El Arte De Amar

By maire_05

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Mikasa Ackerman es una chica introvertida y solitaria. Por problemas de su pasado, deberá irse a Tokyo a estu... More

Capítulo 1: Un Nuevo Lugar
Capítulo 2: Presentaciones
Capítulo 3: Karma
Capítulo 4: Primer Día
Capítulo 5: ¿Calor O Cálido?
Capítulo 6: Tarde Con Hanji
Capítulo 7: Equipo
Capítulo 8: Sonrisa
Capítulo 9: Plan Fallido
Capítulo 10: Inesperada
Capítulo 11: Problemas
Capítulo 12: Amistad
Capítulo 13: Promesa
Capítulo 14: Angustia
Capítulo 15: Enfermedad
Capítulo 16: Maldito Todo
Capítulo 17: ¿Reconciliación?
Capítulo 18: Mala Información
Capítulo 19: Una Pareja Reunida
Capítulo 20: Sabor Dulce
Capítulo 21: Navidad
Capítulo 23: Te... Odio (1ª Parte)
Capítulo 24: Te... Odio (2ª Parte)

Capítulo 22: Viaje

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By maire_05

- ¡Cuánto tiempo sin verte, rata enana! - saludó Kenny con una notable ironía. Se dirigió hacia Levi en grandes zancadas (innecesario porque estaba no menos de un metro). Alzó sus brazos para abrazarlo pero no consiguió su cometido. Levi lo rechazó, esquivándolo por debajo de su brazo. Finalmente, Kenny abrazó el aire.

- Aléjate de mí, asqueroso viejo - escupió con repulsión. Por mi parte, seguía procesando la nueva información. ¿Quién era en realidad ese hombre?

- ¿Cómo le has llamado a tu tío favorito? - giró todo su cuerpo, proporcionándole un golpe (bastante sonoro) en la nuca - Que yo sepa, te enseñé a respetar a tus mayores - se subió la manga, poniendo la mano en puño. El enano no se quedó corto, posicionándose para atacarlo.

- ¿Dijo tío?!¿Son familia? - seguía sin creerme la inesperada escena. Solo la observaba con la boca semiabierta.

- Te estoy esperando, viejo... - habló retándolo con la mirada.

- Jojo, vas a volver a aprender la lección, rata mohosa - sonrió con malicia.

Empezó Levi, dando una patada dirigida a su estómago, fue esquivada. Kenny contraatacó intentando dar un puñetazo en su mejilla izquierda pero fue esquivado también. Al principio de la "pelea" todo parecía como una especie de saludo, aunque al cabo de minutos, cuando ambos recibieron un golpe del contrario, cambió. Se miraban con rabia y asco.

- Oye.. Parad... - intentaba relajar sus enfados, colocándome en medio de los dos quienes se preparaban para un próximo ataque.

En ese momento de "tranquilidad" y molestia, un grito provinente de la entrada de la residencia se oyó. Los tres nos giramos preocupados creyendo que era algo muy grave por la exageración en el chillido.

- ¡KEENNYYY! - Nanaba, sí, mi supervisora la cual era una mujer seria y sensible en lo muy fondo de su ser, corría hacia el aludido con una enorme sonrisa. Parecía una loca perdidamente enamorada pero lo peor estaba por llegar... El susodicho se quedó mirándola, para segundos después, correr a igual velocidad hacia ella. Al estar ambos lo suficientemente cerca, se abrazaron - ¡Oh, Kenny! - gritaba en sus brazos con euforia.

- ¡Nanaba, mi hermosa Nanaba! - respondía el hombre castaño. Flipé más de lo que estaba. La boca se me volvió a abrir formando, esta vez, una O. Al parecer no era la única, al sentir una presencia a mi lado, lo miré de soslayo, contemplándolo en la misma situación que yo. Pareció darse cuenta ya que volteó su cabeza.

Me percaté de un pequeño hilillo de sangre que brotaba en su labio inferior, recordando inmediatamente esos labios llenos de nata esparcida por la boca la noche pasada. Desvié mi mirada avergonzada ante tales recuerdos o tal vez era por su penetrante mirada en mi persona.

- Mierda... - pensé.

A lo lejos llegaban Kenny y Nanaba, pasando él un brazo por el hombro de la rubia y ella agarrada a su cintura. Ambos sonreían con felicidad y emoción.

- ¡Hola! - nos saludó vigorosa nuestra supervisora.

- Hola... - dijimos al unísono desmotivados.

- Jeje, ¿viste lo que le hice a la rata? - preguntaba Kenny orgulloso, señalando a Levi.

- ¡Eres tonto!? - palideció - Te quiero mucho pero quiero más a mis niños - frunció el ceño.

- Estoy bien, Nanaba - confesó el enano, cogiendo las bolsas de plástico que dejó en el suelo.

- Si tienes sangre significa que duele - lo miró desafiante.

- No me duele.

- Sí te duele - una batalla de miradas comenzó entre Nanaba y Levi. Kenny sonreía victorioso y yo esperaba espectante a la siguiente situación, esperando lo más surrealista posible - Mikasa - me nombró sin apartar la vista del azabache. Tensé mis hombros ante la frialdad en solo mencionarme - Ayuda a Levi a curarse... o curálo tú - noté la picardía en su voz. Con el silencio reinando en ese instante, Levi cortó el contacto visual que tuvo hacia algún otro lado de la calle. Los más mayores esperaban mi respuesta, al igual que él.

- Es demasiado mayorcito para curarse el mismo. Si sabía que iba a perder no hubiera "jugado" - hablé sin emoción en mi voz, comentando la última palabra acompañado de mis dedos entre comillas. Su mirada chocó de inmediato con la mía, fulminándome con ésta. No me dejé intimidar, sosteniendo sus fríos ojos. Sin embargo, un sentimiento... no sabría como explicarlo pero creí sentir dolor: Mucho tiempo había pasado desde el último silencio incómodo y tenso con él. ¿Tristeza podría ser? Nunca encontré el nombre a esto ya que mi corazón y mente estaban en un mar de locura y sentimientos desconocidos, dejándome ciega de lo que verdaderamente quería expresar y escondiéndome detrás de mi orgullo - Me voy, os espero dentro - cansada y fastidiada dejé de observarlo. Un gran malestar se había formado en mi pecho, quitándome las ganas de vivir incluso. Comencé a andar, sintiendo la mirada interrogativa de los allí presentes.

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- ¿Os vais a ir hoy? - preguntó Nanaba fijando su vista en Levi el cual se sentaba con su plato de comida en la mano.

- No lo sé. Que te responda esa espécimen - señaló con desdén a su tío, situado en frente suya y a mi lado.

- Vale... Espécimen, ¿os vais a ir hoy? - parpadeó la rubia un par de veces, esperando una respuesta del hombre que comía en silencio y pausadamente sus spaghettis.

- Sí, nada más acabemos de comer nos vamos. Así que aliméntate rápido, rata. Come mucho queso y esas cosas - tragué la bebida con dificultad, intentando no soltar una exagerada carcajada por la montaña de queso rallado sobre los spaghettis de Levi. Yo fui un poco disimulada pero Nanaba no y Levi menos, fulminando con la mirada a su apreciado tío - ¿Y tú que vas a hacer, Mikasa? - preguntó curioso observándome detenidamente. Se formó un nuevo silencio.

- Yo... Yo... - balbuceé encontrando una respuesta adecuada. Debía admitir que me daba vergüenza pasar sola la Navidad, sin compañía de nadie, sin regalos, sin... calidez, sonrisas, fiestas... Era triste y vergonzoso, para mi parecer - Volveré con mi familia - mentí, llevando un trozo de comida a mi boca.

- ¿Sí?¿Y el hotel?¿Tu soledad y aburrimiento?¿Tu Navidad? - soltaba preguntas Nanaba irónica, enumerándolas con sus dedos - No se te da bien mentir... - sonrió victoriosa. Por mi parte, estaba de piedra, dejando de masticar.

- ¿Qué hotel? - me miraron ambos familiares, uno confundido (aunque no paraba de comer) y otro alterado (quien tenía en frente) por ser él quien dictó la cuestión.

- No sabía que te importara la vida de esta bella muchacha, pequeñín - decía juguetón, moviendo el tenedor lleno de tomate y sarpicando en la mesa.

- Llámame pequeñín de nuevo y ese asqueroso tenedor te lo clavo en un ojo - escupió sus palabras amenazante, mirando asqueado el movimiento circular del utensilio.

- Oh, qué miedo - comentó indiferente, mirando a Levi fijamente a los ojos. Suspiró - Oye, querida... - cambió sus ojos hacia mi persona - ¿Qué te parece venir con nosotros?

- ¿Eh? - dijimos al unísono Levi y yo.

- ¡Qué buena idea! - exclamaba Nanaba aplaudiendo.

- No es buena idea - contadijo el enano.

- No me importa tu opinión. Se lo estoy preguntando a ella - sonrió bastante forzado a su sobrino.

- Gracias pero no... Sería una molestia para vosotros teniendo en cuenta los días y además, yo no pinto nada. Muchas grac... - me interrumpió Kenny.

- Se me olvidó decirlo - se levantó de la silla, con su plato vacío en la mano - No acepto un no por respuesta - sacudió mi cabeza, despeinándome mientras me sonreía con ternura - Y en realidad, la verdadera molestia es esa cosita enana que nos está mirando con furia - susurró para que solo yo lo escuchara, señalándolo indiscretamente.

- Pues que no se hable más... Kenny te encargo a Mikasa - le guiñó un ojo burlona.

- Con mucho gusto - agarró mi mano libre y la besó - Eres bienvenida en la familia Rivaille - de reojo vi a Levi quien solo comía en silencio.

- ¿Será una buena idea? - pensé sin confianza ante tal futuro.

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Nanaba sacudía su mano con una fuerza exagerada. Gritaba aunque ya no la oíamos debido a la lejanía.

- ¿Qué estará diciendo? - murmuré para mí misma, mirando desde la parte trasera del coche.

- ¿Dijiste algo, querida? - preguntó Kenny.

- Eh, no, nada - giré todo mi cuerpo hasta volver quedado sentada.

- ¿Has estado alguna vez en Tochigi? - cuestionó mientras conducía.

- Nunca - contesté secamente.

- Pues te va a encantar. Aunque vivimos en un sitio un poco más apartado donde las casas vecinas están más alejadas. Es tranquilo, ¿verdad enana?

- Supongo... - dijo casi en un murmullo, distrayéndose con lo que veía por la ventana del vehículo.

- Agg, que miserable eres - resopló - ¿Qué pasa?¿No estás feliz de que Mikasa haya venido? - se formó un horrible silencio el cual me incitaba a saber su respuesta.

- Me da igual - respondió luego de unos largos minutos. Por una extraña razón esas simples palabras dolieron pero ambos éramos y somos muy orgullosos.

- Gracias a Dios... A mí también me importa una mierda - respondí con sencillez pero con un amargo sabor ante mis estúpidas palabras.

Más tarde me dormí, acomodé bien todo mi cuerpo por los asientos de atrás y me eché una larga siesta.

La cabeza me iba a explotar, sentía todo la parte del cráneo dolorido. Mis brazos entumecidos comenzaron a preocuparme, sintiendo que no podía moverlos. Algo viscoso y caliente recorría mis pequeñas y blancas piernas, llegando finalmente a los pies. Por último, mi cuerpo, estaba recostado en algún lado de una cama o esa podía notar. Solo veía oscuridad aunque mis ojos estaban llenos de finas lágrimas. Todo era... Todo era tan conocido.

- Tu culpa... Tú tienes la maldita culpa... ¿Por qué?¿Por qué tú? - decía una voz grave con ambas manos sobre mi cuello.

- No.... - negué en un susurro con mi corazón a mil, intuyendo que viva no iba a salir - Déjame... ¡Déjame!

- ¡DÉJAME! - grité sobresaltada, reincorporándome en el asiento. Mi respiración era irregular, más que otras veces. Estaba sudando y fugaces lágrimas acompañaban en mi rostro.

- Tranquila, tranquila... - trató de controlarme Levi desde el asiento copiloto. Estaba girado hacia mi, con una de sus rodillas apoyada en el brazo del asiento conductor y agarrado a los respaldos de éstos. Me observaba con un cierto temor y... ¿preocupación?

- ¿Dónde estamos? - pregunté asustada y totalmente desubicada.

- Ya casi hemos llegado. Mi tío ha ido a echar gasolina, ya mismo vuelve - informaba recuperando su posición inicial - Tranquilízate - repitió mirándome por el espejo retrovisor.

Con sutileza comencé a limpiar mis ojos. Poco a poco me calmé, sentándome correctamente. Mi corazón seguía palpitando con fuerza y mis manos temblaban de miedo. Suspiré al analizar la reciente pesadilla y recordar que trataba del primer maltrato de mi vida, cual fue en estas fiestas. Sacudí mi cabeza para olvidar tales escenas aunque subí mis rodillas y las abracé con fuerza, intentando sentirme así más protegida.

Después de unos minutos donde todo fue silencio, volvió Kenny.

- Oh, qué viejo estoy ya - dijo subiéndose al automóvil - Ah, Mikasa, ya has despertado. ¿Tienes hambre? - levantó una bolsa blanca que seguramente contenía algún paquete de patatas fritas o chucherías de ese tipo.

- N-No... - balbuceé. Kenny levantó su ceja, averiguando que es lo que me ocurría. Luego, bufó molesto y miró a Levi.

- ¿Qué le has hecho, idiota? - le pegó un fuerte golpe en la cabeza.

- Auch - se quejó - No le he hecho nada - quitó de un manotazo la mano del mayor de su cabeza.

- Ja, que te voy a creer. ¿Qué te ha hecho este estúpido? - me miró desafiante queriendo saber el por qué de mi comportamiento.

- Él no ha hecho nada, Kenny - contesté indiferente.

- ¿Entonces? - arrancó el coche y siguió el camino.

- Nada... Una pequeña pesadilla... - susurré.

- ¿Qué has dicho? Habla más alto que no te oigo - alzó la voz.

- ¡Una pesadilla! - grité.

- Así me gusta - me sonrió de medio lado. Quitándome con ese gesto el miedo en mi cuerpo.

Media hora después nos encontrábamos por un estrecho camino de tierra por donde solo cabía un coche. El cielo estaba completamente oscuro, éramos iluminados nada más que por las luces del vehículo. Abrí la ventana, colándose inmediatamente la brisa fría del clima pero aún así me dió igual. Saqué mi cara por ésta dejándome hipnotizar por su fresco ambiente. De repente, pequeños copos de nieve comenzaron a caer sobre mi rostro. Cerré los ojos con más fuerza sintiéndolo en su máximo resplendor. Escuchaba la voz de Kenny gritando mi nombre diciendo que estaba loca o que volviera para adentro si no me iba a resfriar. Para mí solo eran vocecitas diciendo palabras insignificantes. Entré en un largo trance, anonadada por olor de la noche fría.

La ventana delantera se abrió mas no le hice caso, hasta escuchar su voz dentro de mis pensamientos.

- Dice que vuelvas - comentó - Te vas a resfriar.... ¿Eh?¿Qué dices? - su voz sonó lejana por unos segundos, escuchando lo que le decía su tío, tal vez. Segundos después, volvió a hablar - Te ves bonita... - inmediatamente abrí los ojos, sintiendo un ardor sobre mis mejillas. Fue gracioso aunque no quise admitirlo, cómo de un segundo a otro mi temperatura cambió. Giré mi cuello hacia el retrovisor exterior encontrándolo con una diminuta y tímida sonrisa en sus labios. Al fin y al cabo, anhelaba ver esa sonrisa que a veces me mostraba...

Regresé mi cabeza al interior del auto, sentándome bien por tercera vez.

- ¿Hace frío? - preguntó con burla el que conducía.

- Sí - respondí en su mismo tono - Perdón, tuve un impulso - decía mientras cerraba la ventana, dándole al botón.

- Bah, ni te preocupes. Al principio me has descolocado, ha pasado todo muy rápido pero después recordé que así me gustan las mujeres... - se calló - No lo malinterpretes, solo que me gustan las sorpresas... Ya sabes, mujeres impulsivas y es.... - fue interrumpido.

- Cállate, la estás cagando - le aconsejó guardar silencio Levi. Fue inevitable no reírse con la cara de disgusto de Kenny.

- También me gustan las mujeres que sonríen y más si su sonrisa es hermosa, como la tuya - sonreí agradecida, sintiendo de nuevo un pequeño sonrojo - El enano piensa lo mismo que yo - el susodicho comenzó a toser, intentaba disimularlo tapando su boca para no ser atrapado pero le era imposible. Por mí, sabía que roja como un tomate estaba.

Finalmente, llegamos al hogar de Kenny sobre las 10 p.m.. Con las maletas en mano le seguimos hacia la entrada. Era una casa bastante extraña para mi parecer. Nada más pasar encontré un largo pasillo frente mía pero daba igual como lo mirase, hacia la izquierda también había otro corredor. Pude averiguar con dificultad que la estructura era una casa cuadrada, muy grande. En medio quedaba un patio interior con una pequeña fuente a un extremo, había múltiples tipos de flores como rosas blancas o margaritas. Lo que me dejó más sorprendida fueron las luciérnagas alrededor añadiendo una tenue pero linda luz al lugar.

Seguí a Kenny quien me explicaba con cautela cada detalle de la enorme casa, sin la presencia del enano ya que desapareció nada más entrar. Al final, llegamos a una habitación la cual él abrió, apartándose de la puerta corredera y dejándome paso a mí. Contaba con una cama matrimonio de madera, un baúl en los pies de ésta, un armario de igual material que la cama en frente de éstos y una ventana con cortinas blancas, las cuales divisaban el exterior.

- Qué vacía... - pensé.

- Parece que te gustó - sin saberlo me había adentrado en la habitación más de lo normal, quedando casi al lado de la cama. Kenny se encontraba en el umbral de la puerta - Allí tienes el baño - lo señaló con su dedo índice. Su voz sonaba temblorosa e impaciente - Mi habitación es la de al lado y la del enano justo la del frente. Para veros tenéis que cruzar el patio... Prepararé algo de comer - me guiñó un ojo y salió rápidamente de allí. Inflé mis mejillas y fruncí el ceño al sentirlas totalmente coloradas.

- Ni que fuera a visitarlo - murmuré a regañadientes mientras me tiraba a la cama, haciéndola crujir.

- Te ves bonita... bonita... Me da igual... No eres fuerte, Mikasa.... - eran frases que venían a mi mente.

Cerré mis ojos lentamente, encontrando finalmente una paz reconfortadora que me hizo caer de nuevo en un profundo sueño.

"Podría ser por el dulce aroma que desprendía desde las sábanas el que no me haya despertado ni para cenar"




























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