de sus ojos como si fuera un chorro embriagante de la más profunda decepción.

El viaje de despedida se había convertido en un desastre.

Me di cuenta de que mi error fue intentar a toda costa darle calma a alguien que nació siendo huracán. Ella era dinamita y nada de lo que hiciera iba a cambiarlo. Me estaba aferrando a alguien que nació para mostrarme un destello de lo que soy, pero nunca para quedarse.

Descubrí mi identidad, me encontré con besos que nacen para seguir existiendo aunque en otra boca. Encontré serenidad mientras estaba dolida y no tengo por qué mentirles. Crecí con ella y con ustedes. Crecí con una historia que me transformó por completo, pero ese día nos estaba quemando.

Fue incómodo tener que compartir con todo el grupo después de lo ocurrido. Sophia no le dijo a nadie y Jéssica cumplió su palabra de mantener la boca cerrada.

Belén en ningún momento mostró indicios de incomodidad. Siguió atenta conmigo y le dio exactamente igual que nos hubieran visto. Cuando llegó la noche, los pemones prepararon la comida y me ofrecí a ayudar a servir. Después de contarle a Paula y a Benjamin tuve opiniones dispersas. Pau iba por Sophia a toda costa como si por pasar una tarde por ella, ya la amara. Benjamin, estaba feliz y satisfecho de que me estuviera dando la oportunidad de ser feliz.

Yo ni siquiera sabía cómo me sentía porque el pecho no dejó de estar oprimido. Mi corazón latía fuerte cuando la tenía cerca y sentía la manera en la que me ignoraba. Su mirada jamás se cruzó con la mía ni con la de nadie.

Pasaríamos la noche en el campamento Río Tek y al día siguiente la caminata sería de seis horas.

Las carpas estaban listas y había varias fogatas destinadas a ese tipo de cosas que a la gente le gusta. Cuentos, canciones, sentirse plenos y jóvenes hablando mientras las llamas los alumbran.

Hasta la fogata me recordaba a ella, a nuestros miedos quemados en casa de Christopher. Todo era su rostro, pero Sophi estaba lejos. Distante, alejada y usando su linterna para poder dibujar en medio de la oscuridad.

Tenía un sweater con capucha y no le prestaba atención a nadie. Tenía su propio mundo apartada de las fogatas sentada en el piso, destilando arte con los ojos entre cerrados para concentrarse mejor. Su cabello rubio con mechones azules le caía con ondas naturales hasta la cintura y...

—No puedes mirar de ese modo a alguien a quien acabas de romperle el corazón, bebezaaaaa —Paula me sacó del trance.

—No puedes cambiar de mejor amiga como cambias de ropa interior —repliqué.

—Ella me gusta —contestó Pau y su expresión se volvió más dura—. Quiero que estén juntas y tenga una familia y bebés, y que yo los lleve a fiestas y les enseñe a nos ser tan aburridos como tú. ¡Quiero que tengan un departamento juntas y un perro apestoso! Que Sophia cante en las reuniones familiares y que seas así de feliz como eres cuando estás con ella.

—¡Paula!

—¿Qué?

—¿Noah sería el perrito apestoso? ¿O qué pinta? -cuestioné, para verla reír con esa risa que no se controla y contagia a otros.

—Noah sería nuestro mejor amigo.

—¿Serías mejor amiga de la chica que te robe el corazón de Benjamín?

—Mmm —frunció el ceño—. ¡Es complejo, Julie, vale! Ok, pero es complejo porque yo apenas y sé multiplicar, pero ustedes son inteligentes. ¡Busquen la manera de solucionarlo y ya está! ¡Están enamoradas!

Antes de poder contestarle, Benjamín y Noah se sentaron con nosotras dando por terminada nuestra conversación.

El novio de Sophia comenzó a contarnos una historia. Los demás de la fogata lo escucharon atentamente. Él hablaba de su abuela y del monte Roraima. Decía que desde niño escuchó historias sobre la magia que se encontraba en ese lugar. Nos hablaba de duendes y de hadas sin tener miedo de que se burlaran de él.

No perdía su masculinidad ni su apariencia de estrella de rock cuando nos decía que las almas puras son las únicas que pueden sentir los espíritus más sabios. Que su abuela era un alma pura y que él tenía su descendencia y entonces también podía ver duendes. Nathaniel se rió y le pasó el termo que contenía alcohol, pero Noah le dijo que trataba de ser una mejor persona, que no podía caer.

Qué fácil hubiese sido odiarlo, si sus irremediables ojos claros y su sonrisa hubiese sido la de un patán, machito alfa, y no la de un hombre distinto, bueno y respetuoso.

Sophia seguía sentada en el piso con su cuaderno de dibujo y los lápices que le regalé. Quería acercarme y arreglar lo que pasó en la tarde. No debí volver a pegarle, no era una salvaje y tenía que controlar mi rabia, pero me había dicho zorra y una parte de mí pensaba que se lo merecía.

—Háblale —me incitó Noah.

—Háblale tú.

Qué ilógico, se cuenta y no se cree.

—Por más que intento las mujeres son muy complicadas —su sonrisa fue sincera.

—Cualquiera querría un novio como tú.

—Pero Julie Dash no acepta un trío —se burló—. ¡Es jugando! En serio. ¡Ni siquiera me atrevería a tocarte! Sería traición.

—¿Traición?

—Para Sophia.

—Son muy raros —contesté y él se encogió de hombros como queriendo decirme... "un día entenderás", pero no los entendía.

—¿Te parece muy loco que no me importe que estén juntas? —fue su pregunta y tenía la sonrisa de par en par, como si se tratara de una broma.

—Me parece muy loco que no te des cuenta de que la amo.

Perdí la cabeza.

—Con que la amas... qué interesante —me dedicó su sonrisa más sincera. Dios. Era insoportable.

—No es una broma, Noah y ni siquiera me merezco que me hables y seas amable. La amo de verdad y no sé cómo, pero estoy enamorada de la persona con la que estás de aniversario.

—Julie, sígueme... hablemos lejos de estos chismosos —señaló a Benjamín y a Paula para luego caminar hacia la oscuridad de la sabana y ni siquiera sé por qué, pero lo seguí.

Caminamos por un rato y observé a Sophia a ver cómo reaccionaba por nuestra cercanía, pero ni siquiera se dio cuenta. Dibujaba mirando al cielo y me imaginé que estaba inspirada por todo el amor que sentía por las estrellas. Tenía millones de estrellas sobre su cabeza y estaban retumbantes. No había más, solamente eso, vacío y un universo que palpitaba.

—Cariño, te haré una sola pregunta y necesito que seas sincera: ¿Por qué crees que vine? Responde sin miedo a mis sentimientos —me animó Noah y eso hice.

—Porque sientes que la estás perdiendo y querías recuperarla.

—No me siento amenazado por una mujer hermosa, la misma mujer que le salvó la vida a mi novia. La misma que me pagó el centro de adicción sabiendo que era su "competencia". Yo no te veo así y sé que no nos comprendes, pero es raro. Vine porque quería luchar por tener un puesto en su vida y al estar contigo... ni siquiera en el banquillo había espacio para mí —no sonaba triste, sino resignado. Con el cabello marrón oscuro cayéndole de lado, largo y alisado, y su mirada expresando un tipo de sabiduría que no comprendía, no supe qué decir—. Julie... ¡Quise venir para darme un segundo chance! Quería entregárselo todo porque sé que ella no es interesada y le puedo bajar la luna, pero si no es lo que siente, no estará para mí. Esta prueba es nuestra. Vine para poder conseguir la verdad y mira... Te vimos besando a tu profesora y me has visto besarla, pero si no eres ciega también debes haber visto cómo me rechaza. ¿O No?

—Están juntos, Noah y es enfermizo.

—Enfermizos los que piensan que el amor no conlleva retos —contestó él, rodeándome por el hombro—: Quieres que Sophia me deje y luche por ti. ¿Es eso?

—No es..

—¿Por qué darme una excusa si es lo que sientes? —me interrumpió—: prefiero que seas sincera y me digas que me largue.

—Tal vez estás viéndote reflejado en mí.

—Te equivocas —contestó Noah, todavía mirando hacia el vacío y la brisa nos pegaba en la cara—. En mi mente no está que te deje o se aparte. Quería que me amara al mismo tiempo que estuviera contigo, pero jamás hubiese querido que alejara a alguien que le diera lo que le da felicidad y en tu caso, le das la más pura felicidad, cariño.

—Eres más masoquista que yo.

—No coincido y espero que estés preparada para lo que voy a decirte.

—¿Tan malo es? —le pregunté y Noah simplemente metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y me miró.

—Vine a luchar por Sophia porque es la persona más hermosa que he conocido en mi vida. Y puede ser que me abandone, puede que su corazón solamente te quiera a ti. Pero por lo visto, su historia terminó antes de empezar y no me culpes. Fue tu culpa el no saber comprender a alguien como ella. Si me deja, en mi caso me acordaré del Roraima, recordaré que lo intenté y también voy a recordar esta conversación. No tengo una cadena. ¿Entiendes eso? Tengo amor profundo y eso es algo que no consigues en cualquier parte. Tenemos años acompañándonos y jamás la he engañado. En cambio, te sentiste amenazada por mi presencia y te lanzaste en los brazos de la segunda mujer que te cortejó. Ya por esa parte, mi presencia tiene un motivo -puntualizó Noah.

—¿Estás insinuando algo?

—¡Eres humana, Julie! Está bien cada decisión. ¡Insinúo que mi presencia puede servir para demostrarnos que estamos destinados a estar juntos! O para separarnos y que ustedes se descubran. Asumiría cualquier riesgo por alguien como Sophia, la diferencia es que en tu caso, no estás preparada para sentir un amor así.

—Ves a Sophia como una víctima y ni siquiera te das cuenta que no es justo... ¡No es justo vivir para obtener el cariño de alguien como si fuera tu propósito personal!

—No creo en víctimas ni culpables. Esta es la vida, Julie, sufres, luchas por que quieres y te enamoras hasta de sus inseguridades. Es normal que todos amen lo especial que es. Lo que se ve por encima enamora a cualquiera, pero yo amo lo peor de ella. Y si esas inseguridades persisten y tú prefieres irte, ¡yo me quedo! ¡Me quedo para que las afrontemos! —sentía las palabras de Noah taladrarme. Quería gritarle, pero entendía su punto. Hubiese sido fácil mandarlo a la... pero no podía.

Analicé sus palabras, tratando de ver si tenía la razón. Con la noche rodeada de estrellas, la quietud y de lejos el eco de los estudiantes, me di cuenta de que estaba en contra.

—Pienso que están anclados el uno al otro y que asumen por amor una amistad sincera, Noah. Pero hasta que ella no sea libre y aprenda a estar sola, no podrá querer a nadie. Podría compartirla, pero no quiero. Me gusta completa y no me agrada que la toques, o la beses. Me molesta que no puedan verse como amigos, y porque sé que es absurdo exigir cuando prácticamente soy "la amante", o mejor dicho "era", he decidido alejarme —Saqué la valentía de lo más profundo de mí. Lo mire fijamente y hablé. Era mi turno de expresarle lo que estaba sucediendo—: Noah, para mí, luchar no es vivir persiguiendo la atención de una persona y el amor no es forzado. Me gustaron los besos de Belén y me enamoré de tu novia, pero no voy a seguir en algo tan sin sentido como lo que tenemos, subir al cielo para caer de golpe no es lindo. De hecho, lo que más deseo es que consigas lo que buscas. Que logres que te ame de la manera en la que esperas, para que al menos esté con alguien que valga la pena. Por lo menos yo... ¡no lo logré! —me solté de su brazo y sin decir nada más caminé hacia el resto del grupo.

Era cierto.

Por tenerla cerca, cualquiera hubiese dado la vida.
Yo podría arriesgarme, podría intentar ayudarla y amarla por sobre todas las cosas, menos por encima de mí misma.

Así no.

A medida en que caminaba sentí que alguien chocó conmigo, en la oscuridad.

—Acompáñame al baño —dijo Paula.

—No hay baño.

—Imagínate que hay y mueve el culo —insistió, hasta que estuvimos solas a unos metros de las fogatas.

—Paula, ¿por qué estás actuando como si fueras un espía barato?

—Mira, entiendo que es sexy estar con una profe, pero no pude aprenderme la leyenda.

—¿De qué estás hablando? —pregunté confundida, viendo como Paula se cruzaba de brazos, volteando los ojos para atrás.

—Sophia me contó una leyenda más de diez veces intentando que me la aprendiera. Imagínate. ¡Nunca he podido aprenderme ni una exposición y voy a aprenderme una leyenda para declamarla contigo! ¡Está loca, pero loca por ti!

—¿Qué decía la leyenda?

—Qué se yo, Julie, por Dios santísimo. Algo de unas estrellas. El punto es que no puedo fallarle así que te llevaré con ella para que te la diga en persona.

—Ni loca. ¿Recuerdas que le volteé la cara?

—Me avergüenzas, ¡NO ERES LA AMIGA QUE YO CRÍE! —dijo burlona y con una fuerza irreal proveniente del alcohol que estaba bebiendo a escondidas, y con una torpeza fuera de este mundo, me llevó hasta Sophia para decirme en el oído antes de llegar—: Te dejo con ella para que te cuente la historia más bonita del mundo, antes de que te vayas a dormir con la otra y le rompas el corazón como me lo rompes a mí —me volteó los ojos.

—¿Una tarde con Sophia y perdiste la lealtad?

—Efecto Sophia jaaa. ¡Broma! Simplemente soy suiza, ¡voy por mis intereses! ¿Acaso me hiciste la carpa, me organizaste la ropita para que no se me mojara y me diste una pastilla para el dolor de cabeza? Teammm Sophia, lo siento y la profesora que se joda —me haló antes de que pudiera decirle nada y riéndose me dejó con ella—. ¡Levántate, equipo! —exclamó a Sophia.

—¿Equipo?

—¡Cosas de nuevas mejores amigas, Jul! No lo entenderías —contestó Paula para molestarme y como Sophia ni la determinó, le quitó primero el lápiz y luego el blog de dibujo—. ¡Te la dejo! Cuéntale la leyenda y cuando quieras vengarte dejando que mi inutilidad y pocas habilidades de campo me asesinen, recuerda que te salvé, Sophia... ¡Si es tu historia, la vives y la cuentas! Nadie debería hacerlo por ti, así que estoy sobrando. —Luego de darme una palmada en el hombro, nos dejó solas con la mayor incomodidad de nuestras vidas y me entregó un termo.

La tensión se sentía en el ambiente y de nuevo tuve la opción de salir corriendo. No sabía cómo hablar o qué decirle. «Lamento haberte golpeado», «No lo lamento porque me llamaste zorra», «No quería hacerte llorar», «Tampoco quería que me vieras besándome con ella» o... «SIMPLEMENTE TE AMO». Nada de lo anterior fue dicho, personitas.
La valentía nació lejos de mí.

Ya va.

Stop.

Señores.

Un segundo con ella
y la confusión volvió.

¿Por qué razón sentía a las mariposas reviviendo? ¡¿Por qué estaban por todo mi estómago?! No era posible.

Sentí que perdía el equilibrio y tuve que sentarme antes de caerme hacia atrás y terminar haciendo el ridículo.

¿Qué me pasaba? ¿Por qué me sudaban las manos? ¿Por qué mi pecho tenía un concierto privado? Y... ¿Por qué el caos emocional que estaba sintiendo me resultaba tan placentero?

Me senté a su lado sin decir ni una palabra, porque mi garganta no podía. O era yo la que ni siquiera podía controlar lo que estaba sintiendo. La vi volver a su dibujo y pensé que lo de la ley del hielo seguía en pie. Pierce era de las que no puedes forzar. Habla cuando gusta y si no, silencio.

Disfruté del silencio cuando la vi utilizar el lápiz en medio de la oscuridad. Paula me había dejado un trago y empecé a amarla. Necesitaba dosis de valor y el alcohol resultaba placentero. Bebí de su termo hermético y era vodka puro. Con ese licor comenzó todo, así que seguíamos la tradición. Bebí por un largo rato tratando de conseguir el coraje que me hacía falta. Ella, sin necesitar demasiada luz, podía recrear el cielo estrellado, pero lo curioso es que también estaba yo en su dibujo.

Ambas estábamos sentadas en un tronco, con las fogatas y los estudiantes detrás. Con el cielo repleto de estrellas y la luna llena sobre nosotras.

—¿Estás consciente de que dibujaste algo que no había pasado? —me atreví a preguntar.

—Pasó en mi mente —respondió, unos minutos después.

—Nos dibujaste exactamente en donde estamos sentadas, ¿cómo lo sabías?

—No lo sabía —Sophia habló serena, y sin dejar de dibujar las estrellas—. Siempre estás conmigo y por eso te dibujé. Si no estuvieras sentada a mi lado, de igual forma estarías y este dibujo es la prueba. No puedo predecir lo que va a pasar, pero sí puedo dibujar lo que pasa en mi mente y justo tú, siempre pasas.

—Entiendo, así como Sophia Pierce, siempre tiene las palabras perfectas—-tuve que decirlo.

—Solo contigo y a diferencia de ti, no necesito tener las palabras perfectas con nadie más —sonrío y no vi amargura o reclamo en su sonrisa. Ella seguía dibujando y simplemente se inundaba de... No sé cómo describir esa mezcla de amor, decepción y tristeza que me mostró.

Simulaba un «estoy bien», pero no estaba bien y tampoco estaba mal. Ella, estaba experimentando lo que sentía al máximo, en vez de reprimirse, había querido estar sola para simplemente sentir.

¿Cómo podía conocerla tanto? No entendía de qué forma podía saber cuándo sus ojos entre cerrados eran inseguridad. O cuando sonreía para hacerme feliz incluso a costa de sus tristezas. ¿De qué forma podía saberlo? Sabía que cuando pintaba rápido drenaba palabras a través del arte. Sentimientos que no había canalizado salían cuando pintaba y con cada estrella había un miedo, pero también una certeza.

La conocía sin haberla estudiado. Sabía que su media sonrisa al tiempo en que mordía sus labios significaba confusión.
Entendía que cuando se ponía sus audífonos, palpaba el oxígeno, después de casi asfixiarse de tanta y tan podrida sociedad.

Ninguna de las dos tenía claro por qué después de decirnos lo que nos dijimos, era precioso estar juntas.

La oscuridad representó la muerte y la muerte a su lado, fue bonita. El paraíso se quedó corto, para describirnos, incluso después del final. Porque asesinamos el respeto en ese viaje y morimos con el daño, pero luego... nacimos en una mirada que decía más de lo que humanamente se podría expresar.

Ella siguió pintando, pero sus ojos soltaron el papel. Sophia Pierce seguía dibujando igual de rápido, sacando lo que tenía por dentro.

No estaba lista para ser sincera, pero dibujaba los detalles de mi ropa a medida en que me veía. Podía observarme y hacer arte de mi alma, porque no necesitaba que estuviera desnuda. Me desnudaba con delicadeza con cada pincelada e incluso en su dibujo, tenía ropa. No era necesario que pintara mis senos, porque ella tenía acceso en primera fila a lo mejor de mi corazón. No era lógico que tratara de pintar mis ojos, cuando ya le había hecho el amor a mi alma, y fue mi mirada la que permitió el acceso.

Dibujó sin dejar de mirarme y los miedos, el dolor, todo lo negativo se iba con el viento de la sabana. Lo malo se lo iban llevando los espíritus del tepuy, mientras ella se mordía el labio al tiempo en que me observaba.

Sus ojos estaban en los míos, pero bajaban constantemente a mi boca. Me senté frente a ella, arrodillada en la tierra queriendo disculparme por haberla lastimado.

Parecía que mis ojos le decían lo que mi boca no soportaba. Escribí en su piel sin rozarla, que nunca en mi vida la volvería a golpear. Ella me miró acariciándome la parte inconsciente. Porque alguien me dijo una vez que el 15% es lo que conocemos de nuestro cerebro, y el 85% es nuestro verdadero yo. Otras vidas, otros amores, otros planetas. Esa persona fue Sophia. Ella me había enseñado que éramos más de lo que podíamos concebir y yo me concebí amándola con el 100% de lo que soy. Con lo que fui y con lo que sería, después de miles de millones de años luz. Que incluso en las lunas no existentes, iba a quererla. Que por sobre todas las cosas, siempre la amaría.

Y la vi dejando el cuaderno a un lado, para arrodillarse a mi altura. Éramos dos seres que en medio de la nada, repletas de lo inexplicable del universo, se sentían plenamente a través del perdón.

«Te amo», nos dijimos al unísono para mirarnos intentando no caer en lo carnal.

Porque podíamos besarnos de la misma forma en la que me vio besar a Belén, o yo la vi besar a Noah. Sin embargo, de la manera en la que nosotras nos queríamos, nadie nos podía querer. Estaba por encima de lo que conocíamos de nosotras, más allá de las inseguridades que hacían que nos alejáramos. Sobreponiéndonos a la distancia y haciéndola ver como un juego de niños, en el que siempre ganas.

Utilizamos las manos para conocer nuestra cara, y fuimos bajando hasta tocarnos los brazos y sentir cada centímetro de nuestra piel. No era sexual, era lento y delicado. Nos acariciábamos tratando de tatuarnos un amor interminable que cada día crecía más.

No nos lanzamos encima de la otra, ni nos arrancarnos la ropa. Nos amamos por encima de la piel y conseguimos convertirnos en la leyenda de las estrellas. Éramos el cuento que se creó de la imaginación de una chica, que era mucho más que una chica.

Sin decirle nada rompí nuestro contacto visual para observar el dibujo. Lo tomé del suelo y me quedé mirándonos. Éramos nosotras en un incierto universo, que quería ser explorado.

—¿Vas a terminarlo? —le pregunté a Sophia al ver que su dibujo tenía una parte del papel en blanco. Faltaba un pedazo de cielo y solamente estaban listos nuestros cuerpos y las estrellas que estaban junto a la luna.

—Somos nosotras en medio de un universo infinito. Por eso nunca terminaré de dibujarlo, porque la vida tampoco está completa. Es incierta como tú y yo, pero eso no la hace menos probable —Sophia se levantó del piso y me ayudó a ponerme de pie para quedar de frente a mí—. Así como nuestro dibujo, tampoco nuestra historia puede completarse. Ningún final nos haría justicia Julie Dash, los finales de las princesas son muy trillados. Tienes suerte de que llegara a tu vida para sacarte del cuento. ¡Ninguna princesa necesita ser rescatada! Todas nacieron para salvarse a sí mismas, pero tú, prince, ¡tú naciste para rescatar a los demás! —me miró con una intensidad que hizo que se me paralizaran las piernas, que comenzara a transpirar a medida en que mi cuerpo me mandaba al carajo. Perdón. La grosería es válida porque literalmente cada parte de mí me dijo: "¡ADIÓS! Estamos desmayadas". Y yo también hubiese perdido la razón, si no fuera porque no quería desperdiciar ni un momento a su lado.

—Cuando era pequeña mi mamá me decía que el hecho de existir hacía que todo fuera posible. Podía no tener comida, o no saber cómo resolver nuestros problemas, ella siempre nos decía que la vida era una probabilidad y que iría mejorando. Luchó por lo que creía, Julie. Consiguió un trabajo y era una esclava, pero ella seguía diciendo "la vida es una probabilidad". "¿No quisiste decir posibilidad?", le pregunté, una noche cuando le hacía un masaje viendo toda la tensión que recorría su cuerpo. "No, Sophia. La vida es una probabilidad porque la posibilidad eres tú", me contestó y luego de atraparme entre sus piernas y abrazarme de lado me dijo en el oído: "Los valientes no se quejan de lo que les tocó vivir, al contrario, agradecen y ayudan a aquellos que viven situaciones más difíciles". Yo siempre quise ser valiente por ella. Y conseguí la probabilidad de la que mi madre hablaba en el espacio —aseguró Sophia, con la cabeza en el cielo y los brazos extendidos, mientras yo nos alumbraba a ambas con la linterna, escuchándola explicarme—: Julie, ¡estamos en un espacio terrenal! —comenzó a saltar—: ¡tierra, piso! ¡todo es terrenal! Ego, política, sociedad, ¡todo terrenal!, ¡mi posibilidad está en otras dimensiones más allá de nuestra vida! ¿Estoy muy desquiciada?

—¡Completamente y me gusta que lo estés!

—Ah, ¿sí? ¡Me alegra que te guste, princesa! Por hoy, también tú lo estarás -Sophia me cogió de las manos para empezar a dar vueltas como si fuéramos unas niñas, para mostrarme ese cielo estrellado como si fuera su casa y viniera de una de esas estrellas a la que a pesar de todo, necesitaba regresar. Ella no quería ser entendida, pero cuando estaba conmigo, quería explicarme lo que a nadie le contó—: Míranos, Julie, y luego mírate a ti. Aunque no esté contigo, espero que no vuelvas a caer en la rutina de lo cotidiano. ¡Vibra, princesa! Porque si no, caes en la trampa. Despertar, un día tras otro, para volver a la cama y retomar la rutina nuevamente en la mañana. ¡El gran reto es salirse! La probabilidad de que pase es mínima, pero ¡míranos! Entre todo lo que nos rodea existimos, así que lo mínimo, incluso nuestra historia... ¡no es tan improbable! —terminó acercándome a ella y pude sentir su olor a vainilla cuando continuó—: ¡Vive al máximo, Jul! No te frenes por nada ni por nadie. Enamórate de una estrella, aunque se apague. Hay miles en el cielo, siempre vas a amar. Cuando creas que el mundo es simple, asómate por la ventana. ¡Hay vida allá arriba y nosotras somos parte! Si algo no nos hace felices, tenemos que buscar, adentro, pero también fuera. Tenemos dos universos, el que está aquí arriba y el que vive en el interior. Ambos son igual de importantes, uno está ligado con nuestra experiencia, el otro, con la inmortalidad de los recuerdos. Dicen que hay que esperar a que nos encuentre, pero yo estaba buscando mi probabilidad y te conseguí. Mi posibilidad era mínima y acabé encontrándote. No importa dónde, cómo, o con quién estés. Importas ahora. Y la leyenda de las estrellas habla del cosmos, de los astros y de ese mundo distante que vive en mi mente. De un universo por encima de lo que recordamos y cuando te decía para ir a nuestro universo, era ese. Porque no sería mío si tú no estuvieras en él.

—¿No podemos vivir ese universo aquí en la tierra?

—Ahora mismo estamos dentro. ¿No lo sientes? Cierra los ojos —respondió y sentí sus dedos recorrer mi cara hasta dibujarme los labios, paralizándome—: ¿no sientes que cualquier cosa puede suceder? —escuché la voz de Sophia hablarme con una sensualidad utópica—: Durante mucho tiempo estuve buscando una pista, para no perder la esperanza. Las cosas pequeñas que no sucedieron, levantarme para conseguir lo mismo una y otra vez. Luego te vi. ¿Lo sientes, princesa? No necesito besarte para sentir que los planetas nos están mirando. ¡La gloria de un mundo nuevo! ¿No es loco? Pasamos la vida buscando en nosotros mismos, hasta que otra presencia nos regala las respuestas que por tanto tiempo habíamos implorado.

—Difiero en algo —por fin, tuve la valentía de expresarme y abrí los ojos para encontrarme con los suyos, mirándome con complicidad.

—¿Con qué?

—Yo sí necesito besarte para sentir que los planetas nos miran —no me importó.

Yo lo quería.

Necesitaba hacerlo

Y eso hice.

Corté el espacio para besarla con un amor que demostraba ser inagotable, hasta llevarla a sentir que todos sus sueños eran parte de nuestra realidad. Lo que imaginaba, estaba cerca. El paraíso que vivía en su mente, en el que se había encerrado para huir del día a día, podía desaparecer. Estábamos creando uno nuevo y necesitaba que lo soltara.

—Déjame mostrarte que no necesitamos otro planeta para querernos. ¡Es hoy, es ahora y estamos nosotras! No esperes, Sophi. ¡Solamente déjate llevar! —volví a besarla sin pararme, sintiendo el calor de su respiración y sus dedos enredarse en mi cabello, hasta que me aparté para decirle cerca de la boca—: ¡La conexión que tienes con el universo y con lo que otros ni siquiera sienten! Esa conexión que tienes por lo extraordinario, yo la siento contigo —susurré, viéndola derramar unas lágrimas, pero no intenté limpiarlas. Tenía que drenar y no tener miedo de sentir. Tenía que experimentar todo aquello que soñaba. Me senté en el piso y Sophia se sentó en el espacio que quedaba entre mis piernas. La bordeé con mis brazos y en medio de la quietud, le dije—: ¿Me cuentas la leyenda de las estrellas?

Ella esperó varios minutos para contestarme. En medio del silencio que hacían nuestras presencias, no había incomodidad. Éramos nosotras y el frío se disipada con las caricias que nos dejábamos en los brazos. Hasta que luego de un rato... por fin se decidió.

—Cuenta "la leyenda de las estrellas" que tenían prohibido enamorarse, pero que rompieron las reglas. Tenían diferentes constelaciones y no podían estar juntas. Pero ¿quién puede contra las miradas que se vuelven eternas? Ellas no pudieron y decidieron vivirlo. Retaron al sol, retaron a la luna y a todos los planetas que estaban en contra. Más allá del qué dirán decidieron ser fieles a un sentimiento. Una de esas estrellas era una princesa, la otra, no sabía cuál era su lugar, pero ambas lograron detener el tiempo para dibujar su historia. Retaron las reglas para estar juntas y cuando una de las estrellas iba a apagarse, la otra la encendía con un beso, con una mirada, o simplemente con su existencia. No se dieron cuenta que ninguna podía ser la felicidad eterna de la otra. Tenían que aprender a mantenerse vivas por sí mismas, pero se amaban tanto que no podían descuidarse. La distancia llegó y su prueba mayor era superarla. La estrella princesa conoció a alguien y decidió entregarse, y la otra estrella se sentía extraviada en el universo. Estaba abandonando a los enamorados a los que alumbraba. Esa estrella tenía el don de hacer feliz a otros, pero ni siquiera podía hacerse feliz a ella misma. Ambas se amaban, pero la estrella princesa necesitaba algo mejor y... no puedes amar a alguien si no amas tu propia compañía. Una de esas estrellas se cansó y se fue muy lejos, la otra, decidió...

—¡Yo acabo la leyenda!

—Pero, Julie... —dijo sorprendida y enfadada, cuando la interrumpí, pero no me importó.

—¡Es mi turno! —volteé la cara de Sophia hacia mí—: Las estrellas todavía no saben si se van o si se quedan. Es incierta su decisión y el universo está helado, pero apenas están juntas, consiguen calentarse. Ni distancia, ni kilómetros, ni novios, nada de eso ayuda al desapego. Ellas están enseñando el verdadero significado de la pertenencia y luego de desafiar al sol y a la luna, cualquier cosa es sencilla, pero como el dibujo, es una leyenda sin final. No puede completarse porque cualquier final le quedaría grande a ambas estrellas y mucho más si siempre han actuado como una probabilidad —completé, sintiendo inmediatamente cómo Sophia se lanzaba a mi boca sin importarle que (lejos) pero en el mismo sitio, estuviera todo el curso.

Me besó como arriesgándose, pero sus problemas eran complejos. Me gustaba la persona más difícil del planeta, y eso era parte de su atractivo.

Sus besos fueron profundizándose. La tristeza se convirtió en deseo y el deseo en ganas de mucho más.

Era loco que para ella la vida fuera tan complicada. Su universo era una gran probabilidad, pero nunca consiguió ser esa oportunidad de la que le habló su madre.

Y puedes tener un mundo, ser maravillosa con todos, pero si no consigues sacarte la tristeza, si no te levantas y enfrentas lo que te asusta, ¿cómo te dejas sorprender? Yo quería que se dejara sorprender, pero ella quería vivir en una de esas estrellas, solitaria y sin amor porque todavía no se daba cuenta de que se lo merecía.

—¡Traje esto para ti! —apartó las manos de mi rostro separando sus labios para buscar en su bolsillo—: ¡Es la estrella! La de la leyenda, la "estrella princesa" y se llama Julie, como tú —sonrío pasando de lo sexy a lo tierno, me la comía, podía comérmela a besos o hacerle el amor, o ambas al mismo tiempo cada segundo de mi vida.

—¡Está preciosa! —le dije, mientras Sophi me ponía la pulsera con una estrella hecha en madera.

—La hice para que me recuerdes en donde quiera que estés. También para que, cuando no tengas ánimo, u otras te hagan sentir que no sirves, tengas en cuenta que eres la estrella que más alumbra, aquella, que siempre que brille conseguirá la respuesta a cualquier tipo de problema.

Con las palabras de Sophi y su cara pegada a la mía, con sus ojos mirándome con deseo y la felicidad de estar juntas... ella prosiguió.

—Mañana a las doce de la madrugada cumplirás dieciocho años y ya me has pegado dos veces, te has besado con otra y dormirás con la misma persona a la que detesto. Estás creciendo, princesa. Es inevitable y aunque te vas con ella y no conmigo... te dije que no celebraré tu cumpleaños felicitándote, y aunque falta todavía, ¡este es tu regalo! —Sophia sacó su móvil del bolsillo y puso una pista que reconocía.

La misma canción con la que tuvimos relaciones, la misma que había decorado uno de los momentos más importantes para mí. El instante en el que le entregué mi cuerpo, porque mi alma, se la di el primer día.

One of these day - Vance Joy

Wherever you go,
you'll be in the right place
You'll never know the difference it makes
When you let go, and give up your chance
I'll come find you one of these days

We've got potential
But it's the future you and me
When the coast is cleared
You see the sunrise
I see your soul shine through your eyes
When you're here

Tú crees que estás lista
pero tienes demasiado en tu mente
demasiado que provar
No hay respuestas fáciles
Tendrás que trabajar en ti misma
no escuches a nadie, excepto a ti.

Tenemos potencial
pero es el futuro,
tu y yo cuando la costa esté despejada verás el amanecer
Yo veo tu alma brillar a través de tus ojos cuando estás aquí

The moment you stop looking
Wherever you go, you'll be
in the right place
You'll never know the difference it makes
When you let go, and give up your chance
I'll come find you one of these days

The moment you stop looking
Yeah, the moment you stop looking
Wherever you go, you'll be
in the right place
You'll never know the difference it makes
When you let go, and give up your chance
I'll come find you one of these days
I'll come find you one of these days
I'll come find you one of these days

El momento en el que
pares de buscar
a dónde sea que vayas,
estarás en el lugar indicado
Nunca sabrás la diferencia
que eso hace
Cuando dejes ir,
y renuncies a esa oportunidad
Vendré a buscarte uno de estos días

Sophia terminó de cantar y sentí su voz pasearse por cada parte de mí. Afortunada por conocerla, entendí a Noah y su dificultad para dejarla. Yo tampoco la dejaría. Siendo él, hubiera hecho lo mismo, luchar por quedarme en una parte de su corazón.

—Siempre estamos en el lugar indicado.

—Es hora de dormir —nos interrumpió Belén-: No está permitido que se queden fuera —cortó el momento, sin acercarse demasiado a nosotras—. Ven, Julie, vamos a acostarnos. —Si estaba celosa no lo aparentó, al contrario, irradiaba una seguridad totalmente distinta a los celos que se le notaban a Sophia.

—Hasta mañana, Sophi —le di un beso en la mejilla, sin saber que ella me cogería la cara para besarme con toda la pasión del mundo.

Sentí su lengua introducirse en mi boca, sin permiso, con esa avidez que marcaban los celos y me atrajo a ella aferrándome a su cuerpo. Sentía la posesión y lo comprobé cuando soltándome, me susurró en los labios:

—¡Eres mía, Julie! Y yo soy tuya —volvió a besarme y luego miró de arriba abajo a Belén para decirme en voz alta—: Buenas noches, ¡princesa! —esta vez fue ella quien caminó pasando cerca de la profesora, controlando sus celos y manteniendo la calma, aunque se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo.

Y yo... me sentía como una zorra. Literal.

Sophia me había visto besándome con la profesora. Y ahora Belén me había visto besándome con Sophia, pero al contrario de estar molesta, me dedicó una sonrisa guiándome el camino hacia nuestra carpa.

Nota de autor: Holaaaaa!! Me tardé demasiado, pero... 8299 caracteres es un capítulo largo, así que lo vale. ¿Quien se quedó hasta las 4:00 am esperando actualización? Ok, los amo. Me relajé. Para todos los que me decían: "escribe para que dejes de pensar en el incidente d Perú". Tenían razón, que buenos consejos, vale. Jaj los quiero muchísimo. Mañana de nuevo voy al Consulado, ya saben, a intentarlo hasta el final. 🔥🔥 como nos hemos enseñado mutuamente durante estos años. Seguimos, siempre seguimos porque de eso se trata. De continuar y ponerle ganas a lo que amamos y yo quiero sus abrazos ♥️😍 y que me llenen de cariño.

Ahora... importante: ayuda.

1. ¿Cómo se llamarían los ship de SOphia y Julie y de Julie y Belem?
2. ¿parte favorita del capítulo?
3. ¿Creen que pase algo en esa carpa con Belem y Jul?

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