Con nuestras maletas en mano y abrigadas hasta el culo, salimos del aeropuerto de Estocolmo. En el aparcamiento nos esperan Simon y Caterina. Ahora, ellos me dejarán enfrente del edificio de mi novio, que es dónde hay la tienda en la que tengo que recoger la guitarra de Erik.
Cuando llegamos al aparcamiento, nos saludan con un abrazo y subimos a su coche. Bueno, camioneta.
-Así que ya estáis juntos. -dice Caterina, mirándome por el espejo. Yo me sonrojo un poco.
-Si. -murmuro.
-¡Por fin! Habéis tardado tres meses. -dice dramáticamente haciéndonos reír. -Me ha dicho tu madre que le has comprado una guitarra para su cumpleaños, ¿no?
-Si, ahora pasaré a buscarla. La he encargado en la tienda de enfrente de su piso.
-Le encantará, ya verás. -me guiña un ojo Simon. Yo sonrío.
-Ahora está en su departamento con sus amigos. Hoy es noche de fútbol. -me dice su madre haciendo un gesto con la mano.
-Oh, lo sé. Un amistoso de la selección Sueca con la Española. -digo sonriendo.
-¿Chica de fútbol? -pregunta Simon.
-No sabéis cuántos partidos me he tragado por su culpa. -murmura mi madre. Ellos se ríen.
-Exagerada.
Cuando llegamos a la tienda de instrumentos, cojo mi maleta pequeña de viaje y mi bolso, y me despido de todos con un beso. Entro en la tienda con mis cosas y veo que faltan 5 minutos para cerrar.
-God eftermiddag. -digo acercándome al mostrador. Una mujer de unos 60 años me sonríe.
*Buenas tardes.*
-God eftermiddag, på grund av din accent tror jag att du är Diana. -me dice sonriendo.
*Buenas tardes, por tu acento creo que eres Diana.*
-Samma sak.
*La misma*
-Nu tar jag er med dig.
*ahora te traigo lo tuyo*
Desaparece por una puerta y a los pocos segundos vuelve con una funda negra de guitarra. Abre la funda y me enseña la guitarra. Preciosa. Me dice que me regala un cupón para que pueda venir a cambiar las cuerdas hasta 5 veces. Que buena mujer. Me despido de ella y con mis cosas y la guitarra, voy hasta el edificio de enfrente. Justo cuando llego, una moto aparca. La moto del restaurante chico al que pedíamos comida cuando estaba aquí.
-Ursäkta mig. Kommer du till våning 3, dörr C? -pregunto al repartidor.
*Perdone, ¿va al piso tres, puerta C?*
-Ja. -afirma.
Le digo que ya se lo pago yo y que lo subiré, que ha sido mi novio el que se lo ha pedido. Pago la comida, que por cierto parece que hay comida para parar un tren. Qué rabia me da haber cenado en el avión. Subo al ascensor con la caja de comida, la guitarra en mi espalda, el bolso en un hombro y la maleta en la otra mano. Cuando llego al piso de Erik, tapo la mirilla con la mano y llamo al timbre.
-Mat! -grita la voz de Emil.
*Comida.*
Me río un poco y cuando abre la puerta, Emil está con su cartera en la mano y abre mucho la boca al verme. Yo sonrío divertida y le doy la caja de comida.
-De nada. -sonrío. Él deja la caja en la silla y me abraza por el cuello. -Hola a ti también. -digo con la voz ahogada en su pecho.
-Mi pequeña futura hijastra, no te esperaba.
-Imbécil. -espeto separándome de él. -Mi madre está en casa de los Pettersson, mañana la verás en la editorial.
-Pasa, anda. -sonríe.
Cojo mis cosas y dejo todo en la entrada. Guardo mi móvil en el bolsillo del pantalón y cuelgo mi bufanda y mi chaqueta en la silla. Emil empieza a andar por el pasillo y yo a su espalda. Escucho la voz de unos cuantos hombres y miro la hora en mi reloj, quedan cinco minutos para que el partido empiece.
-Traigo una sorpresita. -canturrea Emil.
Cuando entro al salón veo a Isak, Chris, Lukas y dos hombres más. Luego está mi novio con una cerveza en la mano, sentado en su sillón, mirándome con la boca ligeramente abierta.
-Men vad ett bonbon. -murmura uno de los hombres.
*Pero qué bombón.*
-En annan. Jag förstår dig. -canturreo.
*Otro. Te entiendo.*
-Mierda. -susurra él en español, haciéndome reír. Miro a mi novio y sonrío.
-Casi dos semanas sin ver a tu novia y no le dices ni hola, ni un beso, ni nada. Es indignante, mejor me vuelvo a España. -digo divertida, poniendo mis brazos en jarra.
Él sonríe levantándose y se acerca rápidamente a mí. Me abraza por la cintura y me levanta del suelo haciéndome reír. Beso sus labios suavemente con una sonrisa. Joder, si que lo he echado de menos.
-Lo tuyo son las sorpresas, eh. -susurra en mis labios cuando me baja. Los beso de nuevo.
-Si. -sonrío. -Tengo reuniones aquí. Me voy el día 4, de hecho, nos vamos. Tú también te vas ese día.
Él sonríe mucho y me abraza de nuevo, besando mi cabeza repetidas veces. Nos separamos y voy a saludar a Isak, Lukas y Chris.
-Cuando vengas, podrías traer a Alba. -se queja Chris.
-Estoy aquí por trabajo, cuñadito. Alba igual está trabajando en lo suyo, sino me la hubiese traído. -Lukas gruñe. -Y a Carol. -me río.
-Dede, ellos son Will y Trent. Chicos, ella es Diana, mi novia. -dice mi hombre, sonriendo. Yo les doy un beso en la mejilla a cada uno.
-Un placer. -sonrío.
-El placer es nuestro. -dicen sonriendo al unísono.
-¿Has cenado? -pregunta mi novio.
-Si, he cenado en el avión. -digo sonriendo. Se sienta en su sillón y me hace un hueco para que me siente a su lado. -No te emociones, no he venido por ti. He venido para ver el partido.
Ellos se ríen y yo me siento al lado de mi novio.
-¿Te gusta el fútbol? -pregunta Emil.
-Bastante. -sonrío.
Cuando el partido empieza, los chicos empiezan a comer y yo no aparto la mirada del televisor. Debo decir que los jugadores suecos son muy pero que muy guapos. Los chicos pegan gritos frustrados cuando ven que fallan un penalti y eso provoca que empaten. Yo suelto una carcajada haciendo que me miren mal. Sonrío inocente.
-Espero que hayas traído tu maleta porque tú duermes aquí conmigo. -me susurra Erik.
-Mi maleta está en la entrada. -sonrío y beso su mejilla.
-¿Qué hiciste para que Wilma no se acerque a Erik? -pregunta Lukas. Yo lo miro y sonrío un poco.
-¿Ha intentado acercarse otra vez? -pregunto.
-Vinieron a Estocolmo y nos la encontramos con su hermano en el paseo del puerto. Su hermano la cogió del brazo y la apartó de nosotros. -dice Emil divertido.
-¿Qué has hecho, Dede? -me pregunta Erik, divertido.
-Ay, sólo la amenacé un poco. -digo haciendo un gesto desinteresado con la mano.
-¿La amenazaste? ¿A Wilma Bergsson? -pregunta Trent, incrédulo. -Esta mujer demanda a todo el mundo, ten cuidado.
-Su empresa está apunto de quebrar. Necesitan en el contrato que han hecho con nuestra editorial para no irse a la mierda. Así que fue fácil. No te acerques a mi hombre, o te vas a la quiebra. -me encojo de hombros.
Ellos sueltan una carcajada y Erik me hace sentar encima de sus piernas. Me mira divertido y yo sonrío inocente.
-Pequeña celosa. -susurra sonriendo.
-¡Te besó! No iba a dejar que se fuera de rositas. Me faltó el grosor de una aguja para arrancarle las tetas y lanzarlas por el váter.
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Cuando los chicos se han ido, escondo la guitarra en el armario de la entrada dónde hay algunas chaquetas y cojo mi maleta para llevarla a la habitación de Erik. Me hace un hueco en su armario y pongo mi ropa en él. Mi novio pone la calefacción suave para que no pasemos frío esta noche.
Me quito la ropa y cojo un pijama mío del armario para ponérmelo, pero me detengo al sentir un gran cuerpo a mi espalda. Sonrío un poco y dejo el pijama en el armario. Las manos de Erik ahuecan mis pechos desnudos y se pega más a mí dejándome notar su dureza pegada a mi trasero. Suelto un jadeo y echo la cabeza hacia atrás.
-Ayer te lo dije. -susurra en mi oído. -Te necesito.
-Hazme tuya. -susurro. Él me pellizca un pezón y yo gimo alto, mordiendo mi labio.
Me da la vuelta y me besa ferozmente los labios. Joder, si que me ha necesitado. Nos acercamos a la cama sin dejar de besarnos y me tira suavemente encima de ella. Muerde y chupa mis pezones haciéndome retorcer de placer, mientras sus dos dedos entran directamente a mi interior, arrancándome un pequeño grito de placer.
Sin dejar mis pechos, mueve sus dedos con ímpetu, con ganas, con ansiedad. Mi espalda se arquea contra su cuerpo y suelto un gran gemido cuando tira un poco de mi pezón. Los dos necesitamos esto, lo noto y él también lo nota.
-Lo siento, amor, pero hoy no voy a hacerte el amor. -gruñe en mi oído, por encima de mis gemidos. -Hoy quiero hacértelo duro, Diana.
Gimo después de escuchar lo que me ha dicho, y mi sexo palpita con fuerza y deseo. Muerdo mi labio y lo atraigo a mí para besarlo de nuevo.
-Hoy no lo haremos con condón, princesa. Quiero hacértelo sin él y si quieres mañana vamos a por la pastilla del día después, pero necesito sentirte por completo por primera vez. -susurra ronco.
-V-vale. -tartamudeo arqueando mi espalda cuando saca sus dedos de mi interior.
Se pone de rodillas entre mis piernas, me coge por los tobillos y me levanta las piernas, dejándolas abiertas y sujetándolas al aire. De un momento a otro, me embiste haciéndome soltar un tremendo gemido de placer.
Por Dios.
Me embiste con fuerza en esta posición, dándome un placer que nunca en mi vida había recibido por parte de nadie, ni siquiera por parte de él. Lo siento completamente, siento su grosor completo en mi interior logrando excitarme bestialmente.
-Esto es el mejor puto regalo de cumpleaños. -gruñe sin dejar de embestirme.
Mis pechos se mueven arriba y abajo, mis ojos están cerrados y mis dientes aprisionan con fuerza mi labio inferior. No callo mis gemidos porque cuando lo intento, Erik me pide que no lo haga, que quiere escucharme.
Erik saca su miembro de mi interior y me hace girar con algo de brusquedad. Me pone a cuatro patas y yo suelto un pequeño gemido de tan sólo imaginar lo que viene ahora. Me embiste de nuevo, haciéndome soltar un jadeo. Entra poco a poco pero cuando le queda poco para llegar hasta el final, embiste duro. Y eso hace todas las veces, dejándome notarlo hasta el fondo, completamente.
-Dios, Diana. No sabes la espectacular vista que tengo ahora mismo. -susurra excitado, sin dejar de embestirme.
-Erik, estoy apunto. -murmuro.
-Yo también, preciosa.
Aumenta la fuerza y la velocidad de las embestidas, y un grito se me escapa cuando todo el punto más alto. Al mismo tiempo, siento el líquido caliente de mi novio vaciarse en mi interior, mientras él suelta un gruñido gutural que me vuelve loca.
Sale lentamente de mi interior y antes de que me desplome en la cama, Erik me toma en brazos y me lleva hasta su baño. Cierro los ojos rendida y paso mis manos por su cuello. Siento como me limpia mi entrepierna, luego la suya y vuelve a llevarme a su cama. Me tumba suavemente y él a mi lado. Nos arropa a los dos con todas las mantas y me abrazo a él.
-Te amo, Diana. -susurra antes de caer rendida en sus brazos.