"Maestra~... ¿Es que acaso olvidó que usted no es tolerante al alcohol?" Preguntó el pequeño gatito blanco mientras observaba con sus grandes ojos dorados a la bella joven frente a él.
"Si, tienes razón... no volveré a beber en mi vida... Tengo resaca..." Respondió Bai Feng mientras se acostaba perezosamente en la cama.
"Creo que la maestra debería descansar un poco..."
"Es lo que estoy haciendo... Por cierto, ¿Dónde estuviste todo este tiempo?"
"¿Miau? Estuve con mis hermanos menores~"
"¿Hermanos? ¿Desde cuándo tienes hermanos?"
"Pero maestra~ fue usted misma quien dijo que sus bestias espirituales eran como mis hermanos menores..."
"En otras palabras, ¿Estuviste en los tres picos del cerezo todo este tiempo?"
"Si, el hermano menor Wang sabe como cocinar pescado al vapor..."
"Oh, bien por tí..."
Bai Feng se cubrió con la sábana mientras se acomodaba, pasó mucho tiempo desde que converso con Bai Yao, ya había empezado a extrañar a su pequeño gato glotón.
Esta mañana el abuelo Xue le contó sobre cómo había sido traída a la mansión, y le sorprendió mucho escuchar que fue el emperador del infierno quien personalmente la trajo de vuelta. Honestamente, Bai Feng no podía imaginarse al estoico Wangzi Hei cargandola como a una princesa frente a tanta gente, fue gracioso de solo pensarlo.
Muy internamente le agradó mucho que la persona haya sido Wangzi Hei, ya que por más extraño que suene, se sintió mucho más cercana a este frío hombre...
De pronto, Bai Feng se dió cuenta de que estaba pensando mucho en Wangzi Hei ¿Desde cuándo ella tuvo estos pensamientos por un hombre?
Ni siquiera la misma persona sabía por qué el latido de su corazón se aceleraba cada vez más...
Este sentimiento, hizo que Bai Feng se estremeciera, no de miedo, sino de nerviosismo.
¿Qué está pasando?
¿Acaso ella está enferma?
Si esto es una enfermedad... Ella nunca ha visto síntomas como estos..
Aceleración cardíaca...
Incremento de temperatura corporal...
Dificultad para pensar....
Distorsión nerviosa...
¡¿Qué tipo de mal es este?!
¿Cuál fue el origen de esta anormalidad?
De repente, la imagen de Wangzi Hei apareció repentinamente en la cabeza de Bai Feng.
¿Wangzi Hei?
... Esto será...
¡¿Una enfermedad contagiosa?!
Mientras Bai Feng no encontraba diagnóstico para sí misma, no se dió cuenta de que un cierto pequeño gatito la estaba observando con ojos muy curiosos.
Bai Yao no sabía cómo describir lo que estaba viendo.
Esta fue la primera vez en años que vió una sopa de expresiones en el rostro de su maestra. La cara de su maestra cambiaba cada 10 segundos, confundida, defraudada, enojada, sonroja- .... ¿Sonrojada?
El pequeño gatito parpadeó los ojos con confusión, esta vista era como descubrir una nueva y lejana tierra sin explorar.
¿Qué pasó en todo el tiempo en el que estuvo fuera?
..........
En lo alto de las montañas Fai Dalai, rodeadas de una vasta extensión de bosque, se encontraba un enorme templo espiritual hecho de innumerables rocas oscuras de las regiones bajas del continente.
El templo estaba oculto cerca de la ladera montañosa, escondido bajo la gruesa masa de árboles que se expandían por todo el lugar. Las puertas hechas de metal alcatraz estaban firmemente cerradas, y a las afueras del templo, una larga escalera descendía por las montañas.
Cerca de unas de las paredes de piedra, dos personajes estaban bellamente escritos: 深渊 Shenyuan, abismo.
Dentro del templo Shenyuan, un anciano vestido de verde caminaba nerviosamente de un lado a otro.
De pronto, un joven con una larga cabellera color ocre salió de una de las habitaciones.
"El gran Senior Jin desea verte, puedes pasar"
El anciano tembló levemente antes de asentir con la cabeza y caminar hacia la puerta.
"Bai Chong... Deberías saber muy claramente lo que hiciste, ¿Verdad?" La voz del joven de cabello ocre contenía un leve rastro de desdén mientras dirigía su mirada a la espalda del anciano.
El anciano vestido de verde detuvo sus pasos y sin darse vuelta contestó a las palabras del joven "Bai Hui Shen no te metas en mis asuntos" Dijo eso antes de abrir la puerta de la habitación y desaparecer.
Una fría sonrisa se formó en los labios del joven de cabello ocre.
"Pero fuiste tú Bai Chong, la persona que perdió a la pequeña hermanita..."
............
En una habitación a la cual casi no llegaba la luz, un joven alto y esbelto se sentó en lo alto de un exquisito trono hecho de oro. El joven estaba vestido con un largo traje plateado que arrastraba por el suelo, la destellante corona de plata sobre su cabeza brillaba acompañada por la tenue luz dentro de la habitación, su sedoso cabello negro azabache se deslizaba casualmente por uno de sus hombros, dándole un aire perezoso y despreocupado. Pero lo que más llamaba la atención, sería la siniestra máscara demoníaca que ocultaba gran parte de su rostro.
El joven cruzó sus largas y proporcionadas piernas mientras observaba al anciano de verde que se arrodilló frente a él.
"¿La has encontrado?" Una voz juvenil pero extrañamente fría salió de la boca del joven.
El anciano se estremeció un poco antes de reponerse y contestar "Este viejo le informa al Gran Senior Jin, todavía no la hemos encontrado..."
El anciano apenas terminó de decir su frase, cuando el aire dentro de la habitación comenzó a descender, hasta el punto de sofocar a la gente.
"¿Todavía no la has encontrado? ¿Entonces que haces perdiendo el tiempo?" La voz del joven sentado en el trono era tan fría como el susurro del invierno y contenía una gruesa sed de sangre.
"¡P-Por favor, calme su ira Senior Jin!" El anciano entró en pánico.
El joven frunció los labios antes de ponerse lentamente de pie, su larga túnica plateada era arrastrada por el piso mientras caminaba hacia el anciano.
"¿Sabes lo importante que es ella para mí? Supongo que el idiota en esta ocasión soy yo, por haberle confiado al pequeño Feng a tí, pero tú estúpido viejo te atreviste a perderla..." El joven se puso de pie frente al anciano que aún continuaba arrodillado sin atreverse a levantar la cabeza.
"N-No se preocupe Gran Senior Jin... e-este viejo la encontrará lo antes posible, ya le dí su retrato al joven maestro An... M-Muy pronto tendrá noticias..." El anciano trató duro de contratar sus temblorosas piernas mientras decía cada palabra.
"El joven maestro An, eh? Jeje... Interesante, aunque no me gusta convivir mucho con los demonios, aún es muy utilizable..." El joven se acarició la barbilla mientras pensaba.
"Pero de todos modos... Tú serás castigado" Sin el más previo aviso, el cuerpo del joven comenzó a emanar una fuerte e insondable energía espiritual.
Un dolor agudo atravesó el cofre del anciano, mandandolo a volar por los aires hasta chocar con la pared y escupir un bocado de sangre.
"Bai Hui Shen, llévate a esta basura, no permitas que muera todavía, aún me es de utilidad" Dijo el joven mientras se sacudía las mangas y volvía a sentarse en el trono.
Si una persona normal presenciara el momento en el que la energía espiritual salió disparada del cuerpo del joven de túnica plateada, seguramente se sorprendería tanto que sufriría un paro cardíaco ¡Un Dios Marcial! ¡Un genuino y auténtico Dios Marcial!
¿Quién era un Dios Marcial?
¡La existencia más poderosa de todas!
Bai Hui Shen entró por la puerta, hizo una reverencia y se dispuso a sacar al anciano como un costal de papas. Pero antes de que saliera, la fría voz del joven detuvo sus pasos.
"Apartir de ahora quiero que tú te encargues de buscar al pequeño Feng, espero que no me defraudes como este inútil"
Bai Hui Shen se sacudió ligeramente, luego se dió la vuelta y con una sonrisa en su rostro asintió "No se preocupe maestro, le traeré a la pequeña hermanita"
"Espero que así sea, puedes retirarte"
"Si, con su permiso" Bai Hui Shen se inclinó levemente y salió de la habitación.
Otra vez el entorno estaba muy silencioso.
En la habitación solo quedaba el joven de traje plateado, sentado con las piernas cruzadas sobre su trono de oro.
"Pequeño Feng... falta poco para poder vernos, el hermano mayor ya quiere encontrarte..." Aunque la voz del joven sonaba baja y triste como un susurro nostálgico, sus labios color manzana sé curvaron en una nefasta sonrisa.
"Pequeño Feng... Tú eres lo único que me falta para ascender al mundo de los inmortales..." Mientras hablaba, el joven levantó su esbelta mano y se quitó la máscara.
Tal vez por la falta de luz dentro de la habitación, no se podía ver claramente el rostro del joven. Pero lo que no podía pasarse desaparecido era ese par de enigmáticos ojos azules como la superficie de un lago congelado y sepultado bajo la nieve.
El joven sonrió levemente mientras jugaba con la máscara de mármol entre sus manos.
"Pequeño Feng... El hermano mayor quiere tu alma, se buena y dásela al hermano mayor..."