Si me dices que no

Od AvaDraw

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¿Y si descubres que el chico que te detesta en realidad está loco por ti? Hugo no soporta a las feministas y... Více

Nota
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44 (+18)
Parte 45
Parte 46
Parte 47
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Agradecimientos
Extra 1: Antes
"Si me dices que no" en librerías🖤⚡️
Extra 2: Entrevista a los personajes
Extra 3: Después

Parte 33

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Od AvaDraw

—¿Quién ha dicho que quiera deshacerme de ti, Beatriz? —ronroneó Hugo rozando la boca de Bea con sus labios— Me vas a tener que compensar por ponerme así.

—¿Yo a ti? ¿Compensarte yo a ti? —Bea habría subido las cejas indignada, pero le dio miedo que le entrara barro en los ojos—. Tú estás flipando, Benedicto.

—Eso ha sido un golpe bajo.

—No, esto sería un golpe bajo.

Bea trató sin éxito de meter una de sus piernas entre las de Hugo. Hugo no sólo no dejó que las moviera, sino que hizo que ella las separara aún más.

—No tienes ni una idea buena, Beatriz.

—Me da igual —dijo Bea relajando los músculos—. Ya te aburrirás.

—Con lo bien que estarías ahora dándote una larga ducha. Sintiendo el agua limpia caer sobre ti. Sintiendo cómo todo ese lodo se va cayendo, como el peso desaparece dejando tu piel libre y fresca —Hugo lo describía como si se tratara de un anuncio—. Imagina sentir de nuevo la agradable sensación de estar limpia.

Bea se derretía por dentro pensando en la ducha. Ahora que la había visualizado la ansiaba. Se revolvió de nuevo entre los brazos de Hugo.

—Hugo, por favor —suplicó.

—Está bien —Hugo aflojo un poco—, pero tienes que hacer algo por mí.

—¿El qué? —dijo rendida.

—Verás. Necesito que tus labios pronuncien las palabras que me harán el hombre más feliz de la Tierra.

—¿Qué tengo que decir? —Bea estaba cansada de aquel juego. Diría lo que hiciera falta para quitarse de encima a aquel crío.

—"Hugo, eres el mejor y tienes razón en todo." —Hugo pestañeó, haciendo una lamentable imitación de Bea.

—En la puta vida —sentenció Bea. Su orgullo volvía a atacar.

—"Hugo, gracias por enseñarme a conducir".

—Ni de coña —gruñó ella.

—"Hugo, no sabes cuánto te deseo".

—Hugo —Bea suspiró derrotada—, no sabes cuánto deseo una ducha.

—Una ducha estaría bien. Yo lo tengo fácil. Pero tú —resopló apartándose un poco para dejar que se moviera, pero ella no lo hizo—, vas a necesitar que sea muy larga para quitarte todo eso de encima.

—Ya ves. Tengo barro en todas partes... —Bea fingió sollozar. Deshacerse de Hugo era la parte fácil, deshacerse de todo aquel lodo iba a ser una pesadilla.

—Necesitarás ayuda —Hugo trató de encontrar la piel de la cintura de Bea bajo todo aquel barro. Bea no pudo evitar estremecerse cuando sintió sus manos—. Yo puedo limpiarte bien —susurró en su oído—. Dúchate conmigo y te garantizo que no quedará ni un centímetro de tu piel por frotar.

A pesar de lo incómoda que estaba, de sentir la ropa pegada a su piel, del desagradable tacto del barro, Bea no pudo evitar que sus labios se entreabrieran al escuchar esas palabras. Necesitaba que las manos de Hugo siguieran recorriéndola. La imagen de los dos en la ducha apareció como un flash en su mente. Empezó a sentir calor entre sus piernas.

—Te dejaría limpia —dijo haciendo que su voz sonara ronca— y luego te haría cosas muy muy sucias.

Un gemido estuvo a punto de salir de la boca de Bea. Pero como el superhéroe que aparece en el último minuto, un recuerdo acudió a su memoria para ayudarla a salir del trance. Su expresión se endureció.

—¿Y eso no sería una cagada? Como lo de anoche, digo —dijo Bea muy seca.

Hugo apartó las manos de ella, tenerla tan cerca le había hecho perder la cabeza. Había olvidado lo que le había dicho aquella mañana. Lo peor es que también había olvidado el motivo por el que lo había dicho: Martín.

—Deja de perder el tiempo, Hugo —Bea nunca había sonado tan fría—. Yo no regalo segundas oportunidades.

Un par de minutos juntos y Martín se disculpó con Erica para ir a buscar a Hugo. No es que quisiera encontrarle, más bien quería huir de Erica. Era una chica muy agradable, pero hacía muchas preguntas inocentes que revolvían sus heridas: "¿qué tal el viaje?", "¿a qué te dedicas?", "¿dónde conseguiste esa camiseta?".

¿Qué se suponía que tenía que contestarle? ¿Qué se había pasado todo el viaje muriéndose por dentro? ¿Qué estaba en el paro, y sin buenas oportunidades en el horizonte, porque llevaba meses obsesionado con salvar su relación con la chica que le había regalado la camiseta que llevaba puesta?

Estuvo a punto de pasar de largo y no verlos. No esperaba encontrarlos en el suelo. No a él sobre ella. Las manos de Hugo amasando el barro de la cintura de Bea. Sus rostros a escasos centímetros. A Hugo no parecía importarle la suciedad, estaba a punto de devorarla.

La expresión de Bea se tornó gélida.

Algo debió de haber dicho Hugo. Contrariado, estiró los brazos alejándose de ella.

Martín caminó hacia atrás nervioso, no quería que le vieran, y chocó contra un coche haciendo ruido.

Cuando Hugo se giró y le vio, se apartó con tanta urgencia de Bea que parecía que hubiese estado haciendo algo ilegal. La dejó atrás sin ni siquiera ayudarla a levantarse.

—Me estaba vengando —explicó algo nervioso acercándose a Martín—. Mira cómo me ha puesto.

Hugo le enseñó sus manchas de barro.

—Erica te está esperando. —Ver a Hugo nervioso hizo que Martín se sintiera incómodo.

—No se debe hacer esperar a una dama —dijo Hugo tratando de no parecer alterado y dedicándole una mirada cómplice.

Martín no entendió nada. Le miró confundido mientras se alejaba.

Fue hasta donde estaba Bea para ayudarla, pero ella ya se había levantado.

—¿Estás bien?

—Sí —dijo Bea con la cabeza alta—. Al final he ganado yo.

En realidad, lo único que había ganado era estar aún más confundida por los vaivenes de Hugo.

—¿Quieres ir a ducharte ahora o...?

—Voy a ver antes si tengo algo de ropa extra —Bea maldijo haber preparado tan rápido y mal la mochila—, o me pondré algo sucio... No sé.

—Puedes pedirle algo a Valeria.

—¿Me imaginas vestida como Valeria?

—Estarías guapa, siempre estás guapa —Martín lo imaginó y lo pensó mejor—. Pero sería super raro.

Bea y Martín se dirigieron hacia la furgoneta. Ella iba tirando puñados de barro mientras caminaba. Martín no pudo evitar echarse a reír. Cuando estaban llegando decidió meterse un poco con ella.

—Oye, Be, ¿vas a ver el concierto con nosotros o... lo vas a ver en primera fila como la grouppie que eres?

—No empieces. Solo fue una vez.

—Be, en todos los conciertos que he ido contigo te he visto solo al principio y al final.

—Eso es injusto, no os he dejado tirados en un concierto desde hace muchísimo tiempo. —Bea fue a coger su mochila, pero se dio cuenta de que con las manos tan manchadas sería un error.

—Hace cuatro meses, en el concierto de Queens of the Stone Age —intervino Iker que les había escuchado al llegar.

—No fui con vosotros a ese concierto. —Bea se cruzó de brazos haciendo que más barro cayera.

—Me lo contó Camino —dijo Iker.

—¿También se lo haces a tus amigas? —preguntó Martín riendo..

—¿De qué hablan? —intervino Valeria.

—De que Be se emociona demasiado en los conciertos y sale corriendo para ponerse en primera fila —explicó Martín—. Olvidándose de la gente con la que ha ido al concierto. Como un perro cuando ve una ardilla y se pone a perseguirla olvidándose de todo.

—Sois unos criticones, tampoco es tan terrible. —Bea trató de quitarle importancia.

—Dejas a la gente tirada —dijo Iker—, es peligroso, molestas al resto del público ¿sigo?

A Bea le gustó ver a Iker y a Martín volver a trabajar en equipo, aunque fuera para regañarle.

—Be —Iker se puso de cuclillas y dobló los brazos pegándolos al cuerpo—, mírame, soy una ardilla. ¿No te dan ganas de perseguirme?

Bea puso los ojos en blanco.

—No. —Martín resopló y se puso de cuclillas—. Tío, eso es un canguro, una ardilla hace así.

Martín se puso los puños contra la cara y restregó la nariz entre ellos.

—Ay, no. —Valeria también se puso de cuclillas—. Eso es un hámster. Mírenme, se hace así.

Valeria hizo la imitación más parecida a la de una ardilla de los tres. Pero tanto Iker como Martín siguieron intentándolo convencidos de que su técnica era mejor.

Germán regresó junto a la furgo y se encontró con aquel panorama. Carraspeó para llamar su atención.

—¿Qué hace Be llena de barro? ¿Qué hacéis vosotros... así? ¿Dónde está el Judas? ¿Me voy un momento al baño y cuando vuelvo os habéis puesto hasta el culo de ácido?

Valeria insistió en prestarle algo de ropa a Bea. Bea aceptó resignada, y ambas chicas se fueron hacia las duchas.

No estaban lejos del parking. Había un par de personas haciendo cola que al ver a Bea así, se ofrecieron a dejarla pasar antes.

A ella casi se le saltaron las lágrimas de felicidad al ver que las duchas eran un edificio de verdad, con sus ladrillos, sus paredes y su techo. No como las duchas que había probado en los campings de los festivales, que consistían en unas tuberías de las cuales salía agua a una temperatura aleatoria. Sin paredes, ni agua caliente, ni ningún tipo de intimidad. Le habría resultado muy complicado ducharse sin poder quitarse apenas ropa.

—Creo que es el día más feliz de mi vida —dijo Bea emocionada, al asomarse un poco y ver que las duchas eran individuales, y tenían puertas.

La voz de un desconocido la sacó de su trance.

—¡Eh! ¡Preciosa! —gritó aquel chico mirando a Valeria con descaro— ¿Qué haces con el monstruo del pantano? Vente con nosotros.


Muchas gracias a todos por todo el apoyo que me estáis dando. Sobretodo desde el capítulo anterior. Algunos habéis vuelto incluso hacia atrás para votar TODOS los capítulos anteriores ❤️

No sabéis lo mucho que me animan a seguir escribiendo todos esos comentarios, votos y lecturas. Gracias! ❤️

Dedicado a @Mileidy_Blanco y sus geniales comentarios con los que me parto de risa, jejeje

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