El Arte De Amar

Von maire_05

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Mikasa Ackerman es una chica introvertida y solitaria. Por problemas de su pasado, deberá irse a Tokyo a estu... Mehr

Capítulo 1: Un Nuevo Lugar
Capítulo 2: Presentaciones
Capítulo 3: Karma
Capítulo 4: Primer Día
Capítulo 5: ¿Calor O Cálido?
Capítulo 6: Tarde Con Hanji
Capítulo 7: Equipo
Capítulo 8: Sonrisa
Capítulo 9: Plan Fallido
Capítulo 10: Inesperada
Capítulo 11: Problemas
Capítulo 12: Amistad
Capítulo 13: Promesa
Capítulo 14: Angustia
Capítulo 15: Enfermedad
Capítulo 16: Maldito Todo
Capítulo 17: ¿Reconciliación?
Capítulo 18: Mala Información
Capítulo 20: Sabor Dulce
Capítulo 21: Navidad
Capítulo 22: Viaje
Capítulo 23: Te... Odio (1ª Parte)
Capítulo 24: Te... Odio (2ª Parte)

Capítulo 19: Una Pareja Reunida

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Von maire_05

Me desperté al sentir el olor distinto, pero agradable de la almohada y lo blanda que ésta era. Sentía, también, aún con los ojos cerrados los suaves rayos de luz que por la ventana entraban. Fui abriendo los ojos con lentitud, encontrando al momento unos azul oscuro que memorizaban con rapidez todo mi rostro. En unos de sus caminos, nuestras miradas se cruzaron, deteniéndose ahí por unos segundos.

- Buenos días - dijo apenas audible.

- Buen... día - repetí adormecida, aclarando mi vista a la luz del día.

- Oye, perdona que pregunte pero... ¿Por qué estás en mi cama? - esa simple cuestión hizo que mi mente colapsara. Me quedé por un momento pensando en que responderle y que no fuera a entenderlo de manera equivocada.

- L-Lo siento si te ha incomodado - me reincorporé en la cama, sintiendo un leve mareo y quedándome sentada en ésta - Ayer vine muy cansada, fui a verte y pues... - oh, mierda. Piensa, piensa, piensa.

- Pues... - me incitó a acabar mi frase, mirándome con curiosidad.

-...T-Te arropé... me caí al lado tuya y... me dió un bajón - excusé. Sonreí nerviosa ante su penetrante mirada, dudando en sí debía creerme o no.

- Está bien... - respondió finalmente desconfiado. Dirigí mi mirada, para disimular mi nerviosismo, hacia su reloj digital en el escritorio.

- Las siete y cinco de la mañana - murmuré, mirando atenta el cacharro que cambiaba al momento de minuto. Giré mi cuello hacia Levi, el cual parecía estar perdido en sus pensamientos, con un brazo estirado a lo largo de su almohada, ladeando su cabeza y quedando en su hombro, mientras miraba ensimismado la parte baja de mi espalda, cubierta por el uniforme - Me voy - hablé con normalidad, llamando su atención y mirándome él confundido - Deberías seguir durmiendo... Te ves cansado - aconsejé con sinceridad.

- Tú también te ves cansada - contestó con un pequeño tono de reproche.

- Eso no es verdad, te imaginas cosas - hice un gesto, restando importancia a sus palabras - Duérmete, anda - ordené sin frialdad.

- Eso va a ser complicado. Una vez que me despierto, no puedo volver a dormirme - mencionó cambiando de postura, poniendo ambas manos por debajo de su nuca.

- Pues lo intentas - rodé los ojos con un falso tono de fastidio. Él frunció el ceño, comenzando a cerrar los ojos. No pude dejar escapar una pequeña sonrisa - Te veo luego... - me levanté de la cama despacio, tomándome mi tiempo. Al estar de pie, me estiré exageradamente, alzando ambos brazos y bostezando sonoramente. Al momento, sentí como algo caía del bolsillo de mi chaqueta. Levi abrió un ojo, se movió revoltoso y cogió con cuidado el objeto.

- Toma, se te ha... - al hablar me volteé inmediatamente. Mis párpados se abrieron como platos al visualizar en la mano de Levi el envoltorio azul que en el día anterior, Jean me dió. Su mirada iba dirigida del preservativo a mí, así constantemente. Al ver como se disponía a añadir algo, se lo arrebaté de las manos, volviéndolo a guardar en mi bolsillo.

- Tengo que irme - alcé la voz alterada, empezando a correr hacia la salida.

- ¡Mocosa, esper... - dejé de escucharlo al cerrar con fuerza la puerta, huyendo hacia mi habitación.

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Arrastraba los pies por los largos y fríos pasillos, solo para llegar al club. El invierno empezaba a llegar y eso que estábamos a la mitad (tirando más para el final) del mes de noviembre. Mi cuerpo ya despertaba congelado y solo una buena ducha caliente cambiaba mi temperatura corporal.

Esa mañana, había quedado con Historia, en el club. Para mi sorpresa fue encontrarme a Armin nada más entrar a la sala. Se centraba exclusivamente en su famoso y misterioso cuaderno entre su manos, observaba la ventana con atención y dibujaba en la hoja en blanco.

Me acerqué sigilosamente, ya que él estaba de espaldas, sentado en la silla que habitualmente yo utilizaba para ensayar. Por encima de su hombro, miré lo que hacía. Era verdad lo bien que dibujaba, calcaba a la perfección la ventana y el exterior que se veía por ésta. Dejé caer mi barbilla en su hombro, sobresaltándolo al instante acompañado de un grito.

- ¡Ah! - tiró por impulso su cuaderno. Me miró asustado con toda su cara descolocada.

- ¡No soy un fantasma! - exclamé en una carcajada.

- Me has asustado, Mikasa - puso una mano en la zona de su corazón, mientras suspiraba.

- No era mi intención - lo rodeé, recogiendo su cuaderno y entregándoselo. No dudó en protegerlo con su cuerpo - Algún día me dejarás ver lo que hay en ese cuaderno - le dije desafiante. El ojiazul empezó a negar de manera exagerada, moviendo en su acción, sus cabellos rubios.

- Nunca en la vida - mencionó cómico. Obligándome a soltar otra carcajada - ¿Te avisó Historia? - preguntó, cambiando de tema.

- Sí - respondí acercando una silla, quedando frente a él - Supongo que a ti también te habló - me senté. Armin afirmó con la cabeza, volviendo a su cuaderno.

- Creo que es algo de... Ymir - mencionó la última palabra en un murmuro. Su divertido brillo en los ojos se apagó de inmediato.

- ¿Sigues enamorado de ella? - pregunté sin rodeos. Alzó su cabeza, mirándome sorprendido con un gran sonrojo en sus mejillas.

- ¡Q-Q-Qué! ¡N-No! ¡No dig-gas tonterías, Mikasa! - tartamudeó, escondiendo su rostro en su cuaderno.

- No sabes mentir, Armin - confesé altanera. Apoyé mi espalda en el respaldo de la silla cruzando mis brazos y piernas.

- Tienes razón... - suspiró aún con su rostro tapado - Pero quiero que sea feliz, si es con otra persona que no sea yo... - fue destapando su cara hasta mirarme. Me sonrió tímido. Sentía algo de lástima por él, es demasiado amable y bueno con las personas para que tenga que sentirse así.

- Eres un cachito de pan, Armin - lo miré con tristes ojos, apoyando mi codo en la pierna y acomodando mi cabeza en mi mano. Él no pudo contestar nada ya que la puerta fue abierta abruptamente.

Por allí se asomó Historia con miles de libros entre sus brazos, tapando todo su torso y cara. Armin y yo nos levantamos, entre los dos, cogimos los primeros libros, empezando a encontrar su rostro entre tanto libro.

- Muchas gracias, chicos - agradeció acercándose a la mesa más cercana.

- No hay de qué - contestó Armin frente a ella. Ambos se dedicaron una amigable sonrisa, empezándome a sentir aislada con tanta bondad y cariño.

- He tardado mucho, perdonad. La bibliotecaria me ha colocado libros antiguos y ha dicho que los lleve a algún lado. No se me ocurría otro lugar así que los he traído aquí - informó jugueteando con un mechón de su cabello rubio.

- Traes muchos libros, ¿no? - recuerdo que al principio del curso, mi primer encuentro con Levi fue con enormes cajas, las cuales contenían carpetas. Por no hablar de las estanterías, que últimamente estaban más sobrecargadas de libros.

- Sí. Son todos o la mayoría de música. Ya sabes, biografías de cantantes que revolucionaron el mundo, libros de pop, rock, filosofías en los distintos países... No sé, me encanta leer libros de esto. Al ser muy antiguos y pocos populares pues la bibliotecaria me los regala - se sentó en la mesa, al lado de los libros.

- Intuyo que por eso estás en este club - dije llegando a la silla donde anteriormente estaba y me senté.

- Pues sí - sonrió divertida. De reojo, pude ver a Armin, el cual se quedó observando a la rubia chica a su lado.

- Y bueno... ¿En qué quieres que te ayudemos? - rompí el silencio, sacando a ambos rubios de su trance. Uno mirando a una y una mirando... el suelo.

- Ah, sí - respondió, levantándose de la mesa. Armin se acercó a mí y se volvió a sentar en frente mía. Segundos más tarde, Historia se reincorporó a nuestro lado - Necesito... ayuda - jugaba con sus dedos nerviosa. Mirando cualquier rincón de la sala menos a nosotros - Me gustaría volver con Ymir - imaginé como una balde de agua fría caía sobre Armin. Su expresión lo decía todo, la ocultaba pero tenía ganas de llorar - Armin, si no quieres ayudar... - la interrumpió.

- Está bien. Si me has llamado es porque me necesitas. Eso me hace feliz, Historia. ¿Tienes alguna idea? - habló en un tono tan serio y frío a la vez que ambas nos sorprendimos.

- No... - agachó la mirada hacia su falda.

- ¿Dónde trabaja Ymir? - pregunté, enviándole a Armin una reconfortante mirada, él sólo hizo una mueca parecida a una sonrisa, disimulando con su pulgar hacia arriba, informándome que estaba bien.

- En el centro comercial, en una pastelería al lado de una tienda de ropa deportiva.

- Pues empecemos por ahí, entonces - respondió el rubio cruzando sus piernas.

- ¡Oye! - alcé la voz, captando la atención de ambos ojiazules - ¡Esa era mi línea! - lo señalé burlesca. Él solo se cruzó de brazos divertido, a lo que escuchamos una pequeña carcajada por parte de la rubia.

- Se llevan de maravilla - mencionó.

- Lo sé - guiñé un ojo segura de mí misma - Estamos hechos el uno para el otro, ¿verdad Armin? - lo miré.

- No creo... - negó en un tono misterioso - Creo que hay otra persona que está más hecha para ti - sonrió pícaro. Fue raro. Eso no lo esperaba de Armin, podía ver a Hanji reflejada en él. También su mensaje me descolocó. ¿De quién habla? No pude preguntar ya que me interrumpió - ¿Qué hacemos? - miró a Historia - Ymir se rió cuando nos vió entrar juntos a la pastelería. Ella te conoce muy bien, igual que tú a ella... ¿No se te ocurre nada? - preguntó. Historia miró el techo pensativa. Los tres nos quedamos por unos minutos en silencio, pensando, hasta que por fin... mi bombilla se encendió.

- Tengo una idea... - sonreí con satisfacción.

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Tres días pasaron desde nuestra pequeña reunión en el club. Esperamos tantos días porque solo los viernes tenía día libre. Y mi plan, necesitaba toda la atención posible.

- Esta te quedará bien - me ofreció Armin una de sus largas camisas.

- ¿Estás seguro? Es la tercera que me pruebo ya - mencioné cansada.

- Venga, que a la tercera es la vencida - me animó dándose la vuelta. Era gracioso, en todas las veces que me había probado su ropa, me daba la espalda, dándome un poco de intimidad. Tampoco miraba mucho, los pantalones también los tenía quitados (también probé sus pantalones pero no funcionó al ver que no entraban. Armin tiene una cintura muy pequeña) exponiendo mis largas piernas.

- Si tú lo dices... - dije desabotonando los botones de la que traía puesta.

- ¿Crees que el plan funcionará? Quiero decir, a lo mejor Ymir ya pasó página.

- Espero que no. Sino nada de esto sirve - le respondí colocándome la tercera camisa.

- ¿No te has parado a pensar lo que puede sentir Ymir? - preguntó alarmado.

- No la conozco. Solo sé su nombre. No voy a pararme a analizar como se siente una persona que no conozco. Si la rechaza, es que esa tal Ymir no es para Historia y viceversa.

- Ufff, estoy nervioso.

- Tranquilo... - ya con la camisa colocada, lo tomé de los hombros - Tú no tienes la culpa de nada, Armin. En todo caso, sería a mí a quien me daría el sermón.

- Pero tú tampoco tienes la culpa, Mikasa... - susurró con tristeza.

- Una poca sí - palmé un par de veces su hombro derecho, para animarlo. Pasé por su lado y abrí la puerta de su habitación.

- ¡M-Mikasa! - gritó tan fuerte que me hizo girarme, viéndolo con los ojos tapados - ¡T-Tus leggings, atrevida! - comentó cogiendo mi prenda y dándomela a duras penas.

- Que más da. La mayoría de los chicos se han ido - cogí sin entusiasmo los leggings.

- No todos... - suspiró abatido.

- Te veo en diez minutos - cerré la puerta despacio, con los leggings colgando en mi antebrazo.

Creo que Armin tenía razón... Una chica por el pasillo de los chicos en bragas no es muy normal. Pero ni que fuera a salir ahora mismo alg... Oh, mierda.

Del baño salía Levi, con ambas manos metidas en los bolsillos de su chándal. Al principio, echó una mirada rápida a mi cara, mientras caminaba hacia su habitación, pero paró en seco y volvió a girar su cuello (acompañado de un pequeño crujido) para mirarme de nuevo. Poco disimulado era, sentía como su mirada descendía a paso lento por mi clavícula, pechos, abdomen y antes de que siguiera bajando y recreándose, le tiré con fuerza los leggings a su rostro.

- ¡Pervertido! - grité mientras corría escaleras arriba.

- ¡¿Yo?! - lo escuché desde abajo enfadado, más tarde un gran portazo sonó.

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- ¿Estás bien, Historia? - le susurré en el oído, agarrándole la mano.

- S-Sí... Estoy bien. Es solo que...

- Todo saldrá bien. Solo tenemos que actuar como si fuéramos novias. Ya verás la cara que pondrá Ymir cuando vea a otra chica contigo.

- Tienes razón - afirmó segura - Una chica guapa, de su misma altura, que viste parecida a ella... Sin duda lo conseguiremos - me sonrió - Y no nos olvidemos de Armin, el dará la señal importante - alzó su brazo en forma de victoria.

- Así se habla - acomodé las gafas que traía puestas - Prepárate que vamos a entrar ya - la rubia entrelazó con más fuerza nuestras manos.

Hace rato que estábamos en el centro comercial. Historia iba con un vestido rosa pastel, una rebeca blanca por sus hombros y unas manoletinas del mismo color que la rebeca. Por mi parte, llevaba la camisa que Armin me prestó, unos vaqueros rotos por la parte de las rodillas y tenis blancas, por no hablar de las gafas que Historia me dió. No pegábamos ni con cola, pero ya no había marcha atrás.

Entramos a la pastelería agarradas de la mano. Sabía que Historia estaba nerviosa, aún así no lo demostró. Una de las camareras nos guió hasta una mesa libre, en la cual nosotras nos sentamos.

- ¿Quién es Ymir? - pregunté susurrando, con la carta en la mano. A mi pregunta, la rubia empezó a buscarla con la mirada, hasta toparse con ella.

- Allí, la que está sirviendo a aquellos abuelitos - informó en el mismo tono que yo. Me giré para visualizarla.

- Jojo, vas a sentir los mejores celos de toda tu vida - pensé.

La castaña se acercó a nosotras, sin mirarnos siquiera. Apuntaba con agilidad los pedidos en la pequeña libreta. Acaricié la mano de Historia, la cual se sobresaltó, mirándome confundida. Al sonreírle, entendió mi mensaje.

- Buenas tar... - observó a la ojiazul, sorprendida. Después, a mí. Pude diferenciar una mueca de fastidio en su boca. Se aclaró la voz - Buenas tardes, ¿qué van a pedir? - saludó amenazadora.

- Pues... - cogió Historia la carta, soltándose de mi agarre.

- Amor, ¿te apetece compartir un batido de estos que son grandes? - señalé.

- V-Vale - sonrió tímida - Un batido extra grande de oreo - le pidió a Ymir.

- Extra grande... Ya sabía que detrás de esta pequeña inocente, había algo más... indecente - dije lo suficientemente alto para que lo escucharan ambas. Recibiendo una mirada asesina de Ymir y un sonrojo de Historia.

- Esperen a su pedido - finalizó la castaña con un tic en su ojo izquierdo. Esperamos a que se alejara.

- Muy bien, Historia. Esto está ya hecho - ella sonrió cómplice, sin añadir nada. Unos minutos después, en los que Historia y yo "coqueteábamos" mientras entre nosotras, Ymir volvía con nuestro pedido - Cariño, voy al baño un momento - le informé levantándome y depositando un beso en su mejilla.

- Ok, no tardes o no probarás el batido.

- Puedo probarlo en otro lugar... - le guiñé un ojo. Pum, ya estaba muerta con las miradas de Ymir.

Entré al baño y... específicamente no hice nada. Solo me miré al espejo y me reía por lo diferente que me encontraba. Después de dos o tres minutos volví con la chica.

- Mikasa... ¿Podemos irnos? - dijo Historia con un semblante incómodo.

- ¿Qué pasa? - pregunté preocupada.

- Lo siento... no ha sido buena idea.

- ¿Te ha dicho algo? - ella afirmó en silencio - ¿Algo malo? - volvió a afirmar.

- Ya me ha dejado las cosas en claro. Vámonos, por favor - pidió al borde de que las lágrimas salieran.

- Vale... - una camarera se acercó a nosotras, Historia fue la que pagó. Después, pasé mi brazo por sus hombros y le susurré - Ahora, cuando salgamos, intenta huir dirección contraria a la mía - la rubia me miró con interrogancia. Finalmente, asintió.

En la salida, cumplió lo que le ordené al pie de la letra. Hicimos un pequeño "numerito" en el que Historia intentaba librarse de mí y yo se lo impedía. Todo fue visto por las personas que se encontraban en la pastelería que pudieron observarlo gracias al escaparate.

Ya fuera de la visión de esas personas, comenzamos a correr por el pasillo. En la esquina, encontramos a Armin, el cual había visualizado desde lejos la escena.

- A mi señal - comentó divertido. Le agradecí con la mirada, corriendo hacia un pasillo más desierto de gente.

Ya en el ancho pasillo y extraño que no estuviera rodeado de nadie, acorralé a Historia contra la pared. Le agarré del mentón, haciendo que me mirara.

- Si no le importas a Ymir, mi móvil en el bolsillo no vibrara. Si vibra, permíteme tocarte - advertí - Tienes que apartarme si vibra, ¿vale?

- Te dejo que me toques... - concedió. Luego de esa frase, mi teléfono comenzó a vibrar. De reojo, ví como Ymir corría hacia nosotras. Las lágrimas recorriendo el rostro de la rubia que no se hicieron esperar y así, acabaría mi plan. Metí cuidadosamente una de mis manos por el vestido de Historia, apretando uno de sus glúteos. Mi rostro, lo enterré en su cuello, mientras que Historia me intentaba apartar. Esperé al empujón o patada o puñetazo de Ymir.

Al final, fue lo primero, apartándome con fuerza de la pequeña chica.

- ¡No te acerques a ella! - la abrazó por la cintura - ¡Ni se te ocurra volver a tocarla! - que miedo. Parecía un lobo queriéndome despedazarme. Historia no pudo más y la rodeó con sus brazos, con miles de lágrimas en sus azules ojos. Sonreí aliviada ante tal sentimiento. Me quité las gafas e hice mi presentación.

- Soy Mikasa Ackerman, amiga de Historia. Puedes estar tranquila, no pretendo hacer nada con ella. Solo quería volver a juntarlas. Bueno... ella, Armin y yo... supongo - en esto, el rubio se reincorporó al grupo, casi sin aliento.

- Hola... chicas - jadeó, apoyando las manos en sus rodillas. Ymir nos miraba a los tres confundida.

- Cuánto tiempo sin verte, Armin - me reí irónica - Anda, vámonos. Dejemos espacio a la pareja.

- Uff sí, vámonos a casa. Estoy muy cansado - se puso a mi lado - Adiós, Historia. Adiós, Ymir - se despidió con la mano alegremente. Historia no paraba de llorar de felicidad por tené a la castaña con ella e Ymir procesando la situación abrazaba a la rubia.

Ambos nos dimos la vuelta y empezamos a andar hacia la salida.

- ¿Estás bien? - pregunté a Armin.

- Perfectamente - juntó sus manos por detrás de su espalda.

- Me refiero a... - me interrumpió.

- Sé a lo que te refieres, Mikasa... No soy bueno en el amor. Además, hacen mejor pareja juntas.

- Pero... - me callé - Da igual, déjalo.

- ¿Sabes qué? Voy a comenzar con el manga shoujo - me sonrió orgulloso.

- ¿Tienes ya a los personajes?

- Síp. Solo a la pareja principal y la trama... más o menos.

- ¿Me puedes hacer un pequeño adelanto? - se rió.

"Es un secreto... - y otra vez esa sonrisa parecida a Hanji."




































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Holaa a tod@sss. Lamento la tardanza jejejeje.

Os gustó el cap??? A lo mejor os esperábais algo mejor después del capítulo anterior... pero no 😑.

Yo solo aviso... Preparad vuestras sillas, sofás, móviles, cojines, TODO!!! Porque ya se acerca...

¿El qué se acerca?

Ejem, ejem, ejem...

Hasta la próxima!!! ⭐⭐⭐

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