El capricho de amarte

By nacaridportal

3.7M 162K 108K

Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos
Sophia Pierce - Capítulo final (libro 2).

11:11 mi deseo eres tú

58.2K 2.5K 1.6K
By nacaridportal

Busqué a Sophia sobre las seis de la mañana para ir al instituto. Las reglas eran ir de las clases al centro, del centro al instituto, como una cárcel hasta que ella estuviese mucho mejor. A Noah no lo dejaron salir, su adicción era un millón de veces más excedida que la de ella. Así que necesitaba estar lejos y desconectado de cualquier cosa que lo hiciera recaer.

—¿Lista? —le dije, bajándome del carro en la entrada del centro, que realmente me causaba mucha paz. Se llamaba "Reencuentro" y solamente la entrada te inspiraba una sensación de bienestar.

—Buenos días, Julie —me miró por unos segundos hasta que se subió al puesto del copiloto.

Y supe... que, de nuevo, las clases volverían a tener un toque especial.

—Te concedo el control de la música —le dije entregándole el IPod.

—Qué considerada, pero preferiría un beso de buenos días. ¿Te lo robo o me lo das por voluntad propia? —preguntó con su don especial para ponerme nerviosa y sin esperar respuesta se volvió hasta mí—: Me gusta lo robado —antes de que pudiera reaccionar, sentí sus labios en los míos en un beso que duró lo suficiente para despertarme, demostrándome que funcionaba mucho mejor que el café.

—Debo confesarte que lo único que me gusta de tu escuela eres tú —se bajó del carro una vez llegamos, y sin importarle la cantidad de gente que estaba cerca del puesto donde estacioné, se dio la vuelta y me abrió la puerta del carro.

Nos quedamos mirando unos segundos, lo suficiente para pensar si así serían todos mis días o para preguntarme por qué estaba tan bonita o una pregunta más difícil... ¿cómo haría para no besarla cada vez que quisiera? ¿O ahora podíamos darnos besos siempre? Todo era confuso.

Y fue muy tarde cuando me acordé de Nathaniel. Se me pasó por alto decirle que durante el tiempo que estuvo en la clínica, Nathaniel había insistido una y otra vez en salir conmigo.  Cada día me recibía al llegar y hacía exactamente eso, abrirme la puerta e invadir mi espacio. No me pareció relevante comentarle que el chico me regalaba un ramo de rosas diario, ni que me había dado una carta en la que escribió las diez cosas que más le gustaban de mí.

Me negué a todas y cada una de sus propuestas para salir, incluso, le dije que no estaba interesada, pero eso sólo le causó más interés.

   Fue un poco extraño cuando Nathaniel llegó hasta nosotras y luego de saludar a Sophia, casi se me lanza encima con dos boletos para el concierto de uno de mis cantantes favoritos.

—¡Benjamín me dijo que te gustaba su música! Conseguí los mejores boletos. Después de diez intentos me merezco el sí. ¿Vendrás conmigo? —me preguntó con los ojos llenos de esa ansiedad que produce el primer amor. Se veía lindo preocupándose por mí y haciendo hasta lo imposible por seducirme, pero el problema es que Sophia sin intentarlo, lo logró desde el principio.

—Julie... tu amigo necesita una respuesta o le dará un infarto —dijo ella con sarcasmo y sin esperarme, me dejó sola con Nathaniel y caminó hacia la entrada.

¿Estaba enojada? ¿Celosa? ¿Tal vez?

—Por favor, hermosa, ni siquiera es una cita. Verás a tu cantante favorito y yo te veré a ti. ¡Todos ganamos! —exclamó un Nathaniel emocionado, con el cabello peinado de lado y los ojos más azules que he visto. No pude evitar pensar que hubiese sido más fácil, pero no escogemos de quién nos enamoramos y la verdad, me gustaba estar enamorada de ella. 

Terminé aceptando su invitación, sin saber que eso me traería problemas. Quería pasarla bien con un amigo, pero no podemos tratar como amigos a las personas que están enamoradas de nosotros, ni aceptar estar con alguien para no herir sus sentimientos, ni dar falsas esperanzas por más mínimas que sean.

   Cuando llegué al salón vi a Sophia leyendo la tarjeta que estaba sobre el ramo de rosas que me había traído Nathaniel como cada mañana. No era un buen momento, pero él se las estaba jugando a todas y sin más, le quitó la tarjeta de las manos y me la entregó para luego sacar una rosa del ramo y extenderla hacia mí.

—Ya te dije que no me rindo —me dijo, utilizando su cara de chico encantador.

—¡Pareces idiota!  —le dijo Sophia.

—¿Me hablas a mí?

—¿Ves a alguien con un letrero de I D I O T A en la frente? Es contigo, amigo —volvió a decirle para darle la espalda y sentarse, sacando su cuaderno de dibujo.

—Gracias a este idiota entregaste dos tareas, ¡preciosa! Porque mientras tu estabas en la clínica por ser una drogadicta yo ayudaba a Julie a salvarte el culo. ¿Ahí también era idiota? —preguntó, pasándose de la raya, y habló tan alto que varios de los compañeros de clases se dieron cuenta y empezaron a murmurar.

—No puedo creer que dijeras eso, en serio —le reclamé casi sin ganas y me senté con ella, que ni siquiera le respondió.

   La vi dibujando un cerebro del que salían planetas, y rayaba con tanta fuerza que pude darme cuenta de que estaba enfadada. La dejé que dibujara, aunque quería abrazarla, pero había pasado por eso. Que te den afecto cuando estás vulnerable, por lo menos conmigo, no ayudaba. Me hacía sentir más débil.

—¿Así te sientes cuando estoy con Noah? —me preguntó mucho tiempo después, cuando la clase estaba por la mitad. Solamente entonces paró su dibujo y me miró fijamente—: ¿Te sientes, así como me estoy sintiendo? —insistió.

—¿Y cómo te sientes? 

—Molesta, impotente, triste... no sé, Julie, nunca me había pasado. Me toma por sorpresa.

—Yo no puedo sentirme así con Noah porque técnicamente él es tu novio, yo simplemente soy una amiga.

—Pero... cada día que pasa yo... —Sophia parecía dispuesta a decirme algo importante, pero gracias a Nathaniel nunca sabré qué era. 

—Julie... —nos interrumpió—. Paso por ti sobre las cuatro de la tarde para llegar con tiempo al concierto y tomarnos un café juntos —quería matarlo.

—Mejor cambiamos de puesto —contestó Sophia, levantándose—: así te sientas con Julie y terminan de afinar los detalles de su cita o lo que sea —antes de que pudiera hacer algo, la vi caminar hacia el asiento de Nathaniel, que sonrió triunfante de obtener lo que quería.

No me quedaba otra opción que mandarle un mensaje. No entendí su actitud fuera de lugar. Tampoco la había visto así antes.

  Yo: ¿Estás teniendo un ataque de celos?

  Sophia: Imposible. Las amigas no se celan. Y... dijiste que simplemente somos amigas. 🙄

Yo: Estás siendo infantil.

Sophia: No, de hecho, estoy siendo madura para que planifiques tu noche de concierto con tu amigo el idiota. 🤮

Guardé el móvil sin contestarle. No le había hecho nada y  la única que tenía novio era ella. No yo.

Pasé la clase con un Nathaniel que no paraba de hablar. Cuando terminó y salimos del salón aproveché para decirle que no iría al concierto, pero no se esperaba mi repentino cambio y tampoco parecía aceptarlo.

—Si es por lo que le dije a Sophia, ella me llamó idiota —se excusó.

—Tengo planes el viernes.

—¡Ya compré los boletos! —me haló del brazo.

—Pide cambio o ve con alguien más, en serio, discúlpame —me solté de su agarre.

—Espera —me cogió del brazo mucho más fuerte—: Estás siendo injusta —me replicó Nathaniel—: He hecho todo para que me des una oportunidad y creo que me la merezco —insistió.

—Me gusta otra persona —volví a soltarme y caminé más rápido tratando de que no me siguiera.

—Puedo hacer que te deje de gustar —soltó, caminando más rápido y parándose frente a mí para impedirme el paso—: ¡Dijiste que íbamos al concierto y vamos a ir! ¡Ya me dijiste que sí!

—Los tipos como tú parecen perfectos por fuera, pero cuando su ego es aplastado sacan lo que son en verdad —exclamó Sophia empujándolo tan fuerte, que Nathaniel pegó contra la pared—: ¿Si sabes que las rosas que le regalaste van a morir? ¡El respeto en cambio no está sobrevalorado! Y si tuvieras un poco... sabrías que cuando te dicen que no es no, y ¡lo aceptarás con un hombre!  —volvió a empujarlo y antes de que él pudiera hacer algo, Benjamin lo retuvo pidiéndonos que nos fuéramos.

   La cara de Nathaniel era de odio, de enfado, de celos. Vi en él una aglomeración de sentimientos negativos que no fueron agradables, pero nos alejamos de él y Sophia no parecía tenerle miedo.

   Atravesamos el pasillo hasta llegar a la escalera que bajamos corriendo para adentrarnos al patio. Avanzamos todavía sin hablar hasta que llegamos a las gradas de la cacha de fútbol y agradecí que fuéramos las únicas. Ella parecía molesta, tenía las mejillas rojas y la notaba tensa, pero cuando nos sentamos cerró los ojos por unos segundos y la vi respirando profundo. Luego de que se dio un tiempo, volvió en sí y se dirigió a mí.

—¡Te preparé el desayuno! —dijo sonriendo y tomándome por sorpresa

Era como si no hubiese estado molesta segundos antes.  Nunca supe si era un defecto o una cualidad, pero con ella, las discusiones duraban muy poco. Era volátil, pero desenrollada. Tenía mucho carácter, pero la dulzura suficiente como para contrarrestarlo. 

—Pensé que no cocinabas.

—No lo hago, pero en el centro me dijeron que debía comenzar a ocuparme de mí.

—Suena a que tu primera noche no estuvo tan mal. ¿Te gusta?

—Julie, valoro que pagaste todo ese dinero por mí y quiero hacer que valga la pena —respondió sacando dos sándwiches y entregándome uno.

Al verla, sonriendo, como una niña bien portada, me di cuenta de que no era la abstinencia. Empujó a Nathaniel porque me estaba acosando y así era ella. No le gustaba que otros abusaran de mí y siempre estaba cuando la necesitaba.

—¡Está rico!

—Es sólo un sándwich de jamón y queso con mostaza. ¡Amo la mostaza! —exclamó y sí, su pan tenía una cantidad grandísima de mostaza que se le regó por el labio. Intenté quitárselo con el dedo, pero me di cuenta de que no fue tan buena idea, cuando atajó mi mano en el aire y chupó el excedente de mi pulgar—: ¡La mostaza no se desperdicia! —exclamó, sin saber que esa acción había alterado mis sentidos. Joder.

—¿Sabes que nos iremos a Roraima de viaje de grado? —cambié de tema.

—¿Sabes que noto que cambias de tema cuando estás nerviosa? Y... ¿sabes que cada vez que te pones nerviosa me dan ganas de besarte? Y... ¿sabes que lamento haberle dicho idiota y empujar a tu pretendiente? Y... —Sophia irradiaba luz, aunque por dentro se sintiera a oscuras.

—¿Y? —pregunté, motivándola a que continuara la oración que dejó a medias.

—Yo no te puedo llevar a un concierto, pero como gracias a mí perdiste tu cita, quiero que el viernes salgas conmigo.

—Sabes que no puedes salir —contesté y antes de dejarme seducir por sus ojos, me recosté en sus piernas.

—Ok, Julie... vendrás al centro de rehabilitación, hay espacios verdes, es enorme y wow... creo que te gustará. Además... ¿alguna vez has tenido una cita en un centro de adicciones? ¡Por supuesto que no!

—Déjame pensarlo —le dije para molestarla, y ella comenzó a dejar caricias en mi rostro con tanta delicadeza y esmero, que cerré los ojos dejándome llevar por las sensaciones.

—¿Estás segura de que no quieres? —musitó.

—No estoy tan segura ahora mismo —respondí y enseguida Sophia me ayudó a levantarme—. ¿Adónde vamos?

—¡Sígueme! —contestó, y extendiéndome la mano fue guiándome hasta el final de las gradas, para luego pasar por un terreno de tierra que daba hacia las montañas.

   Una vida estudiando en el mismo instituto y ella, en un año escolar conocía sitios que yo no.

—Mira a tu alrededor... y pide un deseo, Julie —Sophia se paró detrás de mí y agarrándome por la cintura, susurró en mi oído—: Son las 11:11 hora oficial de los deseos así que pide el tuyo.

No creía en los deseos, ni tampoco en nada místico, pero lo hacía por ella. Lo pedí y rápidamente abrí los ojos para conseguirla mirándome.

—Pide tu deseo antes de que cambié el reloj —le aconsejé.
—¿Para qué? Mi deseo de 11:11 eres tú —pasó una mano por mi rostro y me atrajo más a ella, para olvidarse del lugar en el que estábamos y simplemente besarme.

   En mi deseo pedí que consiguiera eso que le faltaba. Que consiguiera sentirse feliz después de haber sufrido tanto. Pero sentir sus labios tan cálidos sobre los míos, fue más que cualquier deseo. Era como si frenara el exterior, para llevarme de paseo por el universo que había dibujado. Uno donde sólo estábamos nosotras.

   —¿Vas a tener una cita conmigo el viernes? ¿O todavía tienes dudas? —preguntó separándose de mis labios.

  —No hay forma de que te diga que no —contesté, volviendo a sus labios y no me interesaba que alguien nos viera, quería recuperar el tiempo porque habíamos tardado mucho en encontrarnos.

—¡Gracias por todo lo que has hecho por mí!

—No tienes que darme las gracias.

—Quiero más que agradecerte, pagarte todo lo que me has dado —respondió, con un semblante más preocupado, así que intenté alegrarla. 

—La única manera en la que dejo que me pagues es en especie —ni siquiera sé por qué dije eso, pero tenerla cogiéndome de la cintura, estar aferrada a su cuello y con sus labios dejando besos desde mi oreja hasta mi mejilla, para luego pasar a mis labios, hacía que no pensara con claridad.

—Te pagaré con dinero todo lo que has dado, porque mi cuerpo y todo lo demás... te lo doy gratis cuando quieras —un susurro en mi oído y ya... literalmente tuve que contenerme para no lanzármele encima. Ayudó que sonara el timbre que nos avisaba de la próxima clase.

  Bajamos las gradas hasta dirigirnos a las canchas donde haríamos deporte. La clase que más odiaba resultó ser divertida. Sophia lucía diferente. Trotó a mi lado durante la media hora que correspondía, aunque ella era rápida y yo la más lenta del salón. Me miraba descaradamente a los labios y me traía el agua cuando veía que estaba desfalleciendo. «Me gusta cuando haces algo que no te agrada, te esfuerzas porque en tu mundo no está bien ser rebelde. Así que trotas hasta el último minuto. Eso me gusta de ti, Julie, eres persistente», la escuché decirme, pero estaba demasiado cansada como para contestarle. Así que seguí corriendo y ella... no paró de hablar. Me dijo que respirara por el diafragma a medida que avanzábamos y cuando terminó mi tortura me abrazó como si hubiese corrido un maratón.

    La siguiente actividad era jugar fútbol, pero yo no quería. Normalmente estaba en la banca, o al menos era así cuando Sophia no era líder de uno de los equipos y me elegía de primera. Ella contra el equipo de Nathaniel. Pensé que sería divertido.

  Comenzamos a jugar y por un momento, me olvidé de que no sabía. Sophia se esforzó por demostrarle a Nathaniel que no iba a ganar. La competencia entre ambos era cada vez más fuerte. El marcador iba 1 a 0 a nuestro favor, cuando Luis, uno de los compañeros, le dio un pase a Sophia que estaba literalmente frente a la portería y prefirió pasarme la pelota a mí. ¿A quién se le ocurre pasarme la pelota a mí? Todos saben que tengo dos pies izquierdos. «Dispara, Julie... ¡A la arquería! ¡No es tan difícil! ¡patéala!». Sentía la presión de Sophia y de todo mi equipo.

  «Julie chuta esa mierda o te pateo yo a ti», creo que el grito de mi amiga Paula fue lo que me hizo reaccionar y simplemente golpeé el balón para automáticamente taparme los ojos con las manos. No supe exactamente qué había pasado... pero Sophia se encargó de abrazarme como si estuviéramos en un mundial, luego vi a Paula haciendo un baile gracioso. Decía que le bailaba a los perdedores y se movía por toda la cancha en un intento de celebración.

    Íbamos 2 a 0 y quería que el marcador siguiera así. Jessica estaba molesta, pero incluso ella, que se había encargado de hacerme la vida imposible ya no era la misma. Sophia me había ayudado a perdonarla y la había ayudado a ella, a dejar de ser una idiota. No podía creer cómo en tan poco tiempo, mi vida había cambiado. El instituto que era un sitio del que quería escapar, estaba siendo distinto, emocionante y feliz.

Jessica hizo un gol que puso el marcador en 2 a 1. Nathaniel, en cambio, cada vez que podía le quitaba la pelota a Sophia entrándole con fuerza. Ella no se quejó y recordé que sus amigos le decían que no podía quejarse, que no jugara como una niñita. Más allá de eso, Nathaniel se estaba pasando. El instructor le llamó la atención varias veces, pero no le importó.

   El balón le quedó a Paula, y comenzó a gritar como una demente hasta avanzar a la portería. «Voy con todo» «El que me toque se muere», entre otras amenazas a todo pulmón mientras torpemente dominaba el balón hasta que se lo pasó a Sophia que cuando estuvo a punto de chutar, recibió una patada por parte de Nathaniel que la llevó al piso.

Ella no era de gritar, pero se quejó desde el césped sin dejar de tocarse el lugar donde le dolía. 

   —¿Estás bien? —lo primero que hice fue correr hacia ella.

   A medida que la veía retorcerse del dolor, dejó de importarme dónde estaba. No me medí y diciéndole a Sophia que ya volvía, la dejé en manos del profesor y fui hasta Nathaniel para meterle un puño en la cara.

   —¡Eso es por idiota! —le grité y él, sobándose la cara, igual de incrédulo como todos los que no rodeaban, no dijo ni una palabra—: ¡Me molesta que te arruines a ti mismo! ¿Cómo es que pasaste de ser mi amigo a pegarle de esa forma? ¿Qué te pasa? —no paraba de reclamarle y de empujarlo. Estaba decepcionada, y en medio de mis quejas, Sophia logró pararse de a poco y cojeando por el dolor, fue acercándose a mí.

—Señorita Dash... ¿Cree que es el comportamiento adecuado? —preguntó el profesor mirándome a mí y a Nathaniel.

—¿Cree usted que está bien pegarle a una mujer? ¡Lo hizo adrede! —Me hervía la sangre.

—Sophia si consideras que te lastimó apropósito, lo llevaré a detención porque durante el partido te hizo seis faltas. Puedo creer que fue intencional, pero la decisión es tuya —el profesor era joven y pacífico porque cualquier otro en su lugar nos hubiese llevado a todos a dirección.

—Creo que a veces no medimos nuestra fuerza —escuché decir a Sophia—. Creo que por la competencia o la rabia nos comportamos como no somos. Nathaniel está teniendo un mal día igual que lo puedo tener yo, o cualquiera. No es necesario que exageremos.

—¡Apenas y puedes caminar! —debatí hacia ella—: Deberían expulsarlo —le exigí al profesor.

Nathaniel estaba inmóvil mirando fijamente a Sophia, que tenía mucho por decir.

—No es necesario que expulsemos a una persona buena, porque por primera vez perdió los estribos. Es un simple juego y... por mí está todo bien —contestó ella, y cojeando dio dos pasos hacia él, extendiéndole la mano—: ¿Estás bien? —le preguntó y cuando vi a Nathaniel... pude darme cuenta de lo que ella había observado. Él no estaba bien.

Nathaniel se secó una lágrima y le sostuvo la mano, para luego agacharse a la altura de su rodilla y examinársela. No le dijo nada, pero sacó de su bolso una crema desinflamatoria y lo vi echándoselo como una señal de perdón. De que se había equivocado, de que ella lo había hecho entrar en razón. Porque no era malo, pero se sintió rechazado. Le rompí el corazón y no me di cuenta de que esa era mi forma de actuar.

Era seca y antes de que Sophia llegara trataba a todos con distancia. No pensaba en los sentimientos de los demás y exactamente así me comporté con él. Igual de insensible que mi madre. Eso fue lo que más me enseñó y todavía formaba parte de mi personalidad.

—Ese es el espíritu que se necesita en los equipos —dijo el profesor, viéndolos a ambos solucionar sus diferencias y a Sophia tenderle la mano a Nathaniel para que se pusiera de pie.

  Él no le dijo nada, pero asintió con la cabeza. Un asentimiento que me hizo entender que ambos estaban en paz. Supongo que estaba tan encerrada en mi propio mundo que no me di cuenta de que los demás también sienten. A veces hay que ser cuidadosos hasta con las personas que no nos fabrican mariposas en el estómago.

Salimos del instituto al finalizar deporte. Traté de llevármela lo más rápido posible para huir de la gente que hablaba de mi famoso puñetazo, que todavía me dolía. Me alejé de todo, porque teníamos solamente una hora antes de llevarla al centro de rehabilitación. Así que manejé hasta un mirador que conocía porque mi padre me llevaba de niña. Estacioné el carro y una vez que nos bajamos... quise preguntarle. Necesitaba preguntarle, con la vista de la ciudad a nuestros pies, los carros yendo muy rápido, y el cielo para nosotras... lo único que quería era conocerla más.

—¿Qué es lo que más deseas para tu vida? —le pregunté y ella, luego de pensárselo varios segundos, se animó a contestarme.

—Quiero sentirme orgullosa de mí, de lo que hago. Que pueda sentirme que justo estoy en el sitio en el que quiero. Como si no hubiese vacíos o requerimientos que tengo que llenar para que otros se sientan orgullosos.

—Yo me siento orgullosa de ti, por encima de que pintes universos para las dos, o que me pases la pelota en un partido de fútbol, o que cantes y beses de maravilla. Por la fortaleza que tienes y esa manera en la que te levantas después de una caída. Me enorgullece que hagas lo que hicisteis con Nathaniel y ¿sabes por qué? Porque así eres tú. Crees en la gente, sigues manifestando por un país que te quitó a tu madre. Sigues confiando en el que te lastimó la rodilla. Le das una oportunidad a Jessica y cuando te veo creyendo en la persona que me ha hecho bullying desde hace tanto tiempo, cuando veo que tus palabras la cambiaron, también me cambias a mí. ¡Vas brillando, Sophi! Cada vez que caminas van naciendo deseos. Cada vez que respiras pensando en otros y poniéndolos primero, me haces despertar de mi indiferencia. No puedo ser indiferente con una persona tan apasionada como lo eres tú y más bien yo soy la que tiene que dejar de golpear gente para estar a tu altura —yo, que nunca hablaba, no podía dejar de expresarle que era el ser humano más lindo que había conocido. Necesitaba decirle que su manera de relacionarse, la justicia con la que actuaba y esos ojos brillantes cuando estaba siendo feliz... iban conduciéndome a un país nuevo, a un entorno distinto. Estaba feliz de haber salido de mi rutina de soledad y libros para llegar a ella.

—¿Cuál es esta lección? —me preguntó en medio de un abrazo, del que parecía no querer despegarse.

—Te enseño cómo te amo, para ver si logro darte las pistas para que te enamores tanto de ti como lo estoy yo —una declaración de amor que no me guardé. Ya no era la misma, sentía que había madurado un millón de años. Sentía que las mariposas de nuevo eran parte de mí y con el aleteo de ellas, la ciudad sonriéndonos y Sophia Pierce abrazándome... simplemente agradecí.

   No esperaba que me contestara. Fui odiosa con todos mis pretendientes desde el jardín de niños. No le dije lo que sentía esperando un te amo de retorno. Lo hice porque Sergio me enseñó que hay que soltarnos, hay que dejar salir lo que está pasando en nosotros. No esperando algo, no buscando aprobación, no con el miedo del silencio. La estaba amando y a medida en que la quería me iba conociendo. Y eso bastaba para mí.

   —Yo... —al parecer Sophia también se ponía nerviosa—: te hice un dibujo que dice lo que siento.

Sacó su cuaderno de dibujos y arrancó otra página. Cuando la vi entendí que ella tenía muchas formas de comunicarse. Me había dibujado a mí y en mis ojos estaba dibujando el planeta tierra. En donde estaba mi frente había cientos de estrellas. En mi cerebro salían luces. En mis labios todo el sistema solar, pero en miniatura. Y en la parte de arriba del dibujo tan hermoso en el que había mezclado el universo, tenía colores y parecía haberlo trabajado de varios días... leí una dedicatoria:

11:11
pedí enamorarme...
y luego te encontré.


Nota de autor: chicos!!! Espero que estén bien. Les dejo esta actualización y me retiro lentamente. Llevo dos días entrenando con un entrenador personal que no tiene compasión. 3 horas diarias, me duele todo. Pero bueno, a cambiar de hábitos. Estoy en una transición y comiendo más saludable, pero es complicado. También ya saben que casi saco el siguiente libro. Mañana seguimos maquetando quizás me pierda por aquí. Pero... actualizaré siempre que pueda.

Aquí vimos ciertas cosas. Celos. Julie molesta. Y una lección que dejó Sophia.

A veces nos preocupamos tanto por lo que nos ocurre, que se nos olvida que no somos perfectos. Las otras personas pueden fallarnos porque les suceden cosas, atraviesan situaciones. No hay que justificar los malos actos, más bien diría que entender y no creernos jueces.

En los próximos capítulos pasan cosas.
Estamos cerca del viaje al Roraima, y en ese viaje de graduación pasarán muchas muchas cosas.

1. ¿Parte favorita del capítulo?
2. ¿Personaje favorito del capítulo?

Continue Reading

You'll Also Like

130K 7.9K 14
«Nessa se ve obligada a elegir entre su inminente deseo por sobresalir y pasar tiempo con la persona que más aborrece en el mundo: Clarke, su bella y...
14.9K 102 5
Por querer hacer un favor, termino de sirvienta y a disposición.
1M 28.4K 32
Cuando las personas que más amas, te rompen, es difícil volver a unir esos pedazos. Victoria Brown, creía que cuando amas, la brecha para perderte a...
707 120 11
Camila y Juliana novias desde el colegio, ellas siempre se demostraron su amor sin importar el que dirían, siempre se decían te amor enfrente de mile...