"... Oye, ¿A dónde me llevas?"
"Es un secreto~ lo sabrás una vez que lleguemos... Pequeña maestra"
Yan, el quilin de fuego salió del palacio de jade con Bai Feng aún sobre su hombro. Desde la distancia se podían escuchar los rugidos de Wang Hua y Mu Jin Yue... Parecen estar realmente molestos.
Bai Feng levantó la cabeza solo para ver la desvergonzada sonrisa del apuesto hombre de cabello rojo, que parecía no tener ni el más mínimo rastro de remordimiento.
Yan notó la acusatoria mirada que le daba su maestra, pero lejos de sentirse incómodo, la pícara sonrisa maliciosa en su rostro se hizo cada vez más grande.
Si, le agrada mucho esta pequeña y gruñona maestra.
Mientras sonreía, Yan aceleró el paso y no tardaron mucho en adentrarse en las profundidades del bosque de los cerezos.
Yan, al ser una bestia divina, su velocidad era todo menos lenta. De un solo saltó ya había avanzado unos 20 metros de distancia, eso sin mencionar que viajaba desde las ramas de cada árbol de cerezo.
Como siempre, el bosque de los cerezos que rodea al palacio de jade seguía siendo todo un festival para los ojos. Los delicados y coloridos pétalos bailan de un lugar a otro mientras son movidos por el viento y al mismo tiempo liberan un aroma realmente reconfortante...
En resumen, todo estaba tal y como Bai Feng lo recordaba desde la primera vez que despertó en el mundo dentro del anillo.
Aunque Bai Feng ya había pasado un tiempo considerablemente largo dentro de los 'tres picos del cerezo' no tuvo la oportunidad de explorar a su totalidad todo el entorno, ya que cada vez que venía solo se dedicaba a sembrar plantas medicinales, refinar píldoras y a su cultivación...
Mientras Bai Feng estaba sumida en sus pensamientos, Yan se detuvo de repente.
"Listo~ ya llegamos pequeña maestra" Dijo Yan mientras bajaba cuidadosamente a Bai Feng de su hombro.
Bai Feng se dió cuenta de que ya había recuperado su movilidad y le lanzó una mirada aterradora al desvergonzado quilin de fuego.
"Ja ja ja maestra~ esa cara me asustó" Yan se rió de buena gana mientras observaba sonriente a la bella mujer vestida de rojo, una tenue luz casi indetectable a simple vista, brilló en sus seductores ojos púrpura.
"Ya basta de bromas, ¿Por qué me trajiste aquí?" Al ver la actitud del hombre de cabello rojo, Bai Feng se sintió aún más irritada.
El lugar al que Yan la había traído era un pequeño claro dentro del bosque de los cerezos que se encontraba cerca de un manantial de aguas cristalinas...
Yan permaneció en silencio mientras sonreía, aunque en su cara se dibujaba una sonrisa tan hermosa como una flor, extrañamente no se percibían los sentimientos dentro de su expresión. Luego de un instante, la inicialmente sonriente cara de Yan se puso seria de un momento a otro.
"Maestra... Lamento decirle esto pero... yo no soy tan sumiso como las demás bestias divinas..." Las palabras de Yan eran bajas, casi como un susurro, pero contenían la presión de una montaña sobre ellas.
"... ¿Qué quieres decir?" La voz de Bai Feng carecía de sentimientos cálidos, la presión que emanaba del cuerpo de Yan casi la dejó sin aliento.
"Ja ja... Aunque ahora la estoy llamando maestra... no quiere decir que la haya reconocido como tal... ¿Me dejo entender?" Una fría sonrisa se formó en los labios de Yan mientras observaba con una mirada gélida a Bai Feng.
"Ja... Claro que te entiendo, ¿Es por esto que me trajiste aquí?" El cuerpo de Bai Feng fue rodeado por una capa de escarcha, ella no tenía intenciones de seguirle el juego a este quilin.
"Pequeña maestra, solo tengo algo que me gustaría pedirle... ¿Qué tal si hacemos una apuesta?"
"¿Apuesta?"
"Si, tengamos un duelo... Si usted logra golpearme al menos una vez dentro de un límite de 10 minutos, yo, Yan, el quilin de fuego, la reconoceré como mi maestra"
"¿Y si pierdo?"
"Mmm~ déjeme pensar.... ¡Si, lo tengo! ¡Usted será mi mujer!"
"Olvídalo, me niego"
"¿Ehhh~?"
Yan volvió a sonreír con picardía mientras evitaba encontrarse con la mirada asesina de Bai Feng.
"Okey, pequeña maestra, ¿Podemos empezar?"
"No tengo problema"
"¡Bien! ¡Le deseo suerte! Puede comenzar a atacarme"
Mientras sonreía, Yan retrocedió unos cuantos metros para poner un poco de distancia entre ambos. Luego le envío una mirada desafiante a la mujer vestida de rojo mientras se lamía los labios.
Y así, la pequeña apuesta entre el maestro y su bestia contractual dió inicio.
Bai Feng decidió no atacar desenfrenadamente, ya que su oponente no era otro que una bestia divina, la cúspide de todas las bestias. Lentamente metió una mano en su túnica y una sonrisa traviesa se formó en sus labios color manzana.
"¿Hum? ¿Qué sucede maestra? ¿No va a atacarme?" Yan aún continuaba sonriendo como si no le importara nada de lo que ocurría a su alrededor. Pero un momento después, la sonrisa maliciosa en su rostro se congeló.
Yan abrió los ojos con confusión mientras miraba a su alrededor un poco frenético.
No está....
¿A dónde fue su pequeña y gruñona maestra?
Bai Feng desapareció justo en frente de sus ojos...
Yan trató de mantener su pose estable mientras se calmaba a sí mismo. Aún no podía entender cómo su pequeña y gruñona maestra desapareció sin dejar un solo rastro. Hay que saber que como una bestia divina, los sentidos de Yan son cien veces mejores que los de un ser humano, pero incluso con esa ventaja no pudo adivinar cuando su maestra desapareció. Una gota de sudor comenzó a rodar por la blanca mejilla de Yan mientras fruncía el ceño.
Pasaron dos minutos... Tres minutos... Cinco minutos....
Nada...
Esta vez el que estaba perdiendo la estabilidad era el gran quilin de fuego, Yan. Cuando se dió cuenta de que no podía encontrar a su maestra usando sus sentidos, comenzó a tratar de localizarla por medio de su poder espiritual.
Pero unos minutos después, ¡Se dió cuenta de que no había encontrado nada!
¡¿Qué clase de anormalidad era esta?!
Pasaron siete minutos...
Yan no pudo evitar sentirse cada vez más inquieto. Volvió a dirigir su mirada en todas las direcciones, pero no encontró nada.
¿Qué significa todo esto?
¿Es acaso que su maestra en verdad desapareció?
¡No! ¡Eso es imposible!
Finalmente pasaron nueve minutos...
"¿Pequeña maestra? Esto está empezando a asustarme..."
No hubo respuesta...
"Maestra~ se qué tal vez la hice sentir un poco incómoda ¡Pero le juro que no fue apropósito!
(N/T: Eres tan honesto...)
No hubo respuesta...
"Maestra~ si algo le llegara a pesar... Ya no podría seguir viviendo... ¡Wang Hua me mataría a sartenazos!"
Justo cuando Yan estaba por continuar con su 'sincera' declaración, lo único que pudo sentir al siguiente momento fue agonía ¡El golpe más bajo que pudo haber recibido un hombre!
*Golpe*
"Listo, ya te golpeé"
"..."
"Yan, por favor no vuelvas a decir cosas como esas nunca más... Se me puso la piel de gallina"
"..."
"¿Yan?"
"... Pequeña maestra"
"¿Hum? ¿Qué sucede?"
".... ¿La pequeña maestra quiere que su pobre bestia contractual muera sin descendencia?..."
Bai Feng, quien había estado escondiendo su presencia gracias a una de sus nuevas píldoras espirituales, no notó al agonizante Yan tendido en el suelo con el rostro pálido.
"¿Yan? ¿Qué te sucede?" Preguntó confundida Bai Feng mientras se acercaba a Yan para ayudarlo a ponerse de pie.
Una vez de pie, Yan, cuyo rostro estaba más pálido que el papel, le envío una mirada lastimosa a su pequeña maestra.
"... Pequeña maestra... incluso si soy una de las más poderosas bestias que existen en este lugar... todavía sigo siendo un hombre"
"Eso ya lo sé... espera.... No me digas..."
"Si, humano, bestia, demonio, dios, inmortal... Todos los hombres tenemos el mismo punto débil... Y usted acaba de patearme ahí abajo..."
"...."
"...."
"... Perdón..."