El capricho de amarte

By nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos

Universo para dos

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By nacaridportal

Algunas personas son como oxígeno, o como un golpe en la cara que de verdad necesitas para reaccionar, pero no te golpean porque tienen las palabras adecuadas para hacer que despiertes. Sophia era una de esas personas. Ella sacaba lo mejor de mí, aunque se hiciera daño a sí misma. Aunque no encajara, aunque le doliera el mundo. Aunque fuera irreverente. Yo quería mostrarle una salida, pero ella... necesitaba hallarla sola.

Ella sabía cómo hacerme reflexionar en cosas que ni siquiera me importaban. Tenía la manera de hacer que una noche cualquiera, fuera todo menos eso, todo menos común. Y a veces necesitamos a alguien que aparezca para que lo normal sea maravilloso, para que la zona de confort deje de serlo y te descubras disfrutando de cada instante sin pensar en lo que pasará después.

     —¿Estás bien? —me preguntó una vez me acomodé en su brazo.

     —Extrañaba tu voz.

     —Pensé que sería un descanso... hablo demasiado —contestó con una sonrisa y pude haberle dicho que amaba cada uno de sus pensamientos, pero algo me dijo que no era necesario.

     Quería preguntarle cómo se sentía respecto a la clínica donde ingresaría, respecto a la adicción y al medicamento que tenía que tomar para sentirse bien. Me hubiese gustado preguntarle por qué estaba tan distante, por qué no quería hablar con nadie, pero... ¿hubiese querido responderme? Estábamos viendo un cielo repleto de estrellas, nos teníamos a nosotras y no había ninguna interrupción que nos dijera que así no era nuestra vida. Las complicaciones iban desapareciendo con el sonido de la música y no iba a ser yo quien lo arruinara.

     Me quedé viendo las estrellas intentando no pensar en nada, pero la tenía muy cerca, lo suficiente como para que el nerviosismo que sentía fuera incrementándose. Silencio, estrellas, la persona que quiero, no. No era una imagen que hubiese pensado de mí. No me consideraba alguien cursi, pero por Dios... podía quedarme encima de su brazo durante miles de horas así estuviéramos en silencio. El único inconveniente fue que sentí que la mirada de Sophia no estaba en las estrellas. No quería mirar en su dirección, pero sentí su cuerpo ponerse de lado, sin quitarme el brazo (que utilizaba de almohada). Sabía que estaba observándome y la verdad me intimidaba.

   Percibí su respiración muy cerca de mi oído, pero me dije a mí misma que no iba a voltear. Primero, si volteaba notaría mis nervios. Segundo, si fingía que estaba muy concentraba en las estrellas no notaría que me estaba muriendo de ganas de salir corriendo. Porque cuando no entendemos algo es más fácil huir. Cuando algo nos da miedo preferimos distancia, quizás para cuidar nuestras emociones, o tal vez simplemente para no sentirnos tan vulnerables, o bueno, al menos yo soy así.

Intenté parecer concentrada en el cielo, pero sentía su mirada recorrer mi rostro con mayor intensidad.

   —¿Y si miras las estrellas y dejas de mirarme a mí? —le dije.

  —¿Y si dejas de mirar las estrellas y me miras a mí? —sentí su pregunta como un susurro en mi oído y las mariposas en mi estómago hicieron acto de presencia.

    Nunca había sentido una sensación tan plena como esa, pero la primera vez que me pasó decidí investigarlo. Un estudio de la Universidad de Westminster determinó que la clave reside en nuestro sistema nervioso autónomo. Que vendría siendo un mecanismo rebelde, que hace lo que quiera pasando sobre las reglas de nuestro cerebro. Gracias a su anarquía ocurren cosas como el flujo sanguíneo que teniéndola tan cerca, tampoco iba a mi favor, o, la frecuencia cardíaca, lo cual explica porque todavía con su mirada acusadora, mi corazón parecía tener requerimientos propios y esos requerimientos se basaban en ella. Y ni hablar de la sudoración que también forma parte del sistema nervioso autónomo. Así que por más que insistas en «no me gusta», «no me atrae», «seremos solo amigas», hay algo en tu organismo que va por encima de tus deseos más racionales y por supuesto, no lo puedes controlar.

—Te miraría si no pusieras tanto empeño en ponerme nerviosa —me atreví a decirle y pude ver de reojo el asomo de su sonrisa, claro, eso no fue tan grave como sentir su mano helada reposar sobre mi estómago.

¿Sabían que la sensación de las mariposas significa una huida de sangre de nuestro intestino y nuestro estómago? Al parecer no era la única que necesitaba huir de ella. Esa sangre que corre va a los músculos de las piernas y también de los brazos, preparando al cuerpo para salir corriendo. Esa sensación de hormigueo existe porque al perder sangre, perdemos oxígeno, y los nervios sensoriales —a modo de queja— lanzan esa sensación que puede compararse al aleteo de una mariposa. Sophia Pierce lograba alterar a mi organismo más anárquico, y por eso, sentía tantos aleteos.

—No sé si va a funcionar lo que quieres, pero necesito decirte algo —Sophia comenzó a hablar y olvidé mi nerviosismo para mirarla, porque sabía que no estaba coqueteándome. Al contrario, estaba muy seria—. Si permití que entraras a la habitación fue porque necesitaba un motivo. Cuando te veía entendía las cosas que habías querido mostrarme y eras más que un motivo.

—¿Qué cosas? —me volteé y ambas quedamos de lado mirándonos.

Y las estrellas pasaron a tercer plano, porque había algo más importante frente a mí.

—Que tal vez exijo demasiado del mundo en el que vivo —contestó—: Que quizás he estado frustrada porque quiero algo que no va a lograrse. Cuando te veía tranquila, sin exigirme que te hablara, sin tratar de sacar algo de mí para sentirte satisfecha de haberme "ayudado", me di cuenta de que eres medicina sin querer serlo. Eres como una droga extraña...

—Ok... podrías llamarme de otro modo, entendiendo que tienes serios problemas con las adicciones.

—¿No te gustaría que en vez de la heroína sea adicta a ti? —sonrió.

—No —contesté—. La adicción te hace creer que necesitas de algo externo para que tu vida sea feliz. Yo no quiero estar en tu vida para hacerte débil, para que cuando no me tengas no consigas un sentido y ese sentido que te está faltando yo creo que está aquí —puse mi mano en su sweater en el lado del corazón.

—Lo dices porque tienes miedo —el semblante de Sophia cambió y todavía mirándome fijamente me dijo lo que pensaba—: Tienes miedo de ayudarme y que me encariñe tanto contigo, que cuando te vayas a la universidad no sepa qué hacer con mi vida y terminé perdiéndome.

No podía estar más equivocada. No tenía miedo a que no supiera cómo continuar sin mí. Tenía miedo de no tenerla cerca porque es más fácil hablar a seguir tus propios consejos. Y ella, se estaba convirtiendo en la dosis de vida que yo necesitaba.

—Tengo miedo de no saber qué hacer sin ti —sí, yo, que guardaba todo, decidí decirle lo que pasaba por mi mente—. Creo que ahora mismo eres la persona más importante de mi vida y...  no voy a cancelar mis planes por ti.

—No te lo he pedido.

—Lo sé y sé que no lo harías, así como me conozco lo suficiente para saber que no voy a dejar la medicina por la persona que amo —no pensé mis palabras, no entendí por qué le estaba diciendo que la amaba indirectamente y comencé a sudar, creo que notó en mi rostro que quería desaparecerme, sentí mis mejillas súper calientes, pero ya no podía quedarme callada así que me expliqué—: Voy a estar a tu lado mientras luchas porque así lo quiero y porque yo también estoy aprendiendo cada vez que estoy contigo —proseguí—: Pero si quieres que volvamos a vernos, tendrás que meditar tus opciones, salir de las drogas y superarte. Si de verdad quieres ayudar a otros y hacer ese sueño del que me hablabas hace apenas un rato, tienes que comenzar a exigirte más —completé con más carácter de que pensaba que tenía.

—No creo que vaya persiguiéndote a Estados Unidos, creo que soy más bien de las que saben dejar ir —contestó Sophia, sentándose en la grama y acabando con mi paciencia.

—¡Dejas ir a las personas que quieres porque no te consideras lo suficientemente buena para luchar por ellos! No vayas a perseguirme, tranquila, tampoco lo esperaba, pero cambia de mentalidad sino quieres que tus hermanos se separen de la única familia que les queda —no debí decir eso, pero fue muy tarde cuando me arrepentí.

—¿Crees que es mi culpa que se hayan ido?

—Al contrario —debatí—: Gracias a ti, Christopher los ayudó, pero si no haces algo y sigues con la mentalidad de dejar ir en vez de luchar... tal vez no vuelvas a verlos. Porque mira, desde mi punto, siempre te escucho. Cada vez que me hablas cambio, pero ¿escuchas tú a alguien? Me voy pronto y no volveremos a vernos, nadie dijo que las personas importantes duraban para siempre. La mía fue mi abuela y está en el cielo. La tuya fue tu madre y Erick y no están contigo, pero tienes a tus hermanos que todavía respiran y no quiero que luches por mí, sino por ellos. Que salgas de las drogas para que no se sientan avergonzados de que, con tanto potencial, terminaste siendo todo lo que odiabas.

—No es necesario que te creas con la potestad de reclamarme o de decirme cómo afrontar lo que siento. Tu vida ha sido perfecta, eres una princesa y eso está bien, pero es absurdo que salgas del castillo queriendo conocer la vida de todos y juzgándonos. ¡No sabes lo que siento! —Sophia alzó la voz levantándose del cielo mientras se apresuraba a prender un cigarrillo que ni siquiera supe cómo consiguió. Acabábamos de salir de la clínica y ya estaba fumando.

—Eso es lo que sabes hacer... ¡sabotearte! Creo que tal vez Dios se equivocó contigo cuando repartió el potencial. ¡No te lo mereces!

—No creo en Dios —dijo con pedantería, echándome el humo en la cara—: Si Dios existiera entendería que tengo derecho de escoger cuando morir —exclamó y pude ver en sus ojos que era cierto. Ella no conseguía sentirse bien en medio de todo lo que era.

—¿Hablas del suicidio que te salió mal? ¡Sophia Pierce la chica que pudo ser mucho y se conformó con nada! Si querías morirte te hubieses lanzado al metro. —Estaba tan enojada, tenía una rabia que no podía controlar. Sentía impotencia de no poder ayudarla, y no la estaba ayudando se ninguna forma.

   Vi tanto dolor en sus ojos que por un segundo sentí miedo. Ella avanzó a mí lanzando el cigarro en la grama y... cerré los ojos pensando en cualquier disparate.

—Nunca en la vida te haré daño —me tomó por los hombros—: Escúchame bien, Julie... ¡puede estar todo mal conmigo y puedo ser todo lo que me dices! Puedo ser una decepción y un desastre, pero jamás te lastimaría ni te pondría un dedo encima —escuché sus palabras y fui abriendo los ojos, para ver que los de ellas estaban cubiertos de lágrimas que le caían hasta la mejilla.

—¡Te haces daño a ti cada vez que fracasas! ¡Te lastimas cuando fumas, cuando te drogas, cuando abandonas la posibilidad de superarte! ¿Entiendes?¡Dejas que el dolor te nuble y alejas a los que se preocupan por ti!

—No importa dónde esté, o qué esté haciendo, Julie, siempre estoy pensando en ella —se refería a su madre—. No puedo controlarlo, es como si me sintiera sin vida, y lo intento, intento seguir adelante, pero estoy desconectada.

—Entonces consigamos tu cable a tierra, porque ni siquiera la tristeza debe ser una excusa. Buena en tenis, buena en la música, buena el dibujo, pero malísima confiando en ti misma. Yo voy a estar contigo si así lo quieres, pero no voy a quedarme callada. ¿Entiendes eso? ¿Entiendes que te diré la verdad, aunque te molestes? —Le sostuve la cara en mis manos esperando una contestación que no llegó.

—Entiendo que estamos avanzando hacia algo peligroso —fue lo único que dijo.

—La vida es peligrosa.

—La vida no me asusta, me asusta lo que sea que esta pasándonos.

—Pensé que no te asustaba casi nada.

—Igual que pensaste que no me ponías nerviosa de la misma forma en la que yo te pongo nerviosa a ti —avanzó un paso más y poniendo sus manos a la cintura, me recostó de la pared de ladrillos que decoraba la terraza.

—Prometiste que...

—Prometí que no volvería a besarte y no lo haré... pero, me has dicho que soy un fracaso, que dejar ir no es correcto, que soy incapaz de luchar por lo que quiero y que tal vez no sea digna de estar con alguien como tú...

—Yo no dij... —Antes de que pudiera defenderme sentí sus dedos silenciándome.

—Ya no importa lo que dijiste, lo que quiero saber es ¿qué sientes por mí? ¿Por qué te quedas conmigo cuando puedes estar con alguien como Belén, o como Nathaniel? —me acorraló en la pared y con los brazos impidiéndome el paso y una actitud jodidamente sexy, exigió una respuesta.

—Porque ninguno de ellos eres tú —respondí—. Ninguno de ellos hace que quiera descubrir cosas nuevas de la vida. Ninguno hace que no sepa cómo controlarme. Ninguno hace que sienta que no tengo el control sobre mi cuerpo así como tú lo consigues —una forma delicada de decirle que me volvía loca.

—¿Y por qué ayudas a Noah?

—Porque es la persona a la que amas y porque merece una oportunidad de ser mejor por ti —respondí siendo sincera.

—Me confundes.

—Que me gustes como me gustas no quiere decir que no entienda que no eres para mí —le dije y tuve que aclarar la garganta para seguir hablando—: Llegaste a mi vida para cambiarla y eso no significa que sea una egoísta, o que espere que tengamos una "relación" que no va a existir. Escojo ser tu amiga y estar a tu lado antes que dejarte porque no podamos estar juntas de la forma en que... —ok Julie, vamos a calmarnos. Me dije a mí misma que tampoco podía decirle todo, pero ya era muy tarde. Me dejé llevar.

—¿Y dónde quedó eso de luchar? ¿No dices que está mal conformarte con menos de lo que de verdad quieres? —Sophia acercó tanto su cara a la mía que podía sentir su respiración—: La lección de hoy terminó. A veces es muy tarde para hacer lo que queremos, ¿no crees? —no supe a qué se refería, pero se alejó de mí y fue a buscar el bolso que estaba sobre la mesa, para luego entrar a la casa.

   Salí a buscarla y la encontré con Claudia y con Sergio. La noche había terminado y teníamos que llevarla hacia el centro de rehabilitación, pero ella quería hacer algo más. Volvió hacia mí para pedirme una última cosa que me pareció descabellada. Teníamos que irnos y Sophia quería hacer una fogata. Pude haberme negado, pero llevarla al centro era separarme de ella y no quería hacerlo si estábamos molestas. Sergio nos dijo que teníamos media hora y nos dimos prisa aunque literalmente, yo no hice nada.

Ella se rio de mi falta de cualidades y me buscó una silla, para luego decirme «Siéntate, las princesas observan, mientras los príncipes caballerosos y guapos hacen todo el trabajo», me guiñó un ojo para hacer exactamente eso. Recogió los suficientes troncos para encender el fuego y no entendía qué era lo que planeaba hasta que frente a la fogata sacó más de tres cajas de cigarrillos.

—Me las envió Noah con uno de sus amigos. Entró a la clínica cuando estuviste en el instituto. Mi misión es llevarlas a escondidas al centro —la escuché hablar y no pude evitar enfadarme.

—No me engañan a mí, se engañan a ustedes mismos. ¿En serio son tan inmaduros?

—Julie, quiero que lo hagamos juntas y no voy a mentirte por eso la fogata  —mi nombre siempre me pareció antipático hasta que lo escuché de sus labios—: Julie Dash... ¡Por cada cigarrillo que quememos dejamos atrás una parte de nosotros! Yo lanzó el primero. —Sacó uno de la caja y cuando lo lanzó dijo hacia mí—: Con este la dejo partir. Me despido de mi madre y acepto que no fue mi culpa —vi una lágrima escaparse de ella y enseguida, me entregó el cigarrillo que me correspondía.

—Mmm... —me paré frente a ella.

—Piensa que quieras dejar atrás y cuando lances lo tóxico de la nicotina, que se vaya con ella eso que no te deja ser libre —me explicó.

—Quiero dejar atrás el futuro. He pensado y planeado tanto, que por fin quiero simplemente vivir  y concentrarme en lo que está pasando hoy —lancé el cigarrillo.

—¿Y qué está pasando?
—Estamos pasando nosotras y nos hacemos bien —sonreí inconscientemente, y tomé la iniciativa de cogerle la mano.

Ella no me respondió, pero su sonrisa estaba presente y solamente necesitaba que por un segundo descubriera que podía ser feliz.

—¿Sabes? Yo nunca quise enamorarme porque me parecía tonto. El amor es intenso. Amas porque no puedes detenerte, amas porque el mundo está para eso, y veía a la gente amar con cada fibra y luego salir destruidos que decidí que no lo haría. Me parecía y me parece excesivo. Pero es extraño, Julie, porque cuando estás conmigo... el amor no es nada de lo que me imaginé. Es como sentir cosas que no puedes explicar, querer ver a alguien, querer abrazarla, querer estar encima todo el tiempo, y eso hice desde que te vi. Traté de estar contigo excusándome con cualquier cosa, y pensé que eras mi mejor amiga pero ya no estoy tan segura.

—No vamos a hablar del amor ni de nosotras, ¿vale? —no quería hablar de algo que nos llevara a otro lugar, estábamos bien y me había costado asumir que seríamos amigas, como para que se complicara.

—Toma —me dio otro cigarrillo—: ¡Bota el miedo que tienes a que lo que vaya a decirte no sea lo que quieres escuchar!

Boté el cigarrillo sin ganas de discutirle y le quité dos más, porque mi miedo era más grande de lo que pensaba. Con ella en la fogata bajo un cielo lleno de estrellas, con la luna y la compañía que soñaba, tenía pánico de hablar de lo que sea que éramos. Era como caminar en un terreno minado. No quería.

—Yo boto el miedo a hacerte daño —botó otro cigarro—. Libero el miedo a hacerle daño a Noah, de abandonarlo y de quedarme si no lo puedo amar. También quiero perder el miedo a no controlar mis sentimientos y el miedo a ti, Julie Dash —lanzó más de seis cigarrillos—: ¡Esa es mi canción favorita de ese grupo! —se refirió a la canción que comenzó a sonar por los amplificadores y vi en el balcón a Claudia que me saludó a lo lejos con cierta complicidad para luego retirarse al interior.

«Bleending Out – Imagine Dragons»

Sophia enloqueció. Y verla mover  la cabeza al ritmo de la música, verla gritar y dejar a un lado  cualquier tipo de pena creo que era lo que necesitamos para destrabar el ambiente.

—¡Siente la música princesa! Que hoy en el carro demostraste que si que puedes cantar —la vi burlarse, sin dejar de cantarme y todo comenzó a ir bien, su voz era para un Grammy, su carisma para que conquistara el mundo. Tenía que ayudarla a enamorarse de su pasado. Quería hacerlo. Quería ayudarla a aceptar sus cicatrices y me enamoré sin saberlo cada día un poco más.
—¿Cómo es que no eres famosa? ¡Cantas precioso!

La escuché reírse ante mi comentario y todavía sumergida en su personalidad, saltando y moviéndose alrededor de la fogata.

—Te prometo que así sea famosa a ti siempre te cantaré gratis y en privado —gritó hacia mí alzando mis brazos, guiándome al ritmo de la música.

Oh, you tell me to hold.

Oh, you tell me to hold on.

But innocence is gone.

And what was right is wrong

Y lancé un cigarrillo botando la vergüenza para bailar con ella y hacerle caso cuando me decía que me dejara llevar. «Mueve tus manos, Julie, siente la música, siente que te salva de cualquier tipo de caída, siente los ritmos, así se siente disfrutar cada instante sin pensarlo demasiado», la escuché expresarse y lanzamos las cajas de cigarrillos a la fogata al tiempo en que cantábamos a todo pulmón.

Ella sabía cómo moverse, cómo llevarme justo al sitio que quería y por supuesto que lo hizo. Terminó la canción con una vuelta en la que me atrapó a su cuerpo para decirme mordiéndose el labio inferior de manera seductora y mal intencionada... «¿Estás segura de que no quieres que rompa mi promesa de no besarte?». No sé cuánto tardé en despegar mi vista de sus labios, pero fue el tiempo suficiente para decirle a la parte lógica de mí que no podía desperdiciar esa oportunidad.

   —¿Te queda un cigarrillo? —ella revisó una de las cajas y me entregó la última cerilla.

Lo lancé en la fogata sin saber si podría hacerlo. Boté con él mi deseo de controlar mis sentimientos, de ser lógica y comedida. Lancé con él mi miedo a equivocarme. Si alguien tenía que frenar lo que sucedía, no iba a ser yo. Estaba enamorada y no tenía miedo de admitirlo, pero Sophia tenía novio...

Stop. Cerré mis ojos por un segundo tratando de sacar los límites, los problemas, los contras. Me dio igual el mundo y simplemente me dejé llevar por lo que quería hacer. Porque si la vida se terminaba, no quería morir sin haber sido fiel a mis impulsos.

   No me quedé esperando, no lo pensé, no viví de lo que hubiera sido y simplemente lo hice. Me dirigí a ella y tomándola del cabello, dejé un beso en sus labios.

La besé asumiendo las consecuencias. La besé porque la tensión era insostenible y no estaba Christopher para empujarla a mis labios. La besé porque no podemos pasar nuestra vida esperando que las cosas sucedan. El mundo no está esperándonos, simplemente da vuelta ayudándonos a cerrar ciclos, a botar adicciones, a continuar después de que nos decepcionan y a amar.

Así que enredé mis manos en su cuello y profundicé un beso en el que ella se dejó llevar. Y se sintió bien que las mariposas aparecieran, porque me recordaron que todo ocurre en su aleteo. La brevedad de cada segundo, enamorarnos y vivir ese primer amor. Que nos rompan y vernos destruidos, ni siquiera eso sirve para que evitemos lo que nos hace sentir parte de algo tan hermoso como es la existencia.

Sophia no se conformó con un beso y consiguió que se convirtieran en miles. Me besó a medida que me llevaba hacia un cuarto, que al entrar reconocí como el cuarto de la piscina.

Me pegó contra la pared sin medir su fuerza y terminaron cayéndose los productos de la repisa que estaba sobre nosotras. No le interesó y con la luz apagada, aumentó el ritmo de lo que sea que estuviera sucediendo. Y quería más porque nunca me había sentido tan bien en toda mi vida. Me aferré a ella y cada vez que sentía su lengua jugando con la mía, tenía que controlarme para no gemir. No recordaba que besara tan bien, y no lo recordaba porque siempre me besó con miedo, con cautela, con ganas de que no me rompiera y aunque besaba excelente, nada en comparación con lo que estaba sintiendo.

Noté que cada vez que aruñaba su espalda, intensificaba más nuestro contacto. Se separaba de mí para decirme que era increíble y retomaba su tarea, dejando besos en mi boca que luego iban recorriendo mi cuello. Con sus manos acarició mi abdomen y sentí sus dedos desabrochar mi sostén.

Dejé de pensar, quería tener más de ella. Y sin saberlo mis manos estaban intentando quitarle su camisa, ella me regalaba pequeñas sonrisas para luego retener mis muñecas sobre mi cuerpo.
«Me estás volviendo loca», dijo en mi oído. «Hasta tu piel es de princesa», la oí musitar, para luego utilizar su lengua para recorrer mi oído.

No podía controlar el placer, quería más. Necesitaba más. Y si ella quería ser el príncipe, pues cambiaban las cosas. Porque nunca fui fan de ninguno, pero ninguno era sexy, ni tenía la voz ronca, ni los abdominales tan marcados. Ni una mirada de esas que si te dicen que pases al infierno, entras sin pensarlo.

—¿Qué quieres, Julie? Pareces inquieta —la escuché decirme con malicia, sin soltarme las muñecas.
—Quiero...
No dejó que terminara y volvió a besarme mientras guió una de mis manos hacia su seno y me repitió separando los labios un poco... que ella quería exactamente lo mismo.

El problema fue que era tiempo de irse y la calentura se me fue a la cabeza. Sentí que iba a explotar de la vergüenza cuando escuché la voz de Claudia diciéndonos que faltaban treinta minutos para que cerraran el centro de rehabilitación. «¿En serio no puedo ingresar mañana?», me preguntó Sophia dejando pequeños mordiscos por el lóbulo de mi oreja. Dejé otro beso en sus labios, esta vez uno más tierno, pero igual de apasionado para con toda la fuerza de voluntad que había en mí separarme de ella.

—Estábamos bus can do un de, y —me enredé y comencé a tartamudear tanto, que Claudia simplemente lanzó una carcajada.

—Lo que sea que buscaban espero que lo hayan encontrado —dijo con picardía y comenzó a arreglarme el cuello de la camisa mientras me sacaba de la pequeña habitación—: Sophia... —dijo hacia ella que estaba tan apenada como yo, pero lo disimulaba mejor—: Así como te destacaste regando el labial en su cuello y en su rostro, haz lo mismo limpiándola —no sonó a un regaño, conocía a Claudia para saber que era broma, pero Sophia se lo tomó como si fuera mi madre la que la regañara y comenzó a quitarme con los dedos cualquier señal de que sus labios habían estado sobre mí. Fue gracioso verla nerviosa.

   Sergio no hizo preguntas y tan educado como siempre, nos abrió la puerta trasera del coche para que ingresáramos y una vez dentro, se dispuso a cerrarla. El camino al centro de rehabilitación fue extraño. No podía creer que me sintiera tan bien, tan viva, tan efervescente. Sophia buscó su cuaderno de dibujo dentro de su bolso y arrancó una de las hojas para luego entregármela. «Otro universo, Julie... pero este no es solo para ti», me dijo. «¿Y con quién tengo que compartirlo?», pregunté siguiéndole el juego y se recostó en mi hombro, para dejar caricias suaves por mi brazo y luego de varios minutos, por fin contestarme: «Será nuestro universo, Julie. Sólo tuyo y mío, y cuando peleemos tenemos que recordarlo, recordar que hay un espacio para ambas en cualquier estrella. Un espacio en el que vamos a estar siempre juntas».

    Ella podía ser tierna y al mismo tiempo ruda. Podía ser alocada y luego triste. Podía estar sumergida en el dolor y luego, irradiar alegría. Ella era de las que hacían que el mundo estuviera bien. Era mi favorita entre todos los humanos porque cuando sonreía, conseguías mirar de cerca la felicidad y cuando lloraba... te mostraba que algunas historias tristes son inspiradoras. Ella era fuerte y había pasado por mucho. Vio cómo le volaron los sesos a su madre, y siguió luchando por un mejor país. Vio cómo su padre se destruía en el alcohol y se convirtió en madre de dos niños cuando ni siquiera sabía cuidarse a ella. No se dejó destruir cuando su amigo Erick murió y me insistió en que no luchaba en nombre de un líder, sino en nombre de los más necesitados. Sophia podía aprovecharse de Christopher para tener fama, podía convertirse en lo que ella quisiera, pero no lo hacía. No veía el dinero como determinante y no me quería por interés. Yo iba a devolver el telescopio porque no lo necesitábamos. Ella me había mostrado una forma mejor de ver las estrellas.

   La dejé en el centro sabiendo que no me mintió. Que quemamos cada uno de los cigarrillos y que se vería con Noah. Tampoco puedo decirles que me causaba alegría que luego de besarnos tanto, ahora lo besara a él. Pero había botado el miedo y los estúpidos requerimientos. Estaba en una montaña rusa y comprendía los riesgos, pero prefería las ventajas que me daba su presencia. «¿Me estás dejando en la puerta como a...?», la abracé antes de dejarla terminar la pregunta y se la contesté en el oído. «Eres muy guapa para ser un príncipe, bonita. Así que sí, te dejo en la puerta como una princesa», dejé un beso en su mejilla y ella volteó la cara, para dejarlo más cerca de la comisura de mis labios y la vi alejarse sonriendo y solo así supe, que eso era lo que me importaba.

Quería hacerla feliz. 

Nota de autor: a veces desperdiciamos el tiempo en miedo. Los desperdiciamos quedándonos donde no amamos, y huyendo de lo que nos hace felices. Creo que esta historia es sobre eso. Como el amor puede cambiar lo negativo, cómo el amor puede convertirse en esperanza. Cómo es una fuente de energía que hace que descubramos en nosotros posibilidades. Aunque duela, aunque salga mal, aunque no sea eterno. Ellas dos se están queriendo y cada vez que se quieren nace una estrella.

¿Cuál es su favorita? ¿Julie o Sophia?

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una chica en busca de una nueva vida, nuevas oportunidades, de seguír sus sueños. todo iba bien hasta que el la vio. el la ve y se obsesiona con ell...