Junto a ti

By MyPerfectGuys

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Segunda temporada de 'Te Necesito' More

Sinopsis
01.
02.
03.
04.
05.
06.
07.
08.
09.
10.
11.
12.
14.
15.
16. «1ª parte»
16. «2ª parte»
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27. «1ª parte»
27. «2ª parte»
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
*Explicaciones*
35.
36. «1ª parte»
36. «2ª parte»
37.
38. (último)
Epílogo
*Nota final*

13.

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By MyPerfectGuys

Narra Niall.

—¿Qué te apetece que hagamos esta noche? —preguntó insinuante. Acortó la distancia existente entre nosotros y me rodeó por el cuello con sus brazos.

—Uhm, ¿qué propones? —alcé mis cejas mientras la observaba relamerse y más tarde apresar su labio inferior.

La fui empujando hasta salir del ascensor y la estampé contra la puerta de casa. Mis llaves tintineaban en mi bolsillo, recordándome que debía sacarlas cuanto antes si no quería que Liam presenciara un espectáculo cuando llegara a su casa, pero estaba demasiado ocupado continuando el impresionante y largo beso que me estaba dando Alba. Conseguía llevarme directo a las nubes cuando se trataba de darnos cariño mutuamente.

—Espera, espera... —musité divertido, tomando aire y calmando mi respiración. Antes de que pudiera perder la cabeza por completo, me centré en alcanzar las llaves y en abrir la puerta.

—Oh, necesito que me lo hagas ya —suplicó saltando sobre mí y atacando mi cuello como si de una vampira se tratara.

Los dos caímos medio tumbados sobre el sofá del salón riendo por la intensidad y pasión del momento. Tiré todos los cojines al suelo, pudiendo colocarme así de una forma más cómoda. Mientras, ella se subió a horcajadas sobre mí y con una avidez impactante fue desabrochando uno a uno los botones de mi camisa. En cuanto alcanzó su objetivo, bajó la cabeza con una sonrisa malvada y centró toda su atención en besar con ansias y lamer cada uno de los rincones de mi zona abdominal, sin olvidar nunca mis pezones. Adoraba que se tomara tanto tiempo en eso, ella sabía que eran una de mis debilidades.

—No aguanto más —dijo exasperada cuando se hartó de darme placer. Se levantó y, en un abrir y cerrar de ojos, se quedó en ropa interior frente a mí—. Vamos a tu dormitorio, te necesito ya dentro de mí... necesito que me lo hagas duro hoy, muy duro.

—Estaba deseando que me lo pidieras —susurré en su oído en cuanto estuve de pie a su lado—. Voy a coger una cosa antes. Ve calentando motores mientras —le dije de forma divertida después de darle una nalgada en su terso trasero y de echar a caminar hacia la cocina.

Sin que le faltara tiempo, salió corriendo hacia mi habitación con una ilusión evidente. Parecía mentira que tuviera dieciséis años aún. Su complexión física tan delgada no se correspondía para nada al carácter tan agresivo y salvaje que mantenía durante nuestros encuentros íntimos, pero eso era lo que más loco me volvía de ella.

Desde que tuvimos relaciones por primera vez, la Alba pasiva e inocente quedó arrinconada a un lado. Esa era la imagen que seguía dando frente a sus padres y su familia, pero cuando estábamos nosotros solos o con sus amigas, era la niña más mala y pervertida que alguien pudiera conocer. Tenía dos caras completamente opuestas.

De tan sólo pensar en lo bien que lo pasaríamos esa noche, el corazón se me ponía a mil en menos de un segundo. Pero si quería hacerlo todavía mejor, debía recuperar mi razón de ser y coger el elemento estrella de nuestras noches de pasión. El helado de chocolate.

Abrí el congelador y eso fue lo primero que vi. Tuve la gran tentación de destapar el envase y ponerme a comer como si no lo hubiera hecho en un par de horas —cuando se trataba de comida, eso era una eternidad para mí—, pero no, debía contenerme. Alba me dejaría comerme lo que sobrara si consideraba que esa noche había dado la talla en la cama.

Pero antes de que pudiera pensármelo dos veces, la puerta del congelador se cerró en mis narices sin yo haber movido ni un solo músculo.

Alba apareció a mi lado con los brazos cruzados y ambas cejas alzadas. Al parecer esperaba que le diera una explicación, pues conocía todas las diferentes expresiones de su rostro y esa decía exactamente: 'Habla o te quedas sin premio'.

—¿Sabes, Niall? Cuando te comenté aquello de tener una relación abierta para conocer a más gente no pensé que te lo fueras a tomar tan en serio, y menos que ibas a tardar tan poco en buscarte a otra.

La cara de felicidad que hasta ahora había tenido se esfumó de golpe. Mi ceño se frunció de forma automática al darme cuenta de que no bromeaba, estaba hablando totalmente en serio.

—Yo nunca estuve de acuerdo con ese tema, ya lo sabes, así que no sé de que me hablas —le respondí con una seriedad impropia de mí. Que ese asunto saliera a flote de nuevo no me agradaba en absoluto.

Ella parecía impresionada y algo contrariada por lo que le decía, pero por suerte para mí no estaba enfadada.

—¿Estás diciendo que no tienes nada que ver con la chica que hay durmiendo en tu cama medio desnuda? —quiso saber con gran interés esperando por mi próxima respuesta.

—¿Qué?

—Lo que estás oyendo —se alzó de hombros—, hay una chica en tu cama.

Entrecerré mis ojos por última vez queriendo comprobar de nuevo que aquello no era una broma suya, pero su expresión seguía sin variar.

Sintiendo sus pasos detrás de mí, caminé por el pequeño apartamento advirtiendo la incertidumbre crecer en mi interior a medida que me acercaba a mi habitación. Me hacía una idea de quien podía ser esa chica, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no pude confirmarlo.

—Lo sabía —chasqueé mi lengua sintiendo en ese momento cierta rabia hacia Liam. Cuando me comentó que iría a su casa para aclarar las cosas con _____ supe que no estaba teniendo en cuenta la visita de Esperanza, pero ni siquiera me dio tiempo para recordárselo, puesto que estaba demasiado entusiasmado pensando en que las cosas se arreglarían y no me dejó la oportunidad de hablar.

—¿Qué sabías? —Alba intervino, mirándome inquieta.

—Que Liam haría esto —asentí con la cabeza observando a su amiga o ex novia, lo que quiera que fuera Esperanza para él, arropada bajo mis sábanas. Giré la cabeza y me di cuenta de que Alba aún no estaba entendiendo nada—. Ella es Esperanza, creo que una ex de Liam.

Alba abrió sus ojos y su boca casi del mismo tamaño impresionada.

—¿Liam se a traído de Londres a una ex? ¿Para qué? —por la forma en que lo preguntaba sabía que aquello le producía cierto morbo, aunque al ser _____ su amiga, recapacitó y comenzó a vociferar— ¿Pero cómo se atreve? ¿Es idiota o qué? ¡_____ aquí pasándolo tan mal y él trayéndose a sus ligues para fastidiarla! ¡Será hijo de...!

—Eh, tranquila —reí tomándola de las mejillas antes de que siguiera insultándolo sin motivos—, Liam se la encontró en el vuelo de vuelta. Ella es azafata, y tan sólo fue amable cuando le pidió que durmiera en su casa un par de noches. Creo que eran muy buenos amigos de pequeños, por eso se lo ofreció.

—Oh —emitió ella calmando sus nervios—, creo que ya entiendo entonces por qué está aquí. Esto es lo que le querías decir antes de que se fuera con _____, ¿verdad?

—Exacto. Seguro que al darse cuenta decidió traerla aquí, como si esto fuera una pensión o algo parecido... —bufé, arrepintiéndome de haberle dado mis llaves por si tenía alguna vez alguna emergencia.

—¿Y ahora qué? —preguntó ella volviéndose hacia mí— A mí ya se me ha cortado un poco el rollo...

Yo suspiré negando con la cabeza.

—Lo sé, a mí también —admití mirando de reojo mi entrepierna antes más abultada que ahora—. Supongo que querrás descansar ya, ha sido un día bastante largo...

—Pues supones mal.

Agarrándome de la cintura de los vaqueros que aún llevaba puestos, me arrastró hasta salir de la habitación y cerró la puerta detrás suya. Llevó la otra mano hacia el botón de los pantalones y en menos de lo que esperaba me despojó de ellos mientras se arrodillaba. Seguidamente mis calzoncillos también desaparecieron, dejándome completamente al desnudo.

—¡Alba! —exclamé alarmado en cuanto empezó a toquetear con descaro mis partes íntimas.

—Uh, que poco tardas en reaccionar —mordió su labio inferior divertida mientras admiraba como mi miembro iba alcanzando su mayor esplendor.

—P-pero Esperanza... —resoplé sintiendo un leve cosquilleo en mi vientre.

Lo agarró con su mano firmemente y comenzó a subir y a bajar de forma continua, haciéndome gemir como si en medio de un placer infinito me sintiera de pronto frustrado.

—Olvídate de ella, haz como si no estuviera —habló entretenida en mover su mano de la forma más placentera que pudiera existir.

—No... A-Alba... uh —suspiré exhausto echando mi cabeza hacia atrás. Quería parar aquello, no estaba bien hacerlo cuando tenía una invitada en casa, pero me estaba sacando de mis casillas por completo, me estaba volviendo loco de deseo. Mis manos se aferraron con fuerza a la pared sobre la que estaba apoyado tratando de encontrar fuerzas para mantenerme en pie, pero mi cuerpo finalmente se había rendido. La libido había ganado la gran batalla contra la sensatez y la cordura—, sí... así, sigue a-así...

                                            *     *     *

Narra Liam.

Como _____ había supuesto desde un principio, tanto mis padres y Katy como Niall y Alba se encontraban en su casa esperando a que nosotros llegáramos. Me comentó que esa fue la misma razón por la que no había subido antes, no quería que nadie la viera en el estado en que estaba. Pero ahora parecía que, más o menos, las cosas estaban arregladas y ella más calmada, por lo que fue ella misma la que me propuso subir.

Alba y Niall, después de comprobar que ambos estábamos bien, se marcharon con la excusa de que tenían cosas importantes que hacer, pero por las miradas que se echaban mutuamente y de forma continua ya sabía yo que tipo de cosas eran esas.

Mamá y papá, éste con Katy completamente dormida en sus brazos, estaban ahora en la puerta de la casa esperando a que Antonio, _____ y yo termináramos nuestra conversación.

—Papá, por favor... —rogó _____ en un último intento para lograr convencer a su padre.

—_____, necesitas descansar. Has tenido mucho ajetreo los pasados días y debes recuperarte...

—Pero, ¿por qué no puede quedarse Liam? No lo entiendo —dijo ella exasperada sin entender todavía los motivos que tenía él para no dejarme quedarme esa noche—. Dormiré mejor si él está conmigo —se sinceró ella en un susurro mirándome avergonzada, sabiendo que estaba exponiendo totalmente sus sentimientos frente a su padre.

Antonio suspiró y rodó sus ojos, sin saber que más argumentos utilizar. No había sido totalmente sincero con su hija, eso lo sabíamos tanto él como yo, pero era capaz de entender el motivo. Sólo debía recordar una conversación que tuvimos unos días antes de irme para comprender el porqué de que le costara tanto aceptarme de nuevo en su casa.

—_____ —la llamé acercándome a ella y tomándola de los brazos para que me mirara a los ojos—, tu padre tiene razón. Lo mejor que puedes hacer ahora es irte a dormir sola, ya mañana tendremos tiempo para seguir hablando y todo lo que quieras, pero créeme que necesitas esto.

—P-pero...

—No, no hay ningún 'pero' que valga —negué emitiendo un largo suspiro. Alcé una mano y coloqué un mechón de su pelo castaño tras su oreja. Mientras, ella cerró los ojos y destensó su labios emitiendo una débil sonrisa. Parecía que comenzaba a ceder—. Además, mañana conocerás una noticia bastante significativa para tu futuro...

Ella elevó de pronto sus cejas, impactada. Le guiñé un ojo haciéndole saber que aunque tratara de sonsacarme todo lo que sabía e insistiera, mis labios estarían sellados y no revelarían nada más. Aquello debía de ser un secreto hasta mañana.

—Entonces debería acostarme ya —aceptó dándose por vencida. Ambos reímos sin dejar de mirarnos al escuchar a su padre suspirar aliviado desde algún punto de la habitación. Posé mis manos sobre sus mejillas y besé su frente despidiéndome de ella—. Buenas noches.

Ella se dirigió de espaldas a la puerta y, después de mirarme por última vez, salió del despacho de su padre a regañadientes.

—Bueno, yo creo que también me iré... —anuncié volviéndome hacia Antonio.

—No, espera Liam. Me gustaría hablar contigo un rato —me comentó tomando asiento tras su escritorio—. Sé que es algo tarde, pero quiero abordar este tema cuanto antes.

Sabía que tarde o temprano aquel momento llegaría. No estaba asustado, era la verdad, pero el tener que hablar de nuevo sobre las razones por las cuales me había marchado no me terminaba de convencer, y más si era con el que un día fue mi suegro.

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